Vida bohemia (La bohème, 1926) de King Vidor

Vida bohemia

La manera de rodar la larga y trágica agonía de Mimi y el rostro de Lillian Gish son tan solo dos de los ingredientes por los que merece la pena adentrarse en otra perla silente de la filmografía de King Vidor: Vida bohemia. Rodada entre El gran desfile, que le convierte en cineasta consagrado, y Y el mundo marcha, su obra genial del periodo mudo… Vida bohemia es un paréntesis en su carrera como director-autor. Pues es digamos un encargo o mejor dicho una exigencia de una de las primeras estrellas de cine, con poderes, Lillian Gish. Parece ser que ella buscaba un vehículo para una nueva etapa de su carrera, donde ya no era la heroína de las películas de D.W. Griffith, pero sí una flamante estrella de la Metro Goldwyn Mayer. Y encontró su personaje en Mimi…, su contrato la permitía elegir director y actor principal. Así quiso a su lado a Vidor (después de visionar parte de El gran desfile) y al galán John Gilbert. Aunque no coincidieron director y actriz en maneras de trabajar se admiraron y respetaron. Así Vidor cuenta en su estupenda biografía, Un árbol es un árbol, la concienzuda y detallada preparación de la Gish para la escena de su muerte… que le llegó a dejar preocupado por si la actriz había ido demasiado lejos en su preparación y entrega.

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Miradas sobre Hollywood. Café Society (Café Society, 2016) de Woody Allen/Maps to the stars (Maps to the stars, 2014) de David Cronenberg/Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks, 2013) de John Lee Hancock

Últimamente Hollywood habla mucho en sus películas sobre Hollywood. Y surgen así diferentes miradas y todas ellas con matices interesantes que merece la pena destacar. No hace poco por este blog se ha analizado Trumbo de Jay Roach o Ave, César de los hermanos Coen, últimos estrenos de cine sobre cine, y de Hollywood sobre Hollywood… Pero también se puede nadar por el buscador y encontrar otras joyas cinematográficas de otras décadas que también miran ese espacio, a veces mítico, otras realista y más allá un mundo de pesadilla: por ejemplo, el más cercano es el que se refiere a El último magnate de Elia Kazan. Así sigo completando este ciclo apasionante con tres películas recientes que presentan de manera muy diferente ese universo de estrellas.

Café Society (Café Society, 2016) de Woody Allen

Café Society

Me imagino a Cecilia (Mia Farrow), la protagonista de La Rosa Púrpura del Cairo, viendo una película en plena Depresión en una sala de cine donde se cuente una historia similar a Café Society. Una historia para evadirse. Una historia con fiestas y emplazamientos que ella nunca podrá pisar, ambientada entre Hollywood y Nueva York. Y de por medio un poco de acción con gánsteres. Y por supuesto una historia de amor imposible… Y mucho vestuario precioso para ellas y, por supuesto, para ellos también. Mucho glamour y diálogos chispeantes. Una copa de champán, unas velas y una lágrima. Una chica atrapada entre dos amores. Y una decisión. Pero después viene el reencuentro… Sí, eso es lo que hace Woody Allen contar una historia como se hacía en el Hollywood de los 30. Por eso es un homenaje doble porque es cine dentro del cine, pero también un estilo y una forma de contar de aquellos años que refleja. Y con mucho mérito, pues además es su primera película digital, como también lo es de Vittorio Storaro, el director de fotografía… y, sin embargo, crees que sigues disfrutando de una vieja historia de celuloide. Pero además Allen no prescinde de su voz como narrador. Él es el demiurgo que todo lo ve y todo lo armoniza. Y no puede faltar su visión romántica, filosófico, religiosa… con dosis de fortuna y desencanto. Viaja a los estudios de Hollywood de los años treinta, pero no abandona su Nueva York… y el puente de Brooklyn. Además regala un fin de año con sabor nostálgico de dos amantes que se recuerdan.

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Pasión por el cine. Vida en sombras (1948) de Lorenzo Llobet-Gràcia/El chico que conquistó Hollywood (The Kid Stays in the Picture, 2002) de Brett Morgen, Nanette Burstein

Aviso de Hildy: de nuevo disculpas, no es fácil averiguar qué es lo que está pasando con el apartado de comentarios. Me están ayudando muchísimo e intentando dar con el problema cuanto antes, pero de momento sigue sin estar restaurado plenamente.

La pasión por el cine cobra vida en la propia pantalla blanca. Y es que hay una serie de películas de ficción y no ficción que analiza ese amor por las imágenes en movimiento. Un amor que atrapa tanto al espectador como a todo aquel que esté involucrado en algún oficio dentro del mundo cinematográfico… y ya le acompaña para siempre. Un amor lleno de magia y también de misterio. En esta sesión doble propongo un descubrimiento maravilloso del cine español: Vida en sombras, una película que he perseguido y ansiado y que finalmente pude disfrutar en Historias de nuestro cine. Una película que dirigió un apasionado del cine, Lorenzo Llobet-Gràcia, y que logró reflejar todo ese amor. Fue la única película de su filmografía. Y un documental que he vuelto a ver y me ha vuelto a entusiasmar, El chico que conquistó Hollywood, un inteligente documental autobiográfico del productor Robert Evans y un retrato apasionado sobre el triunfo y la caída de un hombre en el apasionante periodo del Nuevo Hollywood.

