Joyas del cine clásico latinoamericano (IV). Vidas secas (Vidas secas, 1963) de Nelson Pereira dos Santos

Vidas secas, película fundacional del Cinema Novo.

Vidas secas. Un paisaje desierto, infinito, con unos pocos arbustos y ramas secas, de fondo una banda sonora sin música posible, tan solo un ruido insistente, es la presentación del sertão brasileño. Una paisaje hosco y duro. Unas figuras avanzan a lo lejos y se van acercando. Lo primero que vemos es a una perrilla inteligente que avanza y corretea y poco a poco aparecen uno a uno los miembros de una familia: Fabiano, Vitória y sus dos niños. Entre sus escasas pertenencias tienen un loro y a la perrita Baleia. Son supervivientes, campesinos que intentan sobrevivir a la inclemencia de la sequía, el hambre, la pobreza y las condiciones económicas, políticas y sociales. Van de un sitio a otro intentando arraigarse y ser gente normal, como ellos expresan una y otra vez. Solo quieren un trabajo, una cama en condiciones y un hogar en el que permanecer.

Nunca un título estuvo tan adecuado. Vidas secas. Nelson Pereira dos Santos ofrece un retrato de la miseria desolador. La familia trata de arraigarse, pero todo se va complicando. No solo es la desolación del paisaje y la dureza de los periodos de sequía. Son las diferencias de clase, las condiciones laborales del patrón, el poder corrupto de los que lo ostentan… Sus personajes protagonistas son un matrimonio cada vez más duro y desesperado, pero sin fuerza para la rebelión. Viven humillados y ellos mismos eliminan de sus vidas los sentimientos (solo hay ciertos destellos, no han perdido la capacidad de desear un futuro mejor), necesitan acarrear fuerzas para seguir avanzando y buscar el lugar adecuado. No hay sitio para debilidades.

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Fuego en las calles (Flame in the Streets, 1961) de Roy Ward Baker

En Gran Bretaña, seis años antes de la película estadounidense Adivina quién viene esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner), Fuego en las calles presentaba de una forma más cruda y compleja el mismo conflicto. Roy Ward Baker, que terminaría especializándose en el género de terror, realiza una obra cinematográfica de puro cine social con personajes llenos de matices. Si bien es cierto que el conflicto racial que plantean ambos títulos se desarrolla en dos países diferentes con contextos distintos (de hecho, en uno de los diálogos de este film se hace alusión a esto), los puntos en común entre ambas generan una interesante sesión doble. Es mucho más popular la película de Stanley Kramer y más fácil acceder a ella. Fuego en las calles ha caído totalmente en olvido, pero, sin embargo, creo que aporta mucha miga al asunto. Es una película más incómoda, menos amable, más cruda. Quizá menos exquisita en su realización, pero no carente de interés, y también con unas interpretaciones a tener en cuenta.

En un momento dado, el profesor jamaicano Peter Lincoln (Johnny Sekka) dice al padre de su prometida, Jacko Palmer (John Mills), unas palabras reveladoras para entender el conflicto: “Cuando me enamoré, no pensé en los prejuicios. Esperaba que todo fuera como lo había soñado. Kathie y yo, sin barreras. Señor Palmer, su hija es distinta a usted. Usted piensa lo que debe creer. Y Kathie, en cambio, siente lo que cree”.

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Sorry, we missed you (Sorry, we missed you, 2019) de Ken Loach

Sorry we missed you

Sorry we missed you, la familia Turner disfrutando de un buen momento. Rara vez pueden…

Una familia, los Turner: Ricky y Abbie, el matrimonio, y Seb y Lisa Jane, los hijos. Desde la crisis económica de principios de siglo XXI no levantan cabeza. Y padre y madre se matan a trabajar, pero no llegan a fin de mes. Y el sueño de comprar una casa queda lejos. El trabajo les roba tiempo para compartir con sus hijos, para estar ellos dos juntos, para tener otros planes, para dormir, para descansar… Y la incertidumbre no cesa. El miedo al mañana siempre está presente. En los padres y en los hijos. Las condiciones de trabajo no solo han empeorado, es que uno se siente cada vez más solo. Las estructuras de la solidaridad obrera, de la unión entre los trabajadores, con las nuevas formas de empleo han saltado por los aires. No suele haber lugar de encuentro y todo termina siendo un sálvese quien pueda. ¿Además quién tiene tiempo? Una doctrina del shock continua (o nunca se ha salido, siempre en bucle) donde el miedo campa a sus anchas. Bienvenido al infierno.

