Carlito Brigante en 35 mm

 

Carlito Brigante, junto a Gail, frente al espejo.

La semana pasada fui feliz en una sala de cine, casi siempre lo soy, pero esta vez más. Fui con mi sobrina Luna a la sala 1 del cine Doré. Durante este mes de septiembre no solo hay un ciclo de Brian de Palma, sino que para celebrar los 35 años del cine Doré como sede de las proyecciones de la Filmoteca Española, también comienza un ciclo de películas proyectadas en 35 mm, tal y como yo vi muchas películas antes de la revolución digital y los dcp. Las dos, tía y sobrina, íbamos a ver una película que me fascinó desde el primer día que pude disfrutarla en una sala de cine y en 35 mm en Madrid en 1994: Atrapado por su pasado (Carlito’s Way, 1993) de Brian de Palma.

El reencuentro con Carlito Brigante en pantalla grande fue genial. La sala del cine Doré estaba llena, hasta arriba. Se hicieron los honores para presentar la película y el ciclo en 35 mm (con un apasionado canto a este formato) y después de la proyección hubo un coloquio con la presencia del director de programación de la Filmoteca Española, Carlos Reviriego; el crítico de cine Alejandro G. Calvo y la crítica de cine Marta Medina al que no nos pudimos quedar hasta el final, pues al día siguiente teníamos que madrugrar, pero del que pudimos escuchar varios aspectos de la película muy interesantes y valiosos.

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Sobre libros, últimas películas, ciclos y muertes de actores míticos

Más libros de cine, por favor. Me estoy leyendo varios a la vez. Tres en concreto y disfrutándolos a tope. Un ensayo, otro de textos breves que mezcla recuerdos y celebración por la existencia del cine (este repito de nuevo lectura) y, por último, un libro precioso de pura literatura.

El ensayo tuvo la culpa de que viese y disfrutase de Brighton Rock de John Boulting. Se trata de El cine de Graham Greene (Ediciones Internacionales Universitarias, 2008) de Enrique Fuster Cancio. El libro analiza sobre todo las películas que adaptan sus novelas católicas: Brighton Rock, El poder y la gloria, The heart of the matter y El fin del romance. También incorpora un análisis de El tercer hombre (que nació primero como tratamiento y guion cinematográfico), que aunque no admite exactamente el apelativo de católica, sí muestra constantes de la obra de autor, que camina entre el pecado y la redención.

Después estoy volviendo a leer un libro que me agrada por la idea y por cómo está escrito. Juan Marsé escribió Momentos inolvidables del cine (Carroggio/Scrinium, 2004) donde dejaba cien textos breves en los que quedaba constancia de su gusto cinéfilo o de las películas que le marcaron durante su vida. Estos textos breves también son una original biografía del autor, donde se recoge cómo el cine se enreda con la vida y viceversa. También su escritura es una manera de descubrir una sensibilidad a través de la mirada que tiene sobre las películas, sus opiniones sobre los intérpretes o la captura de la anécdota determinada sobre cierto rodaje que le deja realizar certeras reflexiones.

Y mi más reciente adquisición (un regalo hecho con sumo cariño, me consta) es El limbo de los cine (Nórdica, 2023) de Luis Mateo Díez, con ilustraciones de Emilio Urberuaga. Son doce cuentos sobre distintas salas de cine como espacios ficticios. Cada uno de ellos con la riqueza gozosa del lenguaje que tiene el autor. Luis Mateo convierte el espacio de la sala de cine en un universo literario con vida propia. Cada sala es un mundo, nunca mejor dicho. Es un libro delicatessen, todo un disfrute.

El protagonista, el dueño del pub El viejo roble, con su perrilla Marras.

2. La última película de Ken Loach. Me perdí El viejo roble cuando se estrenó en sala de cine. El otro día tuve oportunidad de verla. Y qué queréis que os diga, me gustan las historias que cuenta y cómo las cuenta. El octogenario hace una oda sobre la vida comunitaria y la buena gente. Una oda a la gente trabajadora y a los que vienen de fuera porque no les queda otra.

Me gustan los personajes que muestra. Y hay una perrita, Marra, que aparece en el momento oportuno en la vida del protagonista. Me gusta Marra y el significado de su nombre…, que hace referencia a los amigos que son más que eso. Me gusta cómo la película canta al poder de la reunión, de realizar un objetivo común entre varias personas, de la convivencia, del intercambio, de lo que une una buena comida, de la riqueza de las distintas culturas…

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Mes de mayo, mes de cine

El cine que no falte…, en la vida, como dice la película italiana en su título, Siempre nos quedará mañana.

