Ella y sus maridos (What a way to go!) de J. Lee Thompson

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Una viuda, toda de negro, baja las escaleras de una mansión pintada toda ella de rosa. Detrás seis hombres de negro desciende un ataúd rosa… uno de ellos tropieza y el ataúd primero y los hombres después o viceversa resbalan por las escaleras… así empieza Ella y sus maridos, una agradable comedia con suaves tintes negros, una cuidada estética y una original estructura. Una comedia caída en olvido por su complejidad y extraña mezcla de estilos visuales que logra sin embargo un equilibrio final… Es de esas historias que o bien entras en el juego o te quedas fuera. Y si entras el disfrute está asegurado.

La viuda es Louisa May Foster (Shirley MacLaine)… su siguiente paso es querer donar al Estado toda su fortuna. Obviamente la toman por loca y la llevan a un psiquiatra (Robert Cummings) que escuchará su historia. Louisa cree que es bruja pues siempre se ha querido casar por amor… pero, sin embargo, siempre propició que sus esposos, cuatro, se hicieran asquerosamente ricos (excepto uno que ya lo era pero sí logra dar un giro en su vida…) y ella se quedará como una esposa solitaria florero y posteriormente viuda.

El poder de esta viuda negra comienza cuando es una joven a la que su contradictoria madre (una divertida Margaret Dumont sin los Marx) la insta a que se case con el millonario del pueblo, Leonard Crawley (Dean Martin)… pero ella tiene los ojos puestos en el sensible, fracasado, pobre y lector de Henry David Thoreau, Edgar Hopper (Dick Van Dyke… no sólo fue deshollinador y fiel compañero de Mary Poppins)… todo lo contrario al prentendiente ideal.

… El primero que fallece por exceso de trabajo es Edgar Hopper (tras una humillante visita de su contrincante Crawley… al que decide desbancar de su puesto de hombre más rico de la localidad)… y luego todos los demás irán encadenados. Un pintor americano bohemio de París (divertida crítica a los artistas vanguardistas con un Paul Newman delirante), un súper millonario solitario que echa de menos sus raíces granjeras (elegante Robert Mitchum) y un mediocre artista de vodevil que termina convertido en una súper estrella de Hollywood (Gene Kelly).

Entre los divertimentos de esta película, además del sugerente reparto, está que cada historia —cada matrimonio de Louise— forma parte de un género o una forma de emplear el lenguaje cinematográfico. Siempre que narra sus cuatro matrimonios al ‘alucinado’ psiquiatra lo compara con un tipo de película (y así queda reflejado): una película de cine mudo, una película intelectual francesa en el periodo de Nouvelle Vague, una película glamurosa hollywoodiense emulando los lujosos melodramas o un musical…

La película también es una rareza dentro de la filmografía irregular del británico J. Lee Thompson donde la comedia no sería su género. Es recordado por producciones como Los cañones de Navarone o la interesante El cabo del miedo… y terminó sus días dirigiendo a un Charles Bronson justiciero. El guion estuvo en manos de dos especialistas en musicales, Betty Comden y Adolph Green (por ahí anda Gene Kelly… y una parte bastante musical con reminiscencias a Cantando bajo la lluvia). Este proyecto estaba pensado para Marilyn Monroe (que la verdad no hubiera estado nada mal en el papel) pero debido a su trágica muerte no pudo ser y el relevo fue para una McLaine pizpireta y divertida. También la película es puro lucimiento para el trabajo en vestuario de la famosa Edith Head… la viuda negra sale con un montón de vestidos, bañadores y complementos (y también peinados) según los maridos que tiene y sus ensoñaciones de película.

Inolvidable una Louisa May Foster feliz, por fin, con un hombre (no digo quién), besándole y abrazándole y diciéndole: mi querido fracasado…

Así no está mal en este verano que finaliza disfrutar de una extraña comedia con estética, glamour y una gran galeria de actores.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Tres comedias y una tragicomedia: Llévame a la luna (Un plan parfait, 2012) de Pascal Chaumeil / Una mujer difamada (Libeled lady, 1936) de Jack Conway / La comedia de los horrores (The comedy of terrors, 1963) de Jacques Tourneur /Una canción para Marion (Song for Marion, 2012) de Paul Andrew Williams

El cine puede proporcionarnos unas vacaciones inolvidables. Y esta vez me voy a la risa. Tres comedias y una tragicomedia (como la vida misma). Grandes estrellas, glamour, viajes a lugares lejanos… incluso a la luna (o algo parecido con escala en África), amor mucho amor (con alguna lagrimilla), alguna que otra canción y ocio (especialmente pesca)… y unas dosis de humor negro (con homenaje a Richard Matheson).

