La piel suave (La peau douce, 1964) de François Truffaut

lapielsuave

Me gusta cómo narra La piel suave, François Truffaut. Y creo que esta forma de contar un crimen pasional sigue siendo una fórmula empleada por directores contemporáneos. Mientras veía esta película me venía a la cabeza Gus Van Sant (Elephant) o Michael Haneke (Caché o Amor). Por cómo está narrada. Desde la distancia. Desde una equilibrada distancia aparentemente objetiva y fría. Así se relata lo cotidiano, lo anodino, lo episódico… La cámara sigue a unos personajes a través de lo que nunca se reflejaría en una película, los tiempos muertos o acciones aparentemente irrelevantes hasta llegar a un final impactante, que golpea.

A muchos espectadores esta manera brusca de acabar una película no les resulta atractiva (ni fue entendible en el momento de su estreno, no recibió buenas críticas). Si la película lleva un ritmo pausado y de pronto termina con una ráfaga, desconcierta. Si parece que nos está contando una cosa: una infidelidad centrándose en el detalle, y de pronto lo que surge es un crimen pasional inesperado… el espectador se desconcierta. Pero el desconcierto provoca sensaciones, pensamientos, emociones reflexiones… La piel suave parece la historia de una infidelidad contada por un etólogo o un antropólogo. Pero sin embargo dentro de lo cotidiano, de la distancia, de lo objetivo, lo frío y el golpe inesperado… Truffaut vierte el suspense y el erotismo de manera sutil en su manera de rodar las secuencias. Por aquella época Truffaut se encontraba elaborando su libro imprescindible sobre Hitchcock y la influencia de su cine se dejó ver en varias de sus películas. La piel suave es una de ella. No sólo por el suspense sino por la presencia de la mujer rubia y el erotismo que recorre el metraje.

Mientras parece que nos está contando sólo una infidelidad, La piel suave nos está reflejando y retratando unos personajes, una manera de comportarse, un mundo determinado: un matrimonio de clase media alta, su entorno. Nos habla de las apariencias, de la mediocridad y las miserias de un intelectual que no sabe moverse en el terreno emocional, nos explica los mecanismos de la mentira, nos habla de las relaciones entre hombres y mujeres y muchos otros temas… La idea de la película partió de la noticia de un periódico sobre un crimen pasional. A partir de ese material Truffaut y el guionista Jean Louis Richard crearon el guion desde una premisa simple: ¿Por qué una mujer asesina a su marido?

Así nos cuenta las andanzas de un escritor, que vive de manera acomodada con su esposa y su hija pequeña, que durante un vuelo para ir a dar una conferencia sobre Balzac (Truffaut y la literatura) conoce a una joven azafata, Nicole, con la que empieza a verse habitualmente.

La rubia hitchcockniana —el objeto de deseo… la cámara sigue sus pies, sus ojos, sus piernas, su piel suave…— fue Françoise Dorléac. Quien encarna perfectamente a la azafata Nicole. Ella es la tercera en cuestión que hace saltar por los aires la cotidianidad aburrida y monótoma del matrimonio protagonista. Deja al descubierto todas las mezquindades, machismo y la cobardía del escritor ilustre y desata el huracán adormecido que se encontraba oculto en la esposa burguesa y acomodada. La azafata Nicole aparece y desaparece del mundo del escritor pero su paso supone un tsunami emocional que destruye. Y todo de manera inconsciente por su parte. Ella nunca buscó la destrucción drástica del matrimonio. Esa destrucción ya estaba agazapada entre ellos. Sólo hacía falta que despertara. Nicole y unas fotografías son el detonante.

Estremece ser consciente del parecido físico de la bella Françoise Dorléac en algunas escenas con su hermana Catherine Deneuve. Las dos habían elegido el mundo del cine y las dos iban camino hacia el éxito. Pero la carrera de Dorléac quedó suspendida bruscamente, como el final de esta película, cuando a los 25 años sufrió un accidente mortal de tráfico. Truffaut trabajaría también con su hermana Deneuve (y también se enamoraría de ella) en una película hitchcockniana (La sirena del Mississippi) y en otra que homenajea al mundo del teatro (El último metro).

La piel suave disecciona un adulterio con la banda sonora de fondo de Georges Deleure. Presentación de la familia, encuentro y flechazo con la amante, primer encuentro, regreso al hogar, reencuentro con la amante, marido que lleva vida paralela con la esposa y ‘la otra’, ocultación, descubrimiento de la infidelidad, separación… hasta llegar a un final drástico. Entre medias, conferencias, encuentros con amigos, discusiones, pasión, tiempos muertos… Truffaut, entre la distancia y el suspense, crea otra historia sobre las complejas relaciones entre los hombres y las mujeres.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Tres películas españolas, tres caminos

Caníbal de Manuel Martín Cuenca

Esta crítica contiene spoilers. Si aún no la has visto y quieres ir totalmente de sorpresa, léela después de su visionado.

canibal

Arranca Caníbal con unos primeros minutos de puro cine. No hay ni una sola palabra todo es imagen. Y nos sitúa desde el primer momento en el punto de vista del protagonista, el caníbal del título (un Antonio de la Torre superlativo). Desde el principio, por tanto, sabemos que tras el sastre tradicional y profesional habita un asesino en serie que busca víctimas femeninas (que desea) y después se las come. Descuartiza sus cuerpos, convierte su carne en filetes, los congela y así plantea su dieta diaria. Todo de manera meticulosa y perfecta.

Dicho sastre vive en Granada, una Granada de tradiciones… donde en pleno siglo XXI sobreviven los artesanos, como el sastre (porque él es artesanal en todo hasta matando a sus víctimas), en sus viejos locales. La Granada de casas antiguas de techos altos, de callejuelas, de procesiones religiosas…, de saludo al vecino que pasa y le pregunto por la familia…, una Granada por la que parece se ha detenido el tiempo.

Manuel Martín Cuenca maneja su virtuosismo como director a la hora de mostrarnos su historia durante toda la película. Está tan bien contada que es imposible quedarse indiferente ante la belleza de una película oscura. Por otra parte Antonio de la Torre se sumerge en un personaje siniestro creíble y sigues su particular historia a pesar del rechazo y el miedo que te provoca este personaje bien construido.

Sin embargo algo hace que la película termine siendo tan fría y gélida como el personaje que representa (y quizá esto sea un punto fuerte)… O quizá pensándolo y analizando más profundamente qué fue lo me dejó tan impasible fue que el conflicto de la película (lo que perturba la ‘tranquila’ vida del sastre y le hace plantearse lo que hace) no se me hizo creíble. Lo que no logro dilucidar es si algo tiene que ver  con la elección de la protagonista en su doble papel (en un eco muy lejano a Vértigo) de hermanas gemelas rumanas (mucho más creíble como Nina que como Alexandra) o si es cómo está planteada y reflejada esta premisa que en un principio es buena, muy buena. Al sastre se le remueve todo su espíritu cuando en su vida ‘ordenada’ vuelve a aparecer una mujer a la que ya ha deseado y eliminado. Una mujer que ha saboreado. Este hecho le descoloca pues vuelve a desear a quien ya se ha comido. De alguna manera el sastre caníbal se plantea una redención imposible a través de esa mujer doble a la que desea.

