Brighton Rock (Brighton Rock, 1947) de John Boulting

Brighton Rock, una llave para entrar en el universo cinematográfico de Graham Greene.

Brighton Rock o también Young Scarface es una película que me ha interesado por varios motivos. Primero, la oportunidad de conocer una de las obras cinematográficas de los gemelos Boulting, John y Roy, dos hermanos que contribuyeron a un episodio creativo bastante desconocido del cine británico. Segundo, la relación del novelista Graham Greene con el mundo del cine, no solo por la adaptación de sus novelas a la pantalla, sino también por su conexión directa con el medio y su implicación en los guiones. En este este caso es una adaptación de la obra que inauguraría sus novelas con temática católica y dilemas morales, pero además el escritor estuvo implicado en la película y en la construcción del guion.

Tercero, la oportunidad de seguir descubriendo a Richard Attenborough como actor, puesto que su papel más popular fue en Parque Jurásico, cuando ya era bastante mayor, y muchas veces no se tiene en cuenta que tenía una larga trayectoria como intérprete en el cine británico. Y cuarto y último motivo, pese a no ser una película redonda (con algunos cabos sueltos), es un buen ejemplo de puro cine negro británico con momentos muy interesantes cinematográficamente hablando y acompañaba esa tristeza y desesperanza de un país que acababa de salir de una dura guerra.

Graham Greene publica Brighton Rock en 1938 y nueve años después la novela es adaptada para una pantalla de cine. No obstante, la novela se había convertido ya en obra teatral y había subido a un escenario teatral británico en 1943. Es más, el Pinkie del escenario fue el mismo que protagonizó la película: un joven Richard Attenborough. Al novelista no le gustó el trabajo del actor en el teatro y no estaba muy contento con que este fuese también elegido para la película. Sin embargo, cuando vio el largometraje, quedó tan encantado con la composición del personaje por parte de Attenborough, que le escribió una carta haciéndoselo saber.

Y es que efectivamente Attenborough compone una especie de joven Scarface que se lleva la película desde el momento en que aparecen tan solo sus manos jugando con una cuerda. Pinkie es un joven mafioso que se mueve en los bajos fondos y que muestra un carácter atormentado, frío e inestable mentalmente. Es duro, violento y habita continuamente el infierno. Actúa sin ningún escrúpulo con sus compañeros y no muestra ser capaz de establecer una conexión o relación sentimental con Rosie (Carol Marsh), una camarera a la que seduce tan solo para que no delate una imprudencia que le puede costar ser detenido y acusado de asesinato.

Los personajes de Brighton Rock sirven para desarrollar los dilemas morales de Grahan Greene. ¿Hay posibilidad de redención para un desalmado como Pinkie (que en un momento dado le dice a Rosie que es católico)? ¿El comportamiento de Rosie, también católica, de creer en él (a pesar de saber todo lo que hace) y seguirle y cubrirle a toda costa tiene algún sentido? John Boulting construye toda una película con momentos de cine negro brillantes. Todos los personajes son ambiguos o directamente no van a ninguna parte con el tipo de vida que llevan, habitan los bajos fondos y conocemos la parte oscura de la ciudad. Desde el primer momento, no se augura un destino optimista para ninguno de sus protagonistas.

En Brighton Rock no hay nada bonito ni personajes agradables. Todo es oscuro. Ni Pinkie, el joven mafioso sin escrúpulos; ni el periodista al que siguen los mafiosos para matarle; ni una cantante y artista de poca monta (Hermione Baddeley) que decide investigar pese a todo la muerte de dicho periodista y encontrar la verdad; ni el abogado de Pinkie; ni sus compañeros de fechorías; ni siquiera Rose que en su inútil bondad no trae nada bueno… El espectador no puede simpatizar con alguno de ellos ni  sentirse identificado. Los únicos, sin embargo, que actúan con un sentido práctico son la cantante de poca monta que investiga la muerte del periodista hasta dar con la verdad y uno de los miembros de la banda de Pinkie, que se da cuenta de que hasta las fechorías de su joven jefe tienen un límite…

En esta especie ciudad del ocio y el hampa, el pecado danza a sus anchas. ¿Es posible la compasión o la misericordia? ¿Se producirá un milagro en el mundo de los bajos fondos? La respuesta es ambigua también, pero más bien tira al pesimismo.

John Boulting, que esta vez dirigía (mientras su hermano se ocupaba de la producción), nos mete de lleno desde los primeros minutos en la angustia de alguien perseguido, todo es cine negro y thriller. La cámara persigue a ese periodista al que los mafiosos consideran culpable de la muerte de su cabecilla, sobre todo Pinkie, y que inicia una carrera desesperada con un único final posible.