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Irrational man (Irrational man, 2015) de Woody Allen

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Irrational man de Woody Allen sigue dentro de su trayectoria cinematográfica la senda de Delitos y faltas, Misterioso asesinato en Manhattan, Match Point, El sueño de Casandra, Conocerás al hombre de tus sueños… con la silueta de Alfred Hitchcock planeando sobre ella y el reciclaje de las obsesiones del director: las dificultades en las relaciones personales, el enamoramiento y desenamoramiento, la fuerza del sino o el destino, el vacío creativo…, así como la importancia de las decisiones y la capacidad de los hombres para protagonizar el acto más moral o el más inmoral y también la importancia de la suerte o la capacidad del hombre para ilusionarse… Todo mezclado con el papel de la filosofía y la literatura en la vida cotidiana (tema apasionante en la filmografía de Allen).

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Buscando chispas en estrenos de cine descafeinados…

Ristra de estrenos veraniegos… y la cartelera ha sido algo descafeinada (seguro que me he perdido tesoros que no he podido abarcar). He visto bastantes películas pero ninguna redonda. He tenido que buscar las chispas. No he vibrado ante ninguna de las que he visto. Pero en todas…, algo se vislumbraba. Estas son las chispas. Animales de compañía que significan mucho más, familias desestructuradas que se estructuran, soledades, amores tardíos, segundas oportunidades, supervivencia, miedos profundos, muerte, luz al final del túnel, actores que iluminan o llenan la pantalla, directores que siguen su estela… Y de propina dos antecedentes.

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Vivamos de nuevo (We live again, 1934) de Rouben Mamoulian

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Ochenta y cinco minutos de película logran traer a la memoria la esencia de una novela de seiscientas cincuenta y siete páginas (la leí hace unos cinco años y los fotogramas han logrado devolverme algunas ideas olvidadas). Vivamos de nuevo es la adaptación cinematográfica de la última novela de Tolstói (y también una de las más desconocidas del autor), Resurrección. Igual de olvidada se encuentra esta interesante y sorprendente película de Rouben Mamoulian. Director de una elegancia visual especial y también relegado a los últimos puestos en el olimpo de grandes realizadores, bien al fondo…

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Diccionario cinematográfico (217)

 

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Ascensor: el ascensor, ese aparato que traslada a unas personas de un piso a otro en un edificio… es de lo más cinematográfico. Sirve tanto para presentar o despedir a un personaje tan potente como la señora Violet Venable (Katherine Hepburn) en De repente el último verano, hasta mostrar la naturaleza de humano y bestia que tiene un personaje con rostro de Ryan Gosling en Drive. Así en De repente el último verano vemos descender a una “cuerda” Violet Venable de un pequeño ascensor, una mujer que quiere ocultar la enfermiza relación con su hijo y la verdad de su muerte haciendo que se practique una lobotomia a su sobrina, única testigo de ese acontecimiento y, al final, la vemos desaparecer en ese mismo ascensor ascendiendo a su universo de locura y desconexión con la realidad… después de la revelación de la verdad. Mientras en Drive, el ascensor se convierte en el espacio donde en breves segundos se vive el momento más romántico y más violento de la película.

En ese espacio también se puede cometer el más tremendo de los asesinatos o puede ser el lugar donde ocurra una de las escenas más divertidas. Así no hay más que visitar el ascensor de Charada de Stanley Donen… donde aparecerá muerto de forma violenta uno de los perseguidores de Audrey Hepburn. O no podremos parar de reír con la claustrofobia (y muchas cosas más que pasarán en ese lugar estrecho y pequeño) que sufre el personaje de Woody Allen junto a su esposa en la ficción (Diane Keaton) en Misterioso asesinato en Manhattan.

También será el lugar terrorífico donde grandes damas de la pantalla sufrirán sus más tremendas pesadillas. Así le ocurrirá a Doris Day en Un grito en la niebla de David Miller, que teme por su muerte y vivirá lo que es el miedo en un ascensor. También veremos los sufrimientos de Olivia de Havilland cuando se queda atrapada en el ascensor de su hogar… y sabe que va a estar varios días sola, sin que nadie acuda en su ayuda en la siniestra Una mujer atrapada de Walter Grauman.

Como no, también pueden transcurrir bonitas historias de amor… como el que se da entre una ascensorista y un oficinista gris, que encuentra un aliciente todos los días en subir o bajar al ascensor en su trabajo… Así ocurre en El apartamento con la señorita Kubelik (Shirley MacLaine) y el señor Baxter (Jack Lemmon) y el romanticismo según Billy Wilder.

O momentos tremendos de suspense…, donde nos mordemos las uñas, como cuando se queda encerrado Julien (Maurice Ronet) en un momento crucial donde empieza a escribirse su destino fatal en Ascensor para el cadalso de Louis Malle. Y tampoco podemos olvidar un padre de familia angustiado (James Mason) y secuestrado que trata de escapar a través del hueco del ascensor en Cautivos del terror de Andrew L. Stone.

Tampoco olvidar cómo el ascensor es un aparato fundamental para presagiar catástrofes y accidentes tremendos. Así en los ascensores ocurren momentos angustiosos en esa película clásica del cine de catástrofes que se llama El coloso en llamas. Y también es el sitio donde se pilla desprevenido o es la última oportunidad de un personaje para sobrevivir a la muerte al abrirse sus puertas…, así puede verse en Infiltrados de Scorsese. Así como un espacio ideal para tórridas escenas de sexo como las que viven Michael Douglas y Glenn Close en Atracción fatal.

No hay duda de que el ascensor y el cine mantienen un buen idilio. ¿Cuál es tu ascensor favorito?

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 razones para amar El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, 1962) de John Ford

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Razón número 1: El senador y la mentira

Ransom Stoddard es un mítico senador del Congreso de los Estados Unidos y un día llega en tren a una pequeña localidad del Oeste, Shinbone. Para sorpresa del periódico local el senador está ahí para asistir al entierro de un hombre que nadie recuerda, Tom Doniphon.