Caníbal, sin embargo, es un deleite visual. Si la escena del principio es un prodigio, otra escena perturbadora e inquietante es la de otro asesinato del sastre caníbal en una playa en plena noche… Y esa inquietud se encuentra en cada fotograma de la película. El espectador no puede relajarse ni un segundo, siempre parece que algo va a suceder o estallar… y a la vez todo está narrado en un tono tranquilo y pausado.

Manuel Martín Cuenca vuelve a demostrar que tiene mucho que contar con su cámara que escribe puro cine.

Vivir es fácil con los ojos cerrados de David Trueba

viviresfacil

David Trueba después de tirarse al abismo y salir airoso con Madrid, 1987 vuelve otra vez al pasado, esta vez a los años sesenta, con una road movie muy bien contada. No sólo parte de un guión perfectamente construido sino que lo puebla de personajes creíbles y bien interpretados. David Trueba crea lo que denomino una película-medicina. Películas muy bien contadas, con personajes que te gustaría conocer y protagonizando historias que hacen que salgas de la sala del cine con una sonrisa y pensando que la vida merece la pena vivirla incluso en periodos oscuros donde el miedo campa a sus anchas, donde se mira al fondo del túnel y no se ve el futuro.

David Trueba saca su cámara de la habitación íntima donde dos personajes desnudos terminan creando una película imposible en la pared de un baño… y se va al exterior, a una Almería llena de luz, donde tres personajes que viven en un mundo que los asfixia y los hace callar… tratan de escaparse y evadirse. Y en ese breve viaje hablan, sueñan, se frustran, persiguen sueños, los alcanzan, luchan contra el miedo, aclaran sus ideas o se complican más la vida pero recargan sus baterías para seguir adelante aunque todos tengan que regresar a sus vidas de siempre (aunque ligeramente transformados).

Vivir es fácil con los ojos cerrados parte de una anécdota real: un profesor de inglés que enseña a sus alumnos este idioma con las letras de los Beatles, decide ir a visitar a John Lennon que se encuentra en plena España franquista rodando una película británica en Almería. Su viaje tiene como objetivo que John le ayude a transcribir correctamente las letras de las canciones y sugerirle que sería bueno que se incluyeran las letras de sus canciones en los discos. Y ese profesor es un Javier Cámara que se empapa de su personaje optimista e idealista pero con un punto de melancolía, de perdedor, de solitario y fracasado pero con una dignidad a prueba de bombas… y eso lo transmite al patio de butacas. En ese viaje liberador, el profesor recoge a dos jóvenes, con sus propias historias con futuro negro, que hacen autostop. Una chica embarazada y sola, con reminiscencia plasmada a la chica de la maleta. Y un adolescente creativo que le pesa el yugo de la disciplina y la falta de libertad en el seno de su familia. Los tres terminan en una pequeña localidad de Almería donde se incorpora otro personaje carismático, El catalán, que regenta el bar y su hijo Bruno y ahí el objetivo principal de todos es contactar con Lennon…

Entre la melancolía y la comedia, una historia muy bien contada. David Trueba narra cinematográficamente una historia para salir del cine pensando que hay que seguir en este día a día aunque los tiempos sean oscuros… de fondo escuchamos a John Lennon cantando Strawberry Fields Forever. Huele a marihuana. Y de pronto nos entra la risa, una risa lejana. Una risa que se hace necesaria.

Grand Piano de Eugenio Mira

grandpiano

Eugenio Mira es de esa generación de cineastas españoles tremendamente cinéfilos, que se criaron con el cine americano de los años 80 pero que indagan en los clásicos, que aman la profesión y se lanzan a la dirección con energía y con una visión del cine a la americana que eclosionó al final del Nuevo cine americano donde Steve Spielberg y George Lucas crearon el marketing cinematográfico… y el cine como espectáculo e industria pura y dura. El cine es taquilla.

Esta manera de mirar el cine supone un lanzamiento estratosférico del producto cinematográfico (sea bueno, mediano  o malo) alabando que es lo mejor nunca visto. Elevar el producto cinematográfico a la estratosfera. Así a veces el batacazo puede ser impresionante o realmente puede funcionar. Lo que importa es que se hable de la película y sobre todo que los espectadores vayan al cine.

Lo que es innegable a esta generación a la que se une Mira es que han visto cine, y saben narrar (se nota la sombra alargada del productor Ricardo Cortés). Mantener tensión y ritmo. Pero no basta ser ingenioso y crear un buen juego cinematográfico. Hace falta un salto más. Y Grand Piano se queda en el juego ingenioso y punto. Sin embargo creo que no hay que perderlos de vista… cuando den el salto de juego ingenioso a algo más, quizá (sólo quizá) puede haber sorpresas.

Eugenio Mira crea una historia en tiempo real. Un pianista joven, que tras un concierto traumático llevaba años sin tocar, regresa a los escenarios con el viejo piano de su maestro. Su famosa esposa, una actriz de cine, se encuentra en un palco principal y ha luchado para que su amado vuelva a tocar las teclas del piano. De pronto el pianista es amenazado en su primera partitura de que si falla una sola nota en todo el concierto morirá asesinado él o su amada. El pianista estará en tensión hasta el final porque tiene que luchar por mantenerse con vida, también evitar un susto a su amada, y seguir con un concierto de nivel. Y ya está, eso es lo que ocurre.

Movimientos de cámara imposibles, nerviosos e incluso algo paranoicos, con mucha grúa que sube y baja (es como si los técnicos tuvieran también muchos nervios y tensión). Estrellas de Hollywood en los papeles estelares (y con poquísima alma, nula) aunque salgan cuatro minutos, corriendo, deprisa y mal para palmarla en el momento. Homenajes a Hitchcock sobre todo a El hombre que sabía demasiado en su versión con Doris Day (aunque confieso que así como deseábamos que Doris Day tuviera un final bonito, cuando Karry Bishé se pone a cantar no nos importaría que tuviera un final dramático…) y todo envuelto en producto vacío. Nos hemos entretenido un poco con el juego pero no hemos podido escarbar más…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Ciencia ficción en los años 70. Almas de metal (Westworld, 1973) de Michael Crichton /Capricornio uno (Capricorn one, 1978) de Peter Hyams

Propongo una curiosa sesión doble de ciencia ficción de los 70. A través de la proyección de dos películas que no son ni perfectas ni redondas pero que muestran diversos elementos de interés tanto en el contenido como en la forma. Y además proporcionan una tarde-noche muy pero que muy entretenida. Por otra parte fue un placer recuperar Capricornio uno porque recordé que fue una película que me impactó cuando la vi de pequeña y conservaba ciertas imágenes que no se me habían borrado de la memoria. Curiosamente ambas cuentan en su reparto con un mismo actor, James Brolin (y ¡cómo se parece su hijo Josh a su progenitor!).

almasdemetal

Almas de metal (Westworld, 1973) de Michael Crichton

No la había visto nunca y eso que en papel estelar e inquietante (pero muy que muy silencioso) se encuentra Yul Brynner (un actor que me gusta mucho) pero sí que había leído sobre ella en el capítulo que dedica al escritor Michael Crichton, José María Aresté en su imprescindible libro Escritores de cine. El libro describe la vinculación tormentosa de varios escritores con el mundo del cine. Crichton (confieso que no he leido ninguna de sus novelas) fue uno de los escritores que probó la dirección (sin mucha fortuna) y realizó varias películas (en las que solía escribir también el guion).  En Almas de metal además adaptaba al cine una de sus novelas.