El periodista es consciente de ser perseguido y atemorizado trata de huir por los bares hasta alcanzar un parque de atracciones. Busca la compañía de la cantante como tabla de salvación, pero ella no será consciente en un principio de que es un hombre acorralado. Pinkie finalmente logrará atrapar al periodista en un tren del terror, lo matará a sangre fría y lo arrojará del vagón, una acción violenta y en forma de pesadilla, como la que vive la niña que va detrás de ellos con su abuelo ciego y que será testigo de todo (y a la que nadie seguirá la pista nunca más).

Todo son golpes secos: la secuencia de la carrera de caballos donde Pinkie también sale mal parado, el asesinato a sangre fría de otro de los socios del joven mafioso o la persecución final que terminará con la carrera delictiva del protagonista. No hay ni un motivo para la esperanza o para creer en el ser humano. Todo conduce a un final más demoledor todavía.

En ese camino que emprende Pinkie para seguir siendo líder de su pandilla de malhechores y además que no le afecte la presencia de su rival en los negocios, ni siquiera encontrará su talón de Aquiles en Rosie, ni un atisbo de amor. Todo lo que hace es para que la joven no le delate, incluso estará dispuesto a proponerle un suicidio doble, pero con el fin de quitársela de en medio siendo ella misma la que se pegue un tiro. En ningún momento se enamora lo más mínimo de la camarera.

Una de las secuencias más duras es cuando ella le pide que le grabe algo bonito en un disco. Y él se mete en una cabina y le suelta un mensaje cruel, aunque antes lo introduce con un: «Quieres que te diga “te amo”…». Ese disco servirá de base para un final, bello pero tremendamente triste y amargo. Pues lo cierto es que en esta historia solo quedará una desolada Rosie en una habitación blanca buscando el consuelo de una monja. Arrepentida por no haberse ido detrás de Pinkie, pregunta si hay posibilidad de redención para él. Y la monja le dice que si él la quiso tal vez no todo está perdido.

Y entonces Rosie pone ese disco rayado (porque Pinkie trató de destrozarlo sin éxito para que no se convirtiera en prueba) con esperanza en su rostro… y solo suena el «te amo» de Pinkie una y otra vez… La cámara se mueve hasta un crucifijo de la pared. Hay una ilusión de milagro y redención, pero el espectador que ha visto toda la historia, sabe que no es así, pues conoce lo que contiene el disco… Y esa aguja puede avanzar en cualquier momento y hacerle escuchar a Rosie todo lo que pensaba de ella el hombre del que estaba enamorada.

No hay esperanza en Brighton Rock y de nuevo el universo de Graham Greene envuelve en una película no del todo perfecta, incluso a veces confusa, pero que de alguna manera toca y emociona con esa última secuencia donde no hay hueco para la redención de ninguno de los protagonistas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “Brighton Rock (Brighton Rock, 1947) de John Boulting

  1. No has podido elegir una película mejor para presentarnos el cine negro británico que tiene unas peculiaridades que lo diferencian del estadounidense, también del cine anterior de gánsteres. Me gusta mucho el cine de los hermanos Boulting. Hace tiempo hablé de «Thunder Rock» y de «Fame is the Spur» dentro de la serie «dos por uno» donde destacaba la atmósfera inquietante y tenebrista de ambas películas protagonizadas por Michael Redgrave, actor estupendo, acaso el más representativo de aquella época del cine británico de guerra y posguerra.
    Abrazos!

  2. Queridísimo Ethan, conoces a los hermanos Boulting mucho más que yo.
    A mí me interesan un montón, pero tengo que conocer más de su filmografía. Y hay un título en especial que tengo unas ganas locas de ver: «The magic box».
    Ya sabes lo que me gusta el cine negro… Y adentrarse en el británico es un placer.
    Brighton Rock me ha llamado mucho la atención, he disfrutado un montón viéndola y analizándola. Graham Greene fue uno de mis novelistas de cabecera durante la pandemia. Le disfruté muchísimo y es cierto que llevo una temporada indagando mucho más en esa conexión del autor con el cine. ¡¡¡Cuántos buenos actores británicos!!! Sí, Michael Redgrave es uno de ellos, sin duda. Tiene una filmografía llena de títulos interesantes… Como estamos con Greene, Redgrave sale en «El americano tranquilo», que adapta otra de las novelas del autor.

