Diferencias entre La seducción (The beguiled, 2017) de Sofia Coppola y El seductor (The beguiled, 1971) de Don Siegel

La Seducción

El bello universo de unas damas sureñas…

1. Títulos en castellano. No ocurre así con el título original (que es el mismo en ambas), pero sus traducciones en castellano ya dan matices. La de Don Siegel se centra en la figura del cabo John McBurney… En castellano se titula El seductor. Un lobo feroz que pretende manipular a su gusto a las damas-cordero. Y el espectador se sitúa al lado del seductor manipulador para ser testigo de cómo se va convirtiendo en un cordero sacrificado por unas mantis religiosas. Sin embargo, la película de Sofia Coppola se ha titulado La seducción, luego el foco de atención se va al grupo de las damas sureñas (profesoras y alumnas). El grupo femenino acoge a un cabo John McBurney que se convierte en ese oscuro objeto del deseo, pero pronto pasará a ser un juguete roto, y las damas se unen para manejarlo a su antojo y después deshacerse de él, limpia y fríamente.

2. Flashbacks y voces interiores. Don Siegel hace uso en su película de varios flashback u otro tipo de imágenes (como una escena onírica) que hacen hincapié en el ambiente enfermizo y represivo. Y sobre todo acompañan a los personajes de Martha y McBurney, los dos personajes que quieren detentar el poder y los que más chocan y se enfrentan entre sí. Los flashbacks al lado de McBurney le dibujan como mentiroso y manipulador. El cabo quiere seducir a todas las mujeres por supervivencia pura y dura. Y los flashbacks que acompañan a Martha la muestran como una mujer reprimida y con secretos ocultos y moralmente prohibidos (una relación incestuosa con su hermano). Además hay un sueño onírico donde no solo da rienda suelta a una relación sexual con McBurney, sino que también dibuja una atracción de Martha hacia la joven y dulce profesora Edwina. El otro flashback que se ve en la película acompaña al personaje de Hallie e ilustra por qué nunca se ha unido y ha formado piña con McBurney (lo explicaré mejor en el siguiente punto). También en la película de Don Siegel, los personajes piensan en alto, es decir, permite escuchar las voces interiores y las reflexiones, por ejemplo, de las niñas, esto aumenta el ambiente represivo, enfermizo y oscuro… la tensión.

Sin embargo, todos estos flashbacks y voces interiores desaparecen en la película de Sofia Coppola, de tal manera que deja más libre al espectador para las interpretaciones sobre lo que ve en la pantalla, todo más limpio y menos oscuro además de aumentar una sensación elegante de ambigüedad durante todo el metraje.

3. Hallie y el hermano de Martha. En Don Siegel hay dos personajes que desaparecen de la película de Sofia Coppola: Hallie, la sirviente negra, y el personaje ausente, pero muy presente sobre todo en los flashbacks, el hermano de Martha. Con la desaparición de Hallie se elimina en la de Coppola toda reflexión racial y las mujeres quedan todavía más aisladas de esa guerra exterior de la cual llegan tan solo continuamente cañonazos. Así desaparece también la interesante relación Hallie establece con el cabo y viceversa: en un principio podría ser el personaje que más se identificara con él. Ambos están atrapados y él además lucha en el bando que tiene como objetivo la libertad de aquella. Pero impera finalmente el racismo y la violencia de género, por eso Hallie permanecerá al lado de las damas sureñas. Un flashback nos lo deja claro: el hermano de Martha abusaba violentamente de ella… y eso hace que Hallie odie todavía más a los hombres blancos. Cuando el cabo amenaza con violarla, ese odio vuelve a estar muy presente en ella.

El hermano de Martha, siempre presente para todas las damas en un cuadro junto a su hermana, es la demostración de una presencia masculina en la casa. Pero una presencia negativa y enfermiza que además afecta totalmente a la forma de vivir la sexualidad de Martha y en su manera de comportarse con el cabo yanqui así como de dirigir su escuela femenina.

4. John McBurney. El cabo McBurney con el rostro de Clint Eastwood aparece al principio de la película de Don Siegel como una especie de lobo feroz que no teme a las damas y las manipula para salvarse. Al principio se le escucha entonando una nana macabra y la película empieza con él… Su encuentro con la niña Amy tiene un cariz mucho más sexual que en la película de Coppola, donde hay mucha más inocencia. El cabo de la película de Don Siegel besa en los labios a Amy con conciencia de salvarse, de trastornar a la niña. En la película de Sofía, el espectador acompaña a Amy en su búsqueda de setas por el bosque… y se encuentra a un soldado malherido al que, desde una relación más inocente, trata de ayudar.

