Una película en una sola secuencia

Charles Chaplin en El peregrino. Una secuencia que revela al genio.

No hace mucho vi por primera vez La calle del Delfín Verde (Green Dolphin Street, 1947) de Victor Saville. Es uno de esos dramones románticos y de aventuras que te enganchan desde el minuto cero. La película en su conjunto es algo irregular, pero, de pronto, tiene secuencias que justifican absolutamente su visionado. De ahí surgió una reflexión de cómo una secuencia no solo puede salvar un largometraje, sino que sobrevive también como unidad independiente. A través de un secuencia se puede definir una película. Así que después de ver La calle del Delfín Verde, pude disfrutar bajo esta premisa de otras dos películas que tenía pendientes: Un lugar en el sol (A Place in the Sun, 1951) y El peregrino (The Pilgrim, 1923). Y ahí va un breve análisis de tres secuencias.

1. La secuencia que salva la película. En La calle del Delfín Verde (Green Dolphin Street, 1947) de Victor Saville hay un montón de personajes secundarios. Dos de ellos protagonizarán una de las secuencias que salvan la película. Muchos son los motivos del mérito. En tan solo unos segundos cuenta toda una historia de amor. Es una secuencia de actores y guion. Por una parte, Edmund Gwenn y Gladys Cooper. Por otra, el guionista Samson Raphaelson.

La secuencia está contada desde el punto de vista de Marguerite Patourel (Donna Reed), una de las dos hermanas protagonistas, que es testigo de la historia de amor de sus padres en el lecho de muerte de la madre. Sophie Patourel (Gladys Cooper) se despide de su esposo Octavius Patourel (Edmund Gwenn) y le confiesa cómo se casó con él enamorada de otro hombre, pero a lo largo de los años ha ido amándole por lo vivido juntos. Lo emocionante es ver el rostro de Octavius ante las palabras de ella, y cómo le revela a su amada esposa que siempre supo lo que le está contando, pero que él siempre la ha amado con la seguridad de que podía hacerla feliz. Es tal la emoción contenida en esa secuencia y tan hermosa la historia que cuenta, que solo por ella merece la pena ver esta película.

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Diccionario cinematográfico (235). Flores II

Flores en Stefan Zweig. Adiós a Europa, de Maria Schrader.

Cada vez me gustan más los ramos de flores. Me apetece entrar en casa y que me reciba uno de colores. Las flores están relacionadas con la vida, con el amor, con la muerte… Son regalo y detalle. Recuerdo y celebración. Tienen un lenguaje propio… Y para el cine son tremendamente visuales.

No puedo olvidar una flor. La de la hija pequeña de George Bailey, que la trae del colegio. Por no estropearla, no se abriga bien y coge un resfriado. Esa flor que se le caen los pétalos, y que su padre agotado trata de recomponer. Esos pétalos que luego están en su bolsillo… y que tanto significado tienen al final de Qué bello es vivir, de Frank Capra.

Me conmueven las flores de cáctus encima de la tumba solitaria de Tom Doniphon en la maravillosa La muerte de Liberty Valance, de John Ford. Detrás de ese tiesto humilde hay toda una historia de amor.

Loreak, de José María Goenaga y Jon Garaño, cuenta una historia triste que gira alrededor de varios ramos de flores, como los que se dejan en la carreteras cuando se ha producido un accidente para que los fallecidos no caigan en olvido. La inspiración: El ramito de violetas, esa canción maravillosa de Cecilia.

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Diccionario cinematográfico (234). Melopeas

Las melopeas es, en tono coloquial, como se nombran las borracheras o los estados de embriaguez… En el cine se han representado desde sus inicios las distintas borracheras de sus protagonistas. Y estas tienen una doble mirada: o desencadenan la tragedia o la comedia.

El millonario de borrachera con Charlot en Luces de la ciudad.

Melopeas de comedia. Charlot sabía muy bien hacer de borracho; de hecho uno de sus cortos, Charlot a la una de la madrugada, es una pantomima pura y dura sobre un hombre en plena melopea. El personaje de Chaplin regresa a casa después de una juerga nocturna con una borrachera considerable encima, y, claro, todos los objetos de la casa se le vuelven en contra. Pero en Luces de la ciudad parte de sus gags cómicos vienen de un personaje que no es Charlot, un millonario borracho (Harry Myers). Cuando está bebido, siente amor y amistad por el pequeño vagabundo, pero cuando está sereno no recuerda absolutamente nada y se convierte en un hombre de lo más estirado.