Sí, los últimos días de abril y este mes de mayo están siendo de cine. Madre mía, la cantidad de cosas que me están pasando. Sin parar, con visita de otros lares incluida, con accidente doméstico con fractura de ser querido y con cuidados intensivos necesarios por inmovilidad, con la maleta de un lado a otro (de una casa a otra), con viaje a Zaragoza, dos presentaciones y sin parar de teclear. Así que escribir con calma en el adorado blog ha sido más o menos misión imposible.

Por tanto, he decidido contaros estos días a través de las películas vistas. Cine y vida, vida y cine. Antes de la revolución doméstica con accidente y rotura, para tener más aventura en los días cotidianos y no aburrirnos, tuve la oportunidad de pasar un precioso día del libro en la Filmoteca Española de Madrid. En el hall del cine Doré, presentamos Prisioneros del bucle (sí, ¿os acordáis que os dije que había escrito un nuevo libro y que analizo en profundidad junto a Santiago Alonso la película de Bill Murray y el día de la marmota eterno?) y luego en la sala 1 se proyectó Atrapado en el tiempo de Harold Ramis. Fue una tarde bonita. Además al día siguiente nos llegaba una visita esperada del otro lado del océano.

Durante los primeros días de mayo pudimos ir a una sala de cine de estreno para viajar hasta Italia con Paula Cortellesi y su Siempre nos quedará mañana (C’è ancora domani, 2023). Mira que amo el cine italiano y un buen melodrama, así como los aires neorrealistas que se quieran desparramar por los fotogramas, el buen blanco y negro y aquellos que se arriesgan al tomar ciertas decisiones en la puesta en escena, pero este largometraje en cuestión no me hizo vibrar. Ahora sí, es carne de cinefórum, precisamente para analizar todo esto que estoy intentando explicar en unas pocas líneas. Cortellesi dirige demasiado las emociones del espectador para apoyar una tesis (bastante necesaria en estos tiempos que corren, también es verdad)… y eso creo que fue lo que no me dejó disfrutar al cien por cien de la propuesta.

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Feliz Navidad 2023 y buena entrada al 2024. Reflexiones cinéfilas con Cita en San Luis (Meet Me in St. Louis, 1944) de Vincente Minnelli y Ricas y famosas (Rich and famous, 1981) de George Cukor de fondo.

La Navidad en Cita en San Luis es un estado en el que apetece habitar.

Hace tan solo unos días tuve la suerte de presentar un libro de lo más interesante Navidad, amarga Navidad. El cine que Papá Noel no quiere que veas (Applehead Team, 2023). El libro en cuestión reúne cuatro ensayos cinematográficos, enmarcados por un prólogo y un epílogo, sobre las distintas maneras de abordar la Navidad desde el cine de terror (haciendo hincapié en los slasher), el de acción (tipo La jungla de cristal o Acorralado), en la fantasía (desde el cine de Tim Burton hasta distopías maravillosas o películas con seres mágicos) o en la sátira cinematográfica antinavideña (con familias tirándose de los pelos o personas con malas pulgas decididas a fastidiar todo lo que pueden).

Una de las cosas que me quedó muy clara leyendo cada uno de los textos, con revelaciones que merecen la pena y buenas miradas, es que no es tan fácil definir la Navidad y más en pleno siglo XXI.

Qué es exactamente. Qué celebramos. Qué se mueve a su alrededor. Qué significan estas fiestas. Qué son esos días marcados en el calendario: Nochebuena, Fin de Año, Reyes… Qué supone eso del espíritu navideño y luego dónde se queda.

De dónde sale toda esa decoración que viste las ciudades y las casas de otra manera. Qué es esa mezcla extraña entre lo religioso, lo pagano y lo absolutamente comercial… Qué es la Navidad.

Alrededor de este periodo festivo se ha movido no solo el cine, sino también la literatura y la música. Y las miradas sobre ella son diversas, mostrándonos de nuevo la dificultad de atrapar el significado de dicho periodo.