El cabo McBurney (Colin Farrell) de Coppola es mucho más ambigüo y sutil que el de Eastwood. Mientras que en la película de Don Siegel es una lucha clara la que se establece entre el cabo y las mujeres (sobre todo con Martha), la de Coppola deja muchos caminos abiertos y también muchas interpretaciones. En la de Siegel las damas vencen al lobo feroz y se convierten en mantis religiosas con conciencia. Coppola se apiada del juguete roto de McBurney y lo convierte en víctima de unas damas que terminan queriendo deshacerse de él cuando trastorna demasiado su universo cerrado y ya no juega como ellas quieren. Aunque hay momentos en el que se le ve feliz y contento en el jolgorio donde ha caído (pero sin tener sensación de peligro) y metiéndose en un juego de seducción que parece que le divierte y agrada, pero que se le escapa de las manos totalmente. Incluso a veces parece de veras agradecido y con ganas de quedarse en ese paraíso. Nunca sabemos realmente cuáles son sus sentimientos hacia Edwina. Mientras que en la de Siegel se ve claramente que es para su conveniencia y que la manipula, en la de Coppola llegamos a dudar de si hay verdaderamente un sentimiento real.

5. Las mujeres sureñas. De distintas generaciones y edades son las damas sureñas: hay niñas, adolescentes espabiladas, profesora casi en los treinta de educación etérea y la directora de la institución, mujer madura a punto de marchitarse. Mientras que en la película de Don Siegel conforman un grupo enfermizo, oscuro y reprimido; las damas sureñas de Coppola tienen su universo propio y sus leyes establecidas. Viven aisladas del mundo exterior y han creado un mundo personal en el que de pronto entra el cabo… y cada una reacciona de una manera. Todas sienten el despertar de la sexualidad y las ganas del juego. Las damas de Coppola son menos oscuras que las de Siegel, van más inconscientemente hacia la resolución: de pronto ven amenazado su universo, en el que se sienten seguras (a la vez que encerradas), y lo que les ha parecido un juego en un principio ya no les hace tanta gracia. Así que tratan fríamente de volver otra vez a su tranquilidad de antaño, el juguete roto ya no las agrada.

6. El sentido del humor. La película de Don Siegel es un cuento gótico oscuro y cruel, donde no hay sitio para el humor. Solo para la sonrisa irónica del seductor que se va convirtiendo en un rictus de terror cuando se sabe atrapado. Sin embargo, en la película de Coppola todo empieza como un juego inocente (pero también de competición) donde todas sienten un despertar ante la presencia del soldado (y este en un principio se muestra encantado). Las reacciones de las damas y del soldado dejan paso a un humor suave que llega incluso hasta al final… donde las mismas damas intentan regresar a la tranquilidad de sus vidas… para estar como estaban antes de la aparición del cabo.

7. El ambiente. En El seductor hay oscuridad, sensación de encierro, situaciones de cine de terror y movimientos de cámara bruscos. Todo oculta un ambiente enfermizo, sucio, moralmente inquietante. La casa parece una cárcel sin salida posible. No ocurre lo mismo en La seducción. La historia empieza como un cuento de hadas, con una luminosidad especial que nunca desaparece. Todo es hermoso, empezando por las mismas damas, sus atuendos, su manera de comportarse y moverse. El cabo cree haber caído en un auténtico paraíso. Todo es exquisito. No hay nada feo… en esa casa. Es todo tan bello que se convierte en un universo frío e impenetrable. Ese universo es perturbado todos los días por los cañonazos que recuerdan una guerra dura y cruel. El soldado introduce una dosis de realidad, del mundo exterior… pero también contamina un paraíso creado.

8. Ambigüedad. La película de Don Siegel es oscura pero no existe ambigüedad posible, es directa, dura. La primera vez que la ves sientes una bofetada. El seductor dirige al espectador por un cuento tenebroso. En La seducción todo es ambigüo: cada uno de los personajes y su manera de comportarse, los motivos de cada uno, las relaciones que se establecen entre ellos… hasta su misma resolución final. Un cuento de hadas con tinte macabro, como si las hadas se negaran a abandonar su universo cerrado. Como si no tuviesen ganas de realidad, y de la forma más fría, sin ensuciar su belleza, se deshicieran del elemento discordante… Los sentimientos de cada uno de los personajes de la película de Coppola son ambigüos, nunca sabemos realmente hacia dónde se dirigen (incluso a veces sus acciones más tremendas parecen limpias e inocentes). Ni el cabo es un lobo feroz que se convierte en cordero ni las damas son unas mantis religiosas oscuras y reprimidas, todo es mucho más ambigüo y por ello chocante.

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21 comentarios en “Diferencias entre La seducción (The beguiled, 2017) de Sofia Coppola y El seductor (The beguiled, 1971) de Don Siegel

  1. Lo has contado estupendamente. Yo sería mucho más directo; la de Siegel es una buena película. La de Coppola es un triste sucedáneo. No posee nada de la complejidad psicológica ni de la perversión (moral y de la otra) con que cuenta la película de Siegel, mucho más rica en elementos y en el tratamiento de las distintas relaciones establecidas a distintas bandas, y también en relación a los miedos personales de cada cual. Coppola es otra que necesita un guionista nuevo, ya. La película de Siegel dura casi 20 minutos más, pero están muy bien empleados, tanto que la de Coppola se me hizo más larga, tal es el vacío esteticista y repetitivo que arrastra. Todo pasa porque sí, y porque cuenta con que el espectador se va a acordar de la película de Siegel. Se limita a describir, en vez de a contar, a aludir en vez de construir. Otro título decepcionante de esta sobrevaloradísima directora que vive de su apellido.