Muchas comedias basan algunos de sus gags en las melopeas de sus personajes principales. Por ejemplo, no hay borrachera más glamurosa y romántica que la que protagonizan James Stewart y Katharine Hepburn, dos personas no muy acostumbradas al alcohol, en Historias de Filadelfia. O Preston Sturges, que parte de una borrachera de su personaje principal para desarrollar la loca trama de El milagro de Morgan Creek, una comedia divertidísima. En ella una joven de un pueblo, después de una noche de juerga con varios soldados que se hospedan en la aldea, amanece sola sin acordarse de nada, con un anillo de casada, y poco después, embarazada.

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Joker versus Charlot. Joker (Joker, 2019) de Todd Phillips

¿Cómo analizar Joker? Lo primero que me llamó la atención y que no me dejó retirar la vista de la pantalla fue la utilización del cuerpo por parte de Joaquin Phoenix para la elaboración de su personaje. Sus movimientos, gestos, la colocación de su cuerpo en determinados momentos, su vestuario, el maquillaje, su rostro y esa risa a destiempo, incómoda e inoportuna… Después llegó una secuencia clave y mi cabeza empezó a dar vueltas: en plena agitación social en Gotham, hay una proyección cinematográfica para la élite de la ciudad como todo un acontecimiento. La película en cuestión es Tiempos modernos (Modern Times, 1936) de Charles Chaplin. En un momento dado, vemos al Joker, que se ha colado en la sala de cine, vestido con unas ropas que no le corresponden, como si fuera una especie de botones con un traje de otra talla, que mira de pie hipnotizado y riéndose de Charlot patinando a ciegas en unos grandes almacenes. Charlot atrapado en esa pantalla de cine con un público que ríe, pero que no entiende la esencia de su personaje. Solo ahí existe una conexión posible entre dos parias: Charlot y Joker. Pero también se constatará a lo largo de la película de Todd Phillips que ambos siguen caminos contrarios.

Y entonces no sé si consciente o inconscientemente constato que a lo largo de toda la película se juega con el Joker como contrario de Charlot o atino un poco más: es como si se quisiera transformar al Joker en el Charlot del siglo XXI, dejando constancia de que el Charlot del siglo XX ya no es válido como modelo iconográfico. Así que esta no es más que otra mirada hacia una película que ha generado ya un montón de análisis, polémicas y críticas de distinta índole.

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Autobiografía de Charles Chaplin (Lumen, 2014)

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Para conmemorar los cien años del nacimiento de un personaje, Charlot, Lumen recuperó íntegramente la autobiografía que escribió su creador, Charles Chaplin, publicada en el año 1964 (empezó a escribirla en 1958). De ella había leído varios fragmentos así como ciertos comentarios y críticas que no dejaban en buen lugar estas memorias. Sin embargo, me he deleitado con su lectura y se han disipado esas sombras que había sobre estas páginas… porque ya es mucho lo visto e investigado sobre Chaplin y esta autobiografía personal enriquece mi visión sobre este creador. Así acabo con una de mis lagunas sobre Charles Chaplin, hundirme en su propia vida vista por él mismo.

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Cadena de curiosidades cinematográficas. Un libro de Chaplin, una película de los treinta e Irène Némirowsky en la pantalla

Charles Chaplin. La soledad era el único remedio (Confluencias, 2014)

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Un libro de pequeño tamaño esconde en sus páginas un tesoro. Este libro es una delicia especial, un delicatessen. Reúne once entrevistas, que realizaron distintos periodistas en medios diferentes, a Charles Chaplin y están por orden cronológico. La primera transcurre en 1915 y la última 1967. Y con cada una de estas entrevistas, descubrimos la esencia de Chaplin, nos llevamos pequeñas sorpresas y se nos cuenta de manera especial su vida. Entre líneas. Contamos además con descripciones sobre su físico y forma de comportarse. Y el disfrute es máximo.

Repite varias veces que él quería ser actor dramático, trágico; se nos habla de sus ojos azules, su pelo azabache y sus mechones blancos; se nos describe su seriedad y melancolía así como su amabilidad y delicadeza en las entrevistas…, nos cuenta que sus películas parten de una emoción, que su personaje amado provoca risa en actos cotidianos y creíbles, que sus andares se los inspiró gente con los pies cansados y doloridos de ese Londres humilde que conoció en su infancia, nos describe su meticulosidad en el trabajo, su amor al cine como arte, su amistad con Douglas Fairbanks…

Pero también las entrevistas nos cuentan otra historia, los orígenes de un hombre humilde y siempre en los escenarios que llegó de Inglaterra a EEUU a un medio totalmente nuevo y distinto a los escenarios, el cine. Un hombre que se va haciendo un nombre y va adquiriendo una popularidad mundial, un hombre amado, tanto como su personaje. Que llega a lo más alto en su arte como director y en su trabajo como mimo satírico. Que conoce el éxito y la fama en todo el mundo… Que poco a poco le van minando las noticias de su vida privada, que va siendo rechazado por sus opiniones sociales y políticas, por su posicionamiento respecto la guerra, por su humanismo…, hasta ser expulsado de la tierra que le acogió y le encumbró… y retirarse a Suiza. De cómo un hombre que era totalmente aclamado con cada película realizada a ser continuamente cuestionado con cada nueva obra cinematográfica… De cómo un hombre triste siguió siendo triste y desencantado.