Ricky apuesta por ser un mensajero de esas grandes plataformas que reparten paquetes de lo que la gente compra online. Sí, todo empieza con una entrevista de trabajo donde le dicen que él va a ser su propio jefe, pero hay mucha letra pequeña. Ahí está el encargado de almacén: Maloney, que tiene las ideas muy claras. Lo que importa es el cliente (siempre tiene razón) y el beneficio. Lo demás importa poco, no quiere quejicas. Cada uno que se las arregle como pueda, pero que no falle. Y si no penalización para el trabajador, nunca para la empresa.

Abbie trabaja en una contrata, una cuidadora a domicilio de personas dependientes, principalmente de personas mayores y solas. Lo de las ocho horas es un sueño lejano. Apenas tienen personal y recursos. Y Abbie ama su trabajo y es responsable, pero apenas tiene tiempo para ocuparse de sus hijos o de ella misma. Casi no ve a su marido. El móvil es su apéndice. Y lo sabe, y le duele.

Los derechos laborales brillan por su ausencia. Parece que no hay derecho ni a estar enfermo. Y Ken Loach sumerge de nuevo al espectador en un laberinto real, sin aparente salida.

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Los segadores de Juan Antonio Bardem (Ficción. Universidad Veracruzana, 1962)

La Venganza

Detrás de La Venganza se construye una historia de amistad y amor.

Hay regalos que se disfrutan. Uno vino del otro lado del océano, de México. Los segadores, el guion original de Juan Antonio Bardem que escribió durante los primeros meses de 1957 y que luego rodó durante el verano del mismo año. Vamos, un pequeño tesoro. En un breve prólogo de esta edición el director explicaba que la película tuvo por una parte la Censura de la Dirección General de Cinematografía, que afectó a varios aspectos de contenido, y, por otra, por su excesiva duración, sufrió cortes por parte de la distribuidora, Metro Goldwyn Mayer, y las dos horas y 45 minutos del montaje original quedaron reducidas a dos horas.

La Censura no vio con buenos ojos el título ni la época en la que transcurría la acción. “La posición de la Censura fue intransigente”. El argumento trataba sobre las aventuras y desventuras de una cuadrilla de segadores que recorrían Castilla durante el año 1957, con una tragedia de fondo de odio, venganza y perdón. Como escribía Bardem en el texto: “rechazaban el título por su identidad con Els segadors, canción catalana que nace durante la guerra de Sucesión (1705-1713) y utilizada desde entonces como himno por los nacionalistas catalanes. Se recomendó la sustitución del título por otro que ciñéndose exclusivamente a la anécdota del film, prescindiera de toda referencia a la circunstancia de este. Entre muchos —y muy malos— que se me ocurrieron, elegí el de La Venganza. Con respecto a la época de la acción, la Censura recomendó, también, la traslación del momento actual (entonces, 1957) a uno anterior: 1935 o 1931”. Pero también señalaron asuntos relacionados con acciones sociales mostradas en la película: cómo resolver la secuencia de la huelga de los trabajadores del campo en uno de los momentos clave de la película o cómo reflejar la historia de amor entre Luis El Torcido (Raf Vallone) y Andrea (Carmen Sevilla). Así la película se estrenó en el año 1958 como La Venganza y se presentó en Cannes, donde ganó el premio de la Crítica Internacional. Además también fue la primera película española nominada al Oscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, no se alzó con la preciada estatuilla, que fue a parar a Mi tío de Jacques Tati.