Película imperfecta que, sin embargo, merece la pena verse (… por lo menos una vez en la vida) porque además del entretenimiento (baza que la hizo ser un éxito de público, nunca lo fue de crítica) plantea un argumento interesante y algunos elementos que se han repetido posteriormente en el cine de ciencia ficción.

La película empieza con un anuncio de televisión que ofrece un nuevo destino a turistas intrépidos hartos de la gris realidad: un parque de atracciones gigantesco que les permite ‘visitar’ otras épocas, otros tiempos. La oferta ofrece tres mundos: el Romano, el Medieval y el Oeste. El reportero entrevista a distintos visitantes que hablan de las maravillas del centro recreativo. Al terminar el anuncio empiezan los créditos y acompañamos a dos amigos a su viaje al parque de atracciones junto a otros turistas. Uno es el veterano (Brolin) y el otro es el que llega por primera vez… los dos eligen el Oeste para su feliz estancia. El veterano explica los trucos para disfrutar de sus vacaciones y le dice al ‘nuevo’ que todos los habitantes de esos mundos son robots. Ahí podrán hacer lo que quieran… hasta matar… pero las víctimas siempre serán robots perfectos, casi humanos. La única manera de saber si se encuentran ante un robot o un humano es mirarle los dedos de las manos (que todavía son imperfectos).

La película plantea la necesidad del ser humano del siglo XX y XXI de coquetear con realidades virtuales (con otros mundos) y así imaginar que escapan de mundos alienantes. Las nuevas tecnologías están empezando a hacer acto de presencia… aunque todavía están en pañales (es una de las primeras películas que emplea efectos especiales no artesanales…). Los protagonistas de Almas de metal se dirigen a una aventura ‘planificada y sin riesgos’ . Luego siguen estando en un estado igual de alienante. No viven por sí mismos con emociones de verdad. Si la creación de estos mundos y este pensamiento ya se habían desarrollado en la literatura de ciencia ficción, ahora es el cine el que atrapa estas claves de un género complejo.

Así asistimos a las aventuras de los dos amigos en ese Oeste inventado donde se meten en peleas en los bares, van al burdel, se convierten en forajidos… Y la presencia de un pistolero sanguinario (Yul Brynner) al que siempre acaban matando y este resucita una y otra vez sin dejar de molestar a los amigos, que están encantados de eliminarle.

Pero el espectador también es testigo de lo que ocurre en la trastienda de ese mundo creado. Y visita las salas de controles y el ‘hospital’ de los robots donde hay todo un equipo técnico que se dedica a que esos mundos ficticios funcionen a la perfección. Sin embargo hay un científico bastante preocupado: está detectando algo que no le gusta. Demasiados fallos inesperados por parte de los robots… Está a punto de ocurrir una rebelión de las máquinas debido a la transmisión de un virus. De tal manera que el parque de atracciones quedará sin control posible. Llega el caos y la violencia.

La diversión de los amigos se transformará en un instante en supervivencia. El pistolero sanguinario calvo y vestido de negro será la amenaza real y constante. Y solo tiene un objetivo: matar a los dos amigos. El novato (que empezaba a entrar en el juego…) pronto tiene que desarrollar su instinto y tratar de no morir. En esa huida, el parque de atracciones se convierte en un lugar siniestro y apocalíptico, en una especie de cárcel o fortaleza sin salida…

En la película de Crichton se plantean muchos temas (ya presentes en la literatura) pero que alimentarán películas del futuro. Los robots demasiado humanos y las realidades virtuales, la rebelión de las máquinas, los parques de atracciones temáticos que fallan… Así vienen a nuestra cabeza Terminator, Blade Runner, Parque Jurásico, Inteligencia Artificial o Matrix

A pesar de su interesante planteamiento el desarrollo de la historia y su estética es bastante light. No se cuidan ni las tramas secundarias ni los personajes secundarios. El novato (Richard Benjamin) es bastante gris pero la verdad que no deja de ser una virtud para lo que quiere contar aun así es difícil contactar con él… El espectador irremediablemente se pone desde el principio al lado de ese carismático Yul Brynner robotizado (rozando la caricatura) y está deseando una y otra vez que aparezca, amenazador. Las posibilidades del parque de atracciones y sus tres mundos podrían haber generado una película potente visualmente pero no es así. Lo que vemos es como si se estuviesen llevando a cabo películas de serie B. Y su banda sonora totalmente olvidable e incluso molesta.

capricorniouno

Capricornio uno (Capricorn one, 1978) de Peter Hyams

Capricornio uno es una película de ritmo trepidante, con persecuciones, conspiraciones secretas, aventuras y adrenalina. También es fallida (no me molesta lo inverosímil en las películas pero aquí roza el absurdo) pero es tan entretenida que a veces te olvidas. Y parte también de una muy buena premisa. Además es puro cine de los setenta tanto en realización como en temática.

Tres astronautas norteamericanos (uno de ellos es Brolin, el más prota) están preparados para volar a Marte en una misión espacial carísima… De pronto cuando se disponen a despegar, les hacen bajar de la nave y los trasladan en avión hasta unos grandes estudios cinematográficos donde tendrán que simular (les amenazan con la seguridad de sus familias) que realmente están realizando el viaje espacial. Los motivos mezclan la política y la investigación espacial. El máximo dirigente del proyecto detectó un defecto que iba a abortar el viaje, no podían arriesgarse después del mucho dinero invertido por el Gobierno a fracasar pues supondría tirar por la borda años de investigación (y perder mucho poder e imposibilidad de financiación futura). Esos tres astronautas tenían que regresar vivos y como héroes nacionales. Pero poco a poco todo se va torciendo y no solo porque aparezca un técnico inteligente, un periodista entrometido y unos austronautas muy íntegros…

Así esta vez sí que la película tiene secundarios carismáticos pero la mezcla de tramas queda un poco en plan batiburrillo paranoico y el mundo de las coincidencias como lo más normal del mundo. Así además de los tres astronautas (que si te interesas por su paradero) nos encontramos con Elliott Gould, el periodista intrépido; Telly Savalas que pasaba por ahí protagoniza la persecución más emocionante con su avioneta; Brenda Vaccaro, de sufrida esposa con personalidad; Karen Black… de guapa y punto…Y entre todos arman una película con demasiados cabos sueltos, un final demasiado abierto pero una sensación de habértelo pasado de miedo.

Capricornio Uno está empapado en ese cine de los años setenta donde los periodistas desvelan tramas donde los poderosos manejan al mundo a su antojo y todos fuéramos marionetas indefensas y donde las conspiraciones paranoicas son el padre nuestro de cada día. Y los enemigos sin rostro salen de debajo de las piedras. Pero aquí es puro divertimento, imita el ambiente y las formas de películas serias como Todos los hombres del presidente, El último testigo o Los tres días del cóndor y deja una película de ritmo trepidante. Contaba con todos los ingredientes para haber ido más allá del entretenimiento…, además partía de una premisa potente y un tema que siempre ha estado presente en la rumorología popular: la posibilidad de que la expedición a la luna hubiese sido un montaje, tal y como en la película se refleja un montaje del viaje a Marte.

… hablando de ciencia ficción Peter Hyams se atrevió años después a realizar la segunda parte de  2001. Una Odisea del espacio (con el título de 2010: Odisea dos… que tiene un grupo de espectadores que la defienden como secuela. Yo no la he visto).