Recomiendo perderse entre sus páginas…

¿Amigos o rivales? (Friends and Lovers, 1931) de Victor Schertzinger

A veces aparecen películas curiosas de aquellos años treinta antes del código Hays, antes de la censura. ¿Amigos y rivales? Es una de ellas y está llena de sorpresas. Donde se muestra que había mucha más libertad y se era menos políticamente correcto en la representación de las relaciones personales. En ¿Amigos y rivales? Además hay un explícito erotismo y se nota que no existe censura alguna porque la dama protagonista en cuestión, libre y libertina, es celebrada y amada… sin recibir los castigos que tendrían que aguantar sus predecesoras.

¿Amigos y rivales? habla de amistades peligrosas con ligereza y ritmo rápido. De chantajes y traiciones. De malos tratos y asesinatos. De vida frívola y vida colonial en fronteras lejanas. De amistades que se rompen y que vuelven a construirse. De champán, celos y amor… Y todo de la mano de un reparto muy especial. La joven dama es Lili Damita, que posteriormente su carrera cinematográfica desapareció entre maridos como Michael Curtiz y Errol Flynn. Y los hombres que se enamoran y sufren por ella son el bigote de Adolphe Menjou, el galán cínico y elegante por excelencia, y un jovencísimo y vital Laurence Olivier, lejos de los escenarios shakesperianos. Ella se dedica a enamorar a hombres (de activa vida social y romántica)… de la mano de su esposo que después los chantajea. Y su esposo no podía ser otro que el siniestro Erich von Stroheim (y director outsider de películas geniales) pero peculiar intérprete, qué buenos personajes cultivó. Una película breve y llena de giros y sorpresas en la trama. Con elipsis muy curiosas que hacen avanzar la narración, duchas eróticas, momentos violentos y otros frívolos, peleas, risas, drama… y finalmente la chispa del amor. Una vida loca.

Suite francesa (Suite française, 2014) de Saul Dibb

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No es la primera vez que los personajes de la autora Irene Nemirovsky pisan la pantalla cinematográfica. El director británico Saul Dibb (La Duquesa) tan solo toma unos pocos personajes de la polifonía de voces de la inacabada Suite francesa (que ya se hablaba desde 2007 de su adaptación cinematográfica). De hecho la película no atrapa el universo de Irene Nemirovsky sino solo a algunos de sus personajes y unas cuantas situaciones… y únicamente traslada un aspecto que es importante en la novela de la autora (y en su universo literario anterior): la tremenda ambigüedad y humanidad de los personajes en tiempos de entreguerras o en la propia guerra, son capaces de lo mejor y de lo peor, de albergar lo más hermoso del ser humano y lo más horrible, la dificultad de las relaciones familiares, amorosas y entre distintas clases sociales y cómo se arrastran contradicciones continuamente…, pura humanidad.

Dibb, como ya nos acostumbró en La Duquesa, lleva a cabo una película elegante, bella visualmente, perfectamente ambientada y con una banda sonora brillante además de contar con un buen reparto. Y se decanta finalmente por narrar un amor imposible en una localidad francesa ocupada por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Ese amor imposible es entre un oficial alemán y una joven francesa. El oficial se aloja en casa de la joven, que a su vez vive con su suegra, una mujer rica del pueblo ocupado. Ambas esperan el regreso del hijo y del esposo del campo de batalla. El amor imposible cuenta con los rostros de Michelle Williams, como joven delicada y cada vez más consciente de su difícil situación (y de su compromiso); y del actor belga Matthias Schoenaerts, que deja su carisma por repartos internacionales desde su participación en De óxido y hueso. La suegra cuenta con la cara de Kristin Scott Thomas, que sigue siendo una secundaria de oro.

Quien quiera conocer el universo literario de Irene Nemirovsky (y conocer también su azarosa y trágica vida) que acuda al libro y se sumerja en sus páginas. Quien quiera dejarse llevar por un amor imposible de película, bien contado, que se meta en la sala de cine… Hay una relación casi invisible y muy distante entre la Suite francesa literaria y la fílmica.