    Besos

  2. Mi querido Alfredo, me parecía muy interesante esta sesión doble y ver sus diferencias (pues también son muchas sus similitudes). Efectivamente dura menos la de Sofia, precisamente por la desaparición de los flashback y sueños oníricos. Pero a mí me ha decepcionado menos la película de Coppola y me parece que toma decisiones meditadas en su forma de contar esta historia. Aporta más ambigüedad y un sentido de humor muy sutil. También pienso que elimina un personaje importante como el de Hallie. Es cierto, que se me fue totalmente el efecto sorpresa y el impacto que me produjo la de Don Siegel, pero no te puedo decir que no me gustara o que no me resultara interesante. Yo creo que Sofia como su padre tiene un universo visual fuerte… y cada vez me gusta más su Maria Antonieta.

    Beso
    Hildy

  3. He visto todas las películas de Sofia hasta la fecha, y también la de Siegel que me gusta bastante, sin embargo todavía no me decidido a ver ésta. Siento curiosidad pero también cierta pereza. Leyendo tu interesante análisis no me ha quedado claro que versión prefieres tú, si es que prefieres alguna. Bueno Hildy, hasta otra.
    Un beso.

  4. Querido, querido Luis, pues tienes razón no he expresado mi preferencia. Creo que la de Don Siegel me impactó muchísimo la primera vez que la vi, pues no me esperaba nada de lo que ocurría además de su tono y forma de contar la historia. Y, claro, con la de Sofia esto no me ha pasado, pero lo que sí es cierto es que toma decisiones en su forma de contarla, que da otros matices interesantes. Con lo que no estoy de acuerdo es con el rechazo unánime de la versión realizada por Coppola. Creo que cuentan la misma historia pero con un tono y un color diferente. Y el visionado de ambas es muy, pero que muy, sugerente.

    Beso
    Hildy

  5. Gran texto Hildy…y muy pertinente.En mi caso la sesión doble ha sido reveladora de x donde camina el cine actual y que nos ofrece el pasado. El resultado ha sido demoledor. El cineasta con oficio de buena ley le da una soberana lección a la autora posmoderna que trata de aportar su relectura.
    El verano en este sentido ha sido desolador. Tanto en el caso de Dunkerque como aquí los ejercicios con gran complejo de ego autoral conducen a un ombliguismo que en ambos casos me hace añorar a aquellos sólidos artesanos que despachaban con gran oficio y menos infulas una película bélica o un melodrama con mucha más solvencia.
    En ocasiones contar bien una historia y ponerse a su servicio de forma artesanal y con oficio termina convirtiéndose en un arte. Y Siegel es una buena muestra.
    Por el contrario ahora contamos con autores sobrados de ego que terminan convirtiéndose en los auténticos protagonistas de filmes que intentan en vano ofrecer relecturas, visiones oblicuas que en mi modesta opinión quedan lejos de añejos y solventes film realizados con oficio…
    Sofía en cada película cual Antonio López cree estar pintando el membrillo en un presunto ejercicio de arte supremo mientras Don Siegel aplica oficio a cada encargo. Pues bien los viejos oficinistas les dan una lección a estos nuevos Leonardo da Vinci. Un abrazo

  6. Mi querido Victor, me gusta mucho cómo describes el cine de oficio o artesano y el cine contemporáneo de autores como Nolan o Coppola (por poner los dos ejemplos de estrenos este verano, Dunkerque y La seducción).

    La de Nolan me dejó bastante fría a posteriori, excepto como dije la historia protagonizada por el personaje de Tommy. La Seducción, como también he dicho en otros comentarios, no me ha parecido tan desmerecedora respecto a su original. Creo que la ha contado con un tono diferente y ha tomado decisiones interesantes… aun maravillándome e impactándome el oficio de Siegel en El seductor.

    Pero volviendo a tu descripción me parece genial la última frase de tu comentario: «Sofía en cada película cual Antonio López cree estar pintando el membrillo en un presunto ejercicio de arte supremo mientras Don Siegel aplica oficio a cada encargo»… Y no me contradigo (solo digo que no rechazo plenamente lo que ha hecho Sofia en La Seducción y que hay muchas cosas de esta mujer y su cine que me gustan) si te afirmo que estoy de acuerdo con tu oración.

    Beso
    Hildy

  7. ¡Ya me contarás, querídisimo Licantropunk qué te parece la de Sofia! Y si puedes conseguir la de Siegel y hacerte la sesión doble… ¡es todo un placer!