Llévame a la luna (Un plan parfait, 2012) de Pascal Chaumeil

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A veces me pasa que sólo pido evasión y risas cuando entro en la sala de cine. Sí, soy así de simple. Así que cuando me sirven una buena comedia romántica con toques clásicos de screwball comedy y guerra de sexos me siento contenta. Y así me ocurrió la tarde de Llévame a la luna, comedia francesa, con una pareja insólita pero que funciona muy bien: Diane Kruger y Danny Boon (nuevo rey de la comedia francesa). Pero ¿quién da la sorpresa?: la hermosa y gélida Diane Kruger que posee una magnífica vis cómica (que ya dejaba intuir en Malditos bastardos).

Llévame a la luna es previsible (pero no importa) y quizá olvidable (tampoco importa) pero tiene varias escenas que provocan la carcajada y deja buen sabor de boca. A Diane y Danny siempre les quedarán sus aventuras africanas. Y Pascal Chaumeil emplea correctamente los mecanismos de la comedia romántica con dosis suaves de locura y mala leche.

Una mujer difamada (Libeled lady, 1936) de Jack Conway

Ahora nos vamos a una screwball comedy de los años 30. Ya sólo por su increíble reparto merece la pena inmiscuirse en Una mujer difamada de Jack Conway. Tenemos un cuarteto de oro y el secundario imprescindible: Myrna Loy y William Powell (actuaron juntos en un montón de películas y siempre proporcionaban una sensación de elegancia, glamour, risas —y a veces, las menos, drama— y burbujas…), Spencer Tracy y Jean Harlow. Del cuarteto la sorpresa es disfrutar de una Harlow en su papel de rubia tonta, descarada y sensual pero sensible y mujer enamorada. Además el secundario de oro es Walter Connolly, en un papel de millonario excéntrico.

La trama es compleja y enrevesada pero llena de encanto donde todo el lío ocurre a partir de una noticia falsa en un periódico y una demanda millonaria. Jack Conway sabe imprimir un ritmo trepidante y unos diálogos chispeantes así como varias escenas delirantes. Lo que más me ha llamado la atención es que quizá a Howard Hawks le vino la inspiración, si vio en su momento esta película, para una de sus más delirantes y divertidas comedias, Su juego favorito. Tanto William Powell como Rock Hudson regalan escenas divertidísimas como pescadores ‘expertos’.

La comedia de los horrores (The comedy of terrors, 1963) de Jacques Tourneur

Otra sorpresa inesperada ha sido toparme con La comedia de los horrores y disfrutarla en cada momento con un divertidísimo guión repleto de humor negro de Richard Matheson (que nos dejó hace poco y está siendo recordada su contribución al mundo del cine… así que ahí va mi homenaje). Así Tourneur crea un divertimento de humor negro lleno de encanto con una genial galería de actores y un gato inolvidable.

Así nos topamos con el enterrador borracho y su ayudante (Vincent Price, Peter Lorre), la esposa frustrada cantante de ópera (Joyce Jameson) o el padre anciano y sordo (Boris Karloff)… pero la sorpresa es ese muerto ‘tan especial’, el papel que me produjo más carcajadas en cada una de sus apariciones (¡Basil Rathbone a tus pies!).

Una película artesanal, realizada con cariño y mucho buen humor (aunque sea negro), donde todo provoca sonrisa y carcajada. ¡Y qué bueno volver a encontrarse con la cara especial de Joe E. Brown (… que alcanzó la inmortalidad con su ‘Nadie es perfecto’)! Así esta vez en la intimidad del hogar el espectador va de la funeraria al cementerio o a mansiones de hombres solitarios con carcajadas en el recorrido.

