El rostro impenetrable (One Eyed Jacks, 1961) de Marlon Brando

El rostro impenetrable

Una pareja cinematográfica de lujo: Marlon Brando y Karl Malden

El rostro impenetrable es un atípico western donde las turbulentas emociones de los personajes se agitan, van y vienen, y suenan como las olas del mar. Sí, es una película del Oeste donde el paisaje de fondo son las aguas saladas, la arena, los riscos, las olas… Y cuenta la historia de una traición y una venganza. Pero también es una intimista e imposible historia de amor. Un análisis de esta película es un reto con varios frentes que merece la pena tocar. Primero, el disfrutar de una pareja cinematográfica de la que no se habla mucho, pero que no solo tuvo química, sino que dejó tres buenas películas para inmortalizarla. Y la culminación de lo bien que casaban fue sin duda este film extraño. Estoy hablando de Marlon Brando y Karl Malden. Segundo, la huella y presencia de tres hombres con personalidades arrolladoras: Sam Peckinpah, Stanley Kubrick y Marlon Brando. Y, por último, es una de esas películas que no gozaron de toda la libertad creativa, que vivió un rodaje tormentoso hasta que se puso en pie, que tenía metraje eterno y fue recortada por la productora para ser estrenada… y cuyo resultado imperfecto muestra también los destellos de su genialidad.

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Ciclo de cine italiano (II). Más allá de los directores estrella

Ana (Anna, 1951) de Alberto Lattuada

Ana

Una de las películas de Alberto Lattuada que más éxito tuvo nacional e internacionalmente fue Ana. Un melodrama desatado que aprovechaba el tirón y la química de un trío que ya había funcionado anteriormente en Arroz amargo de Giuseppe de Santis: Silvana Mangano, Vittorio Gassman y Raf Vallone. Así Lattuada deja a un lado el neorrealismo, y se centra en el melodrama y en el erotismo. Y aporta para la posteridad el famoso baile de Silvana Mangano cantando El negro zumbón, pero que popularmente se convirtió en el bayón de Ana. Tanto es así que en los años 90 fue rescatada esta secuencia de nuevo por Nani Moretti en Caro Diario.

Ana cuenta la historia de una novicia entregada que trabaja duro en un hospital, pero a la cual le pesa su pasado. Cuando llega herido grave su ex novio, empieza a recordar qué le ha llevado a su situación actual. Ana está contada con flashbacks hacia el pasado que pesa, para centrarse en un presente en el cuál la protagonista tiene que decidir cuál va a ser el rumbo de su vida. En el pasado, destaca el erotismo de ese trío protagonista con un tipo de relación muy parecido al de Arroz amargo. En este caso, Vittorio Gassman arrastra a la heroína al mal y al sexo por el sexo y Raf Vallone la empuja hacia el bien que predica el catolicismo para una mujer: casarse con un buen hombre, ser buena esposa y constituir una familia. Y todo esto desemboca en la tragedia y en la huida de Ana, que termina en un hospital del que no quiere salir. Alberto Lattuada muestra el pasado erótico de Ana y un presente en el que ella se entrega a los enfermos del hospital, a las vidas de estos, a su dolor, a sus miedos, a la cotidianeidad hospitalaria, a su relación con las otras monjas y con los médicos. Puro melodrama.

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Amores de juventud. En la playa de Chesil (On Chesil Beach, 2017) de Dominic Cooke/Mary Shelley (Mary Shelley, 2017) de Haifaa Al-Mansour

En la playa de Chesil (On Chesil Beach, 2017) de Dominic Cooke

En la playa de Chesil

Dos amantes se distancian inevitablemente en la playa de Chesil.

En la playa de Chesil es una melodía interrumpida. Una partitura musical con su ritmo pausado donde las notas disonantes son los momentos clímax que hablan de una triste historia de amor entre dos jóvenes de los años 60 en Inglaterra. Vuelan aires de libertad, pero todavía los protagonistas arrastran sobre sus hombros mucha herencia recibida de sus progenitores; de una sociedad británica que avanza, pero que también le pesa la tradición, la historia y la guerra; y de la separación de las clases sociales aún no superada. Todo les golpea y les amenaza en un momento crucial de sus vidas: la noche de bodas. Y no solo surge la represión sexual, sino todas las inseguridades, sus miedos, la incomunicación entre los dos, la vergüenza, la soledad…