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10 razones para amar Candilejas (Limelight, 1952) de Charles Chaplin

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Razón número 1: la historia de una bailarina y un payaso

… porque Charles Chaplin siempre explicaba desde el principio, sin máscaras, cómo iban a ser sus películas. Aquí con un rótulo nos decía, entre otras cosas, que nos iba contar la historia de una bailarina y un payaso en Londres antes de la Primera Guerra Mundial. Y eso es lo que ofrece Candilejas.

Razón número 2: la herencia de Charlot

… a pesar de la ausencia de Charlot, su espíritu recorre toda la película. Y es que Calvero es un Charlot que reflexiona, que vuelve a sus orígenes, a sus raíces… Calvero explica y completa a Charlot. Calvero es un “comediante vagabundo” (tramp comedian). Son indivisibles e inseparables. En Calvero se encuentra todo Charlot. La risa y la melancolía. La joven dama en apuros. La miseria. La pantomima. La historia de amor imposible. Su relación con los objetos cotidianos… Lo que ofrece un anciano Calvero es la amargura y el desencanto, frente a un Charlot que daba su patadita y seguía adelante. Con Calvero baja el telón…, termina el espectáculo.

Razón número 3: la herencia de Charles Chaplin

Porque el director y artista se desnuda en Candilejas y vuelve a los recuerdos de su infancia y a su preparación en los escenarios de varietés antes de la pantalla de cine. Porque bebe de su memoria y ‘dibuja’ y se ‘inspira’ y de alguna manera el espíritu y forma de vida de sus padres se encuentran presentes.

Porque cuenta su relación con los escenarios y reflexiona sobre el público, sobre la actuación, sobre el miedo al fracaso, a la sala vacía, a ya no hacer reír, a la dignidad del artista, al trabajo bien hecho, al espectáculo debe continuar…

Porque demuestra que tras el cómico, hay un hombre complejo, un artista desencantado…

Porque presiente momentos difíciles. Sus últimos años, prácticamente retirado, y viviendo un exilio de su país de acogida con profundas dosis de amargura.

Razón número 4: la pantomima

Porque Calvero es el rey de la pantomima y lo eleva a arte. Desde su primera aparición, alcoholizado, es un espectáculo de pantomima sin palabras. Sea en sueños, sea en el escenario, sus elaboraciones cuidadas, su lenguaje del cuerpo y del rostro relucen… Porque Charles Chaplin era un maestro cuidadoso y sus números eran trabajo de años y años. Su domador de pulgas es una composición de un espectáculo del pasado, en los escenarios, que también trabajó posteriormente para llevar a la pantalla en uno de sus cortos… hasta convertirse en el espectáculo estrella de Calvero.

Porque su personaje Calvero habla tanto por la boca como con el cuerpo. Así es capaz de transformarse delante de la bailarina en flor, roca o pensamiento.

Razón número 5: la melodía

Chaplin se preocupaba por cada detalle de sus películas. Y la melancolía y el desencanto es quizá su rasgo más llamativo. Y estos sentimientos son acentuados por otro de los aspectos que adoraba cuidar Chaplin de sus películas: la banda sonora y su composición. Así crea la banda sonora, la música de fondo, de Candilejas. Esa melodía emocionante que acompaña a la bailarina que danza. Y esa melodía cuenta una historia de amor imposible.

En la película la melodía es compuesta por el joven compositor Neville (que tiene el rostro del hijo de Charles Chaplin, Sydney Chaplin) para que la baile Thereza (Claire Bloom), la joven desvalida que renace con la danza. Y este personaje, el compositor, es una premonición de Calvero. Porque el viejo payaso consciente de la imposibilidad de su historia de amor, imagina para su Thereza, mirando por la ventana, una historia de amor con un joven y atractivo compositor. Él se inspira en una anécdota que le cuenta la bailarina sobre un joven al que le vendía papel para componer música… y con el cual no cruzó palabra alguna… Calvero imagina y su historia se convierte en realidad… ante la imposibilidad de la propia…

Thereza, la bailarina, es una mezcla de rostros y personajes: se cruza la madre de Charles Chaplin, con el personaje de dama desvalida que tantas veces personificó Edna Purviance, y con el ideal femenino del creador que desemboca finalmente en el rostro de su última esposa, Oona O’Neill.

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Razón número 6: Charles Chaplin y Buster Keaton

Candilejas huele a despedida obligada de una forma de arte, de un pasado. De una forma de hacer reír. De unos artistas que conquistaron escenarios y después se convirtieron en reyes del cine silente. Candilejas regala un número especial entre dos grandes. Regala un momento mágico donde Charles Chaplin y Buster Keaton muestran su relación con los cuerpos y los objetos. Y a la vez que nos hacen reír, nos envuelven en una atmósfera de algo que desaparece. Mientras los dos se preparan frente al espejo para el espectáculo, y todos les dicen que vuelven los viejos tiempos, ellos se rebelan con tristeza porque por su arte el tiempo no pasa… Y hacen esta afirmación evidente. Sin embargo, ambos embadurnan sus tristes rostros.