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Mirada oscura a los años 50. Wonder Wheel (Wonder Wheel, 2017) de Woody Allen / Suburbicon (Suburbicon, 2017) de George Clooney

Wonder Wheel (Wonder Wheel, 2017) de Woody Allen

Wonder Wheel

Sueños rotos en Coney Island

En la filmografía de Woody Allen hay varios caminos y sendas. En 2013 abrió una con Blue Jasmine: el director buscó raíces e inspiración para contar historias en los grandes dramaturgos norteamericanos (aunque siempre vuela su amado Chejov e influencias literarias europeas, como August Strindberg, de la mano de su admirado Ingmar Bergman). Así en Blue Jasmine plasmaba las consecuencias de la crisis económica en una mujer y reinterpretaba Un tranvia llamado deseo de Tennessee Williams. Jasmine era Cate Blanchett, una dama del cine. En Wonder Wheel sigue esa senda, pero esta vez se va a los años cincuenta y realiza un ejercicio nostálgico sobre una América que se perdía en sus sueños, como ocurría en muchas piezas dramáticas de Eugene O’Neill, Tennessee Williams o Arthur Miller. Y también Wonder Wheel se empapa del cine de aquellos años, y su protagonista sueña con estrellas de cine y su hijo escapa de la realidad en las salas viendo películas. Ginny, una camarera en Coney Island, casada con el encargado del tiovivo…, pasea su infelicidad y se aferra a soñar, parece sacada de los melodramas de aquellos años con Lana Turner, por ejemplo. Pero también Allen deja gotas de cine de gánsteres y ese cine negro que juega con el destino de los personajes (uno de los grandes temas del cine de Woody Allen). Esta vez Allen también cuenta con el rostro de otra dama del cine: Kate Winslet.

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Yo, Daniel Blake (I, Daniel Blake, 2016) de Ken Loach

Yo, Daniel Blake

Yo, Daniel Blake arranca con un diálogo sobre una pantalla negra. Solo escuchamos dos voces: a Daniel Blake y a una funcionaria. La funcionaria no se sale del formulario, del protocolo…, no hay alma sino una coraza. Y Blake continuamente pregunta cuando van a hablar de su corazón… Solo quiere que esa voz le escuche, que sea más cercana. Eso es la película de Ken Loach: el corazón de un hombre que trata de no sucumbir y no dejarse aplastar por una burocracia deshumanizada, fría y kafkiana.

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Amor bajo el espino blanco (Shan zha shu zhi lian, 2010) de Zhang Yimou

amor bajo el espino blanco

Amor bajo el espino blanco cuenta el amor imposible entre dos jóvenes, Jing y Sun, en plena Revolución cultural china. Así el realizador Zhang Yimou construye una historia con todas las premisas de Love Story (1970) de Arthur Hiller…, pero por suerte se aleja absolutamente de la sensiblería, cursilería, efectismos y recursos para hacer llorar al espectador de aquella (y aun así no le niego un cierto encanto, pues todos sus defectos los realizaba muy pero que muy bien, además del carisma de la pareja protagonista elegida para sufrir de amor). Por el contrario el director chino crea un historia sensible, delicada, poética y emotiva, con un marco histórico diferente así como el ambiente que rodea a los amantes. El punto de partida es una adaptación de un éxito editorial en China de la autora Ai Mi, que curiosamente empezó a publicar la novela, con el mismo título que la película, en su blog. Parece ser que uno de los protagonistas de la historia le facilitó un diario a la autora… y a partir de ahí surgió la novela.

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Más allá de las montañas (Shan he gu ren, 2015) de Jia Zhang Ke

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Hay un hilo conductor en la obra cinematográfica de Jia Zhang Ke y que continúa presente tanto en su anterior película Un toque de violencia como en su último estreno, Más allá de las montañas. Y a pesar del tono diferente de ambas forman un interesante díptico: en las dos se muestran las mutaciones contemporáneas de un país como China. La China del siglo XX que muta a la China del siglo XXI. Como explica el propio director y guionista en una entrevista (que puede leerse en la propia web de la distribuidora de la película): “Soy muy consciente de las mutaciones fulgurantes que ha habido en el país, no solo en el ámbito económico, sino también en las personas. Nuestra forma de vida ha cambiado totalmente ahora que el dinero es el centro de todo”. Si en Un toque de violencia, como indica el título, la violencia era el motor de las cuatro historias que reflejaba el director, todas además rescatadas de las redes sociales…, en Más allá de las montañas se va a un género como es el melodrama, emocional y catártico, para presentar esas mutaciones y su influencia en las personas, así como el peso del paso del tiempo para entender lo que han significado estos cambios.