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Maratón veraniego de películas en varias pinceladas

elysium

Elysium (Elysium, 2013) de Neill Blomkamp

Max (Matt Damon), hombre rapado y tatuado, héroe elegido y trágico (y bestia entre los bestias)… tiene un sueño: alcanzar Elysium. Él vive en la tierra que se ha convertido en un vertedero, superpoblada y explotada donde la sanidad no llega para todos, los trabajos son mal pagados y no hay ninguna seguridad y donde cada día es un sálvese quien pueda. Max habita en el caos. Pero él no ha perdido su capacidad de soñar… Trata de alcanzar sueños: recuperar un amor y amistad de la infancia o conseguir un billete para Elysium, un paraíso en el espacio exterior. Donde todo es inmaculadamente perfecto y donde todo puede ser curado… El abismo entre ricos y pobres es ya no abismal sino espacial. Además existe la inmigración clandestina… pero Elysium tiene unos métodos de seguridad poco éticos liderados por Rhodes (Jodie Foster), del gabinete de Gobierno de Elysium y también cuestionada por sus mandatarios, y no deja que ni un sólo inmigrante se quede en el paraíso… Un accidente laboral grave cambiará el destino de Max que luchará con todas sus fuerzas para sobrevivir… pero el destino le depara otro final.

Neill Blomkamp lo tenía todo para haber creado una buena película de ciencia ficción. Contaba con una buena metáfora (siempre se va al futuro pero lo que refleja es muy pero que muy actual), un héroe carismático con toques bíblicos y unos personajes que le podían haber respaldado. Por otra parte tiene capacidad para crear una imagenería visual atrayente y unos efectos especiales y técnicos virtuosos sin ser estridentes. Así contaba con un buen armazón que se deshincha convirtiéndose en una entretenida y típica película de acción con más de una incoherencia insostenible… Sus personajes secundarios desaparecen o mueren y no pasa absolutamente nada. Tan sólo la sostiene un héroe atormentado que cuenta una historia muy vieja que siempre ata (pero se queda demasiado solo en el camino y no le dejan ni interactuar con los malos malísimos): érase una vez un hombre elegido para cambiar el mundo… pero esto tiene un precio muy alto… Lástima. Es de esas películas que podían haber sido… y no fueron…

 

manderlay

Manderlay (Manderlay, 2005) de Lars von Trier

Primero fue Dogville, después Manderley… y todavía nos queda la tercera de esta trilogía, Washington. Lars von Trier realiza un particular viaje por EEUU, la tierra de las oportunidades pero plasma asuntos universales donde el ser humano no sale muy bien parado. Buen cine-tesis para debates encendidos. Su protagonista es Grace, hija de un mafioso. Primero vive una pesadilla en un ‘amable’ pueblecillo rural de la América profunda, Dogville, en la época de la depresión. Y más tarde desemboca en Manderley, una mansión sureña donde todavía está instalada la esclavitud…

Grace siempre se convierte en la heroína desestabilizadora. Llegue donde llegue, todo lo pone patas arriba y hace que salga lo peor del ser humano. Y lo realmente increíble es que Lars von Trier con su distanciamiento en la manera de narrar la historia (con voz en off y en capítulos —como ya ha hecho en otras ocasiones—) y de visualizarla realiza una radiografía dura pero tremendamente realista de un mundo que es complejo, contradictorio y cruel… Así plantea cuestiones y temas incómodos desde ópticas que nos ponen en situaciones desagradables pero que nos hacen pensar. Grace es un personaje interesantísimo y complejo (esta vez tiene el rostro de Bryce Dallas Howard y no el de Nicole Kidman) porque parte siempre de un rostro angelical y un comportamiento donde aparentemente prima el idealismo, la buena fe y la bondad para terminar metiendo la pata una y otra vez y sacar siempre lo peor de cada uno… Al final termina siempre con la huida de Grace a los brazos de su ‘odiado’ padre, un gánster, y comportándose como ha negado desde el principio que se comportaría. Esta vez sus intentos se vuelcan en acabar con la esclavitud de Manderlay, conseguir la igualdad entre blancos y negros, alcanzar la libertad, instaurar un sistema democrático, el trabajo en equipo y que entre todos saquen  adelante la finca. No será misión tan fácil ni llevadera…

elcallejondelosmilagros

El callejón de los milagros (1994) de Jorge Fons

Antes de Amores perros existió El callejón de los milagros donde su director Jorge Fons entralaza la historia de sus personajes trágicos inspirándose en la novela del egipcio Naguib Mahfuz. Pero en vez de ser un callejón de El Cairo es un callejón de un México D.F. contemporáneo. Un callejón que no deja volar a sus habitantes y que si vuelan no es para tener experiencias precisamente bonitas. Todos regresan al callejón… y lo de los milagros es un insulto. Sus vidas son tragedias que arrastan… y destinos que sólo traen a la cabeza canciones tristes. Y si en Ámores perros en sus historias trágicas entrelazadas en la parte más marginal terminaba surgiendo una cierta belleza y poesía… esa semilla ya estaba plantada en este callejón de los milagros. Un hombre mayor, dueño de una cantina, casado y con un hijo con el que no se lleva bien… se deja llevar por lo que siente de verdad: decide vivir su historia de amor con un joven dependiente. Pero no será una idílica historia de amor, sí una historia de rechazo, incomprensión y violencia… Alma una chica joven que sueña, que quiere salir del barrio, de su casa… y que son muchos los que la prentenden. Sobre todo el peluquero, Abel, que sueña con prosperar en EEUU y poder así volver rico para casarse con ella para que no les falte de nada. Y una vieja solterona que sueña con que la amen y que se cree a una vecina que le lee las cartas, la mamá de Alma, cuando ésta le dice que pronto encontrará el amor… Todas las historias empiezan en el mismo momento… después, en un lapso de tiempo todos se volverán a encontrar las caras y precisamente no nos contarán historias con finales felices… Por cierto fue la carta de presentación de Salma Hayek.

mbutterfly

M. Butterfly (M. Butterfly, 1993) de David Cronenberg

… Cronenberg nos lleva de la mano a sus ambientes inquietantes, a sus identidades extrañas y crea una historia de amor trágico (adaptando una obra de teatro que parte de una historia real). Así un diplomático francés en China (en la China de la Revolución de Mao) se enamora de un ideal ‘una mujer perfecta’ que es la representación de un ‘mito’, Madame Butterfly, la triste heroína de la ópera de Puccini. Y ese ideal es una ‘diva’ de la Ópera China… un hombre que actúa como una mujer. Y no hago spoiler porque lo que Cronenberg muestra es que todos sabemos la verdad desde el primer instante, todo es cuestión de identidades. Y nuestro protagonista lo que hace es enamorarse del amor, de un ideal que crea que tiene otra percha. Por eso cuando se descubre esa percha, él pierde a su amor. Se hunde. Cuando se descubre el engaño, todo carece de sentido… Y ahí Jeremy Irons, digna ‘diva’ del melodrama, nos regala un final que nos lleva hasta el extasis, hasta el extremo del dolor… se convierte en una Madame Butterfly que entiende el concepto de pérdida.