Razón número 7: interiores y entre bambalinas

En Candilejas vivimos en el interior de la habitación alquilada de Calvero. Una habitación que encierra recuerdos, tristezas, esperanzas y sueños… y en esa habitación se instala una joven bailarina herida sin ganas de vivir. Ahí se gesta su universo especial. El universo de la bailarina y el payaso.

Pero también nos empapamos entre bambalinas. Conocemos los entresijos del escenario. Los camerinos, los cambios de escenografía, los nervios del estreno, los ensayos, las pruebas, los miedos y las pequeñas miserias, los desencantos, los éxitos, el compañerismo, las extrañas familias…

Vemos cómo la línea de lo que se cuenta en los escenarios y lo que ocurre en la vida, a veces, es muy fina. Así Thereza representa con su danza la muerte de Colombina y la desesperación de Pierrot y los payasos… para después resucitar. En la vida ocurre lo mismo pero al contrario, el payaso fallece, en silencio y entre bambalinas, frente a una Colombina a la que ha transmitido ganas por continuar… y de esta manera sobrevivirá Calvero.

Razón número 8: la tristeza del cómico

Todos los cómicos de Candilejas encierran tristeza… empezando por el personaje de Calvero. Así se habla de la paradoja de la dificultad de la risa y cómo el que hace reír no tiene por qué ser feliz. Y cómo el cómico sufre también el miedo al fracaso y el miedo a que ya nadie ría sus gracias.

Su compañero, con rostro de Buster Keaton, transmite esa tristeza. Los músicos callejeros encierran tristeza. La dueña de la pensión donde habitan los personajes esconde tristeza y vida dura…

Las propias recreaciones cómicas de Calvero en los escenarios tienen un poso de tristeza y parten de situaciones trágicas.

Y si repasamos la historia de Buster Keaton o Charles Chaplin… no encontramos tanta comedia en sus vidas.

Razón número 9: Alcohol

Calvero y su alcoholismo es una manera de acercamiento a la figura paterna. El padre de Charles Chaplin era alcohólico y murió muy joven de cirrosis. Calvero reflexiona sobre por qué bebe y por qué está metido en un círculo vicioso. De nuevo vincula su alcoholismo al miedo al fracaso, a la sala vacía, a no ser gracioso, a no funcionar en el escenario… Con Candilejas, Chaplin trata de entender la vida de sus padres, es un acercamiento desde el respeto y la dignidad.

Razón número 10: la vida, el deseo, los sueños

Y es que Candilejas es un canto a la vida… a través de una historia fúnebre. Con un suicidio fallido de una joven bailarina y un payaso herido con corazón débil en tiempos de preguerra… Candilejas habla de aferrarse a la vida porque sí. A través de la imaginación y el deseo, para vivir momentos felices, para crear… Y como siempre pasó con Charlot, Calvero sueña y de paso nos hace soñar también a nosotros.

Candilejas solo es la historia de una bailarina y un payaso en Londres, a principios del siglo XX…, antes de la Gran Guerra.

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Chaplin (Chaplin, 1992) de Richard Attenborough

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“El humor ayuda a vivir y preservar nuestra salud mental”… escuchamos decir al guionista Daniel Taradash, durante la ceremonia de los Oscar de 1972, como presidente de la academia, en la escena final de la película Chaplin de Richard Attenborough. Y lo dice refiriéndose a Charles Chaplin a punto de recibir su oscar honorífico… cuando regresa de nuevo a Hollywood de su exilio en Suiza (desde los años cincuenta). Una afirmación totalmente cierta y uno de los máximos doctores fue sin duda Charles Chaplin con su personaje universal, Charlot. Sin duda, no se merecía una película tan irregular pero no por ello carente de interés. En comparación con muchos biopics, Chaplin logra dar una visión del personaje para analizar e indagar en su figura y consigue la entidad suficiente como para poder realizar un debate apasionante sobre esta obra cinematográfica.

La irregularidad de Chaplin viene por ser una película fría y sin alma, todo lo contrario al cine de Charles Chaplin. Película perfecta (en ambientación y técnicamente) con momentos preciosistas pero sin alma. Solo en algunos instantes tiene destellos de brillantez, corazón y alma. Attenborough al pretender contar absolutamente toda su vida pasa de puntillas por ciertos momentos y personas fundamentales de la biografía de Chaplin. Cuando Attenborough se sale de la rigidez, logra buenos momentos fugaces.

