Sobre libros, últimas películas, ciclos y muertes de actores míticos

Más libros de cine, por favor. Me estoy leyendo varios a la vez. Tres en concreto y disfrutándolos a tope. Un ensayo, otro de textos breves que mezcla recuerdos y celebración por la existencia del cine (este repito de nuevo lectura) y, por último, un libro precioso de pura literatura.

El ensayo tuvo la culpa de que viese y disfrutase de Brighton Rock de John Boulting. Se trata de El cine de Graham Greene (Ediciones Internacionales Universitarias, 2008) de Enrique Fuster Cancio. El libro analiza sobre todo las películas que adaptan sus novelas católicas: Brighton Rock, El poder y la gloria, The heart of the matter y El fin del romance. También incorpora un análisis de El tercer hombre (que nació primero como tratamiento y guion cinematográfico), que aunque no admite exactamente el apelativo de católica, sí muestra constantes de la obra de autor, que camina entre el pecado y la redención.

Después estoy volviendo a leer un libro que me agrada por la idea y por cómo está escrito. Juan Marsé escribió Momentos inolvidables del cine (Carroggio/Scrinium, 2004) donde dejaba cien textos breves en los que quedaba constancia de su gusto cinéfilo o de las películas que le marcaron durante su vida. Estos textos breves también son una original biografía del autor, donde se recoge cómo el cine se enreda con la vida y viceversa. También su escritura es una manera de descubrir una sensibilidad a través de la mirada que tiene sobre las películas, sus opiniones sobre los intérpretes o la captura de la anécdota determinada sobre cierto rodaje que le deja realizar certeras reflexiones.

Y mi más reciente adquisición (un regalo hecho con sumo cariño, me consta) es El limbo de los cine (Nórdica, 2023) de Luis Mateo Díez, con ilustraciones de Emilio Urberuaga. Son doce cuentos sobre distintas salas de cine como espacios ficticios. Cada uno de ellos con la riqueza gozosa del lenguaje que tiene el autor. Luis Mateo convierte el espacio de la sala de cine en un universo literario con vida propia. Cada sala es un mundo, nunca mejor dicho. Es un libro delicatessen, todo un disfrute.

El protagonista, el dueño del pub El viejo roble, con su perrilla Marras.

2. La última película de Ken Loach. Me perdí El viejo roble cuando se estrenó en sala de cine. El otro día tuve oportunidad de verla. Y qué queréis que os diga, me gustan las historias que cuenta y cómo las cuenta. El octogenario hace una oda sobre la vida comunitaria y la buena gente. Una oda a la gente trabajadora y a los que vienen de fuera porque no les queda otra.

Me gustan los personajes que muestra. Y hay una perrita, Marra, que aparece en el momento oportuno en la vida del protagonista. Me gusta Marra y el significado de su nombre…, que hace referencia a los amigos que son más que eso. Me gusta cómo la película canta al poder de la reunión, de realizar un objetivo común entre varias personas, de la convivencia, del intercambio, de lo que une una buena comida, de la riqueza de las distintas culturas…

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Hunted (Hunted, 1952) de Charles Crichton

Hunted, una película que muestra una relación especial, con química, entre un niño y un delincuente.

Hunted, cazado, cazar una buena película. De pronto en la filmografía de algunos directores se encuentran perlas perdidas. Al realizador británico Crichton se le recuerda, sobre todo, por sus grandes comedias con el sello de los estudios Ealing. La divertidísima Oro en barras o Los apuros de un pequeño tren. De hecho, se despidió del cine a finales de los ochenta con una gran comedia, Un pez llamado Wanda. Sin embargo, al echar un vistazo a su obra se descubre otro hilo conductor interesante. En varias de sus películas los niños y los adolescentes tienen un protagonismo especial.

Y entre esas películas se encuentra Hunted. Es un filme breve e intenso, donde no falta ni sobra nada, y su secreto es la química y la relación íntima que se establece entre Robbie (Jon Whiteley), un asustadizo niño de seis años, y Chris (Dirk Bogarde), un marinero que ha asesinado a un hombre.