En una destartalada funeraria sólo acompañan el ataúd: el senador, su esposa Hallie, el amigo fiel Pompey y un hombre anciano que fue en tiempos lejanos comisario, Link Appleyard. Uno de los periodistas quiere saber por qué el senador está ahí y le dice que tiene derecho a saberlo porque él es noticia. El senador mira a su esposa. Ésta asiente. Y se lleva a los periodistas a otra sala. Y empieza a contar su historia.

Éstos son los cimientos sencillos de un relato cinematográfico complejo. El hombre que mató a Liberty Valance es un western desencantado, íntimo,  tremendamente romántico y poblado de idealismos y sueños rotos. Como acostumbraba John Ford, sus historias aparentemente parecen simples y sin complicaciones pero es en lo que no se dice donde se hayan las complejidades y las otras lecturas.

El personaje del senador es tremendamente rico en matices. Nos lo presentan ya mayor y con éxito… distinguido y tranquilo. Sin embargo, vamos viendo a un hombre desencantado, distante y cínico, que arrastra una historia que quiere contar. Y que no le hace más feliz y sí carga más peso en sus espaldas. Le hace reflexionar sobre su vida y méritos políticos. Al final toma una decisión que implica la felicidad de su esposa, Hallie. Descubrimos tristeza, y también ese desencanto, en el matrimonio.

Y todas las claves se van desvelando según vamos escuchando los hechos que relata el senador… Todas las piezas van encajando. Así descubrimos los inicios de un joven abogado que en un pequeño pueblo del Oeste pierde su idealismo y gana su prestigio político y su estabilidad emocional. A su favor decir que todo le vino dado, incluso el convertirse en leyenda. Y que realmente creía y cree en los ideales políticos… piensa que puede mejorar la vida de los habitantes del salvaje Oeste.

Para este papel nadie mejor que un James Stewart capaz de dar todos los matices, todas las luces y sombras, a su personaje. Un personaje que arrastra a su pesar una mentira sobre la que se ha cimentado su carrera y prestigio político.

Y ahí está John Ford para convertirse en un trovador de buenas y emocionantes historias y contar en imágenes una maravillosa y extremadamente compleja. Una de sus últimas historias. Nada es plano. Nada sobra. Nada falta. El hombre que mató a Liberty Valance surge del relato corto de una mujer, Dorothy M. Johnson y de la visión y añadidos de John Ford que guiaron la escritura del guion de James Warner Bellah y Willis Goldbeck.

Razón número 2: El héroe protector

Tom Doniphon es el héroe protector y sólo podía tener el rostro y la presencia de John Wayne. No habla mucho, no tiene el don de la amabilidad aunque sí un sentido especial del humor y la lealtad. Ante todo es fiel a sus amigos y al amor. El hombre duro es despiadadamente romántico.  Y cuando no consigue a la mujer de sus sueños y cuando ya no es necesaria su protección, cae al abismo en silencio. Cae en el olvido. Y no se queja ni acude a nadie. Sólo permite que se quede a su lado otro amigo y compañero de trabajo fiel, Pompey. Él se sacrifica por lo que cree y por el amor de su vida. En silencio. No quiere glorias, prefiere la soledad. Prefiere morir en vida.

Cuando llega ese joven abogado, valiente con la palabra pero un desastre con las armas, se convierte en su sombra protectora. Y en sombra se queda. Porque siempre ha actuado así. Sólo sabe actuar así. Todos los del pueblo lo saben. Los dueños del restaurante. La mujer de su vida, Hallie. Cada uno de los habitantes: el periodista, el doctor, el comisario…Todos saben que pueden contar con él. Y todos saben que está ahí, protegiéndoles en silencio ante los desmanes de Liberty Valance y su pandilla. Valance sólo siente cierto respeto por Tom Doniphon.

Y él vive trabajando, protegiendo, y labrándose un futuro tranquilo. Por eso en su casa lejana está construyendo una hermosa habitación… para cuando la ocupe con Hallie. Nunca da el paso de pedir su mano pero va dejando pistas: no sólo la protege sino que la regala un hermoso cactus con flores, siempre tiene una palabra amable y le encanta cuando Hallie se enfada…

Pero dicen que cuando a los hombres duros se les rompe el corazón ya no tienen consuelo. Se retiran a beber y morir lentamente, en olvido. Y nadie mejor que John Wayne para mostrarnos a ese héroe protector que se derrumba.

Razón número 3: Las armas y la ley

Y El hombre que mató a Liberty Valance tiene diversas capas. Y una de ellas es glosar o trovar el fin de una etapa en el lejano Oeste. Y en esa línea de cambio, dos hombres.

Tom Doniphon representa al vaquero del Oeste, al héroe a su pesar que sobrevive en un territorio sin ley. Diestro con las armas se hace respetar y cuida a los suyos. Primero los enemigos fueron los indios (¿o los enemigos fueron ellos?), también los ladrones y saqueadores de los caminos, después los rancheros que no quieren compartir la tierra y que sólo conocen la ley del más fuerte y el lenguaje de las armas. Si no admites lo que te propongo, te mato. Mientras sobrevivo.