    Beso
    Hildy

  8. No he visto aún la de Coppola y me perdí la de Siegel en su época.
    Trataré de encontrarla antes de ver la nueva.
    Hildy,en tu espléndido análisis queda la sensación de que no es «otro-remake-inútil» como unas psicosis,nieblas y perros de paja que hay por ahí.
    ¿Crees que estamos ante una recreación similar a la de Scorsese con el CABO DEL TERROR original?…o no da para tanto?
    Un beso
    IVÁN

  9. Querido Iván, creo que vas a disfrutar con la película de Don Siegel, El seductor. Efectivamente, creo que la película de Coppola no es un remake inútil y que ofrece una mirada distinta, un tono diferente que a mí me ha parecido interesante.
    Jo, cómo disfruté tanto de El cabo del miedo de los sesenta, como el de los noventa de Scorsese. En este caso yo me quedé perpleja con la de Siegel y de la de Coppola me resultó interesante su enfoque y mirada.

    Beso
    Hildy

  10. Apreciada Hildy, me ha encantado la completísima disección comparativa entre los dos largometrajes. A mí también me gusta hacer «sesiones dobles» cuando estrenan una nueva versión, adaptación o recreación de una historia ya llevada antes a la pantalla grande. Cierto que casi siempre te decantas más por una obra u otra, pero ello no interfiere el disfrute de intentar deslindar los sabores que más te calan de cada una. En este caso reconozco que prefiero la contundencia de la película de Siegel, pues la de Coppola, a pesar de la ambigüedad que comentas, me resulta demasiado liviana cuando se deja llevar por su vocación de esteta. No obstante, bienvenidas sean nuevas miradas con propuestas interesantes como esta.
    Besos.

  11. Ay, sí, querida Ana, ¡esas sesiones dobles son una maravilla! Y el análisis posterior siempre es agradable y lleno de sorpresas. Efectivamente es interesante ver lo que aporta cada mirada. A mí El seductor de Siegel me dejó pegada al asiento, es una película que sorprende y remueve. Coppola convierte la misma historia en una especie de cuento malévolo con apariencia de mundo de hadas y magia…

    Beso
    Hildy

  12. Hola a Hildy y compañía.

    Hace poco más de un año, mientras buscaba referencias sobre Alan Parker, tropecé con este blog y me causó una impresión muy grata.

    Poco academicismo y mucho gusto personal y sentido comun tanto por parte de la anfitriona como por los visitantes.

    No es hablar por adular. Vivimos en la era de la erudición, y tendemos pensar que el mejor documentado o el más acreditado es el gurú y los de a pié que se adapten a legislación vigente.

    Entre todos generais un ambiente en el que apetece tanto escuchar (leer, vaya) como expresar opiniones.

    La pena es que no haya una mesita donde tomar el té, el café o el brebaje que tome cada cual para ponerse en situación.
    Igualmente, tanto el clima general como el tono de la anfitriona lo sugieren y así me lo imagino cuando os leo.

    Yo solo sin azucar, muchas gracias.

    Así pues, me voy corriendo a ver la versión de la Coppola. Solo tengo como referencia «lost in traslatión» y me pareció bestial.
    Pero es facil imaginar en que ha podido dar la cosa, viendo otras revisiones de estos tiempos, y mucho más en las cuestiones de género.

    Quizá lo mejor de este blog es que puedes hablar de las partes que te gustan de un todo que no te gusta y nadie se extraña.
    No yay que fijar posiciones y eso siempre amplia el inevitable cerco.

    La original ya la vi en su momento.
    Mas que verla, se me vino encima sin avisar.

    Fué en un tiempo de mi vida en el que el tema central de reflexión era precisamente ese, la inversión de roles en la cadena de depredación humana, y sobre todo el lugar que a mi se me asignaba en esa cadena.

    Pues eso, podeis imaginaros la escena. Tirado en el sofå con un pie hundido en la depresión y el otro en sabe Dios donde. Entregado mi psique a la turmix (para los más jóvenes, es como la termomix pero sin inteligencia artificial, sin sonido de hormigonera y sin indicador acústico de marcha atrás de retroexcavadora) de la televisión, con el fin, supongo, de que mi alma no cristalizara en forma de victima.
    En uno de esos duermevelas zombis, escucho la voz de Constantino Romero (creo estar seguro) hablando con sensual ternura a una muchachita prepuber. Abro bien los ojos y me encuentro con el bueno de Clint. Tan guapo y bauqteao como solo el sabe mostrarse, y zás! Ya me he caido dentro.

    No os asombrarå que la escena del serrucho me produjera una cojera fantasma que me duró varios días.

    No puedo imaginarme como consiguieron que durante el rodaje no se empañaran las lentes de las cámaras. El ambiente profundo esta mucho más allá de lo sudoroso o lo húmedo.

    La panoplia de arquetipos femeninos y su interacción. Sus encuentros y desencuentros. Sus anhelos personales frente al insalvable objetivo común.

    La brutal eficacia de la imagen del siempre respetable señor Eastwood, atrapado en el camisón del marido de la directora, mostrando una imagen de fragilidad (el cordero) sin arrebatarle su contenido varonil.

    Yo que se!

    Podría pasarme días enteros sacandole hilos a ese paño, y cada uno de un color, y todos armonizados.

    Pues lo dicho.
    En cuanto trague y digiera la versión del 2017, os cuento lo que me cuenta.

    Si no me echais a escobazos por escandaloso o por pisar demasiado cerca del borde, es posible que haya encontrado un sitio que sea un poco mi casa.