Para contar su historia la película parte de tres fuentes (es una película ciertamente muy documentada y ese es uno de sus valores) la propia autobiografía de Charles Chaplin, Chaplin. His life and art de David Robinson y el argumento de Diana Hawkins. Llama la atención, sin embargo, que una de las cosas menos conseguidas es que el espectador vaya empatizando con Charles Chaplin o que entienda el desarrollo de su personalidad (como toda persona humana, además de genio, presenta luces y sombras. Charles Chaplin era un tipo difícil, quizá de ahí reside la dificultad de cómo plasmarle) luego eso resta emoción. No obstante, si algo salva la película es, valga la contradicción, la interpretación de Robert Downey Junior que logra imprimir carisma e imitar perfectamente algunas dotes de la pantomima de Charlot y transformarse en ese incomprensible (por mal desarrollado) Charles Chaplin.

Principio perfecto

El principio de la película es perfecto y promete. Durante los títulos de crédito aparece la silueta más universal, Charlot. Después vemos cómo Charlot se sienta en un camerino y se va desmaquillando y desprendiéndose de los atributos que le hacen ser el vagabundo más famoso del mundo, dejando al descubierto a Charles Chaplin. Oímos unas voces que no sabemos muy bien a quiénes pertenecen (lo sabremos muy pronto) y se hace una radiografía de su infancia donde se rescatan partes que serán la esencia no solo del personaje (bota, andares…) y del argumento de sus películas (nos encontramos con una ciega, con la historia de El Chico…) sino también el espíritu de su cine, una mezcla de humor –a veces cruel– y humanismo. Una fusión de risa y drama. Una risa anclada en la realidad social.

Dos tesis para construir al personaje

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La película de Richard Attenborough (él mismo, en una entrevista que incluye el dvd, reconoce las dificultades del proyecto y que el resultado no fue la película soñada así como es consciente de que gran parte de la salvación de la película vino por la interpretación de Robert Downey) parte de dos tesis para construir la personalidad y la vida de Chaplin.

Por una parte trata de encontrar un sentido a su errática vida sentimental y su atracción por mujeres mucho más jóvenes que él, adolescentes, hasta que encontró cierta estabilidad en compañía de Oona O’Neill (hija del dramaturgo Eugene O’Neill). Primero refleja la influencia que tuvo en él la fragilidad mental de su madre (y la protección que trató siempre de ejercer sobre ella hasta que le dolió demasiado cuando ya era más famoso. La mantuvo pero se alejó de ella en el plano personal), ella era la heroína de sus películas a la que había que proteger y tratar de que no se rompiera en pedazos (sobre todo los personajes de Edna Purviance). Después, en la película mantienen que el amor de su vida fue un amor de juventud, una joven de 15 años, bailarina del vodevil, llamada Hetty Kelly. Esa historia nunca llegó a consumarse pues Chaplin se fue de Londres para triunfar en los EEUU. Ella se casó con otro y falleció muy joven en tristes circunstancias. Y Chaplin busca siempre consumar y llevar adelante esa historia. Por eso su obsesión por las adolescentes: Mildred Harris o Lita Gray. Después del paréntesis sentimental con Paulette Goddar que sería también heroína de dos de sus más aclamadas películas: Tiempos modernos y El gran dictador, Chaplin conoce a la segunda mujer de su vida y con la que encontraría estabilidad, Oona O’Neill. La película de Chaplin toma una decisión de casting para cerrar el círculo sentimental de Charles Chaplin. Tanto Hetty Kelly como Oona tienen el rostro de la misma actriz: Moira Kelly. La búsqueda de la mujer amada ha terminado.

Y por otra construye un discurso fílmico en la filmografía de Charles Chaplin (con un ideario político y social que él definía simplemente como humanismo) que le hizo cosechar enemigos como el mismísimo John Edgar Hoover. Este no paró hasta que pudo deshacerse de él a través del Comité de actividades antiamericanas y las famosas listas negras con la publicidad necesaria de un escándalo sexual de por medio. Todo esto supuso su exilio a Suiza y el convertirse del artista adorado por las masas a un hombre desencantado y olvidado. De esta manera pasamos por El inmigrante, El chico, Tiempos modernos o El gran dictador… (obviando quizá dos de sus películas más políticas Monsieur Verdoux y El rey de Nueva York pero también sonados fracasos comerciales). También pasa de largo por la gran contradicción que supuso en su vida (y en su personalidad), volverse millonario después de una infancia de penurias y precisamente hacerse rico representando a un hombre muy pobre que sufre continuamente injusticias sociales…