Una canción para Marion (Song for Marion, 2012) de Paul Andrew Williams

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Película británica sencilla, tragicomedia amable que deja ver el buen trabajo de dos intérpretes que son leyendas del cine. Buen cine británico con fondo social con momentos musicales para el recuerdo. Y sólo por los dos ancianos actores protagonistas merece la pena disfrutar de Una canción para Marion. Ellos son Vanessa Redgrave y Terence Stamp. Ambos se convierten en un matrimonio: ella, enferma de cáncer; él, abuelo cascarrabias con pánico a perderla. Ella consigue sacar fuerzas para acudir a un coro de personas mayores muy especial… y él encontrará ahí la energía para seguir adelante. Una pieza clave será la joven profesora (Gemma Arteton). Una canción para Marion es la versión en ficción del documental Corazones rebeldes. El documental mostraba un coro muy especial de abuelos que interpretaban canciones muy pero que muy rockeras.

Y a mí me ganó por los solos musicales que tienen en distintos momentos de la película Vanessa Redgrave y Terence Stamp. Momentos filmados con sencillez y elegancia y que ambos son capaces de que el espectador más exigente llegue a echar una lágrima, aunque sea disimuladamente. Paul Andrew Williams guarda bien el equilibrio entre comedia, tragedia y emoción. Así la película fluctúa entre la melancolía, la tristeza y la sonrisa tranquila de que la vida a pesar de los pesares continúa… y puede guardar momentos bonitos. En varias reseñas se ha señalado que Una canción para Marion es el reverso amable (y no tiene por qué ser peyorativa esta visión) de Amor de Michael Haneke. Y estoy muy de acuerdo.

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Candidata a millonaria (Hands across the table, 1935) de Mitchell Leisen

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Mi idilio con Mitchell Leisen continua y cada nuevo descubrimiento de su filmografía es una absoluta fiesta. Así de nuevo me ocurre lo mismo con Candidata a millonaria. Una mezcla de screwball comedy con toques suaves de realismo social, comedia romántica y un poco de melo.

Leisen como la vida misma mezclaba drama y comedia, su ejemplo más radical ocurre en Adelante mi amor. Y también llevó a cabo melodramas como Si no amaneciera o La vida íntima de Julia Norrism (todas estas películas ya las he comentado). Así que sabe mostrar las dos máscaras: comedia y tragedia y hacer que funcione.

Candidata a millonaria no es tan recordada como Medianoche ni tan redonda como Una chica afortunada pero está llena de encanto y de hallazgos que merecen la pena. Es una película que es bueno rescatar del olvido porque esconde muchas riquezas y aspectos que merece la pena analizar.

Un trío de intérpretes acostumbrados a estas lides: Carole Lombard, Fred MacMurray y Ralph Bellamy (el eterno el tercero en discordia y que casi nunca lograba quedarse con la chica…) y una historia que vista ahora a mí me sigue resultando muy moderna con diálogos chispeantes. De nuevo Leisen muestra su sabiduría a la hora de emplear el lenguaje cinematográfico. Además refleja ese cine cómico (con mucha ironía) con crítica social de fondo que surgió a partir del crack del 29 de ricos que se arruinan y pobres que siguen sobreviviendo y el encuentro entre dos mundos que suelen colisionar… pero siempre con las dosis de locura suficiente como para presentar un mundo al revés donde a través del caos surge la posibilidad de cumplir sueños… aunque sea con el mundo patas arriba. Así que estas películas son una medicina recomendable en estos tiempos.

La historia que nos presenta es simple (o compleja según se mire): una manicura, que trabaja en un gran hotel, tiene un sueño: ser una de las millonarias que ocupa las habitaciones del lugar donde trabaja. Quiere casarse con un millonario. De momento es una mujer independiente, con trabajo y casa, que vive el día a día. Ella se llama Regi Allen y tiene el rostro de una de las reinas del screwball comedy: Carole Lombard (en su filmografía tiene personajes inolvidables pero yo siempre reseño mi personaje favorito de esta rubia irrepetible, Irene Bullock, de Al servicio de las damas… ¡por favor que alguien saque una edición en dvd o blu ray decente, la película lo merece y siempre la he visto en copias malísimas!).