    Igualmente asumo que esta es una casa apacible y respetable.
    Estoy seguro de que si piso la linea, Hildy sabrá apercibirme de ello con elegancia de Dama sureña con corazón libertario.

    Y llegado el caso sabrá, si es necesario, indicarme donde está la puerta sin necesidad de que intervenga Big Jim el fiel criado Negro de seis pies y medio de altura.

    Es todo broma, aunque sea cierto.
    Es solo que creo en el cine como un hecho muy trascendental en la existencia humana, y me parece fundamental sacarlo de la pantalla (aunque sea con cubos y con barreños) y desparramarlo por la vida con muchas ganas y contemplaciones la justas.

    Los que aquí hablais no consumís cine ni disertais sobre el. Vivis el cine y compartís experiencia. Es un ejercico más que necesario, usgente, en estos tiempos en que se nos intenta extirpar el musculo onírico.

    Eso me ayuda a seguir en marcha.

    Gracias y hasta pronto!

  13. ¡Sí, Mangosta, escribiste sobre Birdy de Alan Parker!
    Bueno, aquí con un té verde y un trocito de chocolate negro, te digo que ya me dirás qué te parece la película de La seducción de Coppola. El seductor de Don Siegel abofetea y remueve, incomoda, es un cuento-pesadilla que no se olvida. A mí me impactó cuando la vi por primera vez. La de Coppola cuenta la misma historia… pero su tono es distinto, es un cuento de hadas ambiguo. Es un placer compartir una sesión doble de ambas, el diálogo entre las dos películas es apasionante.
    Como habrás podido apreciar, en la tertulia alrededor de esta película, para la mayoría Sofia Coppola no ha convencido… y es imposible olvidar a Don Siegel.
    Para mí Coppola, sin embargo, logra una mirada y un tono que me parecen interesantes para esta historia. Matices que me gustan. Pero, sí, reconozco que no sentí el impacto y la bofetada que me produce la de Siegel cada vez que la veo.

    Beso
    Hildy

  14. Hola
    La película de copola me llega a aburrir. La de Siegel es impactante. Es perversa y repleta de una tensión insana.
    Sofía me gusta mucho con argumentos menos cargados donde puede dar rienda a esas puestas en escena tan casuales y naturales, casi como anuncios de compresas. Ella sabe retratar atmósferas vaporosas, pero al tratarse de argumentos potentes, los diluye y les hace perder fuerza.
    Por otro lado la fotografía en interiores le quedó oscura!
    Fantástico blog!!!

  15. Bienvenido, Antonio. Gracias por pasarte por aquí y dejar tus palabras.

    La de Siegel es cierto que es una película impactante, pero como digo la de Coppola no me parece un remake inútil y pienso que da unos matices y detalles interesantes a la historia. Creo que Sofia hace mucho más que retratar una atmósfera vaporosa y natural, da a la historia una apariencia de cuento de hadas malévolo, sobre damas que dan rienda suelta al placer en un objeto de deseo: el soldado.

    Beso
    Hildy

  16. Gracias por tu respuesta Hildy.
    No entiendo lo de ¨cuento de hadas malévolo¨ creo que lo unico malevolo en la película de Coppola es el reloj que no avanza.
    Un critico comento con muy mala leche en relación a Maria Antonieta que Sofia se creía la protagonista y se veía en Versalles con sus amigas comiendo tarta.
    Para mi, ese enfoque era acertado, ya que conseguia hacernos comprender, incluso empalizar con ese personaje histórico tan denostado.
    En este caso, ella regresa con la formula, pero aquí, creo que se equivoca, porque convierte en inocentes a personajes que necesitan ser culpables para que la trama avance. Aquí todos los personajes son puros, hermosos y equilibrados, casi rozan la santidad, incluso Colin Farrel resulta mono y domestico, casi tanto que no se entiende porque lo matan.
    El libro, la primera versión, pero sobretodo, el argumento, es claramente una visión masculina. Un cuento con moraleja dirigido a hombres, porque es el hombre a quien amputan y matan . No me dice en este caso nada la visión de Sofia no por ser mujer sino por ser demasiado taimada, de la misma manera que creo que no aportaria nada interesante un director como Mel Gibson, con una pelicula como el piano que Jane Campion