Los detalles

No se puede negar que hay un trabajo de construcción histórica. Así disfrutamos de las escenas de vodevil. Tanto el momento en que un Charlie niño se pone en el escenario en un momento delicado que vive su madre o en el momento en que un Chaplin ya más adulto se está convirtiendo en toda una estrella del vodevil con el personaje de un borrachín, donde muestra ya el arte de la pantomima. Igualmente documentada es esa primera proyección a la que acude Chaplin (como eran esos cines de los inicios) así como los primeros rodajes junto a Sennett siendo la culminación la primera vez que da vida a Charlot (que curiosamente no sería la primera vez que le vería el público que fue en Carreras sofocantes —también hay un homenaje a este corto cuando aparece por primera vez Chaplin ante un Sennett que está rodando, sino en una obra anterior pero que se estrenaría más tarde junto a Mabel Normand, Extraños dilemas de Mabel). También se refleja con detalle cómo Chaplin se convirtió en un ídolo de las masas y cómo se dio cuenta de ello al regresar de nuevo a Europa después de haber conseguido el éxito en Hollywood. O los rodajes de sus primeras películas hasta llegar a La quimera de oro o su obsesión y perfeccionismo para un buen acabado de sus películas (como repetía una y otra vez las tomas tanto él como sus acompañantes), como a veces estaba tan volcado en su vida profesional que apenas dejaba tiempo para la personal.

Personajes con alma, momentos con alma

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El reflejar toda una vida supone pasar como un suspiro por un montón de personajes que fueron fundamentales en su vida. Algunos quedan desdibujadas, planos y sin alma como la relación con su hermanastro (hermano por parte de madre) que podría haber sido un punto muy interesante para contar su historia y se queda en superficial o con Edna Purviance, su primera musa en la pantalla con la que estableció hasta el final de los días de la actriz una relación muy especial, que en la película sale unos segundos.

Sin embargo hay dos personajes que cada vez que aparecen aportan alma y corazón a una película fría y excesivamente correcta. Richard Attenborough vuela con ellos y te quedas con ganas de más. Y con ellos, el espectador sí que logra acercarse más a Charles Chaplin: uno es su madre, interpretada por su nieta, Geraldine Chaplin, que logra momentos delicados al representar su fragilidad mental y lo que afectan a su hijo. Y el otro es Douglas Fairbanks, gran amigo de Chaplin hasta su fallecimiento temprano por tener un corazón delicado. Tiene el rostro de Kevin Kline y logran reflejar ambos una amistad atractiva y momentos de verdad.

El pretexto del editor, recurso desaprovechado

Para ir por los distintos episodios de la vida de un genio del cine, la película crea un personaje absolutamente ficticio: un editor con el rostro de Anthony Hopkins, George Hayden. Este editor se encuentra en la casa europea de un Charles Chaplin envejecido y desencantado y trata de sonsacarle más información sobre su vida para poder dar forma a la autobiografía del artista. Son escenas como metidas con calzador, meras transiciones, que no dan riqueza a esta obra cinematográfica, prueba de ello es que se podría prescindir perfectamente de ellas. Parece que son una solución para encontrar una estructura o una forma de contar, pero no aportan realmente nada. Se podría haber creado una interesante relación entre ambos personajes y que la película hubiese sido una especie de confesión o de lucha titánica y dialéctica entre artista y editor para construir una autobiografía cercana a la realidad o al mito.

También uno de los grandes hándicaps, que a la que esto escribe le ha sacado totalmente de la película (pero roconozco que eso ya son manías personales), es el maquillaje de envejecimiento a Robert Downey para interpretar a Chaplin hasta el final de su vida en la cual es octogenario. Y me ha venido a la cabeza porque tampoco pude soportar el Hitchcock maquillado que recientemente interpretó Hopkins.

Pérdida del tono… ¿cómo contar su historia?

Por último, quizá también el mayor defecto de Chaplin es no haber encontrado el tono adecuado para contar su historia. Biopic preciosista, frío y perfecto con escenas con alma (según los personajes). A veces cuenta la propia vida del genio como una película muda que es un recurso interesante pero que con el carácter serio y academicista de la película parecen escenas fuera de lugar: como la creación casi mágica del personaje de Charlot o la huida de Chaplin con su hermanastro y su esposa para que no les arrebaten la película de El chico durante el divorcio de su primera mujer.

No obstante, como se ha podido ver, Chaplin puede ser un primer acercamiento interesante a la figura de este artista genial a pesar de sus peros. Sobre todo merece la pena ver muchas veces ese principio donde ya vemos a un Robert Downey totalmente entregado a su personaje que si hubiese estado perfectamente desarrollado hubiese sido sin duda una composición perfecta.