Así que esta manicura conoce a la vez a dos hombres: un millonario que tuvo un accidente de aviación y ahora se encuentra postrado en silla de ruedas y un playboy que perdió toda su fortuna en la crisis del 29 y ahora lo único que desea es casarse con una millonaria (dentro de sus planes no entra encontrar un trabajo). El azar le pone en bandeja dos posibilidades de futuro: el aviador (Ralph Bellamy) se convierte en su mejor amigo y podría ser un buen matrimonio de conveniencia y el playboy (Fred MacMurray, jovencísimo y con sus buenos inicios en el mundo screwball comedy) le promete toda una vida de incertidumbres pero con pasión y enamoramiento.

Durante todas las mañanas, desde que se conocen, el aviador pide que a su habitación suba la manicura para arreglarle las manos y de paso animarle y alegrarle el día con sus conversaciones, sueños y confesiones y durante varios días el playboy se instala en casa de la manicura porque tiene que simular frente a su futura esposa que se ha ido unos días a las Bahamas.

El aviador avisa a la manicura que contra el amor nada se puede… que si aparece alguien en su camino sin dinero pero con mucho amor que ofrecer, ése será el elegido. Ella lo niega una y otra vez. Y con el playboy, cuando descubren que ambos tienen el mismo objetivo: casarse con un millonario/a… saben que son de la misma calaña, unos canallas y que entre ellos no puede surgir el amor… pero se lo pasan tan bien juntos…

Así Mitchell Leisen, como es habitual, se mueve maravillosamente en los espacios cerrados y la historia transcurre entre los aposentos del hotel y el hogar de la manicura… con espacios de diversión como restaurantes y salas de baile (y no puede faltar un taxi) para la primera noche de la manicura y el playboy juntos. Todos los personajes secundarios tienen su función y su historia detrás de un gesto (aunque apenas tengan diálogo) como el personal de servicio de la futura esposa del playboy o el encantador mayordomo del aviador. Además Leisen siempre se rodeaba de buenos (pero muy buenos) guionistas que consiguen entre otras cosas diálogos con chispa que da gusto escucharlos y desentrañarlos. Siempre descubres algo nuevo. Y por último Leisen filma comedia romántica por eso regala un beso en primer plano precioso entre Lombard y McMurray (trabajaron en cuatro películas juntos y dos de Leisen, ésta y Comenzó en el trópico, película que todavía no he visto).

Y Candidata a millonaria muestra cómo la felicidad puede encontrarse en un colchón en una terraza mirando las estrellas…

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Bajo los techos de París (Sous les toits de Paris, 1930) de René Clair

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… los tejados de un barrio de París… y una escena en un callejón. Un cantante callejero, acompañado por un acordeonista ciego, entona una canción popular, del momento, y vende a la vez la letra de la canción con la partitura. Los vecinos se reúnen alrededor de él e improvisa un coro en medio de la calle. De pronto René Clair consigue atrapar algo de manera sencilla y preciosa: un momento, un instante efímero pero lleno de vida. Los vecinos entonan la canción, hay distintas acciones y miradas… y presentaciones de los personajes. Puro cine.

Ahí nos encontramos a casi todos los protagonistas de esta sencilla, nostálgica y poética narración cinematográfica sobre los bajos fondos parisinos. Un universo poblado por callejuelas estrechas, bailes populares, bares o cafés, peleas nocturnas junto a las farolas y a las vías del tren, pequeñas habitaciones, reuniones de vecinos, escaleras donde habitan bohemios, carteristas, artistas, artesanos, ladrones de poca monta, inmigrantes…

En esta primera escena aparece la joven inmigrante Pola, el cantante callejero Albert, su amigo el carterista y Fred, el jefe de una banda de ladrones. Más tarde en la barra de un bar aparece también el mejor amigo de Albert, Louis. Una amistad en la que siempre se están divirtiendo, compitiendo, jugando y peleándose… Así la película mezcla situaciones de comedia sentimental, con gotas de melodrama y cine de gánsteres. Pero el cóctel es tan sencillo y poético que funciona.

Lo poético se encuentra en los detalles y matices: un espejo roto que se convierte en un símbolo del amor imposible que siente Albert por Pola o los tejados de París o el reflejo de la vida de los vecinos a través de sus ventanas…

Y con esa plasmación de los instantes y la vida, René Clair nos habla de las complejidades del amor. Así la dulce Pola se convertirá en la mujer deseada por tres hombres y el destino construirá una historia donde también intervendrá el azar y la amistad. Así Pola se encontrará en los brazos del mafioso Fred, del romántico Albert y del más pragmático Louis.