escalofrioenlanoche

Escalofrío en la noche (Play Misty for me, 1971) de Clint Eastwood

Antes de que existiera la tramposa y exitosa Atracción fatal en los 80, Clint Eastwood empezó su carrera como director con Escalofrío en la noche donde Jessica Walter da bastante miedo como amante obsesiva que se apodera del tiempo y del espacio del donjuán de turno, un locutor de radio especializado en Jazz y programa nocturno. Y así Eastwood entrega un thriller inquietante revestido de años setenta bajo la atenta mirada (y algún consejo) de uno de sus directores de cabecera Don Siegel (al que le proporcionó un papel como camarero colega). Clint Eastwood ya muestra que le gusta contar historias y sabe cómo filmar una vida aparentemente tranquila que se va perturbando poco a poco por una presencia anómala… una chica encantadora pero que se obsesiona hasta la médula del amante y que saca toda su rabia cuando percibe el rechazo. Agradable sorpresa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 razones para amar Atrapado por su pasado (Carlito’s way, 1993) de Brian de Palma

… siempre vuelvo una y otra vez a la historia de Carlito Brigante

 atrapadoporsupasadoI

Razón número 1: flash back antes de morir

Carlito’s way comienza con una secuencia en blanco y negro donde vemos cómo disparan a un hombre al intentar subirse a un tren. Así le acompañamos en su agonía. Sabe que ha llegado la hora. Que va a cerrar los ojos para siempre. Y piensa. En todo el traslado a urgencias, donde van pasando frente a sus ojos distintas personas, su mirada se fija en un cartel a todo color con un mensaje, escapar al Paraíso. Así empieza uno de los flash backs más largos y melancólicos del cine de los años 90. Carlito’s way es un flash back antes de morir de un mafioso que recuerda cómo trató de redimirse, de huir de su vida pasada, de escapar al paraíso. Cuenta la historia de una redención.

Razón número 2: Carlito Brigante

Carlito Brigante es Al Pacino… y es imposible (o por lo menos para la que esto escribe) imaginar otro. Con su gabardina de cuero negro, sus gafas oscuras, su barba y su pelo negro. Su voz susurrante. Su sonrisa y su mirada. Su manera de andar. Sus botas con un poco de tacón, a la moda de los setenta. Su aire hortera. Sus cicatrices. Sus silencios. Su código de la calle y la supervivencia. Su cansancio. Sus ganas de seguir soñando. El mafioso convertido ahora en un héroe perdedor traicionado por todos. Su lucha por aferrarse a un sueño a toda costa. Su instinto de supervivencia. El hombre enamorado. Amigo de sus amigos. Carlito que renuncia a un pasado que se niega a despegarse de él. Su vida convertida en una carrera vertiginosa hacia la muerte…su conciencia de que alguna vez tiene que dejar de correr porque se está quedando sin batería… Mirar a un joven capo, Benny Blanco del Bronx (su desgracia), saber qué es él cuando tenía menos años y menospreciar ese pasado y esa forma de ser… (a nosotros, los espectadores, también nos cuesta pensar que fue alguna vez así…, lo fue). Encontrarse en la oficina de su discoteca, mirando todo lo que ocurre, y venirle a la cabeza al héroe cinematográfico representado por Humphrey Bogart, como si se encontrara de nuevo en el Rick’s café.

Carlito Brigante es un personaje de novela que nació de la mente de un juez de la corte suprema de Nueva York, Edwin Torres. Su familia llegó de Puerto Rico y vivió en barrios marginales de Manhattan. Se sirvió de sus conocimientos y experiencia en el mundo criminal para escribir dos novelas donde su protagonista de ficción era Carlito Brigante… que en pantalla adquirió los rasgos de Al Pacino que corría y corría en un universo creado por un vertiginoso Brian de Palma.

Razón número 3: Una historia de amor

atrapadoporsupasadoIII

Y todo héroe perdedor que  se precie oculta un hombre enamorado. Se aferra al rostro de la mujer amada. A aquella que le mirará siempre igual. Que le conoce y le espera. Aquella a la que alguna vez rompió el corazón… pero por él mismo. Porque no podría soportar estar encerrado en una prisión (treinta años de condena, aunque al final se quedan en cinco) y no saber dónde se encuentra ella.

Carlito Brigante, el mafioso, el hombre duro de las calles, antes de ir a prisión anduvo enamorado de una bailarina que soñaba con triunfar en Broadway, Gail (una dulce Penelope Ann Miller). Después de cinco años vuelve a buscarla porque en la discoteca se fija en una chica que baila igual que ella. Y ahí está Gail que vuelve a mirarle igual. Con sus sueños rotos pero luchando… y que como Carlito, vuelve a ilusionarse

Brian de Palma nos regala una escena de amor, de esas que son dignas de una colección. Carlito sigue a su bailarina en un día de lluvia. Ésta entra en un portal para dirigirse a una clase de ballet clásico. Carlito ve que hay una azotea en el edificio de enfrente y que además están entrando unos vecinos y va corriendo. Sube a la azotea y se cubre de la lluvia persistente con una tapa de basura… y mira en el edificio de enfrente a través de la ventana a Gail bailando… suena El diálogo de las flores de Lakmé. Pero ésta no será la única escena donde hay un romanticismo latente y doloroso abocado al fracaso.

Razón número 4: Los amigos de Carlito Brigante

atrapadoporsupasadoII

El abogado amigo de la juventud del mafioso que ahora se ha convertido en otro gánster adicto a la heroína y que ha perdido la cabeza y el norte. Carlito sería capaz de todo por él. Capaz de todo por ese abogado judío (increíble Sean Penn) al que quiere con todo el alma pues le siente como mejor amigo. Le agradece estar fuera (pues ya se sentía un muerto en vida en prisión)… pero todo el mundo traiciona. Pachanga (Luis Guzman), el guardaespaldas, el chaval que siempre ha habitado en el barrio y que también tiene un exaltado instinto de supervivencia…, trabaja para quien tiene poder porque ese poder le va a mantener vivo. Lalin (hermoso Viggo Mortesen), un antiguo compañero de andanzas en los buenos tiempos de la heroína (ahora el reino de la droga es para la cocaína), que terminó con una bala en la espalda, la cárcel y una silla de ruedas… convertido en un chivato porque en silla de ruedas en la cárcel no eres nadie. Benny Blanco del Bronx (John Leguizamo), un joven puertorriqueño que sueña con ser otro Carlito Brigante al que admira como una leyenda pero termina odiándolo pues su sueño no sólo reniega de él sino que le humilla constantemente… Y él también sabe de supervivientes, de la ley del más fuerte, de luchas de poder y traiciones… El joven primo Guajiro, que estudia pero también trapichea que quiere presumir de tío que es una leyenda con unos ‘que son amigos de verdad’, unos amigos que no dudan en exterminarle de manera brutal y que no respetan ni leyendas ni pasados. Viejos gánsteres y esbirros que se encuentran al acecho de Carlito, vigilando todos sus movimientos, que no tendrán reparo alguno en eliminarle para seguir vivos en la jungla de asfalto…

Razón número 5: You are so beautiful

Joe Cocker canta con su voz rasgada y grave You are so beautiful… que suena entera en créditos finales y nos deja con un triste sabor de boca. Porque a Carlito sólo le queda soñar con un futuro que no vivirá donde Gail y su hijo quizá hayan alcanzado el Paraíso. Le hubiera gustado estar con ellos. Y la melancolía se apodera de toda la narración cinematográfica porque no deja de ser la historia sobre un sueño que se escapa para siempre… You are so beautiful…