Y el senador Ransom Stoddard representa el futuro. La fuerza de la palabra. La construcción de nuevos ciudadanos. El joven Ransom cree en la educación, en el poder de la escritura y la lectura. Cree que se puede enseñar lo que es la democracia por eso sabe la importancia que tiene la información (el periodismo). No cree que tenga que imperar la ley del más fuerte sino lo que opine la mayoría. Él llega al pueblo y es recibido con máxima violencia por Liberty Valance que le deja moribundo… y él quiere combatir con Valance con la ley en la mano y meterle en prisión. Ransom Stoddar muestra el siguiente paso del salvaje Oeste, él cree en el progreso, en la comunicación, en la política, en el paso de la diligencia al tren, en la construcción de un estado…

Sin embargo la gran ambigüedad del asunto (y es un tema ya tratado por John Ford varias veces) es que para poner los cimientos al progreso y para construir la democracia (para entender la historia de ese lejano Oeste)… hace falta que existan héroes como Tom Doniphon que no tienen problema en empuñar un arma…

Razón número 4: Los malos y otros secundarios

Como es habitual en el universo fordiano, la galería de secundarios es un lujo de buenos personajes. Así entre los malos nos encontramos a un pistolero y mercenario (que se une al mejor postor) que hace la vida imposible a todos los habitantes del tranquilo pueblo del Oeste. Él es Liberty Valance, un hombre excesivo que deja su firma con un látigo… especialista en desestabilizar, crear violencia y no tener un atisbo de piedad. Pero sí se da cuenta y por eso los toma inquina que esos hombres que emplean la palabra y el saber pueden acabar con su reino de miedo y terror. Por eso se convierten en objetivos el periodista y el abogado… Y el rostro de Valance con su risa incluida no podía ser más que el del mítico Lee Marvin. Le acompañan dos secuaces, uno de risa desagradable y el otro siempre callado y frío. Y en ese secuaz silencioso descubrimos al futuro rey del spaghetti western, Lee Van Cleef.

Pero como no podemos pararnos en todos los secundarios, nombraremos a los más cruciales en la trama.  Así nos encontramos que Pompey, el amigo fiel de Tom, es otro ser marginado como él y cuenta con el rostro de un siempre eficaz y carismático Woody Strode. Un hombre negro no lo tenía fácil en el salvaje Oeste pero Pompey siempre se mantiene como un hombre íntegro, fiel y con la dignidad intacta. También nos encontramos con ese comisario puesto en su cargo por su inutilidad y cobardía para que no sea un estorbo ante los desmanes de Liberty Valance y su pandilla. Y ese comisario tiene el rostro de Andy Devine, inolvidable secundario. No obstante al comisario se le regalan no sólo momentos cómicos y de cobardía sino un enfrentamiento verbal con Valance y una fidelidad hacia todos aquellos que considera amigos. También se ilustra el nacimiento de una democracia donde ya se ve el poder de la oratoria, la artimaña y el proceder de los políticos para conseguir sus fines, la importancia del espectáculo y los mítines para conseguir votos, el peligro del populismo… Y ahí se nos regala la interpretación de John Carradine como oponente político del joven senador.

No son los únicos… hay muchos otros rostros identificables del universo fordiano. Y uno de ellos me lo guardo para un único apartado, el periodista Dutty Peabody con el rostro de Edmond O’Brien.

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Razón número 5: La memoria, de la diligencia al tren

El hombre que mató a Liberty Valance es también un tratado sobre la memoria. Así nada como la muerte de un ser querido para activar los mecanismos del recuerdo. El senador le dice al periodista que él es un hombre joven que sólo sabe lo que ocurrió a partir del descubrimiento del tren… pero que su mundo era muy diferente. Y en ese mundo iban en diligencia. Y entonces en esa funeraria (que sirve para más negocios) hay una polvorienta diligencia. El senador señala esa polvorienta diligencia para dar a entender su pasado… y de pronto quita el polvo y descubre la inscripción y cree, emocionado, que puede ser la misma diligencia que le trajo a ese lejano pueblo. Entonces se pone en marcha la memoria, el recuerdo y la nostalgia… y ya el espectador queda atrapado ante esa historia rescatada del pasado en las brumas de la memoria.

Razón número 6: El triángulo y el amor

Una de las razones por las que amo eternamente a El hombre de Liberty Valance es por su romanticismo extremo pero sin estridencias. Y así entre el senador y el héroe protector surge el tercer personaje de un triángulo: Hallie, la chica voluntariosa, inteligente, llena de vida, con carácter y analfabeta (pero con muchas ganas de aprender), que trabaja duramente en el restaurante con los dueños —un matrimonio que ejercen prácticamente de padres adoptivos—, y que marca la vida de los dos protagonistas. Y marca sus vidas porque los dos la quieren. Así su vida se construye a partir de una elección. Esa elección la sigue para siempre. Al final queda como un halo de nostalgia alrededor del personaje. Sobrevuela una duda, ¿se equivocó en la elección?

No lo sé. Creo que esa duda hubiese también sobrevolado si hubiera elegido a Tom. Hallie siempre dudaría porque los amaba a ambos (pero de manera diferente) y cada uno le ofrecía un mundo y posibilidades diferentes. Y además Hallie sabía cómo tratarles a ambos y no sólo eso, se da cuenta de que ambos están y estaban totalmente enamorados de ella…

Y es Hallie la que precipita el sacrificio de Tom pues éste decide retirarse del juego del amor cuando descubre que ella quizá quiere vivir tan sólo al lado del hombre de letras y ahora héroe mítico.

Hallie arrastra la pena de la pérdida porque sí valora el sacrificio de Tom e incluso parece que, suavemente, se lo echa en cara a su flamante marido, el senador. El senador significaba un mundo de conocimiento, apertura y aventura fuera del pequeño pueblo. Y ése fue el camino que tomó. Y Tom hubiese sido quedarse donde estaban sus raíces, en una casa construida para ella, vivir en una comunidad pequeña, rodeada de naturaleza y quizá con una pasión más profunda. Hacia el senador sintió una admiración honda…, y con Tom quizá fue una mujer enamorada que no dio el paso porque él tampoco se atrevió o se le pasó el momento.