¿Por qué esos árboles decorados, las luces a mansalva, los personajes como Papá Noel, los ciervos, los Reyes Magos, los camellos, los mercadillos, el fin de año y las campanadas, las comidas especiales…? Qué es esa eterna canción de Navidad dickensiana…

Al final, ¿no creéis?, cada uno tiene o vive su propia Navidad. Y yo me siento identificada con un significado que puede verse bien en Cita en San Luis (Meet Me in St. Louis, 1944) de Vincente Minnelli o en Ricas y famosas (Rich and famous, 1981) de George Cukor. También hay ecos de ese significado en una obra de teatro: La larga cena de Navidad de Thornton Wilder.

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Prisioneros del bucle. Treinta años de Atrapado en el tiempo y otros días de la marmota (Applehead Team, 2023) de Santiago Alonso e Isabel Sánchez

Prisioneros del bucle es un ensayo sobre la influencia de Atrapado en el tiempo treinta años después de su estreno.

Los procesos creativos hasta que una idea va adquiriendo forma son apasionantes, con curvas, giros, obstáculos, tensiones, magia, descubrimientos, conocimientos y casualidades… Ya estamos en la fase final y preparados para anunciar la aparición de un nuevo libro de cine: Prisioneros del bucle. De hecho, si me atrevo a escribir sobre ello, es porque ya se puede ir encargando en la página de la editorial: luego, ya es una realidad cercana. La elaboración de un libro está lleno de momentos, ideas y detalles que ir cuidando, porque el objetivo final es compartir con los lectores aquello que nos apasiona.

Un instante clave en el proceso es la elaboración del texto de contraportada, porque ahí es donde puedes intentar captar el alma del libro para atraer, como el canto de la sirena, a posibles futuros lectores. Ahí va el nuestro:

«Atrapado en el tiempo (Groundhog Day, 1993), de Harold Ramis, un renovador capital de la comedia estadounidense de los años setenta y ochenta, ha cumplido treinta años. El largo invierno de Phil Connors, el protagonista de esta historia, continúa seduciendo e intrigando a los espectadores. La película se ha convertido, tal y como quería el guionista Danny Rubin, en todo un clásico. También es uno de los trabajos más recordados, si no el que más, de su pareja protagonista, Bill Murray y Andie MacDowell.

Además de aportar un análisis crítico del largometraje, el ensayo Prisioneros del bucle señala su importancia en el género de la comedia romántica y los ingredientes que emplea de la ciencia ficción. También qué papel tuvieron el guionista, el director y el actor principal en el proceso de creación o las diferentes interpretaciones que ha generado. Todas estas son alguna de las razones por las que la cinta se ha granjeado tan alta consideración y mantiene su frescura.

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Feliz Navidad. La cerillera (La Petite Marchande d’allumettes, 1928) de Jean Renoir

La cerillera, un triste cuento de Navidad.

Recuerdo que una de las cosas que más disfrutaba en soledad cuando era una niña, era leer un buen libro de cuentos o estar en el cuarto encerrada con mi magnetofón escuchando un casete de cuentacuentos. En esos buenos momentos, disfruté de varios relatos relacionados con la Navidad, y uno de ellos fue escrito por Hans Christian Andersen, uno de mis escritores de cuentos favoritos. Me estoy refiriendo a La cerillera.

El director francés Jean Renoir adaptó libremente este breve y triste cuento navideño y realizó en 1928 un hermoso y poético mediometraje. La protagonista fue Catherine Hessling, una de las últimas modelos del padre del cineasta, el pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir, que se convirtió también en la actriz principal de los primeros trabajos cinematográficos de Jean Renoir, el segundo hijo del pintor.

El cuento de Andersen narra la última noche de una pequeña cerillera, que al no vender su mercancía teme regresar a casa y recibir una reprimenda, y en plena Nochevieja, decide quedarse en la calle. La niña tiene hambre y frío, y se queda acurrucada, sentada, junto a la pared de una casa. Helada, intenta calentarse con los fósforos y los va encendiendo uno a uno, teniendo visiones agradables sobre la Navidad: un rico banquete, un precioso árbol decorado de Navidad, estrellas y su querida abuela. Finalmente, la niña quiere marcharse con su abuela y la anciana la coge de la mano para que su nieta vuele junto a ella. Y así es, la niña fallece en la calle helada.

Algunos cuentos de Andersen tenían siempre una connotación poética, religiosa y celestial. La cerillera era uno de ellos. Jean Renoir conserva lo poético y espiritual, eliminando la connotación religiosa. El realizador se recrea en el rostro y el cabello largo de Catherine Hessling y el mediometraje cuenta con unos primeros planos bellísimos. Su protagonista es más bien una adolescente y la cámara del cineasta la acompaña en esa noche fría en la que nada vende.