En ochenta y cuatro minutos y con una economía narrativa envidiable, Crichton, de manera maestra, cuenta la historia de Chris y Robbie. Dos seres humanos maltratados por la vida, solitarios e inadaptados que se encuentran por las calles de un Londres de posguerra y emprenden una huida hasta Escocia. Los dos solitarios aprenden no solo a acompañarse, sino también a quererse de una manera auténtica. Chris trata de huir para eludir responsabilidades por el asesinato cometido y detrás va Robbie, que también huía del hogar de sus padres adoptivos.

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Mes de mayo, mes de cine

El cine que no falte…, en la vida, como dice la película italiana en su título, Siempre nos quedará mañana.

Sí, los últimos días de abril y este mes de mayo están siendo de cine. Madre mía, la cantidad de cosas que me están pasando. Sin parar, con visita de otros lares incluida, con accidente doméstico con fractura de ser querido y con cuidados intensivos necesarios por inmovilidad, con la maleta de un lado a otro (de una casa a otra), con viaje a Zaragoza, dos presentaciones y sin parar de teclear. Así que escribir con calma en el adorado blog ha sido más o menos misión imposible.

Por tanto, he decidido contaros estos días a través de las películas vistas. Cine y vida, vida y cine. Antes de la revolución doméstica con accidente y rotura, para tener más aventura en los días cotidianos y no aburrirnos, tuve la oportunidad de pasar un precioso día del libro en la Filmoteca Española de Madrid. En el hall del cine Doré, presentamos Prisioneros del bucle (sí, ¿os acordáis que os dije que había escrito un nuevo libro y que analizo en profundidad junto a Santiago Alonso la película de Bill Murray y el día de la marmota eterno?) y luego en la sala 1 se proyectó Atrapado en el tiempo de Harold Ramis. Fue una tarde bonita. Además al día siguiente nos llegaba una visita esperada del otro lado del océano.

Durante los primeros días de mayo pudimos ir a una sala de cine de estreno para viajar hasta Italia con Paula Cortellesi y su Siempre nos quedará mañana (C’è ancora domani, 2023). Mira que amo el cine italiano y un buen melodrama, así como los aires neorrealistas que se quieran desparramar por los fotogramas, el buen blanco y negro y aquellos que se arriesgan al tomar ciertas decisiones en la puesta en escena, pero este largometraje en cuestión no me hizo vibrar. Ahora sí, es carne de cinefórum, precisamente para analizar todo esto que estoy intentando explicar en unas pocas líneas. Cortellesi dirige demasiado las emociones del espectador para apoyar una tesis (bastante necesaria en estos tiempos que corren, también es verdad)… y eso creo que fue lo que no me dejó disfrutar al cien por cien de la propuesta.

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Diccionario cinematográfico (240). Tijeras

Tijeras de podar tampoco faltan en el cine…

Pues estaba pensando en un artículo que recopilara ciertos thrillers de los noventas con contenido erótico, cuando me topé con una de las películas de Sharon Stone, antes del pelotazo de Instinto Básico, que aquí se conoce como Secretos íntimos, pero su título en inglés es Scissors… Nuestra protagonista aparece comprando unas tijeras en la secuencia de inicio, pues arregla muñecas antiguas, y le sirven posteriormente para defenderse de una violación en el ascensor… Bien que se las clava en el muslo al agresor… No se podía titular de otra manera. Rara, rara, rara…

Y me doy cuenta entonces de que las tijeras son de los más cinematográfico. Una película, amiga de este diccionario, porque me ha servido para ilustrar un montón de palabras tampoco puede faltar aquí: Eduardo Manostijeras, ese cuento de Tim Burton, con un ser distinto y del mundo de la fantasía que tiene en lugar de dedos… tijeras. Y corta de maravilla tanto pelos como jardines.

Pero las tijeras son objeto de suspense nunca mejor dicho. Hay dos momentos clásicos memorables. Uno, en la película de Robert Siodmak: en A través del espejo. Los instintos asesinos de una gemela vuelven a despertarse con unas tijeras encima de una mesa. Pero, como siempre, fue el maestro del suspense quien supo poner de los nervios a los espectadores con unas tijeras también en un despacho en Crimen perfecto, único objeto cotidiano del que puede apropiarse una dama en apuros para defenderse de una muerte segura. Seguimos con el suspense, y tampoco se puede olvidar a esa mujer trastornada y obsesionada por un hombre que rasga con unas tijeras un retrato… en la primera película de Clint Eastwood como director: Escalofrío en la noche.