Hallie tiene el rostro de la actriz Vera Miles, actriz que compone dos hermosos papeles tanto en Centauros del desierto como en esta película. Aquí Ford le regala un buen papel y la actriz despliega su arsenal y se apodera del personaje.

Razón número 7: Desmitificación de la leyenda

Si por algo también me entusiasma El hombre que mató a Liberty Valance es porque aparentemente parece que está contada de una forma sencilla… pero la sorpresa que la convierte en película imprescindible es que es una de las más demoledoras historias de desmitificación de una leyenda. De desmitificación del acto de un hombre.

Construye el engranaje completo de cómo el senador se convirtió en el hombre que mató a Liberty Valance. Un hombre por ello admirado, respetado y querido. Y cómo este hecho es una leyenda y cómo su protagonista lo sabe. Así cuenta los sucesos acaecidos a unos periodistas ávidos de noticias… pero cuando éstos se dan cuenta de que la leyenda se quiebra, uno de ellos dice frase demoledora: “Esto es el Oeste, señor. Cuando la leyenda se convierte en hecho, se escribe sobre la leyenda”. Así que el senador se queda con la leyenda que cada vez más le pesa… y Tom relegado al olvido. John Ford nos cuenta la verdad, los hechos de una historia, pero se nos dice que se prefiere la leyenda…

Y lo que parece una bella historia se convierte en una culpa oculta. En una mentira sobre la que se construye una carrera política. Y eso termina doliendo al matrimonio Stoddard. Y a todos los que rodean el ataúd.

Ford nos cuenta de manera magistral y en el momento justo de dos maneras diferentes, desde dos puntos de vista distintos, el instante en que Liberty Valance cae abatido por un tiro. Primero la gente del pueblo, y nosotros los espectadores, vemos cómo el senador gravemente herido (y valiente, eso no se lo quita nadie) con su mandil y su pequeña pistola dispara a Valance y éste cae moribundo. Pero en el momento crucial de su carrera política, en un momento que va a abandonar, Tom le cuenta lo que pasó aquel día. Y vemos la misma escena desde un callejón donde se encuentran Pompey y Tom… y como siempre el héroe protector está ahí a tiempo de actuar.

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Razón número 8: La libertad de prensa y Dutton Peabody

El periodista Dutton Peabody es el personaje secundario que hace que uno se quite el sombrero. Protagoniza además uno de los momentos más increíbles cinematográficamente que muestra a un Ford maestro del lenguaje en imágenes.

Dutton Peabody es además el alcohólico del pueblo… tanto cuando bebe como cuando no bebe le gusta hablar y contar verdades pero se encuentra tan desencantado en un mundo de locos que prefiere parecer un cínico que nada le importa y que lo único que le interesa son sus botellas. Sin embargo la llegada del joven abogado le hace volver a creer que el cuarto poder sirve para algo y este propietario, editor, director, reportero… y también, para qué engañarnos, el que barre el local del periódico local empieza a emplear sus páginas para la denuncia y termina, sin quererlo ni beberlo, en el mundo de la política. Pero también se convierte en objetivo de Liberty Valance y sus hombres y en un defensor acérrimo de la libertad de prensa…

Así protagoniza una escena increíble en su local. Está escribiendo su próxima portada pero a la vez se encuentra muy bebido (el miedo: se sabe en peligro y que Liberty Valance va a por él y a por el senador). En esa portada cuenta la derrota de Valance en una votación… queda claro que no sirve para la política ni para la democracia. Descubre una errata y que tiene que corregirla… pero antes decide ir a por más alcohol. Vemos cómo apaga la luz de su quinqué y cómo su sombra se proyecta en la pared del local. Va a la cantina a por más alcohol. Y cuando regresa, sólo vemos su sombra en la pared. Todo está oscuro. Alcanza su quinqué y lo vuelve a encender y ante la tenue luz aparecen de pronto Liberty Valance y sus dos secuaces. ¡Una pasada de escena! A partir de este momento recibe una brutal paliza… que le deja prácticamente muerto.

Dutton Peabody está magistralmente interpretado por Edmond O’Brien en uno de los mejores papeles de su carrera cinematográfica. Me quito el sombrero.

Razón número 9: Lo que no se dice

Ford es el rey en contar silencios. En sus películas hay que estar atento a lo que no se dice, a lo que se muestra con una mirada o con un gesto. Y surgen otras historias y otras lecturas. Y en El hombre que mató a Liberty Valance hay que estar atento a las miradas de Tom, a las de Hallie, a las de Pompey, a las del senador… Cómo Tom se sienta en la mesa de un restaurante, cómo el senador mira a Hallie cuando descubre que ésta no sabe leer, cómo Hallie sale a la puerta para despedirse de Tom pero no le llama y cómo Pompey mira a cada uno de los protagonistas de esta historia y sufre con dolor el sacrificio de Tom.

Si seguimos tan sólo las miradas encontramos un subtexto que enriquece cada vez más la película en cada nuevo visionado.