    Un saludo muy grande y felicidades por tu blog

  17. No puedo estar más de acuerdo contigo Hildy. Salvo por cierta descompensación entre los dos bloques, ambos separados desde la visita del cabo a la alcoba, la película es muy interesante. Su visión es radicalmente distinta a la de Siegel, probablemente mucho más profunda, inteligente (a sabiendas de que el final es conocido y que no generará el impacto de la primera, deambula por territorios más complejos e irónicos) y exquisita, preciosismo formal que en nada es recreado pues se argumenta en la confrontación entre un idílico entorno, lugar y rigor moral vs educacional frente a lo que después son capaces de perpetrar ese grupo femenino que han visto peligrar ante la presencia del animal masculino. Una visión más completa, compleja, negra en el fondo que su estética refinada acentua y envuelve aún más de jocoso sarcasmo. Insisto, una obra muy estudiada que tan solo una descompensación de tiempos (el segundo bloque hubiese requerido de más trabajo y desarrollo, pues se precipita en exceso) puede hacer que su valía no sea sobresaliente y sí notable. En cualquier caso, una revisión excelente y aún más inteligente. Es una directora indiscutible, pues nos regaló una obra maestra con Lost…, y Somewer es muy interesante. La que nos ocupa también. Lo más curioso es su capacidad críptica en la dirección, pues el formato vs realización de Lost es moderno y explorativo, frente a, por ejemplo, La Seducción que se formula desde un rigor estético, de encuadres y de tempo de exquisito clasicismo. Un beso querida Hildy.

  18. Querido Altaica, sí, pienso que la película de Sofia Coppola es muy interesante. Y mucha de las razones las desarrollas muy bien en este jugoso comentario. A mí me resulta una directora que ha mostrado su propia mirada durante su filmografía y una manera de mirar y de elegir temas especial. Me resulta enriquecedora una sesión doble entre El seductor de Siegel y La seducción de Coppola y su análisis creo que es apasionante.

    Beso
    Hildy

  19. Saludos Doña Hildy! Y presentes. (Los que queden con vida, porque esta entrada ya tiene un tiempo…)

    Discúlpeme, Seño, por entregar los deberes (mi experiencia con “Seducción”) con tanto retraso. (Más de veinticuatro meses. Ya está bien!)

    Es que no encontraba las gafas. (En realidad no tienen cristales, pero es verdad que sin el aire intelectual que me aportan, no soy capaz de encontrar los arrestos necesarios para intervenir con cierto convencimiento en foros especializados donde haya nivel.

    Luis Ciges dixit: “Hijo, tú también, me podías haber ayudado un poco…. Porque esta es una discusión de cierta altura…”)

    Es bromilla!

    Ni con las gafas se arregla lo mío.

    Pero si es cierto que te dije que vería la peli y te contaría mi experiencia. Máxime, teniendo en cuenta que la versión antigua me la tragué a traición y con la guardia muy baja.
    Desde ese ángulo de la experiencia cinematográfica que está mas allá del consumo, el entretenimiento, el análisis o la erudición.
    Cuando el cine es algo que te pasa por dentro y por encima y no puedes hacer nada por evitarlo.

    Poder compartir esa experiencia con alguien que percibe (Estoy seguro de que puedes oler el chocolate aunque esté envasado al vacío, o se lo esté comiendo un personaje en la pantalla. Y eso va mucho más allá de los conocimientos amontonados o la información inherente a la producción de la historia, que nos ayudan a descomponer la historia y a relacionarla con otras historias, pero que no son la historia), relaciona conceptos y expresa los resultados como tú lo haces, es un lujo que merece todo el respeto posible.

    Si no he respondido a la tarea con anterioridad, es porque mi naturaleza (junto con mi elección) dicta el que en algunos tramos de mi vida me manifieste de un modo mayormente asilvestrado. Y los límites que estaba rebasando en aquel tiempo hacían poco recomendable el que yo anduviera metiendo cacharrazos en esta tú, aunque franca y comprometida, más que nada, amable y apacible morada.

    Total, que como lo prometido es, si no deuda, por lo menos duda (Aunque sea pequeña), si no es cumplido, voy y te cuento:

    La versión de Coppola la conseguí ver hace algún tiempo (en original y doblada) y no la recuerdo con todo el detalle que quisiera.

    La original sí que la recuerdo más integra, además de porque me saltó un ojo el día que la vi, por que posee un empaque brutal.

    «El Seductor» aunque construida con piezas (conceptuales) espinosas de muy difícil manejo, se puede decir que es película de una sola pieza. Todo en ella, desde los elementos e ideas que la componen, hasta los vínculos y los ambientes que se generan entre ellos habla a la misma vez y en un mismo código.

    Digo de difícil manejo porque habla de cuestiones que definen dramáticamente la realidad humana, pero sobre las que nos resulta muy doloroso enfocar nuestra atención.

    El vínculo más íntimo que une a hombre y mujer. Y la inversión de roles (frente a la idea social de la dominación por parte del varón) que se da en el interior de ese vínculo.

    Esa inversión de roles está reflejada además de en todo el cine, en toda la narrativa universal. Suficientemente integrado como para que no resalte por sí mismo, pero también subrayado para que no nos olvidemos de que siempre está ahí.

    Es cosa sabida y olvidada por todos que ese, es asunto que muy pocos se atreven a mirar de frente, y casi ninguno a abordar abiertamente.

