Su mejor historia (The finest, 2016) de Lone Scherfig

Su mejor historia

… en la sala de cine

La señora Miniver, película americana de 1942, de William Wyler contaba la historia de los Miniver una familia británica que trataba de sobrevivir día a día, sin desfallecer, a los bombardeos alemanes. La señora Miniver intentaba mantener el hogar y la unidad familiar, pero también esperaba el regreso de su esposo y su hijo del frente de batalla. Cuando la gente veía La señora Miniver en las pantallas de cine, no se sabía todavía cómo iba a terminar la Segunda Guerra Mundial, pero había una identificación con la familia Miniver y con su esperanza y resistencia. Y en el seno de esta película: una reflexión compleja sobre el cine como instrumento de propaganda, pero también como arma para mantener la esperanza en los espectadores. La complejidad viene de que es un cine pensado, dirigido y con un mensaje que transmitir, pero también hace reflexionar sobre qué resortes hacen penetrar en el corazón y la cabeza del espectador y convertir la visión de la película en un momento catártico. Entre los guionistas de esta película había una mujer, Claudine West.

En el mismo año, en Gran Bretaña, el dramaturgo Noel Coward (y de co director un principiante David Lean) narró el hundimiento de un barco británico y los recuerdos íntimos de los supervivientes. Sangre, sudor y lágrimas (In which we serve) fue una película de corte propagandístico importante en aquel momento. Y al año siguiente el peculiar binomio Michael Powell y Emeric Pressburger creó una hermosa y compleja película, pero dentro de esta corriente de películas (para elevar la moral del pueblo británico en tiempos de guerra), Vida y muerte del coronel Blimp donde contaban la historia de Blimp, un anciano en plena Segunda Guerra Mundial, que recordaba toda su vida entre guerras. Eran tiempos donde los británicos necesitaban ir al cine en sus ciudades y pueblos bombardeados y encontrar motivos para seguir adelante. En ese año 1942 una guionista galesa, Diana Morgan, formaba parte del equipo de profesionales que pusieron en pie otra película propagandística de calidad, Went the Day Well?, del director Alberto Cavalcanti. La película adaptaba una obra de Graham Greene y transcurría en una aldea británica. Y precisamente esta guionista de los Estudios Ealing sirve de fuente de inspiración para crear a Catrin Cole, la protagonista de Su mejor historia, de la directora danesa Lone Scherfig.

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Chavela (Chavela, 2017) de Catherine Gund, Daresha Kyi

Chavela

Chavela, el desgarro como arte…

Hay personas como Chavela, con voz desgarrada, capaz de cantar al dolor que te rompe las entrañas. Entonar con su voz rota a la soledad, al desamor, al abandono, a la pena, a la desesperación… y a la luz de la luna. Hay personas como Chavela que con su personalidad llena de luces y sombras sobrevuela siempre entre la leyenda y la realidad. Las directoras Catherine Gund y Daresha Kyi dejan un retrato de la cantante y escarban entre las verdades y mentiras que rodean el propio relato oral de Chavela Vargas, que se construyó una identidad a través de los golpes que propina la vida. Chavela escondía a Isabel Vargas Lizano, aquella niña herida que nació en Costa Rica, pero se empapó de México… De un México de cantinas y cabarets, de tequilas y pistolas…, se convirtió en la mujer más dura… y también en la más frágil. Así el documental Chavela recoge el espíritu de una voz ronca que estallaba en dolor y convertía una canción en un ritual íntimo y bello.