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Razón número 10: Flores de cactus encima de un ataúd

Y llega entonces para mí una de las escenas más hermosas: un humilde y sencillo ataúd de madera con unas flores de cactus encima. Y los que ya sabemos los hechos nos damos cuenta del significado de esta escena y entendemos la mirada del senador…

Y eso es El hombre que mató a Liberty Valance la flor de cactus en la filmografía de John Ford. En el momento de su estreno fue vapuleada por la crítica, fueron pocos los que supieron ‘leerla’. Sólo hizo falta que pasara el tiempo para descubrir el potencial y la complejidad de una historia que destruye, con delicadeza, la leyenda y la épica del Oeste…, y muestra un mundo brutal y duro.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 razones para amar La Reina de África (The African Queen) de John Huston

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Razón número 1: Rose y Charlie

¿Qué pasaría si se encontraran una solterona estirada y muy creyente y un borrachín fracasado? ¿Qué pasaría si se encontraran en una barca y en situaciones extremas? Eso es lo que les pasa a Rose y Charlie, dos personajes que parece que ya la vida no va a depararles más sorpresas. Que parece que sus rumbos ya están trazados. De pronto por circunstancias ajenas a ellos y por motivos históricos que implican una guerra, coinciden en una pequeña barca para realizar un viaje imposible con una misión descabellada en el continente africano. Y durante ese trayecto ocurre lo inimaginable: se enamoran y forman un equipo de trabajo perfecto.

Así Humphrey Bogart y Katherine Hepburn se unen y como sus personajes exudan una química increíble que hace que todo espectador se crea su historia de amor y aventuras. Y es emocionante ver su transformación. La de ambos. De solterona estirada y borrachín fracasado a una pareja que trabaja en equipo y absolutamente enamorada. Y es una gozada acompañarles en su viaje. Ya les pasó a los espectadores de los años cincuenta… desde Hollywood no podían creer que una historia de amor entre dos personajes maduros y fracasados pudiera enganchar (y tener un éxito inmediato de público, crítica y premios diversos)… y, sin embargo, aún su magia sigue despierta, y todos los espectadores que la ven una y otra vez quieren que a Rose y Charlie les vaya bien. Que les vaya bonito, como dicen en México.

Razón número 2: La Reina de África

Una tercera protagonista es una barca desvencijada y vieja que se llama La Reina de África pero cuidada con mimo y capaz de hacer hazañas increíbles. Capaz de surcar un río imposible cargado de peligros o de enfrentarse a un gran barco como David a Goliat. En esa barca siempre averiada pero que nunca se rinde se viven peleas, peligros, momentos de risa y otros de intimidad. Romanticismo y cotidianeidad. Y es una barca que tiene de todo: en ella cabe la posibilidad de tomar un té o también se puede fabricar un torpedo. Y tal y como la miman y cuidan los protagonistas, también el espectador tiene ganas de surcar un río con ella y que siga siempre en danza.

Razón número 3: Aventura

El ritmo de La Reina de África es trepidante. Siempre ocurre algo. No hay ni un momento de calma… cuando parece que llega la tranquilidad y el tiempo de amar asoma una nueva aventura.

El río por donde navega esta barca con rumbo hay que saber leerlo, como dice Charlie, pero está plagado de sorpresas: cuando no es un rápido es una cascada, cuando no son los mosquitos o más allá los cocodrilos o a la vuelta se encuentra un fuerte alemán o un laberinto de manglares.

Razón número 4: El fracaso, según Huston

Si miramos las películas de Huston siempre cuentan historias de fracasados que fracasan de nuevo en un objetivo que se ponen. Sin embargo, Huston permite esta vez que dos fracasados triunfen tanto en el objetivo que se ponen como emocionalmente. A Charlie y Rose, Huston les regala un final feliz.

Razón número 5: Radiografía de un fracasado en unos minutos

No obstante en unos minutos, al principio de la película, nos regala un personaje triste. Muy triste. Un fracasado que además, de manera inconsciente, hace daño a quien le rodea (en este caso a su hermana Rose). Y es el retrato del misionero Samuel, hermano de Rose. Perdido en una misión recóndita de África que lleva como puede (pero con la ayuda incondicional de una mujer inteligente y práctica, su hermana Rose) pero amargado por el éxito de otros compañeros que estudiaron con él. Consciente hasta el final, hasta cuando enloquece, de su fracaso en los objetivos que se fijó en la vida. Y este triste personaje que nos recuerda la filosofía del perdedor de Huston tiene el rostro de un secundario eterno, Robert Morley.

Razón número 6: Aventuras detrás de la cámara

El anecdotario del rodaje de La Reina de África en la propia África es casi tan famoso como la propia película. Así todo el mundo a través de libros, artículos, entrevistas a los que allí vivieron ha creado una película paralela. Y es tan rica en aventuras como la propia historia que se proyectaba en la pantalla blanca. Peleas, enfermedades, reuniones de amigos, caza, complicaciones de rodaje… Una historia bastante apasionante con muchos protagonistas: John Huston, Lauren Bacall, Humphrey Bogart, Katharine Hepburn o el productor Sam Spiegel.

Razón número 7: Escritores y guionistas

Así no sólo Huston, Bacall, Hepburn u otros miembros del equipo técnico contaban en sus entrevistas interminables anécdotas del rodaje sino que algunos como Hepburn lo plasmaron en un libro. Pero sin embargo fue un rodaje ‘tan de película’ que el guionista Peter Viertel que estuvo presente porque realizó, sin acreditar, unos retoques de guion… creo posteriormente una novela sobre dicho rodaje titulada Cazador blanco, corazón negro (que a su vez fue llevada al cine por Clint Eastwood. Ni he leído la novela ni he visto la película de Eastwood… otra de mis tareas pendientes).

Además para seguir la estela de los guionistas, La Reina de África es la adaptación cinematográfica de una novela de C.S. Forester que le salió de las entrañas a James Agee, periodista, crítico de cine y escritor (quiero conseguir el libro con sus escritos sobre cine). James Agee es otro hombre de vida intensa que realizó dos guiones que quedaron en la memoria cinéfila: el que nos ocupa y La noche del cazador.