Razón número 6: Años 70…

Y Carlito’s way nos trae los años setenta norteamericanos de los bajos fondos. Unos setenta plagados de desencantos, sueños rotos, drogas, sexo, alcohol, supervivencia y música para olvidar un mundo donde campa la delincuencia. Unos años setenta que llevan sus protagonistas tatuados en la indumentaria, en la discoteca Paraíso, en la música que escuchan y en la que bailan…

Razón número 7: Corre, Carlito, corre

Brian de Palma vuelve a hacerlo. Rueda cine. Domina el tempo, el ritmo y se muestra virtuoso y brutalmente visual en sus escenas de acción. Juega de manera magistral con el suspense y nos graba sus escenas en la memoria. Así la carrera con final trágico que hace correr a Carlito no cesa. Desde que entra con su primo Guajiro en ese billar de mala muerte al principio de la película, pasando por el rescate al mafioso en la cárcel- isla (que es prácticamente una pesadilla) a ese final magistral que comienza en el momento que Carlito vuelve a la discoteca Paraíso para recuperar su dinero y poder llegar a coger el tren con Gail para huir definitivamente del barrio… Toda esa secuencia final se encuentra llena de momentos geniales, no deja descanso ni a Carlito ni al espectador, para llegar al principio de la historia y devolvernos toda la tragedia de esa primera secuencia en blanco y negro.

Razón número 8: La redención de un perdedor…

Porque Carlito’s way no es más que la historia de un perdedor que reflexiona en los últimos momentos de su existencia. Y que envuelve toda su historia en un halo de melancolía, tristeza y desesperanza. Porque sabemos que no alcanzará su sueño… Y eso hace que su historia sea especial y que sepamos desde el principio que Brigante pierde. Que no llega a la meta…

Razón número 9: El Paraíso

atrapadoporsupasado

Y el sueño de Brigante siempre está presente. Desde ese cartel publicitario que dice o anuncia una escapada al paraíso. O cómo bautiza a la discoteca que le conseguirá el dinero para alcanzar su sueño, El Paraíso. Y ese sueño que siempre que lo cuenta provoca risa, el irse a una isla y alquilar coches. Un sueño que comparte y que imagina al lado de esa mujer soñada que no es otra que una bailarina… Y esa bailarina se cree el sueño porque ella ya odia el suyo porque la vida golpea. El mafioso y la bailarina se unen para escapar al paraíso y casi lo consiguen. Ahí está esa puerta con cadena que romperán para estar juntos o esos espejos que los reflejan… y los convierten en sueños inalcanzables.

Razón número 10: Sueños rotos

Pero al final toda la narración cinematográfica se convierte en un sueño roto de un hombre al que han disparado a muerte y se debate entre mantenerse lúcido o cerrar los ojos para siempre. Está tan cansado… La carrera ha terminado y se ha quedado sin batería.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

7 cajas (7 cajas, 2010) de Juan Carlos Maneglia y Tana Shémbory

7cajas

… emoción trepidante, un ritmo que no deja respiro, un thriller intenso, guion bien atado, personajes bien delineados hasta el más secundario entre los secundarios, humor negro y macabro, un ambiente laberíntico, multicultural y caótico; reflexiones sobre los medios, nuevas tecnologías y la imagen proyectada; dosis de realidad, persecuciones, tensión, misterio, interesantes tramas secundarias (que finalmente confluyen)… desde Paraguay.

El espectador se siente desde el minuto uno atrapado en una historia que no te suelta. Así sigue un día en la vida del carretillero adolescente Víctor (Celso Franco) en el Mercado 4 de Asunción. Se crea así un universo caótico que envuelve para encerrar un thriller emocionante. Víctor es casi un niño que a pesar de su dura realidad cotidiana no deja de tener sueños. Su máxima aspiración es conseguir un móvil que graba vídeos. Quiere conseguir a toda costa ser grabado, salir en la televisión. Su vida es supervivencia. Recorre con su carretilla el mercado laberíntico intentando captar clientes que quieren que les lleve la mercancía a cambio de una propina. Compite con otros carretilleros como Nelson (Víctor Sosa) por captar clientes, se relaciona con los vendedores de diferentes puestos, con otros adolescentes como su amiga Liz (Lali González) que también se ganan la vida diariamente o con su propia hermana (Nelly Davalos) que trabaja en un restaurante de comida china.

El intenso día de Víctor comienza cuando recibe un encargo misterioso: transportar siete cajas que debe defender incluso con su propia vida (y devolverlas después al mismo lugar y dueño) y las recoge en una carnicería del mercado. Ese trabajo le permitirá tener dinero suficiente para acercarse un poco a su sueño. No sabe qué es lo que transporta pero de pronto Víctor se ve inmerso en una pesadilla donde se encuentra a enemigos pero también con aliados. Con su conocimiento del laberinto que es el Mercado 4 y con ayuda de casualidades y destinos tratará por todos los medios de llevar hasta el final su encargo. Un encargo que se convierte en peligroso, en un viaje que es otro descenso más a los infiernos, aunque Víctor está acostumbrado a luchar en su día a día. Entre mafiosos cutres, policías, carretilleros que van a por todas porque la vida les golpea siempre… Víctor será consciente de que las siete cajas son un juego peligroso. Y sabe que entre las estrechas callejuelas del mercado la vida no vale nada… lo que vale es sobrevivir, alcanzar un nuevo día. Y quizá alcanzar un sueño…

7 cajas es una película-milagro que se ha convertido en todo un fenómeno en las taquillas de su país de origen. Y el milagro es haber podido llegar a ser una obra acabada y terminada. Hasta que sus directores y todos los implicados han podido completar el film han pasado por numerosas pero fructíferas vicisitudes (entre otras quedar como finalista en la valiosa sección Cine en construcción del Festival Internacional de San Sebastián-Donostia y después regresar ya terminada a la sección de Nuevos directores para ganar el premio de la Juventud) que culminan con una película redonda y trepidante. Porque 7 cajas no sólo entretiene sino que refleja un universo ficticio en un gran escenario realista (en los títulos de crédito nombran a todos los extras que no son más que todos los que se encuentran en ese enorme mercado paraguayo).  Un universo ficticio que encaja perfectamente en el género del thriller con gotas de humor negro. Otra curiosidad es que además se estrena en nuestras salas con subtítulos puesto que sus personajes principales hablan una mezcla de castellano y guaraní. 7 cajas es una película asombrosamente vital, fresca, dinámica y natural que no decae ni un segundo en sus 105 minutos de duración.

Fue una agradable sorpresa trasladarse a ese Mercado 4 de Asunción y acompañar a Víctor en ese extraño viaje… con sus siete cajas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Testigo accidental (The narrow margin, 1952) de Richard Fleischer

testigoaccidental

Y esa capacidad que tiene el cine negro de seguir sorprendiéndome me fascina. Nunca paro de descubrir joyas. Ahora le ha llegado el turno a Testigo accidental. Entra dentro de la categoría de películas de bajo presupuesto de la RKO pero que te muestra cómo rodar un buen thriller en setenta y un minutos. Y es que es fascinante cómo nos cuenta en imágenes una historia donde nada es lo que parece.

