Diccionario cinematográfico (240). Tijeras

Tijeras de podar tampoco faltan en el cine…

Pues estaba pensando en un artículo que recopilara ciertos thrillers de los noventas con contenido erótico, cuando me topé con una de las películas de Sharon Stone, antes del pelotazo de Instinto Básico, que aquí se conoce como Secretos íntimos, pero su título en inglés es Scissors… Nuestra protagonista aparece comprando unas tijeras en la secuencia de inicio, pues arregla muñecas antiguas, y le sirven posteriormente para defenderse de una violación en el ascensor… Bien que se las clava en el muslo al agresor… No se podía titular de otra manera. Rara, rara, rara…

Y me doy cuenta entonces de que las tijeras son de los más cinematográfico. Una película, amiga de este diccionario, porque me ha servido para ilustrar un montón de palabras tampoco puede faltar aquí: Eduardo Manostijeras, ese cuento de Tim Burton, con un ser distinto y del mundo de la fantasía que tiene en lugar de dedos… tijeras. Y corta de maravilla tanto pelos como jardines.

Pero las tijeras son objeto de suspense nunca mejor dicho. Hay dos momentos clásicos memorables. Uno, en la película de Robert Siodmak: en A través del espejo. Los instintos asesinos de una gemela vuelven a despertarse con unas tijeras encima de una mesa. Pero, como siempre, fue el maestro del suspense quien supo poner de los nervios a los espectadores con unas tijeras también en un despacho en Crimen perfecto, único objeto cotidiano del que puede apropiarse una dama en apuros para defenderse de una muerte segura. Seguimos con el suspense, y tampoco se puede olvidar a esa mujer trastornada y obsesionada por un hombre que rasga con unas tijeras un retrato… en la primera película de Clint Eastwood como director: Escalofrío en la noche.

Sigue leyendo

Warrior (Warrior, 2011) de Gavin O’Connor

Warrior

Hay películas que no te cuentan nada nuevo, incluso tocan teclas que ya han sido pulsadas múltiples veces, y saben cómo entrar en las entrañas del espectador, así como emplear esos trucos cinematográficos que de pronto nos enganchan…; pero, sin embargo, alguna de esas películas logran un corazón y un alma…, y de pronto, te sorprendes frente al televisor vibrando, sufriendo, llorando a moco tendido, emocionándote, y totalmente fuera de sí cuando oyes un “Te quiero, Tommy” en una cruda pelea entre hermanos y una canción de fondo que te hace encogerte más y más en el sillón. Y eso lo consigue inteligentemente Warrior de Gavin O’Connor. Es la historia de una familia rota que trata de reconstruirse, pues los hilos todavía no se han roto del todo. Un padre ex-alcohólico, violento y veterano de la guerra de Vietnam (Nick Nolte). El recuerdo de una esposa muerta…, siempre sufriendo. El padre ahora trata de canalizar la culpa, de que sus hijos le den una oportunidad… y en sus ratos libres escucha un libro por unos cascos: Moby Dick, de Melville. Un hijo mayor (Joel Edgerton) que ahora es un hombre casado con dos hijas, enamorado de su esposa, con un puesto de profesor de física (después de dejar la lucha profesional), un montón de deudas en el banco por gastos del hospital al costear las operaciones de una de sus hijas y a punto de perder su casa y su empleo. Y un hijo pequeño (Tom Hardy), marine que regresa roto de la guerra de Irak, todo introspección, soledad y silencio… y una furia que trata de canalizar a golpes en un gimnasio. El nexo de tres almas perdidas: un campeonato de artes marciales mixtas, Sparta.

Sigue leyendo