Razón número 8: África

Todavía queda un cuarto personaje (aunque parte de la película, sobre todo las escenas más complejas de los rápidos y las del poblado africano, están rodadas en Gran Bretaña) y es la propia África. Era rarísimo en esos tiempos un rodaje de exteriores en el mismo sitio donde transcurre la trama. En La Reina de África ocurre. Y eso de alguna manera se siente… Se transmite. Y nos quedamos anonadados ante los flamencos, los manglares, los hipopótamos, los cocodrilos… sentimos el calor y nos sentimos igual de alucinados ante los desconocidos problemas que se les van presentando a los protagonistas.

Es una África bajo la óptica de occidentales. La mirada de unos misioneros perdidos en un poblado, de un fracasado excluido y desencantado que encuentra su lugar en el mundo, y de unos hombres que fracturan más el continente y se aprovechan de él para repartírselo como botín y también para emplearlo estratégicamente para una guerra que África no pidió. Pero también un continente lleno de aventuras, de posibilidades, de exotismo y de oportunidades para volver a empezar. Lleno de autenticidad y riquezas naturales.

Razón número 9: Alcoholismo y té

A Charlie en un principio le define el alcohol que bebe. Y a Rose, a la estirada Rose, el té y su ritual. Las dos bebidas describen a los personajes y su relación con ellas les transforma. Al final Charlie considera que le gusta que le lleven el té a la cama, el desayuno. Y Rose quizá se vuelva algo menos intransigente con el alcohol pues termina pidiendo perdón a Charlie por tirarle su bebida al agua… Aunque él parece ya no echar tanto de menos un trago.

Razón número 10: Banda sonora

… a mí me viene continuamente a la cabeza la melodía romántica entre Rose y Charlie. Quizá no sea una de las bandas sonoras más famosas pero a mí me dice cosas, me enternece y pinta la historia de un halo especial. Acompaña tanto los momentos ‘épicos’ de la película como las escenas de enamoramiento o más íntimas. John Huston se rodeó de buenos técnicos y profesionales británicos que estaban presentes en los créditos de dos directores peculiares e innovadores británicos, Powell y Pressburger. Uno de ellos es el compositor de la banda sonora Allan Gray y el otro es el director de fotografía, Jack Cardiff. En una entrevista en un documental sobre el rodaje de la película, Cardiff dice que realizó un trabajo tremendamente sencillo para la película, que a él la fotografía no le parece buena sino bastante normal pero que a todo el mundo le entusiasma y valora este film… ¿Qué es lo que hace que un película sea siempre especial?

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Tres lecturas de El mundo en sus manos (The world in his arm, 1952) de Raoul Walsh

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Primera lectura: cine como evasión

… me dejo engañar ante la pantalla de cine. Soy consciente del engaño. Y muchas veces me fascina ser engañada. El mundo en sus manos de Raoul Walsh es película perfecta para la evasión. Para entrar en otra época, otro siglo. Y encontrarte con el hombre de Boston y sus intrépidos marinos (siempre metidos en líos cuando llegan a tierra).

El hombre de Boston es el capitán Clark y recorre los mares en su preciosa goleta La Peregrina. Se dedica a la caza de la foca y a la venta de sus pieles. Aspira a pescar libremente por Alaska, paraíso de focas, pero en esos momentos es territorio ocupado por los rusos. Su vida es su goleta y sus compañeros de barco. Tiene al amigo siempre fiel y al rival encantador con el que siempre apuesta y juega, El portugués. Sus hombres son tan fieles que nunca le abandonan, ni en los momentos peores, como el inuit que siempre les acompaña en sus aventuras. En La Peregrina tienen una mascota, la foca Louise que va con ellos siempre.

El hombre de Boston y sus hombres han regresado de Alaska con su cargamento. Desembarcan en San Francisco. Allí, en tierra, la arman. Son hombres aventureros y libres, les apetece diversión y fiesta además de realizar negocios. El hombre de Boston quiere prosperar y pescar tan ricamente donde más le place. Así que decide quitarse a sus enemigos los rusos de en medio mediante el comercio: comprarles Alaska.

Allí en un hotel de San Francisco se encuentra la hermosa condesa rusa Marina que no quiere casarse con un malvado príncipe ruso llamado Semyon. Busca desesperadamente alguien que la lleve a Sitka (Alaska) bajo la protección de su tío Ivan. Y ella sabe que el único que puede trasladarla sana y salva es el hombre de Boston… que odia a la aristocracia rusa. Así que ni corta ni perezosa se mete en una de sus megafiestas como si fuera una mujer de vida alegre más y enamora locamente al hombre de Boston que cree que es una dama de compañía de la condesa.

Cuando van a realizar una boda precipitada… llega el príncipe Semyon y se lleva a la condesa. El hombre de Boston desolado se lanza de nuevo a la aventura pero herido del corazón. Una vez en Sitka la aventura continua trepidante, sin parar ni un segundo, con obstáculos y peligros que sortear… hasta que el hombre de Boston consigue tener el mundo en sus manos, en su goleta querida, con su mujer amada en el timón, y sus compañeros siempre fieles… recorriendo los mares…

Así el espectador se adentra en un mundo de ritmo trepidante, de libertad y aventuras donde el romanticismo envuelve toda la historia. Una historia de un grupo de hombres libres que no paran de jugar donde además uno de ellos, el líder carismático, se encuentra de frente con el amor romántico de una bella y virtuosa dama.

El mundo en sus manos es cine para el disfrute de los sentidos, para soñar, para evadirse… donde la palabra aburrimiento no tiene sitio.