Ojalá que te vaya bonito,

ojalá que se acaben tus penas,

que te digan que yo ya no existo ,

que conozcas personas más buenas…

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Marie Curie (Marie Curie, 2016) de Marie Noëlle

Marie Curie

Últimamente hay títulos en la cartelera con nombre de mujer… Mujeres de ficción o mujeres de las que se reivindica su historia real. Hay como un deseo en el aire de escribir la Historia con protagonistas femeninas. Películas que resaltan la modernidad de ciertas mujeres en el momento en que aparecieron y su tesón para cumplir sus sueños. Algunas desconocidas u olvidadas y otras, como en el caso de Marie, muy conocidas, pero que también nadan en el olvido algunos aspectos de sus vidas. Por ejemplo, además de Marie Curie, ahora está en la pantalla Paula (sobre una pintora alemana) y hace poco también se repasó la vida de Loïe Fuller en La bailarina (que curiosamente está presente de una forma muy especial en los créditos finales de Marie Curie). Si pongo estas tres películas juntas es por algo: las tres sirven para descubrir a tres mujeres pioneras; las tres tienen una buena ambientación y formalmente están muy cuidadas; las tres buscan y consiguen una actriz protagonista carismática que está brillante en su papel y recreación; las tres contienen momentos de gran belleza, pinceladas, ráfagas; las tres demuestran un trabajo de documentación y de conocimiento de la figura biografiada brillante; las tres tratan de captar la parte íntima de la protagonista; las tres muestran a mujeres que tuvieron que luchar por conseguir su puesto en un mundo de hombres… pero las tres terminan siendo películas preciosistas, frías, que no hacen vibrar… pese a tener ráfagas de alma.

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Negación (Denial, 2016) de Mick Jackson

Negación

Negación es una película que plantea varios temas interesantes. Es una película solo correcta en lo formal (aunque bien resuelta), pero es su contenido lo que da valor a esta propuesta cinematográfica (además de contar con una serie de actores con carisma que construyen sus personajes y les proporcionan matices: Tom Wilkinson, Timothy Spall, Rachel Weisz y Andrew Scott). Lo primero, da importancia a la Historia y a lo difícil que resulta ser un buen historiador. Da valor a esas profesiones, como filósofo o historiador, que cada vez se quieren relegar más o despojarlas de su importancia y utilidad (no hay más que ver cómo sufren estas asignaturas en los planes de estudios… junto a la literatura, las lenguas ¿muertas?… etcétera). Segundo, expresa para qué sirve el debate, inteligente y bien construido, con bases serias… Si no es así el debate no se convierte en algo constructivo, sino en algo inútil (y es una postura válida el silencio ante ciertas personas). Tercero, el empleo de algunas personas de los medios de comunicación como escenario de vodévil (y por otra parte cómo ese uso está establecido también por los distintos formatos) y cómo los mensajes lanzados pueden hacer mucho daño en la construcción de un discurso. Cuarto, un punto complejo y polémico: devolver la confianza de ciertas profesiones donde las malas prácticas de algunos se generalizan a toda la profesión y a todos los que se dedican a ello (dígase: abogados, periodistas, políticos, profesores… y un largo etcétera). Es decir, la política se puede hacer bien; se puede actuar bien en los tribunales; se puede hacer buen periodismo… y ahora mismo hay buenos profesionales intentándolo día a día aunque las estructuras creadas lo pongan muy difícil o se encuentren con todo tipo de obstáculos. Denigrar continuamente estas profesiones o no confiar en que puedan llevarse correctamente no es bueno para la sociedad. El secreto también está en conseguir formar, con las estructuras adecuadas, a buenos profesionales, y en dar a conocer buenas prácticas reales (igual que se conocen las malas). Y quinto, y quizá lo más interesante (sobre lo que realmente trata la película), el tratamiento de la libertad de expresión: una cosa es expresarse libremente y otra muy distinta es mentir para dar validez a lo que se piensa…

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Lluvia de estrenos: I’m not your negro/El otro lado de la esperanza/Your name/Bella durmiente

Documental. Otra triste historia de América. I’m not your negro (I’m not your negro, 2016) de Raoul Peck