Así en Testigo accidental tenemos de todo: personajes ambiguos, ambiente moral asfixiante, mujer fatal, policía duro pero todo aderezado de persecuciones, violencia, erotismo latente… y como culminación giro sorpresa. Y prácticamente un único escenario muy cinematográfico (y empleado de una manera brillante): un tren.

Richard Fleischer (director del cuál ignoro casi toda su filmografía pero que con esta película se me ha despertado el interés) muestra que sabe emplear el lenguaje cinematográfico para contar una historia. Ya desde los títulos de crédito nos vemos atrapados por el sonido de un tren que no cesa su marcha.

Testigo accidental cuenta con varias escenas memorables que se quedan en la retina: la escena que sirve de prólogo y que es la única que transcurre en otro escenario, la casa de la testigo (Marie Windsor, todo un descubrimiento, a la que también he podido apreciar en La fuerza del destino de Polonski y en Atraco perfecto de Kubrick). Una mujer fatal que es la viuda de un mafioso y que cuenta con una información que pone en peligro su vida y que además va a emplearla para testificar. Ésa es la testigo a la que un par de duros policías tienen que escoltar en un viaje en tren para que llegue sana y salva a su destino. El peligro de la misión se pone en evidencia en esta ya increíble escena. Un fonógrafo sonando (que preludia otra escena clímax de la película excepcional), unos planos opresivos de los rostros, un collar de perlas que se rompe, las cuentas que caen… una sombra con una pistola, unas escaleras oscuras y estrechas, un disparo…

Entre el policía duro (un pétreo y eficiente con voz grave Charles McGraw) y la mujer fatal (de frases venenosas) se desarrollan diálogos y réplicas brillantes y una tensión sexual no resuelta (más por parte de la femme fatale… porque el poli duro la ‘desprecia’ bastante y su atención se ha fijado en otra pasajera). Además hay un personaje maravilloso cuya gordura tiene una función en los estrechos pasillos del tren (es personaje y además su característica física soluciona muchas escenas…). Tampoco falta la violencia extrema y eso se ve en la pelea cuerpo a cuerpo que tiene el policía duro con un matón en uno de los pequeños baños del tren.

Por otra parte Fleischer convierte al tren en un escenario cinematográfico maravilloso. Y todos sus elementos son aprovechados para contar la historia. El ruido del tren, las ventanas, los pasillos estrechos, los revisores, las estaciones, los camarotes, las literas, las puertas y sus cristales, las ventanas, las vistas… todo sirve para el misterio, las persecuciones, la tensión, el equívoco…

Así ante nuestros ojos se desarrolla una historia de ritmo frenético con todos los ingredientes para mantener atento al espectador y además bien contada. En poco tiempo se permite además de ese ambiente de cine negro provocar un giro de guion que juega con la ambigüedad que presentan todos los personajes…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Cóctel de películas variadas

El gran McGinty (The great McGinty, 1940) de Preston Sturges

elgranmcginty

No hace mucho disfruté de la segunda película de Preston Sturges como director, Navidades en julio. Y hace menos tuve en mis manos el dvd de su primera vez como director El gran McGinty y de nuevo ha sido otra sorpresa esplendorosa. Por su tremendísima actualidad. Esta ópera prima, donde Sturges es un guionista que se convierte en director, deberían verla todos los políticos inmersos en tramas de corrupción. Porque Sturges no tiene pelos en la lengua aunque al final se encariñe de sus personajes (porque no les quita un ápice de humanidad). Viajamos a un local perdido de las Bahamas, un tugurio. Ahí coinciden en una barra un camarero que dice que fue gobernador de un Estado y un empleado de banca desesperado que también ha terminado con sus huesos ahí por un fallo cometido. Sturges les presenta como uno que nunca fue recto en su vida hasta que tuvo un momento de lucidez y al otro como uno que siempre llevó una vida recta hasta que falló sólo una vez.

Y la película es un flashback del camarero contando al empleado de banco desesperado su carrera política. El bueno de McGinty (un grandullón y efectivo Brian Donlevy) era un sin hogar de la Depresión. De pronto le sale la oportunidad de colaborar en un fraude electoral para la elección del alcalde (auspiciado por el mafioso local)… y lo hace muy bien. Así empieza su carrera política trepidante… hasta llegar a gobernador para lo cual incluso protagonizará un matrimonio de conveniencia. Y ahí es donde nos encontramos la debilidad de McGinty, los buenos sentimientos de su señora esposa hacen mella en él… Y llega un momento en que quiere actuar por sí solo como político y realmente ejercer haciendo lo mejor para los ciudadanos. Misión imposible y fallida… que le lleva con su mafioso a un tugurio dejando los ideales para otros. Ante la historia de ‘un caradura’ sincero la chica de mala vida preocupada por el ‘buen’ empleado le anima a que arregle las cosas y regrese de nuevo…

Los años no han pasado por esta película… tremendamente actual.

Anastasia (Anastasia, 1956) de Anatole Litvak

anastasia

La elegancia de un director se deja ver en una sola escena. Y eso es lo que le ocurre a Anatole Litvak en Anastasia. Por encima del glamour que supone la vuelta de una Ingrid Bergman a Hollywood representando a una mujer sin identidad y que trata de recuperarla (ella es Anastasia, ¿o no?). O de dejarse llevar por el magnetismo animal y la sensualidad de un Yul Brynner que ocupa toda la pantalla (¡cómo me gusta!). Así como disfrutar de las viejas glorias como Helen Hayes mostrándose como gran señora y actriz… Por encima de todo ese reparto y una historia atrayente (con sus dosis de misterio, ambigüedad, romanticismo, zares rusos, revoluciones y finales precipitados), nos encontramos con la puesta en escena especial de un director a reivindicar, Anatole Litvak (y del que me queda mucho por descubrir).

La escena es la de una habitación majestuosa con dos puertas abiertas frente a frente. Detrás de cada una de esas puertas hay un personaje diferente: en una el ambiguo Yul Brynner (¿un noble desencantado y aprovechado o un hombre enamorado? y en la otra la etérea Ingrid Bergman (¿verdadera Anastasia, mujer sin memoria, o estafadora?). Ella ha subido de una cita (impuesta por el maestro de ceremonias y estafa, Yul) algo bebida. Les oímos a los dos hablar y sólo escuchamos sus voces, la cámara está todo el rato en la habitación vacía. Sin embargo sentimos la tensión sexual que recorre el cuarto y la preocupación de ambos. De pronto ella deja de hablar, entendemos que se ha dormido. Y sólo entonces Yul sale de su cuarto, cruza la habitación y entra en el dormitorio de Ingrid para taparla… y quizá también contemplarla.

Tierras de penumbra (Shadowlands, 1993) de Richard Attenborough

tierradepenumbras

… Richard Attenborough se basó en las reflexiones que vertió C. S. Lewis en el libro Una pena en observación (que no he leído y ganas me han quedado) tras la muerte de su esposa y amor, Joy Gresham. Así el director deja tras de sí una película que reflexiona sobre el amor tardío, el dolor, la soledad, la enfermedad terminal, la muerte y lo que supone la ausencia del ser querido (en una escena contenida y magistral entre C.S. Lewis y el hijo pequeño de su amada).