Después de una historia de vidas cruzadas donde alguno saldrá con el corazón partido y otro conseguirá el corazón de la chica… y alguno que otro terminará en prisión así como otros afianzarán sus lazos de amistad, no queda otro modo de terminar la historia que de nuevo mostrando un coro callejero… porque la vida continúa y los techos de París.

René Clair se enfrenta así a su primer largometraje con éxito internacional (aunque el mayor éxito fue en su país de origen Francia) y además emplea por primera vez el sonido en el periodo en que las películas habladas empiezan a dejar atrás el cine silente. Pero el uso del sonido es para ayudarle a contar la historia, se sirve del sonido pero todavía realizando un uso preciso del lenguaje puramente visual del cine mudo. Así no hay largos diálogos o conversaciones, la mayoría de las veces no escuchamos esos diálogos tapados por la vitrina de un cristal o por el sonido de un tocadiscos…o por el jaleo de una trifulca. Muchas de las situaciones Clair las sigue solucionando de una manera visual y el sonido sólo es un pretexto para contar algo más o para que en los barrios de París se oiga cantar a sus vecinos o se les vea bailar al son de la música. A pesar de la ausencia de diálogos la historia puede seguirse perfectamente pues sigue siendo puro cine silente con acompañamiento de sonido.

Bajo los techos de París es una recreación nostálgica y poética de un París de los bajos fondos donde los artistas conviven con los carteristas y con los que menos tienen junto los inmigrantes y bohemios en una armonía ideal. Y como siempre es el amor el motor de las vidas de muchos de sus personajes. El amor por una chica o la camaradería entre amigos o la solidaridad entre vecinos…

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Hermanos en el cine: dos o más… (y tercera parte)

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Muchas son las películas donde los protagonistas son hermanos. Y protagonizan todas las modalidades y todos los géneros posibles. Hay hermanos que dan risa, otros nos hacen llorar. Algunos se aman, otros se hacen daño y otros se aman y se odian a la vez. Algunos se admiran entre sí o se decepcionan los unos con los otros. El de más allá recuerda y el de más acá siente nostalgia. Protagonizan cine negro, cine cómico, cine musical, melodrama… Y muchos se han convertido en inolvidables.

Así de manera desordenada vienen un montón de hermanos de ficción a mi cabeza. Los más recientes que habitan en mi cabeza son dos hermanos de vidas complejas y torturadas. No pueden evitar hacerse muchísimo daño porque habitan en un ‘sitio oscuro’ pero también se quieren y por ello sufren más el uno por el otro. Ninguno de los dos puede ser feliz y sobrevive cada uno como puede. Los dos son autodestructivos e incapaces de llevar las riendas emocionales de sus vidas. Se llaman Brandon y Sissy y vivimos con ellos unos días en Nueva York en Shame de Steve McQueen.

O también reciente es el retrato de dos hermanas que esperan de maneras muy diferentes el fin del mundo. El planeta Melancolía se estrella contra el mundo. Y es muy diferente, la fragilidad y vulnerabilidad de Justine, que desde su continua depresión y desorden emocional ya lo da todo por perdido luego se hace fuerte ante el final y el caos, y la seguridad y vida controlada de Claire que de pronto ve como toda su vida ordenada se desmorona y se le escapa todo de las manos.

Siguiendo con Kirsten Dunst que era el rostro de una de las hermanas ficticias que Lar von Triers llevó a las pantallas, vemos como también su rostro acompañaba a una de las hermanas de la familia Lisbon. Cinco hermanas perfectas y bellas de las que se enamoraban todos los chicos de barrio… pero que se convertían, sin explicación alguna, en las vírgenes suicidas.

Pero siguiendo también la estela del cine danés recuerdo la penúltima película de Thomas Vinterberg, Submarino, donde el director diseccionaba la dura historia de dos hermanos que viven un hecho traumático en su infancia que marca sus vidas para siempre. Impresionante. Por otra parte la realizadora Susanne Bier nos también la historia de dos narra en Hermanos. Uno de ellos, con su vida organizada y feliz tiene que irse a la guerra de Afganistán y el otro que llevaba una vida sin rumbo, el hermano pequeño, ante tal situación se responsabiliza de la familia de su hermano. Cuando el hermano, roto por una experiencia traumática en la guerra, regresa al hogar… estalla el conflicto.