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Brighton Rock (Brighton Rock, 1947) de John Boulting

Brighton Rock, una llave para entrar en el universo cinematográfico de Graham Greene.

Brighton Rock o también Young Scarface es una película que me ha interesado por varios motivos. Primero, la oportunidad de conocer una de las obras cinematográficas de los gemelos Boulting, John y Roy, dos hermanos que contribuyeron a un episodio creativo bastante desconocido del cine británico. Segundo, la relación del novelista Graham Greene con el mundo del cine, no solo por la adaptación de sus novelas a la pantalla, sino también por su conexión directa con el medio y su implicación en los guiones. En este este caso es una adaptación de la obra que inauguraría sus novelas con temática católica y dilemas morales, pero además el escritor estuvo implicado en la película y en la construcción del guion.

Tercero, la oportunidad de seguir descubriendo a Richard Attenborough como actor, puesto que su papel más popular fue en Parque Jurásico, cuando ya era bastante mayor, y muchas veces no se tiene en cuenta que tenía una larga trayectoria como intérprete en el cine británico. Y cuarto y último motivo, pese a no ser una película redonda (con algunos cabos sueltos), es un buen ejemplo de puro cine negro británico con momentos muy interesantes cinematográficamente hablando y acompañaba esa tristeza y desesperanza de un país que acababa de salir de una dura guerra.

Graham Greene publica Brighton Rock en 1938 y nueve años después la novela es adaptada para una pantalla de cine. No obstante, la novela se había convertido ya en obra teatral y había subido a un escenario teatral británico en 1943. Es más, el Pinkie del escenario fue el mismo que protagonizó la película: un joven Richard Attenborough. Al novelista no le gustó el trabajo del actor en el teatro y no estaba muy contento con que este fuese también elegido para la película. Sin embargo, cuando vio el largometraje, quedó tan encantado con la composición del personaje por parte de Attenborough, que le escribió una carta haciéndoselo saber.

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Redescubriendo clásicos (6). Matrimonio de conveniencia (Green Card, 1990) de Peter Weir / La muerte y la doncella (Death and the Maiden, 1994) de Roman Polanski

Matrimonio de conveniencia y La muerte y la doncella; sí, hay películas de los años noventa que fui a ver al cine y desde ese momento me han acompañado toda la vida, aunque muchos años después no haya podido volver a adentrarme en ellas. Últimamente he tenido la oportunidad de disfrutar de nuevo de ellas y comprobar además que han vuelto a entusiasmarme. Curiosamente, no son las más recordadas de las filmografías de ambos realizadores, tanto de Weir como de Polanski, pero se quedaron para siempre en mi cabeza.

La primera está dentro de ese género tan denostado, pero que yo reivindico, y una de sus épocas doradas: la comedia romántica moderna. El boom llegó definitivamente con Hechizo de luna y, sobre todo, Cuando Harry encontró a Sally. Peter Weir deleitó con una comedia romántica muy especial.

La segunda es una adaptación de una obra de teatro y profundiza en la naturaleza humana más oscura y en las relaciones de poder extremas. A mi parecer es una de las joyas de la filmografía de Polanski.

Por último, las dos películas, Matrimonio de conveniencia y La muerte y la doncella, sirven también para debatir sobre un tema extremadamente interesante y complejo: la obra creativa y sus creadores. ¿En qué sentido? ¿El comportamiento, pensamientos, ideología, acciones de un creador invalidan su obra? No es un tema nada fácil. El actor Gérard Depardieu y Roman Polanski son dos artistas que han generado durante años kilómetros de informaciones controvertidas alrededor de su vida privada, que ha provocado un alejamiento del análisis y percepción de su obra como intérprete y director.

Matrimonio de conveniencia (Green Card, 1990) de Peter Weir

Dedicado especialmente a Tren de sombras

Matrimonio de conveniencia es una comedia romántica de los noventa que pide a gritos una reivindicación.

