Me he escapado a la sala de cine dos días en agosto. Una, para ver la última de Robert Guédiguian, Que la fiesta continúe. Y otra, entré a esta película de Dani de la Orden, que me ha sorprendido muy gratamente. Me gustan las películas de reuniones familiares. Sí, sobre todo si son reuniones tragicómicas. En Casa en llamas hay bastante humor del negro con tragedia de fondo… La reunión va siendo cada vez más caótica para al final mostrar a cuatro personas que están muy solas. Secretos, confesiones y otros asuntos muestran la mezquindad de los personajes, pero a la vez los hace más y más humanos. Al final, sí, esa familia ha creado un entorno tóxico, que ataca y pone de los nervios, pero es el único refugio seguro, donde cada cuál conoce al otro tal y como es.
Sí, la casa en llamas, pero al final todos se aguantan juntos. Y es que el título de la película de Dani de la Orden es el nombre de un juego que propone una psicóloga de la Gestalt: les pide a los personajes que imaginen un lugar que les tranquilice, que luego piensen que se quema, que está en llamas, y ellos están atrapados. Entonces alguien surge de entre las llamas para salvarlos. La psicóloga les explica la dinámica: si han imaginado un sitio cerrado, los problemas están en el interior de uno. Si han soñado con un lugar abierto, los problemas vienen de fuera. Y la persona que surge de las llamas es la más importante de sus vidas, la que puede echarles una mano. El juego está servido. Todos han jugado… y se darán cuenta de qué es lo que han imaginado…