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Diccionario cinematográfico (212)

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Flores: … corro un tupido velo sobre Historias de San Valentín de Garry Marshall… y confieso que al menos me sirvió para pensar en el diccionario y un tema: las flores y el cine. Los personajes de Ashton Kutcher y Jennifer Garner llevan y trabajan en una floristería (aparece al principio un enorme mercado de flores)… que en el día de San Valentín tienen no sólo un montón de trabajo (reparto y más reparto de flores) sino que viven un tsunami emocional. Me confirmó la propuesta El último atardecer y ese ramo de flores silvestres que es entregado al final de la película al personaje de Carol Lynley.

Así mirando hacia atrás, me quedo con una florista ciega con el rostro de Virginia Cherrill en Luces de la ciudad. Ella es vendedora ambulante y la acompaña la melodía de La violetera. Se enamora de ella Charlot… y consigue devolverla la vista a un alto precio. La última escena, ella ya recuperada y dueña de una floristería y el encuentro con su héroe (y la entrega de esa pequeña flor) es una de las escenas cumbres de la filmografía de Chaplin.

Irremediablemente unido a mis sueños de infancia, está no sólo el camino de ladrillos amarillos que recorre Dorothy (siempre Judy Garland) sino también ese campo enorme de amapolas rojas… donde a nuestra heroína, a Totó y al león les entra un sueño que puede significar no volver a despertar jamás.

Con Alfred Hitchcock regresamos de nuevo a Vértigo… Madeleine anda obsesionada con el cuadro de una antepasada, Carlota. Y en ese cuadro la dama porta un ramo. Nuestra protagonista se ha dirigido a un mercado de flores para adquirir uno igual…

Si nos vamos a la comedia romántica, viajemos a un clásico de los ochenta, Hechizo de luna, donde una joven viuda con rostro de Cher lleva las cuentas de pequeños negocios italoamericanos en Nueva York. No falta una floristería… y su dueño regala a la dama una flor, con una sonrisa. Pero también la flores sirven para el romanticismo sin más, así en Los puentes de Madison una ama de casa (también de origen italiano) de una localidad rural norteamericana acompaña a un puente a un fotógrafo perdido y bromea con unas flores silvestres. El fotógrafo en agradecimiento por las indicaciones le regala un ramo y ella… le advierte que son venenosas… Así es el principio de una historia sobre el enamoramiento…

Menos conocida pero con cierto encanto está la historia que se nos propone en Greenfingers, una comedia británica con Clive Owen de protagonista sobre un grupo de presos que se convierten en expertos jardineros con especial sensibilidad con las flores.

Nos vamos a despedir con un clásico de Roger Corman, La tienda de los horrores. Los protagonistas son el empleado de una tienda de flores… y unas flores carnívoras.

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La quimera de oro (The Gold Rush, 1925) de Charles Chaplin… en el Teatro de la Zarzuela. Feliz 2014

laquimeradeoro

Sin duda Papá Noel tenía conocimientos de mis gustos cinéfilos y me regaló mi última proyección de cine de este año que acaba. Así ayer en una platea preciosa me dispuse a disfrutar de un espectáculo inolvidable. Y lo fue. Una enorme pantalla blanca: primero (porque Charlot cumple ya 100 años como personaje) el corto Kid auto races at venice, primera aparición del hombrecillo con bigotillo, bombín, bastón y grandes botas… Ahí ya es claro, es un superviviente, un luchador nato… y no nos va a dejar fácilmente. Después el mismo personaje, Charlot, nos hace recibir el nuevo año en una historia maravillosa que encierra no sólo carcajadas sino mucha sensibilidad, romanticismo y dosis de poesía, La quimera de oro.

Para añadir más magia al asunto: además de ver un teatro maravilloso lleno, los espectadores pudimos disfrutar de la música en directo gracias a la joven orquesta de la Comunidad de Madrid dirigidos por todo un especialista en devolver la música original a las películas silentes, Timothy Brock.

Y es que Charlot volvió a lograrlo. Repetiré muchas veces dicho verbo en este párrafo. Logró que en muchas escenas el público llorara, casi se atragantara de la risa. Logró que se emocionara en muchas otras y sintiera empatía y un cariño enorme hacia ese personaje que atrapa. Y por último logró que toda la platea aplaudiera y se pusiera en pie cuando por fin Georgia, la mujer de sus sueños, se iba con él.

Así que os felicito el 2014 con el baile de los panecillos de Charlot, con una deliciosa cena de bota con cordones, rodeados de nieve… y con canciones y danza en el saloon de turno. Y con su gesto y actitud ante la vida, de a pesar de los pesares, de las dificultades y obstáculos, seguir adelante siempre sin dejar de soñar, de caminar o con la capacidad de en un momento dado preparar una cena especial con ilusión, detalle y cariño… aunque nos quedemos sin invitados o recibamos el año solos mirando a los demás divertirse a través de una ventana. Mañana será un nuevo día…, lleno de sorpresas y posibilidades.

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