La estructura de Matrimonio de conveniencia es una delicia. La historia transcurre en la ciudad de Nueva York, pero el leitmotiv que une a los dos personajes es África. Los títulos de crédito arrancan con un poderoso solo de percusión de un joven afroamericano con un cubo de pintura y unas baquetas en el metro. Es la llamada a dejarse llevar por impulsos humanos, poderosos e inevitables. La protagonista escucha esa llamada mientras compra una flor en un puesto lleno de colores naturales. Brontë (Andie MacDowell) se sube al tren y acude a una cita que cambiará su vida: se dirige al café Afrika. Allí ha quedado con un amigo para celebrar un matrimonio por conveniencia con George Faurè (Gérard Depardieu), un inmigrante francés.

Los motivos para este matrimonio de conveniencia obviamente son muy diferentes. Ella necesita un certificado matrimonial para que los conservadores propietarios le concedan el alquiler de un ático de ensueño con un invernadero y una terraza que le permiten el cuidado de plantas y flores, su pasión y profesión. Él quiere emprender una nueva vida en Nueva York y necesita cuanto antes el permiso de residencia. Formalizan el matrimonio para no verse nunca más, solo les interesa el papel. Obviamente no será así: una inspección de dos funcionarios del departamento de inmigración les unirá de nuevo durante un fin de semana para prepararse una entrevista y demostrar que no están juntos por conveniencia. Esta preciosa comedia romántica está servida.

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Redescubriendo clásicos (5). Barreras invisibles (Invisible Stripes, 1939) de Lloyd Bacon / El camino del pino solitario (The Trail of the Lonesome Pine, 1936) de Henry Hathaway

Barreras invisibles (Invisible Stripes, 1939) de Lloyd Bacon

En Barreras invisibles dos amigos con amistad leal y transparente se nos presentan de una manera muy especial… En la ducha antes de conseguir la libertad.

Lloyd Bacon se pone al frente de una entretenida historia con un montón de detalles que enriquecen la propuesta. Es un largometraje con tintes sociales, habituales en la Warner, y con dos potentes tramas principales: una de amistad y otra fraternal. Es una película con apariencia de puro cine de gánsteres, en su ritmo y personajes, pero con mucho más fondo.

Barreras invisibles está muy bien contada y tiene un reparto, sobre todo masculino, del que se extrae mucho jugo. El trío protagonista está formado por dos tipos duros y un joven actor en ciernes que tardaría en alcanzar el estrellato, pero que desde sus primeras apariciones dejaba ver su versatilidad y carisma. George Raft, Humphrey Bogart y un jovencísimo William Holden se empapan de tres personajes que dan rienda suelta a un montón de emociones por parte del espectador.

La historia arranca con la salida de la cárcel después de una estancia larga de dos delincuentes: Cliff Taylor (George Raft) y Charles Martin (Humphrey Bogart). Ya dice mucho la manera de presentarlos. Dándose una ducha, totalmente desnudos para todos, mostrando una amistad basada en la confianza mutua y en la transparencia. Toman caminos diferentes, pero no se traicionarán y serán leales el uno al otro. Cliff trata de incorporarse a la sociedad buscando un trabajo honrado. Charles sabe que no tiene oportunidad alguna y no duda en que va a delinquir de nuevo.

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10 razones para amar Siete novias para siete hermanos (Seven Brides for Seven Brothers, 1954) de Stanley Donen

Siete novias para siete hermanos. Las novias esperando la primavera en una cabaña aislada.

Razón número 1: Un disco de vinilo

Mi infancia está unida a muchos recuerdos bonitos. Y uno de ellos tiene que ver con un vinilo. Los domingos por la mañana mis hermanos y yo dormíamos hasta más tarde. Mis padres para que fuéramos abriendo los ojos nos ponían música y uno de los vinilos más empleados era el de la banda sonora de Siete novias para siete hermanos. Según íbamos amaneciendo al son de las canciones, también nos llegaba desde la cocina el delicioso olor de las tortillas francesas con bonito que nos estaban preparando para desayunar.

