Sin duda Papá Noel tenía conocimientos de mis gustos cinéfilos y me regaló mi última proyección de cine de este año que acaba. Así ayer en una platea preciosa me dispuse a disfrutar de un espectáculo inolvidable. Y lo fue. Una enorme pantalla blanca: primero (porque Charlot cumple ya 100 años como personaje) el corto Kid auto races at venice, primera aparición del hombrecillo con bigotillo, bombín, bastón y grandes botas… Ahí ya es claro, es un superviviente, un luchador nato… y no nos va a dejar fácilmente. Después el mismo personaje, Charlot, nos hace recibir el nuevo año en una historia maravillosa que encierra no sólo carcajadas sino mucha sensibilidad, romanticismo y dosis de poesía, La quimera de oro.
Para añadir más magia al asunto: además de ver un teatro maravilloso lleno, los espectadores pudimos disfrutar de la música en directo gracias a la joven orquesta de la Comunidad de Madrid dirigidos por todo un especialista en devolver la música original a las películas silentes, Timothy Brock.
Y es que Charlot volvió a lograrlo. Repetiré muchas veces dicho verbo en este párrafo. Logró que en muchas escenas el público llorara, casi se atragantara de la risa. Logró que se emocionara en muchas otras y sintiera empatía y un cariño enorme hacia ese personaje que atrapa. Y por último logró que toda la platea aplaudiera y se pusiera en pie cuando por fin Georgia, la mujer de sus sueños, se iba con él.
Así que os felicito el 2014 con el baile de los panecillos de Charlot, con una deliciosa cena de bota con cordones, rodeados de nieve… y con canciones y danza en el saloon de turno. Y con su gesto y actitud ante la vida, de a pesar de los pesares, de las dificultades y obstáculos, seguir adelante siempre sin dejar de soñar, de caminar o con la capacidad de en un momento dado preparar una cena especial con ilusión, detalle y cariño… aunque nos quedemos sin invitados o recibamos el año solos mirando a los demás divertirse a través de una ventana. Mañana será un nuevo día…, lleno de sorpresas y posibilidades.
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Que tengas un feliz 2014 mi querida amiga.Creo que este año más de uno tendrá que comerse el calzado, como le ocurre a Chaplin en esta película. Comerse una bota con clavos,qué horror. Esta noche ensayaré un poco con la mía.Hay que estar preparados.
Besos y un fuerte abrazo
¿Sabías que el zapato que se zamparon Chaplin y su compañero… era de regaliz?
Feliz año mi querido Francisco… te invito a cenar bota con cordones, estará con nosotros Charlot (que es el cocinero). Si alguien más se apunta a la cena, genial
Besos con fuegos artificiales
Hildy
Me apunto, me apunto: mi número es el 44, pero me apetece más una del 39…
Feliz año, mi querida Hildy. Ya que mucho oro, por lo visto, no va a traer, espero al menos que los buenos ratos no sean ninguna quimera.
Besos auríferos
¡Qué envidia! Suena increíble.
¡Feliz año! Que el 2014 venga lleno de mucha felicidad (¡y de mucho cine!).
Hummmm… qué rica estaba la bota…
Feliz año, mi querido Alfredo… seguiremos pasando buenos ratos. Qué bien…
Besos
Hildy
¡Feliz año, Carmen! Qué alegría saber de ti. Fue precioso poder reír con Charlot y escuchar la música de la película en directo… Algo para recordar.
Un beso
Hildy
Qué envidia… Yo me lo perdí el año pasado y este año igual, me ha pillado fuera de Madrid. Ya es emocionante solo con leerte. Porque para mí Chaplin es el tío más especial que ha dado el cine en toda su historia. Así de radical. Nadie más ha tenido esa capacidad suya para convertir al mundo en un enorme campo de juegos. La imaginación, la total falta de prejuicios que tiene para hacer de cualquier objeto cotidiano algo «mágico» con lo que jugar. La bota, por ejemplo. Aunque de esta película también me quedo con los gags de la cabaña al borde de la colina. Y tampoco creo que haya nadie que pueda hacer tan bien como él, que le salga tan natural, esa mezcla continua de tristeza y alegría. Qué grande es Chaplin, madre mía.
¡Pues tienes toda la razón en todo lo que escribes sobre Charles Chaplin! Yo también me lo perdí el año pasado y me dije: esta vez trato de no perdérmelo… pasaba por ahí Papá Noel me escuchó y cumplió el deseo.
Cuando la cabaña está al borde de la colina… la gente lloraba de la risa…
Y efectivamente con la bota, los panecillos, su bastón, su sombrero… hace verdadera magia… Charlot es grande…
Beso
Hildy
¡Pero qué envidia! Cuando te paras a pensarlo resulta impresionante que una película con 90 años encima pueda hacerte sonreír y sentir tanto. Qué bien tienes enseñado a Papá Noel. Así da gusto cambiar de año.
Feliz 2014 para ti también, Hildy.
¡Besos!
Mi querida Andrea, gracias por la felicitación.
Fue una sesión de cine preciosa. Y me encantó escuchar como el público se partía de risa.
… Sí, Papá Noel sabe lo que me va. Es muy listo. Je,je,je.
Besos y seguiré leyéndote, ya sabes
Hildy