    Siempre resulta algo inquietante para todos (y nos ponemos muy nerviosos cuando se aborda), y quien lo pone sobre la mesa, termina antes o después por pagar su imprudencia.
    Me remito de nuevo al ejemplo de “The Wall” de Alan Parker. El director se desvinculó del mensaje de la obra (su expresión de bebé asustado lo explica a la perfección. Existen seres humanos que poseen excepcional talento basado en una extraordinaria sensibilidad gestionada por una también excepcional inteligencia. Estas dos ultimas, en ocasiones, imposibilitan al individuo para plantear por la vía directa y personal los aspectos sutiles (hermosos o sórdidos) que ellos perciben de la realidad, máxime, cuando es casi seguro que como hables de esas cosas, te vas a llevar la del pulpo. Y con mas o menos esfuerzo y siempre con toda la dedicación, desarrollan algún lenguaje alternativo con el que poder hablar de ello sin exponer el cuello.
    Woody Allen es otro ejemplo de alma de Bebé puesta a salvo en el interior d una torre de marfil construida a base trabajo, trabajo y más trabajo. Estoy seguro de que muchos de los que frecuentáis este amable mentidero lo comprendéis a la perfección) decía que, Parker se desvinculo de la temática central, pero Watters firmó la idea, y a partir de aquello, el pobre no volvió a ser el mismo ni humana ni artísticamente.

    De igual manera, el muro que encierra el alma humana y sus orígenes, quedaron expuestos a La Luz.

    Otra de la condenas que sufre esta obra es la comprensión cojitranca por parte del gran público. Es muy buena! Es muy bonita! Es la hostia! Pero no la entiendo…

    A “Brazil” de Gilliam le pasa tres cuartos de lo mismo y por las mismas razones.

    Y aprovechando tu entrada reciente, “Obsession” de de Palma (Y el propio de Palma) está tocada por la misma saeta robotizada.
    No rasquemos debajo del Manto de la Virgen, que no sabemos lo que nos vamos a encontrar debajo, y así por lo menos se ve bonito.
    Pongamos corriendo a Beatriz sobre el altar! (o a Rebecca, o a Cleopatra, o a Getzabeth, o a Marge Simpson. O a Doña Aldonza Lorenzo del Toboso!) porque si ella no esta ahí, me entra medito y no soy nada de lo que debo y puedo ser.

    Y así seguimos.

    Y suelto este rollo para volver al Seductor de Siegel.

    En este caso, los elementos trabajan con el único fin de sostener y potenciar la historia según esta lo va demandando. Y como pasa con todos los grandes, aunque la elección de los elementos y la ordenación de estos se haya llevado a cabo con primor, sentido común y sentido del gusto extraordinarios, pueden y deben pasar desapercibidos para el espectador y limitarse a pastorear su atención y su inquietud hacia las aspectos claves de la historia.

    La versión de Coppola en ese sentido, a pesar de que la factura de todos los elementos es de gran belleza, resulta a los sentidos más una composición que un cuerpo único.
    Los bosques parecen sacados de una librería de fondos de escritorio para Mac. Es imposible no reparar en ellos. El sonido, La Luz o el propio bosque (espectaculares) trabájan de forma que te obligan a detenerte y admirarlos en lugar de meterte en la historia. (esto tiene su porqué, aunque no se si lo maneja Sofía o es trabajo directo de las musas que alimentan su imaginario)
    Todo resulta Impecable, pero pero también posee una tasa de pretensión que , si miramos con más perspectiva, no es en absoluto gratuita.
    Esto sumado a la propia presencia de la Kidman (que ya cristalizó en invariablemente inquietante después de “Eyes Wide Shut” y “Los Otros”. Ver a sus personajes proyectar amor sobre las criaturas que la rodean puede resultar escalofriante), hace que todo el paquete tenga un fuerte toque irreal, o de sueño vívido.

    Ese punto ambiguo que mencionas y al que yo añadiría el de inquietante y siniestro (la cancioncilla que canta la niña en la primera escena del bosque se las trae, y ya va ordenando las piezas sobre el tablero), procede, a mi juicio, de que algo tan sangrante y sempiterno ( Martha y sus Banshees encarnan a la perfección al águila que devora el hígado de Prometeo. El sargento lucha por la libertad del hombre y encuentra su castigo. En el cine los arquetipos campan a sus anchas) Decía, el duro mensaje es comunicado con una levedad y una gentileza aparentes que solo se pueden catalogar de inmisericordes.

    En “El Seductor”, a pesar de que el bueno de Clint termina sucumbiendo en la lucha, las fuerzas que intervienen en esta, se presentan aparentemente equilibradas y necesitan probarse a sí mismas en cada lance de la historia.

    En “La Seducción”, el juguete que supone el sargento, no es más que el protagonista de la crónica de una muerte anunciada, elegantemente emplatada, además.
    Y aderezada también con el puntito ese de Andy McDowell en su glorioso papel para Margaret Astor “porqueyolovalgo…”

    En cualquier caso, y siempre desde el punto de vista del espectador y no del entendido (Porque de cine, aunque comprenda algunas cosas, no puedo decir qué entienda) nada de lo mencionado legitima o deslegitima ninguna de las dos obras.

    Cada una responde a su tiempo, a su creador y a su público.