    Beso
    Hildy

  3. Estupenda película, mi querida Hildy, y muy oportuno y completo tu recordatorio. Es un cine negro desprovisto de las servidumbres del Código de Producción, por lo que puede permitirse ser duro y no ofrecer ninguna concesión. Es cierto lo que comentas, en algunos momentos es irregular y hay ciertos agujeros y cierta confusión, pero el final es tan demoledor que te hace pensar en qué habrían podido hacer sus coetáneas estadounidenses de habérselo podido permitir.

    Ah, y muy bien traído lo de Graham Greene. Es el equivalente británico a la participación en guiones de autores del noir clásico como Thompson, Cain o Chandler.

    Besos

  4. Hola Hildy
    Cuando comentaste sobre Carol Reed ya pensé en Greene y «Our Man in Havana». Película que, además de regalar esa frase ahora común «Nuestro Hombre en…» en su día se adelantó a la historia contando lo que poco después ocurrió; todo ello merito de Graham que tenía «linea directa» con los barbudos.
    Es curioso que todo me resultaba familiar hasta que has llegado a la niña y el ciego. A veces el detalle más insignificante revela la verdad.
    Un saludo, Manuel.

  5. Sí, cine negro duro y sin concesiones, mi querido Alfredo. Es una película irregular, pero su visionado, varias secuencias, los personajes y ese final arrebatador compensa.
    Estoy últimamente muy interesada con todo lo que tiene que ver con Graham Greene. Estoy leyendo ahora un montón sobre él.

    Beso enorme con gotas de cine negro con toque inglés
    Hildy

  6. Manuelllll, la relación entre Carol Reed y Greene fue muy importante y con unos resultados geniales… No hay más que ver «El tercer hombre».
    ¡¡¡Nuestro hombre en La Habana!!!… es la que me falta por ver para conocer toda la colaboración de estos dos hombres.
    El detalle de la niña y su abuelo ciego es un instante y hace de esa secuencia algo más tenso todavía, pero como digo luego nada se vuelve a saber de ellos…
    Beso
    Hildy

  7. Querida Hildy, no tenía ni noticias de esta película y (debo confesar) tampoco de este dúo creativo de hermanos. Qué interesante me ha resultado tu texto y la posibilidad de descubrir no sólo el trabajo de un actor al que también yo conocí de mayor en Parque Jurásico sino también una forma diferente de contar el cine de gangsters, lejos del imperio del Código como señala Alfredo.
    Qué cosa siniestra los parques de diversiones, cuando se los mira con atención, ¿no? Dan para muchas buenas escenas de misterio y tensión.
    Intentaré acceder a esta película y luego te cuento.
    Un abrazo grandote, Bet.-

  8. Queridísima Bet, me encantará saber tu opinión cuando te acerques a Brighton Rock, tiene un montón de cosas interesantes en las que fijarse. Richard Attenborough tiene una filmografía interesante y, sin embargo, mucha gente tan solo le recuerda por su rol en Parque Jurásico. Aquí está superjoven y sorprende como un joven y frío delincuente.
    ¡Tienes razón! Se puede señalar una filmografía superinteresante de parques de atracciones que muestran su parte siniestra…

    Beso
    Hildy

  9. Hola Hildy. No conozco, o no recuerdo esta pelicula, y tampoco el cine de los hermanos Boulting. Siempre nos traes menus originales y atractivos. Esta ultima semana he estado sumergido en un ambiente turbio y sordido, pues he leido Panico de James Ellroy que tu me recomendaste. Tenias razon convierte el rodaje de Rebelde sin causa en algo muy oscuro, y todo el mundo del cine añadiria yo. Todo esta lleno de sadicos, ninfomanas, drogadictos, asesinos, chantajistas, violadores, etc.
    En fin, que uno se lo pasa muy entretenido asomandose a este universo de locura y perdicion, aunque tambien siente cierta indiferencia por el destino de sus criaturas.

    Un beso.

  10. Querido Luis, qué alegría saber de ti. A mí me ha gustado mucho ver esta película de los Boulting y toda la conexión con Graham Greene. Tiene un montón de aspectos interesantes para disfrutar y analizar. Yo creo que te gustaría bastante.
    ¡Empezando por el narrador, que es turbio y oscuro total, ¿verdad?! ¡Menuda mirada distinta ofrece Ellroy, como bien dices, de Rebelde sin causa en particular y Hollywood en general! Es tal el exceso de perdición, que al final te acostumbras en esta lectura al infierno y sus criaturas. Sí, es imposible aburrirte con Pánico.
    Beso
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.