Razón número 2: Un recuerdo materno

Uno de los recuerdos de la infancia de mi madre tiene que ver con Siete novias para siete hermanos. Mis abuelos la llevaban mucho al cine y aquel día eligieron para ir con ella el musical de Stanley Donen. Compraron las entradas en taquilla y se disponían a pasar felices una tarde de cine… Entonces en la puerta, recriminaron a mi abuelo que cómo era tan imprudente de llevar a una niña a una película así, que sus protagonistas salían en ropa interior, que cómo se atrevía… Así que mis abuelos se murieron de la vergüenza y mi madre se quedó sin ver la película.

Razón número 3: Stanley Donen

Es uno de mis directores amados, porque varias de sus películas han fomentado mi amor por el cine clásico. ¡¡¡Está detrás de Cantando bajo la lluvia!!! Me sorprendió otra vez cuando descubrí hace doce años Juego de pijamas, un musical a mi parecer innovador donde los protagonistas son los empleados de una fábrica que se pone en huelga para conseguir mejoras laborales. Hubo una época que me vi prácticamente toda la filmografía de Audrey Hepburn y Donen tienen tres títulos con ella que figuran entre mis favoritos: Charada, tremendamente divertida; Una cara con ángel, estéticamente impecable y, por supuesto, una de las comedias románticas que más amo, Dos en la carretera. Pero también Donen fue un pionero en el tratamiento de ciertos temas y en 1969 contó la historia de dos hombres que son pareja desde hace treinta años en La escalera.

Siete novias para siete hermanos. Cada uno de los intérpretes de esta película consiguieron no caer en olvido por esta película.

Razón número 4: De cantantes y bailarines

Siete novias para siete hermanos tiene un reparto de cantantes y bailarines que dejan un buen recuerdo. De hecho los siete hermanos Pontipee forman parte de los recuerdos cinéfilos de los que amamos el género. Los siete atractivos solteros que viven aislados en plena naturaleza, rudos, salvajes y maleducados, que, de pronto, «aprenden» a comportarse en sociedad tienen rostros de cantantes y bailarines (menos uno del que hablaremos en el próximo apartado).

El primogénito, Adam, es Howard Keel. De los musicales de Broadway como cantante saltó a la Metro y prestó su voz a más de un musical clásico (Magnolia o Bésame, Kate), aunque también trabajó en muchas películas que no alcanzaron tal estatus. Curiosamente adquirió la mayor popularidad de su carrera cuando trabajó en la serie Dallas. El hermano pequeño, Gideon, es el popular y magnífico bailarín Russ Tamblyn. Sería también el inolvidable Jeff en West Side Story, pero también es recordado como actor en melodramas como Vidas borrascosas o en la serie Twin Peaks.

Mi hermano Pontipee favorito, Frank, fue un gran bailarín, Tommy Rall. Se puede seguir su pista en Mi hermana Elena o también Bésame, Kate. Los otros tres hermanos: Caleb, Daniel y Ephraim fueron también tres bailarines con interesantes carreras en este campo: Matt Mattox (parece ser que fue considerado un experto en la disciplina de danza jazz), Marc Platt y Jacques d’Amboise.

Entre las novias destacan, la esposa de Adam, Milly. El papel fue para Jane Powell, cantante y bailarina. También estuvo presente en otro recordado musical, Bodas reales, donde Fred Astaire bailaba hasta en los techos… Las otras novias también tenían como profesión el baile, el canto o solo la actuación, pero tan solo una de ellas alcanzó cierto recuerdo (como veremos en el próximo apartado). Ellas fueron Ruta Lee (Ruth), Virginia Gibson (Liza), Nancy Kilgas (Alice), Betty Carr (Sarah) y Norma Doggett (Martha).

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Oscars 2024. Algunas palabras sobre los largometrajes nominados a Mejor película

Oscars 2024… Este año me sorprendí cuando vi el listado de los largometrajes nominados a Mejor película, pues me di cuenta de que había visto las diez películas. Y todas tienen algo que no me dejó indiferente. Volvería a ver las diez, sí, y creo que eso es lo mejor que se podría decir de cada una de ellas.