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10 razones para amar Rocco y sus hermanos (Rocco e i suoi fratelli, 1960) de Luchino Visconti

Hace unos días, después de muchos años, volví a ver en televisión Rocco y sus hermanos de Luchino Visconti. En la memoria guardaba algunos momentos o personajes pero, de pronto, con la música de Nino Rota de fondo, recuperé la fuerza de un melodrama con ecos neorrealistas. Y la emoción estallaba en cada fotograma. En este nuevo visionado algunos personajes, como Nadia, tomaron un protagonismo que hace años no tuvieron. El volver a ver una película como esta supone mirarla con ojos nuevos, atrapar nuevos matices y puntos de vista, encontrar más significados y sentidos, y volver a toparse con un director fascinante, Luchino Visconti.

Rocco y sus hermanos

Razón número 1: Rocco y Simone

Alrededor de dos hermanos, Rocco (Alain Delon) y Simone (Renato Salvatori), con personalidades opuestas, gira un relato trágico sobre la destrucción de una familia en la Italia de los años cincuenta. La familia Parondi es una de tantas familias que probaron suerte y emigraron de sus tierras en el Sur para probar suerte en una ciudad del Norte, Milán. Los cinco hermanos Parondi tienen una forma distinta de enfrentarse a la nueva situación en la gran ciudad que los engulle. Pero las situaciones que van provocando Rocco y Simone terminan alterando y rompiendo una “aparente” armonía familiar que giraba alrededor de la fuerte personalidad de una madre, que va viendo cómo pierde su hegemonía.

Simone cae en todas las tentaciones posibles que depara la gran ciudad. Y tiene la transformación más tormentosa y salvaje de los cinco hermanos. Simone, al principio, es el más alegre, ilusionado, extrovertido, pícaro, inocente… pero se deja llevar más por las pasiones que por las reflexiones. Él avanza como un toro bravo, sin medir consecuencias. E igual que todo lo bueno le puede marcar, todo lo malo también. Se deja arrastrar por una vida fácil, y poco a poco, va cayendo al abismo, al vacío, y se transforma en un perdedor con mucho rencor. Simone se mueve por instinto y la furia y la violencia se lo come…, lo transforma en un monstruo, y arrastra en su carrera al infierno a todos los seres queridos.

Rocco, al principio, es un personaje secundario e irá tomando protagonismo. Un muchacho introvertido, serio, que apenas habla. Melancólico, bello, casi angelical, con una sonrisa que asoma siempre tímida. Él echa de menos sus raíces, su tierra, y poco a poco toda su obsesión será que la familia permanezca unida pase lo que pase y regresar a una tierra idealizada. Para él la ciudad es un valle de lágrimas que hay que soportar sin miedo. La ciudad es su desarraigo. Y la vida es sacrificio continuo. Esa bondad de Rocco será un arma letal para la familia, porque no solo se sacrificará él, sino a todos los que le rodean. Su bondad precipitará la tragedia…

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William A. Wellman, antes del código Hays. Gloria y hambre (Heroes for sale, 1933) /Barrio Chino (Frisco Jenny, 1932), y un aviso de Hildy Johnson

Hace unos días servidora cumplió un año más…, y, claro, no lo va a negar una, pero siempre se reciben con agrado regalos hechos con amor de las personas queridas. Y, bueno, hubo más de uno relacionado con el cine… entre otros, un pack interesantísimo del periodo pre-code de un director que me da muy buenas sorpresas: William A. Wellman. Y así ha sido con las dos películas que he podido visionar: una joya oculta, Gloria y hambre, y un buenísimo melodrama con ecos de otro, Barrio Chino

Antes de meternos en materia, un aviso: durante dos semanas no publicaré texto alguno…, me voy a tierras lejanas que quizá no aparezcan en los mapas y desconecto de todo para pasar bonitas aventuras…, para volver con fuerzas renovadas, seguir tecleando mi máquina de escribir y continuar viajando por universos cinéfilos. Ay, no tengo duda de que os echaré, amigos del ciberespacio, mucho de menos y que me encantará, como siempre, reencontrarme en breve con vosotros entre comentarios, reflexiones, opiniones, recomendaciones y disfrutando de vuestros blogs, imprescindibles ya en mi vida cotidiana.

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