    Y en ese sentido las dos encajan a la perfección. Por eso creo que el aparatoso envoltorio del que se sirve Coppola para contar algo tan básico se corresponde a la perfección con el prisma que hoy se utiliza para contemplar todos estos asuntos.
    Una óptica embadurnada de un siniestro glamour que roza sobradamente lo esotérico. (Esto es, vosotros podéis ver los hechos, pero no podeis ver los hilos, ni las manos que los mueven, aunque los tengas atados a la punta de la nariz) (por citar un miembro)

    La original tiene más visos de convertirse en atemporal, porque nos transporta a un tiempo en el que lo que (en el plano de la intimidad entre hombre y mujer) se contaba, era mucho más cercano a lo que se sabía y se creía.
    Desde entonces para acá, la psique humana, se ha consentido mucha divergencia entre esas tres vías, que además son los pilares fundamentales de la consciencia e hijas innegables de la subconsciencia. Territorios estos que definen la franja donde florecen el cine, la narrativa y las artes en general.
    (Del sueño a la poesía, dice Silvio Rodriguez)

    Lo que comparte la obra de Coppola con este modelo disgregado de psique humana que hoy nos rige (mayormente en occidente, pero extendiéndose a toda leche) es lo que hace que, una vez asumida la calidad de los materiales, trascendido el parámetro de misteriosa inefabilidad y disfrutada la muy gentil dirección artística, no nos quede más consuelo que mirar las delicadas rosas que adornan la elegante vajilla de porcelana de Limoges en la que nos han servido todo. También pasa fuera de la película en todo momento. El descubrimiento de esto mismo es lo que hizo al bueno de Denys Finch-Hatton esnafrarse con el avión amarillo.

    Dicho todo esto, solo me queda sacar un rato para volver a ver la versión de Sofia Coppola, darme cuenta de en su momento la vi con el ánimo equivocado y regresar aquí para pedir disculpas por la sarta de sandeces que os he colocado. (Después de todo, sí nos entregamos al cine, es para seguir creyendo en algún lugar de nosotros que todo es posible. Y que yo meta la pata, con todo lo que suelto, entra en el rango de lo altamente probable)

    En tal caso, pido disculpas de antemano.

    Dicho esto, es casi mejor que me vaya callando.

    Me alegro un montón de haber sido capaz de terminar lo que comencé aquí hace ya bastante tiempo. (Gracias Hildy, por no haberte pasado mientras tanto a las finanzas o al noble arte de tejer bufandas. Creo sinceramente en la absoluta necesidad del cine como referencia para transitar estos tiempos pedorros y criminales , pero también tiempos críticos y propiciadores de cambios esenciales.

    Por eso hay que zurrale duro a la raíz del problema.

    El que haya personas que como tu, con paciencia y amor acojonantes, se preocupan de sacar a la superficie del guiso las sustancias más inconcretas y cercanas a la fibra sensible y a los aspectos más delicados y mágicos de la existencia, es para mi una cosa muy seria. Y creo que es justo ahí donde se apoya el pilar que sostiene el “queridísima” que acompaña siempre a Hildy)
    (Que mal rollo, tu…)

    Insisto en que compartir contigo una experiencia cinematográfica de cierto calado, va mucho más allá de lo que supone una consulta al sacerdote, o una charla con los eruditos, o el asesoramiento por parte de un comerciante especializado del ramo.
    Tu conocimiento y tus conocimientos a cerca del tema son, vistos desde aquí, una cosa magnífica. Pero el parámetro humano alrededor del cual se ordenan, hace que para mí sea un placer (además de una necesidad perentoria) volcar en tu salita la caja de Pandora y ponerme a revolver.

    Me confío por completo a tu buen hacer a la hora de solventar cualquier exceso por mi parte. Y estoy seguro de qué llegado el caso, si entro en delirio y meto demasiado ruido, sabrás hacer buen uso de la escoba y hacerme correr escaleras abajo. (No se porque, me encanta esa imagen. Son unas escaleras parecidas a las que conducen a Jake y Elwood Blues a ver al Pingüino. Con su Cristo y todo)

    Bueno, yo me marcho, no me vaya a pillar la monja, que mira que horas que son.

    Un agradecido y sentido abrazo, y…

    queda a la espera de lo peor…

    Volveré… (Fondo de rayos y centellas con violines obstinados e inquietantes y fundido en negro)

  20. Querido Mangosta, cuánto tiempo sin saber de ti.
    ¡Y además cumpliendo lo que ya dijiste en tu anterior comentario, que te pasarías expresando tu mirada sobre La seducción! Gran placer inmiscuirse en tus líneas.
    Guaauuuu, es todo un desafío leer tus reflexiones y pensamientos. Y tu interesante manera de comparar ambas películas, que además unes con las formas de «contemplar y entender» el mundo. Sí, veo que tu seducción es mayor hacia El seductor y su época, que hacia la manera de expresarse en los tiempos de La seducción. O lo que es lo mismo, El seductor tiene un discurso compacto y visual, equilibrado. Y La seducción es más bien un envoltorio que presenta algo sin aristas.
    En fin si además todo los riegas con palabras afectuosas hacia la anfitriona, pues supondrás que me quedo más que contenta.

    Por supuesto, espero tu vuelta

    Beso
    Hildy

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