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Un cuento de Navidad. ¡Felices fiestas!

El poder de la risa en un cuento de Navidad.

Os regalo un cuento de Navidad. Este año como película navideña he elegido la película británica Cuento de Navidad (Scrooge. A Christmas Carol, 1951) de Brian Desmond Hurst. De nuevo, he leído la mítica novela corta de Charles Dickens. Y no puedo evitarlo: siempre me ha gustado esta alegoría del espíritu de la Navidad. Como todo buen cuento, ofrece herramientas para enfrentarse a una vida que no es fácil. Su protagonista no es un personaje agradable. Es el amargado, solitario, poco empático, avaricioso, egoísta, Ebenezer Scrooge.

Brian Desmond Hurst filma con sencillez, naturalidad, magia e inocencia, y apoyándose en sus protagonistas, un cuento cinematográfico de Navidad. Así adapta con sutiles cambios en el argumento que dan continuidad a la historia y limitadas ausencias en la trama el cuento de Dickens. La película y el cuento se sustenta en tres elementos: es una historia de fantasmas y espíritus, juega con el tiempo y con la transformación por lo vivido del personaje principal. El actor escocés Alastair Sim dota de credibilidad y humanidad a Scrooge. Desde el momento en que aparece, vemos cómo es y cómo se comporta con todos los que le rodean. Pero poco a poco somos testigos de su metamorfosis tras lo que va viviendo en una noche mágica, donde ve los claroscuros de la existencia.

Así que para felicitar estas Navidades y desearos un feliz año nuevo, dejo algunas ideas sueltas que están presentes tanto en las imágenes como en las letras de Dickens.

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Stanley Kubrick, próximamente

Sí, Stanley Kubrick. No hace mucho os anuncié que estaba sumergida en varios proyectos relacionados con el cine. Y dentro de nada se va a hacer realidad uno de ellos. He intentado volcar todo mi cariño y pasión hacia el cine para «mirar» a un cineasta del que hay mucho que contar.

El 21 de diciembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid se inaugura Stanley Kubrick. The exhibition. Como muchos sabréis es una exposición internacional, que ha estado en diversas partes del mundo. De hecho, no hace mucho estuvo en el CCCB de Barcelona (2018) y fue todo un privilegio ir a verla y disfrutarla al cien por cien.

Es una exposición viva que renace en cada ciudad donde se exhibe. He tenido la oportunidad de meterme de lleno en la obra cinematográfica de Stanley Kubrick para crear los textos de un discurso expositivo, espero que atractivo. Los textos que darán cuerpo a todas las piezas y audiovisuales presentados.

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Feliz año 2021. Los visitantes de la noche (Les visiteurs du soir, 1942) de Marcel Carné

A Guilles, uno de los visitantes de la noche, le pilla por sorpresa el amor.

Acabo de soñar con dos figuras de piedra en un paisaje bucólico, al lado de una fuente. Creo que allí corre el año 1485. En el interior de esas figuras laten dos corazones. Qué hermosa manera de dejar atrás el año 2020, contemplando por primera vez Los visitantes de la noche. Esas dos figuras de piedra esconden a Anne (Marie Déa) y Gilles (Alain Cuny). Durante las dos horas que ha durado mi sueño, me he enamorado perdidamente de Guilles, un enviado del diablo. Un enviado del diablo que sin esperarlo ni quererlo se enamora. Al principio tiene el corazón frío, y sufre por ello. Pero termina amando locamente a Anne. El hielo de su corazón que late se resquebraja.

Gilles cabalga junto a Dominique (Arletty) por el mundo. Ambos son enviados por el diablo a su próximo destino, el palacio del triste barón Hugues (Fernand Ledoux), para sembrar la discordia entre los hombres. Allí, pronto va a casarse la bella hija del barón, Anne, con el frío caballero Renaud (Marcel Herrand). Por supuesto, en un matrimonio de conveniencia, como no podía ser de otra manera en el medievo. Y, por eso, en palacio están de fiesta, y reciben a todo tipo de artistas. De esta manera, Gilles y Dominique no tienen ningún problema en presentarse como jóvenes trovadores.