De la ganadora, Oppenheimer, y de Barbie ya hablé en una serie de post que escribí bajo la denominación Descubrimientos veraniegos. Y de varias de ellas he dejado unas palabras en Letterboxd (Hildy_Johnson_). Jajaja, sí la única red social en la que me he apuntado hace apenas y porque me lo pidió mi sobrina cinéfila, pues según ella tengo que modernizarme. Y de las que nada he hablado (tan solo dos), pues aprovecho este texto.

Qué deja en evidencia el listado, pues que cada una es de su padre y de su madre y muy diferentes entre sí. La diversidad de géneros y temáticas que supone. La variada nacionalidad tanto de los directores como de las propias películas (que eso dice bastante de la cosecha Hollywood) y la riqueza de planteamientos sobre diversas cuestiones. Esa es la curiosidad de todo listado, se vaya a premiar o no. La variedad del abanico que propone y la radiografía sesgada de lo que se ha podido ver en 2023 al otro lado del océano.

Cuál es mi favorita de las diez. Si me hubiesen dicho: “Venga, da tú el premio”, lo hubiese pasado mal. Tengo claras las que no, pero luego entre las que voy a decir no sé por cuál me hubiese decantado: Vidas pasadas, La zona de interés, Los que se quedan y Los asesinos de la luna.

Vidas pasadas de Celine Song

Oscars 2024. Una historia sobre la conexión entre dos personas. Vidas pasadas.

In-yeon.

Conexión entre dos seres humanos.

Vidas pasadas.

Hasta un roce es cuestión del destino.

Tú eres una persona que se va.

Tú eres una persona que se queda.

… Olvídate de mí…

O imagina qué hubiese pasado o cuántas posibles vidas hubiesen existido si tú y yo hubiéramos permanecido juntos cuando solo éramos niños o no hubiésemos cortado años después nuestras conversaciones on line.

Quiero entender lo que sueñas.

Tenemos la conexión, pero nuestra historia de amor es imposible…

Ahora, sí, Vidas pasadas es solo una historia de las probables.

Quiénes son esos dos coreanos con un estadounidense en la barra de un bar de copas en New York. ¿Por qué están juntos? Esto es lo que formulan unos desconocidos (nosotros) al principio de la película.

Y se nos ofrece una posible mirada… o vida pasada.

Poor Things de Yorgos Lanthimos

Oscars 2024. La historia de una criatura que desarrolla su propia mirada en el mundo. Poor Things.

Durante el visionado de la película solo me preguntaba ¿quién es la chica que se tira desde el puente? ¿Qué la pasó? ¿Por qué se tira?

Luego con la resolución final me dije: ¿Así que Victoria nada tiene que ver con Bella? ¿Realmente el cirujano Goodwin Baxter da vida a una joven criatura?

¿Ciertamente hay entonces dos identidades? Bella nada tiene que ver con Victoria más que un mismo cuerpo…

Luego busqué información sobre el libro de Alasdair Gray (qué ganas tengo de leérmelo) y me di cuenta de que Yorgos Lanthimos no juega con la ambigüedad de las miradas de los personajes y que realiza una adaptación tremendamente libre de la historia, dejando incluso en el camino el sentido que buscaba Gray. Vamos, que cuenta lo que realmente le viene en gana.

La película de Yorgos Lanthimos es tremendamente entretenida, crea un mundo de fábula donde se representa un peculiar universo victoriano, pero sin definir exactamente en qué tiempo transcurre y con elementos de ciencia ficción y fantasía.

Al final a mi parecer Pobres criaturas es la historia de una “criatura” (el experimento científico de un cirujano) que sin tener un pasado ni un contexto ni una educación se enfrenta a un mundo regido por un sistema establecido y con unas normas específicas.

Bella Baxter posee un cerebro sin desarrollar, nuevo, que tiene todo por evolucionar y aprender. Todo por experimentar y vivir. Bella va descubriendo el mundo que la rodea sin ningún condicionamiento ni prejuicio. Y el aprendizaje le va dando no solo conocimientos, sino herramientas para preservar su libertad individual como Bella Baxter y también para tratar de mejorar el mundo bajo su mirada.