Florence (Saoirse Ronan) y Edward (Billy Howle) lidian con sus miedos e irremediablemente desembocan en los infiernos personales. Y la noche de bodas en vez de servir de espacio de conocimiento, placer y encuentro con el otro se transforma en una partitura mal tocada que desemboca en pesadilla. Con la delicadeza y elegancia de una pieza ejecutada por el cuarteto de cuerda al que pertenece Florence, Dominic Cooke (director de teatro que, después de debutar en la televisión con una serie que adaptaba las obras sobre reyes de William Shakespeare, ha saltado a la pantalla de cine) dirige En la playa de Chesil. Y recoge la sutilidad de sus dos jóvenes intérpretes a la hora de mostrar sus inquietudes y de construir dos complejos personajes.

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La rebelde (Inside Daisy Clover, 1965) de Robert Mulligan

La rebelde

Daisy Clover se desploma, se rompe, en la cabina de sonido…

Una escena concentra todo el drama de La rebelde. Transcurre casi al final de la película. Una pantalla gigante proyecta la imagen en blanco de la actriz adolescente Daisy Clover (Natalie Wood) moviendo los labios en su nueva película mientras canta “The circus is a wacky world”. Ella, de carne y hueso, se encierra en la cabina de sonido para grabar con calidad la canción en la banda sonora de la película. Y en lo alto, en otra cabina, están los técnicos de sonido y el todopoderoso productor que trata de controlar su imagen y su vida, Raymond Swan (Christopher Plummer). Se disponen a grabar y la canción no sale bien. El productor pide a Daisy que repita una y otra vez la toma. Cuando la cámara se desliza fuera de la cabina de la actriz no hay sonido, solo vemos el rostro de Daisy que trata de atinar y cantar correctamente. Y cuando vuelve dentro de la cabina, oímos insistente el sonido de los números que indican que entra de nuevo la escena que se repite y a la joven intentando cantar bien. Hay un momento que la secuencia es muda y solo oímos el sonido insistente de los números que pasan; 1, 2, 3, 4… y el rostro cada vez más roto de la actriz en la cabina. Contrasta la felicidad que desprende el personaje que representa en la pantalla, así como la letra de la canción sobre lo loco que es el mundo del circo (que puede cambiarse por el mundo del cine), con la angustia, la inquietud y el ataque de nervios que se va viendo que sufre en el interior de la cabina la actriz… hasta que tiene un colapso en el que grita desesperada que paren esa secuencia. El productor sale de su cabina, y se oyen ya sus gritos, va corriendo donde está la actriz y trata de calmarla. Es una secuencia terrorífica e inquietante.

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La jungla de asfalto (The asphalt jungle, 1950) de John Huston

La jungla de asfalto

… planeando el atraco perfecto en las cloacas de la jungla de asfalto

John Huston cierra La jungla de asfalto con un final lírico y tremendamente trágico y culmina así la historia de uno de sus perdedores, personajes que pasean por la mayoría de sus películas. Dix Handley (Sterling Hayden), un pistolero del montón, que persigue su sueño de infancia de regresar a la granja paterna de caballos lucha hasta el final por alcanzarlo. Pero el pistolero no es el único que pierde, sino que poco a poco van cayendo cada uno de los implicados en un atraco, en un principio, perfecto. Y es que la película es cine negro puro: el destino trágico sobrevuela todos los fotogramas, la ambigüedad campa a sus anchas y el fatalismo se pinta de blanco y negro. Todos los personajes se mueven en una jungla de asfalto, en una ciudad que los hace devorarse unos a otros, y algunos de ellos buscan la felicidad fuera de las calles amenazantes y los garitos de mala muerte. Los sueños pueden ser una granja en el campo, una playa lejana, algún país europeo o México como meta. Pero el destino todo lo tuerce.

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En realidad, nunca estuviste aquí (You were never really here, 2017) de Lynne Ramsay

En realidad, nunca estuviste aquí

Joe, un espectro en vida con cicatrices que mostrar.