Segunda lectura: segundas intenciones

El mundo en sus manos es una película de los cincuenta, puro Hollywood. EEUU se encontraba inmerso en la guerra fría. El principal enemigo era Rusia. Así que una película donde los rusos fueran malos, malos… pero sin generalizar, claro (así la co-protagonista es una condesa rusa que se enamora de un americano, su séquito son gentes amables y también son majos los rusos exiliados que se han convertido en ciudadanos americanos) tenía mucho ganado.

Los rusos no son solo malos sino crueles y ejercen su maldad sin límites. Además no son buenos gobernantes, no practican la ‘pesca ecológica’, no saben ganar dinero (vamos que los pobrecillos no saben lo que es el mundo de los negocios, no entienden las bondades del sistema capitalista)… Un desastre, un puro desastre. Esclavizan y matan a los que son distintos a ellos como los pobres inuit y practican la tortura (que se lo digan al hombre de Boston). En lo único que parecen de acuerdo rusos y americanos es en practicar la pena de muerte. Ambos en cuanto pueden ponen una soga al cuello.

Pero además los rusos son sádicos con las mujeres y las hacen estar junto a ellos sin su consentimiento, por la fuerza y con manipulaciones emocionales. Además el malo malísimo de El mundo en sus manos, el príncipe Semyon es mucho menos apuesto y atractivo que el hombre de Boston. Difícilmente puedes enamorarte de él.

Los americanos saben negociar, hacer negocios y además el libre comercio es el futuro. Si tienen que comprar tierras para que todo vaya mejor y se pueda prosperar más fácilmente así lo harán. Saben buscar socios. Husmear entre banqueros. Redactar contratos…

Además los pescadores protagonistas venden pieles de foca pero son respetuosos con la naturaleza. Realizan la pesca de manera ecológica y sostenible. Y claro son muy listos, no como los rusos que son unos descuidados irrespetuosos. Luego si lo hacen así está muy bien matar focas y arrancarles las pieles.

Además los Estados Unidos de América creen en la igualdad de todos sus ciudadanos vengan de donde vengan y creen en las libertades… sí, sí eso demostraban en los años cincuenta donde los afroamericanos ‘no’ luchaban por sus derechos y en el año que transcurría la película, 1850, claro ‘no’ existía la esclavitud en sus estados. Pero en El mundo en sus manos se sienten escandalizados por la manera que tienen los rusos de tratar a los inuit. Y ellos, entre sus hombres, tienen a un inuit gigante pero no muy inteligente, que no se lleva muy bien con el idioma, que es una mole de carne y además apesta, huele a pescado. Pero es colega. Es un ‘buen salvaje’. Curiosamente el rival enemigo del hombre de Boston es el portugués, pícaro, mentiroso, embaucador, juerguista, sin escrúpulos y pendenciero… no es americano de pura cepa como el protagonista pero es simpático.

Por supuesto el hombre de Boston es atractivo, bello, líder, protector, con dotes de mando, libre, decidido, valiente, amigo de sus amigos y todo un caballero. Cuando tiene que sentar cabeza la sienta. No falta a su palabra. Y con las damas es correctísimo tanto que sabe que las de vida alegre son para una cosa y las virtuosas, como la condesa, para llevarlas al altar aunque antes le rompan el corazón por creer que no es correspondido.

Y también se realiza una particular interpretación de la historia buscando unos orígenes originales a la compra de Alaska por parte de los americanos. Una historia que siempre favorece claro está su imagen y su manera de hacer política exterior.

Tercera lectura: cine artesano y de aventuras

En Hollywood se realizaban en el sistema de estudios las mejores películas de género donde trabajaba un equipo solvente tanto en el equipo técnico como en el artístico. Así se podía crear una película de aventuras trepidante y bien hecha como El mundo en sus manos y crear escenas para la cinefilia. Así un director como Raoul Walsh entrega una obra cinematográfica perfectamente construida de ritmo trepidante y con escenas inolvidables. Presenta tensión y emoción en la aventura, sentimiento y romanticismo en las escenas más íntimas. Y la combinación es un cóctel de cine inolvidable. Se rodea de un buen equipo técnico donde tanto el director de fotografía (Robert Metty) como el creador de la banda sonora (Frank Skinner) o el guionista Borden Chase (con un material de partida, una novela de Rex Beach) realizan muy bien su trabajo dejando todos los cabos bien atados. Además se muestra con eficacia mundos que no pueden verse normalmente a no ser en la pantalla blanca: las carreras de las maravillosas goletas por mares bravos o esas imágenes prácticamente documentales de las focas en Alaska y su forma de vida… Por no decir el cuidado trabajo de ambientación, vestuario y peinados incluidos que puede verse, por ejemplo, en la transformación continúa de la condesa Marina.

Así una película como El mundo en sus manos está repleta de buenos momentos por el uso perfecto del lenguaje cinematográfico y la puesta en escena por parte del realizador equilibrando las secuencias más íntimas (sobre todo las románticas) con las que son pura acción. Además de disfrutar del carisma de un reparto adecuado tanto de principales como de secundarios. Imposible no enamorarse de un hombre de Boston con el bello rostro de Gregory Peck como imposible no sentir simpatía por la extraña belleza de una actriz como Ann Blyth que realizó sus interpretaciones más recordadas en la década de los cincuenta. Pero no se puede dejar de nombrar a Anthony Quinn como el portugués que se come la pantalla con su vitalidad, fuerza y sentido del humor. Inolvidable ese pendiente enorme en su oreja. O a John McIntire, secundario perfecto, como el mejor y fiel amigo del hombre de Boston…

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