I'm not your negro

Medgar Evers fue asesinado el 12 de junio de 1963. Malcolm X fue asesinado 21 de febrero de 1965. Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968. Los tres ponen rostro a la lucha por los derechos de los afroamericanos pero desde puntos de vista diferentes. Ninguno de los tres llegó a cumplir 40 años. Y a través de los tres puede construirse una triste historia de América. Esa fue la idea de un intelectual afroamericano que se relacionó con los tres, los conocía y los respetaba. Y vivió cada muerte como un mazazo. Este intelectual se llamaba James Baldwin y el manuscrito inacabado (las notas vertidas) recibió el nombre de Remember this house. Así el realizador haitano Raoul Peck crea un potente documental-ensayo que parte de las notas de Baldwin y las dota de toda actualidad… porque esa triste historia se sigue escribiendo. Y otras muertes se siguen produciendo.

… y a través del discurso de Baldwin se trata de entender por qué ocurrió y ocurre esa triste historia. Una historia sobre sometimiento y poder, de silenciar voces y vidas. De construir un discurso que no deje hueco al otro. Así Peck construye un potente ensayo con los siguientes elementos y a través de un inteligente y demoledor montaje: las palabras escritas de Baldwin (con la voz de Samuel L. Jackson), las imágenes de archivos de entrevistas y conferencias del propio Baldwin, fotografías e imágenes sobre el movimiento por los derechos civiles, imágenes de archivo sobre manifestaciones contra la inclusión, de linchamientos o muertes violentas, imágenes de actualidad de la realidad afroamericana y, por último, teniendo en cuenta que Baldwin era un cinéfilo: la construcción de un discurso que invisibiliza o refleja de una determinada manera al afroamericano en la historia del cine y en el mundo de la publicidad.

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El último mohicano (The Last of the Mohicans, 1992) de Michael Mann

El último mohicano

Da igual. Hay películas con banda sonora poderosa que sobresale por encima de las imágenes, con miradas intensas, con cámaras lentas,  con traiciones por activa y por pasiva a su fuente literaria, con carreras y sudor sin descanso, con violencia y lucha, con diálogos trascendentales, y romanticismo exacerbado. Hay películas que contienen todos los tópicos imaginables: paisajes inolvidables con cascadas y piraguas, un malo malísimo, unos secundarios que se quedan en la retina y una pareja protagonista estrella con química… E incluso todos estos tópicos pertenecen a un género de evasión y espectáculo por antonomasia, el de aventuras. Bien, pues un cóctel explosivo de tal solera escupe una película que no te cansas de ver una y otra vez. Con ritmo y emoción, El último mohicano es de esas películas con corazón.

Y esa pareja protagonista está formada por Daniel Day Lewis, que cada vez ha ido espaciando más sus apariciones, y por Madeleine Stowe, ahora desaparecida, pero en los noventa de los más activa. Ellos son Cora Munro y Hawkeye u Ojo de Halcón, que se enamoran intensamente y se echan miradas en todas partes y suben los decibelios. Los dos con sus melenas al viento. Christopher Crowe y Michael Mann (también su director) construyen un guion con una inspiración de fondo, la novela de James Fenimore Cooper, pero no son nada fieles a las relaciones que se establecen entre los personajes (o su protagonismo dentro de la historia) o sobre los que tienen que morir o no… para crear así su propia película de aventuras de romanticismo exacerbado ambientada en la América colonial. Y para ilustrar la aventura no falta el enfrentamiento entre franceses e ingleses para la ocupación de territorios y los posicionamientos distintos de las tribus nativas americanas en esa batalla, además de los propios colonos, claro. Todos muy bien vestidos, peinados y maquillados, con ambientación bárbara.

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Las inocentes (Les innocentes, 2016) de Anne Fontaine

Las Inocentes

Hay una escena muy breve que simboliza el momento histórico que se refleja en Las inocentes. Final de la Segunda Guerra Mundial, Polonia. La nieve cubre todo el paisaje y unos niños de la calle juguetean revoltosos y con alegría encima de un ataúd. La vida y la muerte, el fin y la velada posibilidad de futuro.