Si en Tenemos que hablar de Kevin se metía en la mente de Eva, una madre que sufre un fuerte trauma, en En realidad, nunca estuviste aquí todo está en el cerebro de Joe, una especie de asesino a sueldo. La directora Lynne Ramsay vuelve otra vez a “mirar” de manera especial y crear un universo personal de la adaptación de una novela (la primera de Lionel Shriver y la segunda de Jonathan Ames). En las dos películas asume el papel de guionista y directora y las dos tienen una potencia visual que empuja la historia y deja sin respiro. La importancia del sonido, de la banda sonora y el empleo del color (si en la primera la presencia del rojo era abrumadora, en esta son los tonos azulados) apuntan más rasgos de su estilo. Pero también Ramsay tiene una manera, muy especialmente en esta película, de representar la violencia. Joe (Joaquin Phoenix) es un mercenario, un asesino a sueldo, que rescata a niñas de la trata de blancas y la explotación sexual. Y es un hombre atormentado que vive, desde la infancia, en permanente estado de shock. En realidad es un muerto en vida, un espectro que siempre, con sus reacciones, pilla de sorpresa… Físicamente es un hombre de profundas cicatrices, como las del alma. Es una mole, una especie de bestia herida que enseña toda su sensibilidad en el cuidado atento de su anciana madre.

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El amante doble (L’amant double, 2017) de François Ozon

El amante doble

… la mirada de Chloé

Si en El perro andaluz, Buñuel rasgaba un ojo para indicar con ímpetu y violencia otra mirada sobre la pantalla; Ozon en El amante doble comienza con un primer plano explícito de una observación vaginal que se funde con el ojo de la protagonista, Chloé (Marine Vacth), una joven con una inestabilidad emocional evidente. Y así queda dicho que iremos unidos a su mirada y a sus entrañas, a lo más profundo de su ser. Además Ozon vuelve a trabajar con Marine Vacth, que si en Joven y bonita revelaba el difícil autodescubrimiento sexual de su protagonista, convertida en una belle de jour adolescente; en El amante doble enmarca su rostro bello en un museo de arte contemporáneo para ponerla en el centro de la trama de un thriller psicológico. Y en las dos, Marine Vacth es la representación del deseo y la seducción, siempre con un punto de inestabilidad o distanciamiento emocional.

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Recuperar a Antonio Moreno (I). Mare nostrum (Mare nostrum, 1926) de Rex Ingram / Tierra de todos (The Temptress, 1926) de Fred Niblo

Una de las apasionantes tareas de una filmoteca es rescatar del olvido. Y recuperar joyas ocultas; y rebuscar y encontrar películas perdidas; y difundir la historia del cine. Todo esto, más un cariño y cuidado que se nota en la elaboración del ciclo, lo encontramos en la Filmoteca Española este mes en su retrospectiva sobre Antonio Moreno (1887-1967). Digamos que Antonio Moreno: Made in Hollywood logra reunir y recuperar la memoria de un actor que nació en Madrid y que sus pasos acabaron en Hollywood, convirtiéndose en un actor silente de prestigio. Luego posteriormente también dirigió películas y en la era del cine sonoro fue un secundario de lujo. Todas sus facetas se contemplan en este ciclo. Como marco de la retrospectiva, el documental The Spanish dancer de Mar Díaz, que a su vez está presentando cada una de las películas de este olvidado actor aportando interesantes datos e información del material proyectado. Toda la obra silente de Antonio Moreno se está viendo con música en directo, gracias a la sensibilidad del pianista Marcos Ortiz (es todo un placer escuchar las composiciones musicales que acompañan cada proyección; un trabajo, sin duda, serio y laborioso).

Descubrí a Antonio Moreno por dos vías distintas (pero comunicadas, Álvaro Armero está presente en las dos) hace años, pero nunca, nunca había tenido oportunidad de ver alguna de sus películas del periodo mudo: el libro de Álvaro Armero, Una aventura americana. Españoles en Hollywood (y descubro en una entrevista que Mar Díaz también se fijó en Moreno a través de esta publicación) y el número 22 de la revista Poesía, dedicada a El cine. Después, de algunas de sus películas del periodo mudo he leído una y otra vez bien por los directores o por sus compañeras de rodaje. No voy a poder acercarme a todo lo que quisiera, pero ya he empezado el aperitivo del ciclo con dos de sus más famosas películas silentes y que sí se han conservado. Las dos son adaptaciones cinematográficas de novelas del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, cuyos libros se convirtieron en verdaderos best sellers al otro lado del charco. De tal modo, que Hollywood adquirió sus derechos y muchas de sus obras tienen su adaptación cinematográfica (incluso varios remakes). Y en dos de ellas: Mare nostrum y La tierra de todos… Antonio Moreno era el protagonista.