En el momento en que Gilles canta una triste canción de amor salta la chispa entre el trovador y la hija del noble. Por otra parte, la misteriosa Dominique realiza bien su trabajo y aprovecha para, a pesar de estar vestida como un joven muchacho, lanzar el anzuelo tanto al barón Hugues, que hasta ese momento solo vivía para el recuerdo de su esposa fallecida, como al caballero Renaud. De hecho terminará provocando el enfrentamiento de ambos y sembrará la desgracia en palacio.

Lo que el diablo (Jules Berry) no se esperaba es que uno de sus emisarios, Guilles, le fallara. No solo este no siembra malos sentimientos, sino que se enamora sin remedio. Así que decide presentarse como un viajero en mitad de la noche, y siembra enseguida la confusión, la tragedia y el caos, como todo un profesional, además de castigar a su mensajero. Todo sin perder la sonrisa. Lo que tampoco se imagina es que caerá rendido ante la inocente, sencilla y pura Anne, capaz de todo por amor. El diablo, de pronto, desea convertirse en un hombre enamorado y vivir tranquilo en la tierra. No podrá vencer al amor que ha nacido entre Guilles y Anne.

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Feliz Navidad. Reflexiones alrededor de El bazar de las sorpresas (The Shop around the Corner, 1940) de Ernst Lubitsch

Lubitsch, la mejor compañía.

1. Lubitsch, una buena compañía. El guionista Samson Raphaelson escribió unas emocionantes palabras sobre Lubitsch: “Como artista era sofisticado, como hombre era casi ingenuo. El artista era astuto, el hombre sencillo. El artista era económico, preciso, exacto; el hombre nunca encontraba sus gafas de leer, sus puros o sus manuscritos y la mitad de las veces ni siquiera recordaba su propio número de teléfono.

Por muy grande que lleguen a considerarlo los historiadores de cine, era aún más grande como persona.

Era genuinamente modesto. Nunca buscó la fama ni le importaron los premios. Era incapaz de practicar el arte de la publicidad personal. No se le podía herir criticando su trabajo. Y, de alguna manera, nunca ofendía a sus colaboradores con su franqueza inocente. Una vez que te había escogido, era porque creía en ti. Así que te podía decir: ¡Qué mal!, y al mismo tiempo sentías que eras apreciado y que esperaba mucho de tus virtudes secretas. Siendo un gran actor, era incapaz de fingir en sus relaciones con los demás. No tenía una actitud para los poderosos y otra para los humildes, un estilo para el salón y otro para el bar. Estaba tan libre de pretensiones y de segundas intenciones como se supone que lo están los niños, y esto lo hacía infinitamente variado y encantador” (Amistad, el último toque Lubitsch. Traducción Pablo García Canga. Editorial Intermedio, 2012).

Sí, confieso que este año, durante los meses del confinamiento hasta ahora mismo, he sentido muchísimo su compañía. Lubitsch me ha brindado momentos maravillosos, incluso los días con los ánimos más bajos. Por eso no quería acabar el año sin ver otra vez una de mis películas favoritas, y, para colmo además, transcurre en Navidad: El bazar de las sorpresas. Siempre que la veo, me emociona. Disfruto cada uno de sus momentos, sus diálogos, absolutamente todos sus personajes, sus localizaciones… hasta de la caja de música con la canción rusa Ochi chyornye. Y como me suele ocurrir esas películas de ayer me susurran muchas cosas que me sirven para hoy…

2. La Nochebuena del señor Matuschek. Uno de los momentos para mí más entrañables es cuando el dueño del bazar, el señor Matuschek, después de una crisis personal y sentimental (que le ha llevado al hospital) regresa a la tienda con todos sus empleados, y disfruta de un buen día de ventas en Nochebuena. Pero llega la hora del cierre, y todos sus empleados se van a celebrar la Nochebuena en compañía de sus seres queridos…, y a él le espera la soledad más absoluta. Se va despidiendo de cada uno de ellos, como despreocupado, pero sabe que le espera una mesa vacía en un restaurante. De pronto, repara en el nuevo empleado, un tímido muchacho, el chico de los recados. El joven le confiesa que sus padres no están en Budapest, y que está solo. Al señor Matuschek se le ilumina la cara. Engatusa a Rudy, así se llama ese niño solitario de 17 años, describiéndole un suculento festín. Y a Rudy la ilusión le invade el rostro. El señor Matuschek, feliz, le dice a Rudy que si le gustaría acompañarle, y este no lo duda ni un momento. Nos damos cuenta de que los dos lo van a pasar de miedo. Solo son dos, pero no van a olvidar esa Nochebuena en su vida.

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