Bella realiza su aprendizaje no solo saliendo de la casa de su creador, sino emprendiendo un largo viaje. Y en el camino son varios los hombres que tratan de encarcelarla, dominarla, cambiarla…

Es como si la novia de Frankenstein, esa inolvidable Elsa Manchester, hubiese tenido la oportunidad de viajar y evolucionar, de rebelarse del propósito para el que había sido creada, huyendo.

En ese viaje donde Bella trata que no la encierren ni dominen, observa, imita, siente curiosidad, aprende a satisfacerse y descubre el placer, emplea y desarrolla el lenguaje, va mejorando en la escritura y en la lectura, abre los ojos ante las desigualdades sociales y económicas, se enfrenta al poder, la utilidad del dinero y las decisiones morales…, etcétera.

Quizá el mayor defecto es que todo es contado por Lanthimos con demasiada simpleza, con poca sutilidad y con una mínima profundidad que hace que su fábula no solo no se pueda tomar demasiado en serio, sino que caiga en exceso en la caricatura, algo que no pasaba en Canino, Alps o Langosta.

Pero es tan entretenida, tiene momentos visuales tan potentes y barrocos y sus actores principales están tan bien que atrapa de principio a fin.

Todos los hombres tratan de dominarla en algún momento dado: el creador, el ayudante y futuro esposo, el abogado manipulador y amante (ese Mark Ruffalo que se marca un Bellaaaa, que es un reverso de Stellllaaaa de Marlon Brandon en Un tranvia llamado deseo), el cínico que no soporta la felicidad y libertad de Bella, su violento exesposo, los que demandan sus servicios sexuales cuando ejerce la prostitución que hacen incluso que deje de sentir placer… Todos los obstáculos con los que Bella va lidiando para ir construyendo su propia mirada del mundo.

Pobres criaturas no me ha removido como hicieron otros largometrajes del director griego, pero su visionado y análisis me resulta de lo más interesante, así como el debate y la controversia que ha generado.

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Don Siegel (Cátedra, 2023) de Joaquín Vallet

El seductor, la obra cumbre de Don Siegel.

«Cuando Don Siegel ponía a rodar las cámaras y gritaba “¡Acción!” siempre cruzaba los dedos. Una costumbre que mantendría a lo largo de su vida profesional y que, en mayor o menor grado, representaba una excepcional inclinación hacia lo fortuito en una persona tan sumamente racional como el cineasta». Me gusta mucho este párrafo, porque define perfectamente la personalidad de Don Siegel. Sí, un tío racional que trabajó toda su vida en un mundo caótico y fortuito como es la realización de películas en los estudios de Hollywood. Nunca se sabía, durante todo el rico proceso creativo de un largometraje, lo que iba a resultar al final ni los obstáculos que encontraría entre medias hasta que el espectáculo pudiese continuar.

La colección de libros de Cátedra, Signo e Imagen/Cineastas (a la que tengo gran cariño), no deja de sacar nuevos volúmenes con interesantes análisis de las filmografías de diversos directores de cine. Distintos autores cinematográficos se ponen frente a un cineasta y sus distintas películas para explicar aquellas características que caracterizan el universo cinematográfico del cineasta. La colección de Cátedra por tanto tiene sentido dentro de la famosa teoría de autor, aquella que pusieron en boga en los cincuenta los críticos de Cahiers du Cinéma, convencidos de que había directores que tenían no solo una manera de rodar, sino que también su obra cinematográfica tenía una coherencia temática, un sentido.

Normalmente, los que he podido leer no solo me han provocado placer, sino que también me han descubierto cosas del realizador en cuestión. No hace mucho salió a la venta el dedicado a Don Siegel y no he podido disfrutarlo más. Su autor, Joaquín Vallet, pasea por la filmografía de Siegel y va buscando con cada largometraje esa coherencia temática. En cada película describe el proceso creativo: por qué Siegel acababa rodándola, el proceso hasta conseguir la versión de guion adecuada, anécdotas del rodaje (muy valiosas para conocer al cineasta), qué aporta esa película al conjunto de la obra del cineasta y características del fondo y la forma que ayudan a entender el valor de dicho largometraje en su filmografía.

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