La directora Anne Fontaine narra cinematográficamente uno de los muchos horrores de la guerra… y en ese mundo oscuro y cruel deja otra huella: una ayudante de medicina de la Cruz Roja francesa con educación comunista, una monja polaca y un doctor judío, todos con heridas y mucho desencanto a cuestas, terminarán unidos para buscar una salida a una situación complicada. Fontaine se inspira en las vivencias de la doctora Madeleine Pauliac (1912-1946). Y esas vivencias de las que parte recogen cómo atendió a las monjas de un convento polaco que habían sido sistemáticamente violadas por miembros del Ejército Rojo. Además varias de ellas no solo arrastraban traumas psicológicos, sino que además se habían quedado embarazadas.

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Amor bajo el espino blanco (Shan zha shu zhi lian, 2010) de Zhang Yimou

amor bajo el espino blanco

Amor bajo el espino blanco cuenta el amor imposible entre dos jóvenes, Jing y Sun, en plena Revolución cultural china. Así el realizador Zhang Yimou construye una historia con todas las premisas de Love Story (1970) de Arthur Hiller…, pero por suerte se aleja absolutamente de la sensiblería, cursilería, efectismos y recursos para hacer llorar al espectador de aquella (y aun así no le niego un cierto encanto, pues todos sus defectos los realizaba muy pero que muy bien, además del carisma de la pareja protagonista elegida para sufrir de amor). Por el contrario el director chino crea un historia sensible, delicada, poética y emotiva, con un marco histórico diferente así como el ambiente que rodea a los amantes. El punto de partida es una adaptación de un éxito editorial en China de la autora Ai Mi, que curiosamente empezó a publicar la novela, con el mismo título que la película, en su blog. Parece ser que uno de los protagonistas de la historia le facilitó un diario a la autora… y a partir de ahí surgió la novela.

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Enamorada (Enamorada, 1946) de Emilio Fernández

enamorada

Una mujer tumbada en una cama mientras escucha las palabras de un hombre que confiesa su incapacidad para expresar lo que la ama, y que cede la palabra a tres hombres que cantan La malagueña (o Malagueña salerosa). Unos enormes ojos se abren. Y pertenecen a un rostro que se va transformando en el rostro de una mujer enamorada. Entonces ella se levanta y se asoma a escondidas al balcón para ver la figura del hombre que está empezando a amar. Esta secuencia es uno de los clímax de Enamorada de Emilio Fernández y también un estudio de un rostro, el de la actriz María Félix. Y hay otra firma presente: la del director de fotografía Gabriel Figueroa. Y el visionado de Enamorada es una exaltación de las emociones y, bajo una apariencia cien por cien mexicana, se descubren influencias pasadas y futuras que enriquecen más todavía la propuesta.

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Otras voces en la guerra (y II). Juegos prohibidos (Jeux interdits, 1952) de René Clément/El prestamista (The Pawnbroker, 1964) de Sidney Lumet

Esas otras voces en la guerra que muestran los daños y horrores de esas contiendas a las que arrastran a los seres humanos políticas e ideologías que no construyen, sino que derrumban, destruyen y matan. Y dos películas que tratan los estragos de la Segunda Guerra Mundial desde otra perspectiva, otras miradas, otras voces…

Juegos prohibidos (Jeux interdits, 1952) de René Clément

Juegos Prohibidos

Atrapar el universo de la infancia no es tarea fácil. Pero, de pronto, hay realizadores que con un lazo lo atrapan y cuentan una historia con una mirada de ese niño que nunca nos abandona. Así ocurre con René Clément y sus Juegos prohibidos. Con una sensibilidad especial se introduce en el mundo de dos niños, Paulette y Michel, y muestra cómo la muerte se ha instalado en su día a día, en su cotidianidad. Así el realizador francés deja una película durísima pero de una belleza especial.

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