Mare nostrum (Mare nostrum, 1926) de Rex Ingram

Mare nostrum

— En Pompeya, camino a la perdición. Entre ruinas…

Mare nostrum es una superproducción de la Metro Goldwyn Mayer (si hubiera sido por Ingram, como dijo Mar Díaz en la presentación, la palabra Mayer desaparecería del texto… pues no se llevaba nada bien con el productor Louis B. Mayer… y en los créditos de sus películas se negaba a que se pusiera Mayer) dirigida por uno de sus directores estrellas, pero también rebelde: Rex Ingram. El director ya había llevado al cine otra famosa novela de Blasco Ibáñez, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, y le gustaba el proyecto de Mare nostrum, al igual que a su esposa, la actriz Alice Terry. Así que se embarcó en un rodaje de meses y meses, con el apoyo del escritor… y en las tierras del Mare nostrum: España, Francia e Italia. Así la película nos lleva a Pompeya, Marsella o Barcelona.

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Diferencias entre La seducción (The beguiled, 2017) de Sofia Coppola y El seductor (The beguiled, 1971) de Don Siegel

La Seducción

El bello universo de unas damas sureñas…

1. Títulos en castellano. No ocurre así con el título original (que es el mismo en ambas), pero sus traducciones en castellano ya dan matices. La de Don Siegel se centra en la figura del cabo John McBurney… En castellano se titula El seductor. Un lobo feroz que pretende manipular a su gusto a las damas-cordero. Y el espectador se sitúa al lado del seductor manipulador para ser testigo de cómo se va convirtiendo en un cordero sacrificado por unas mantis religiosas. Sin embargo, la película de Sofia Coppola se ha titulado La seducción, luego el foco de atención se va al grupo de las damas sureñas (profesoras y alumnas). El grupo femenino acoge a un cabo John McBurney que se convierte en ese oscuro objeto del deseo, pero pronto pasará a ser un juguete roto, y las damas se unen para manejarlo a su antojo y después deshacerse de él, limpia y fríamente.

2. Flashbacks y voces interiores. Don Siegel hace uso en su película de varios flashback u otro tipo de imágenes (como una escena onírica) que hacen hincapié en el ambiente enfermizo y represivo. Y sobre todo acompañan a los personajes de Martha y McBurney, los dos personajes que quieren detentar el poder y los que más chocan y se enfrentan entre sí. Los flashbacks al lado de McBurney le dibujan como mentiroso y manipulador. El cabo quiere seducir a todas las mujeres por supervivencia pura y dura. Y los flashbacks que acompañan a Martha la muestran como una mujer reprimida y con secretos ocultos y moralmente prohibidos (una relación incestuosa con su hermano). Además hay un sueño onírico donde no solo da rienda suelta a una relación sexual con McBurney, sino que también dibuja una atracción de Martha hacia la joven y dulce profesora Edwina. El otro flashback que se ve en la película acompaña al personaje de Hallie e ilustra por qué nunca se ha unido y ha formado piña con McBurney (lo explicaré mejor en el siguiente punto). También en la película de Don Siegel, los personajes piensan en alto, es decir, permite escuchar las voces interiores y las reflexiones, por ejemplo, de las niñas, esto aumenta el ambiente represivo, enfermizo y oscuro… la tensión.

Sin embargo, todos estos flashbacks y voces interiores desaparecen en la película de Sofia Coppola, de tal manera que deja más libre al espectador para las interpretaciones sobre lo que ve en la pantalla, todo más limpio y menos oscuro además de aumentar una sensación elegante de ambigüedad durante todo el metraje.

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Felices sueños (Fai bei sogni, 2016) de Marco Bellocchio

Felices sueños

Momento feliz entre madre e hijo… baile catártico

Valerio Mastandrea es el hijo atormentado por excelencia. El hijo marcado por la madre. Valerio tiene un rostro triste, y construye un personaje que hace que el espectador desee que le vaya bien, que se desprenda de las sombras que le atrapan. Primero fue La prima cosa bella (2010) de Paolo Virzi y después Felices sueños de Marco Bellocchio. La presencia de la madre en el cine italiano da para un buen ensayo. Estas dos películas unidas por Mastandrea presentan a dos madres luminosas con sombras oscuras que marcan para siempre la personalidad de sus hijos. En la primera, Virzi se deja llevar por el por el arte del buen melodrama, por la emoción, por el estallido de la lágrima. En la segunda Bellocchio hace un juego equilibrista complejo… arrastra al espectador por las impresiones emocionales del hijo, pero con mucha cabeza y análisis, dejando un complejo tapiz. Y en ambas, no faltan los momentos catárticos.

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