No sólo nos dejamos llevar por las interpretaciones de Anthony Hopkins y Debra Winger sino que algunas frases que se pronuncian se quedan para siempre en la memoria. En este caso, entre tierras de penumbra, atesoro una frase que le dice un alumno a C.S. Lewis: “Leemos para saber que no estamos solos”. Y ya solo por esa frase la película merece la pena ser vista por lo menos una vez en la vida.

Érase una vez en Anatolia (Bir Zamanlar Anadolu’da, 2011) de Nure Bilge Ceylan

eraseunavezenanatolia

El otro día viajé al cine turco y me llevé una sorpresa enorme con Nure Bilge Ceylan (del cuál sólo había visto Lejano, película que en su momento me costó digerir). La película se encuentra ahora en las salas de cine, Érase una vez en Anatolia e impone su propio ritmo al espectador. Si te dejas llevar el viaje merece la pena. Lo que en un principio tiene estructura de thriller y road movie extraña: vamos entendiendo qué es lo que hacen tres coches por las carreteras de Anatolia (buscar un cadáver), termina convirtiéndose en un viaje de humanidad. Y lo que se nos presenta es un grupo humano variopinto: dos detenidos, los policías, los militares, los conductores, el médico forense y el fiscal…

Y vamos con ellos en este viaje nocturno en busca de un cuerpo y asistimos a las conversaciones y miradas que tienen entre ellos. Y poco a poco vamos adentrándonos en distintas historias y vamos construyéndolas. Unos van cediendo protagonismo a otros a lo largo de la búsqueda, con una cotidianeidad que impregna todo, que hace que este grupo de hombres hagan su trabajo y choquen con la burocracia más rancia y la humanidad más profunda. En una parada a cenar, en casa del alcalde de la localidad, se quedan en un momento sin luz. Y surge un momento casi mágico, donde una bella joven con un quinquel que ofrece té, se convierte en una aparición y no será la única. Asistimos durante más de tres horas a un viaje con final: la búsqueda del cuerpo, la parada en casa del alcalde, la confesión, el encuentro del cuerpo, el camino hasta el hospital donde se le hará la autopsia… y la vida sigue. Pero mientras hemos conocido un poco más el mundo de cada uno de los hombres que protagonizan esta historia, hemos transitado en sus secretos y silencios. Y también hemos conocido a las mujeres ausentes.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Un grito en la niebla (Midnight lace, 1960) de David Miller

ungritoenlaniebla

Doris Day en 1954 se convirtió en una rubia hitchconiana donde se transformaba en una esposa de una familia americana de clase media alta que vivía su peor pesadilla en unas vacaciones… Me estoy refiriendo a El hombre que sabía demasiado. Demuestra así la actriz cómo podía reflejar a una madre angustiada por el secuestro de su hijo… y se pasaba más de la mitad de la película con un austero vestido gris, un gorrito negro y un simple moño… No hacía falta más. Seis años después Doris Day protagonizaba uno de esos thrillers intensos y bien hechos con un suspense bien trabajado. Ahora para cada gesto de susto, para cada momento de pánico… miss Doris Day luciría un traje diferente y un peinado distinto. Estoy hablando de Un grito en la niebla de David Miller. En la primera se encontraba detrás de la cinta el maestro del suspense, en la segunda un director-artesano-que recibía encargos y un productor con olfato Ross Hunter… Un productor que tenía entre su nómina de estrellas femeninas a una Doris Day que en los últimos años se estaba prodigando en comedias de éxito donde mostraba los mejores vestidos, los mejores peinados y las mejores virtudes de la mujer americana de los años 50 y principios de los 60. Y eso funcionaba. Así que Hunter decidió que Doris Day podía protagonizar una película de suspense… pero con la misma vestimenta que una de sus comedias junto a Rock Hudson… Y ¡la fórmula funcionó!

Reparto esplendoroso, una historia bien contada y rodada… un éxito seguro. Aun hoy Un grito en la niebla hace pasar más de una hora y media con distintas emociones. Su argumento no es original sino que forma parte de un género protagonizado por mujeres que casi siempre obtiene buenos resultados: mujeres indefensas (y solas) al borde del paroxismo y la locura por un peligro acechante. A veces nadie las cree, otras sienten cómo otros quieren hacerlas perder la cabeza, más allá se encuentran en la soledad más absoluta… Y el espectador sufre con ellas todas sus angustias… Recordemos títulos legendarios: Luz que agoniza, Voces de muerte, Crimen perfecto (del propio Hitchcock) o Sola en la oscuridad

Aquí Doris Day es una millonaria americana que se casa con un empresario americano y se traslada a vivir a Londres. En un día de niebla mientras atraviesa el parque que la conduce a su casa… escuchará una siniestra voz que anuncia su asesinato…

Como millonaria que es luce sus mejores galas en cada momento y aunque lo pase fatal, ella está divina de la muerte. Y eso da a la película un extra absolutamente fascinante. No obstante Day logra imprimir su terror y angustia en varias escenas rodadas de manera inteligente (y muy cinematográfica). Por ejemplo, cuando se queda encerrada en el ascensor y se queda oscuras… y escucha los pasos y siente las sombras del que cree que es su asesino.

Como película de suspense juega con el espectador y presenta toda una galería de personajes que se convierten en presuntos sospechosos (y que aumentan la paranoia de la rubia bien peinada). En esta galería unos hacen sufrir a la pobre Doris Day porque sospechan de la veracidad de los hechos que la ocurren: ahí tenemos a la propia policía británica (Doris Day es una esposa insatisfecha y frustrada que trata de llamar la atención a su marido con alucinaciones varias… tiene bemoles el asunto), a su señor esposo, a su tía que llega de América para hacerla una visita, a su vecina… Y los otros son los potenciales sospechosos: el hijo de su asistenta que tiene un morro que se lo pisa, un bellísimo constructor que está realizando obras al lado de su casa, el tesorero de la empresa de su marido, y un extraño hombre con cara siniestra y siempre de negro…

Por supuesto crea un álgido suspense final de resolución inesperada (aunque viendo el rostro del culpable… sospechas desde el principio pero no quieres creerlo). Y acabas la película toda contenta de lo bien que lo has pasado y con ganas de pasarte por la peluquería y de comprarte unos trapos…

Otro punto a favor para Un grito en la niebla es su genial reparto. Además de Doris Day y sus modelitos (y que sabe angustiarse y gritar bastante bien) nos encontramos con viejos rostros del pasado, con actores consagrados, algún secundario glorioso y otros que en esos años están en su momento álgido. Del pasado como tía de vida loca (pero bastante cerebral y que duda de la salud mental de su sobrina) nos encontramos con una elegante y atractiva Myrna Loy. Curiosamente visita a un pretendiente de tiempos lejanos, el tesorero con cara ajada de Herbert Marshall. El marido empresario de Doris Day cuenta con el rostro de un actor versátil y siempre correcto, Rex Harrison, de larga y fructífera carrera de buenos títulos. Por medio se cruza el hermoso constructor, el actor de moda, John Gavin. El hijo con mucho morro es un secundario de carrera kilométrica (no sólo fue un simio), Roddy McDowall y otro secundario de lujo es el policía con la teoría de las mujeres insatisfechas le damos el rostro de John Williams (que se le daban bien los papeles serios… también fue el inspector de Crimen perfecto).

Está claro… cuando haya niebla iré muy bien arreglada para que los sustos me pillen por lo menos acicalada… Así me lo enseñó Doris Day que me lo hizo pasar muy bien en Un grito en la niebla.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.