Pero quiero ahora marcharme a la comedia. Y entonces la última comedia romántica que me ha gustado y mucho es El amigo de mi hermana. Donde se nos cuenta un fin de semana de enredos en una casa en la montaña. Los protagonistas son dos hermanas y el amigo de una de ellas.

Y siguiendo la estela de la alegría recuerdo uno de los musicales que más vi cuando era pequeña y que más me gustaba: Siete novias para siete hermanos. Me parecía el colmo de lo divertido esa casa en la montaña con siete rudos hermanos pero encantadores y cómo secuestran a las chicas de sus sueños y además las enamoran… Y mientras números musicales y canciones que me encantaban. Tanto es así que mis padres casi todos los domingos me despertaban con un disco de vinilo con la banda sonora de la película.

El cine clásico, el de blanco y negro, también nos regaló retratos inolvidables de hermanos. Recuerdo una de mis películas favoritas La ley del silencio y una de las tramas que más me gustan: la relación entre Terry, el boxeador fracasado, con su hermano mayor, Charlie, que trabaja para el gánster más poderoso del puerto. O me viene a la cabeza una cinta de cine negro La fuerza del destino donde Joe Morse, abogado que trabaja para un mafioso, tiene que perjudicar a su hermano mayor que lleva una pequeña casa de apuestas.

Otro filón para películas de distinta índole, normalmente de terror o misterio pero también para la risa son los hermanos gemelos. Así Robert Siodmak nos dejó A través del espejo con una Olivia de Havilland desdoblada en dos hermanas gemelas muy diferentes. O Cronenberg nos dejaba la inquietante Inseparables con dos hermanos gemelos pero antagónicos en sus personalidades. O la película de Walt Disney Tú a Boston y yo a California donde dos hermanas gemelas, que no se conocían porque al divorciarse sus padres cada uno se comprometió con el cuidado de una de sus hijas, se reencuentran en un campamento de verano y deciden que tienen un único objetivo: que sus padres vuelvan a enamorarse. En el terreno de comedia Fernando Trueba rizó el rizo y cuenta en Two Much la historia de un hombre que decide inventarse un gemelo para así poder seducir a dos hermanas (una es su novia y de la otra está enamorado).

Tampoco se olvidan las películas que rememoran la historia bíblica de Caín y Abel y uno de sus mejores ejemplos sin duda es Al este del edén de Elia Kazan donde vemos la compleja historia entre Cal y Aaron. El momento del conflicto estalla en un momento histórico convulso, antes de la intervención de EEUU en la Primera Guerra Mundial. Y esa relación es compleja porque ni Caín es tan malo ni Abel tan bueno, son dos jóvenes con sus partes luminosas y sus partes oscuras. Y para entender esa relación hay que comprender su infancia y la relación de ambos con su estricto padre.

Y otra forma de contar una historia es el de un hermano, normalmente el pequeño, que rememora su relación con el hermano más mayor (o también puede ser al contrario pero no es lo más normal). Así hace poco rescatamos del viejo baúl de películas Su propio infierno de John Frankenheimer donde nos cuenta cómo un joven adolescente va descubriendo el rostro oscuro de su hermano mayor al que admira desde siempre. También recuerdo otra película que me fascina La ley de la calle de Francis Ford Coppola donde un adolescente siempre habla con admiración de su hermano mayor, el chico de la moto y líder de las pandillas del barrio. Robert Redford dirigió la nostálgica El río de la vida donde somos testigos de la vida de dos hermanos, hijos de un pastor protestante, que llevan vidas bien diferentes pero unidos por una afición: la pesca. Malick dirigió Días del cielo narrada desde el punto de vista de una niña, Linda, que viaja con su hermano mayor Bill y la pareja de éste durante los duros años de la Depresión. O recuerdo también Propiedad condenada donde la narradora es otra niña que rememora la trágica historia, también en tiempos de Depresión, de su hermana mayor. Edward Furlong protagonizó dos películas como hermano pequeño que admira a su hermano mayor pero en unos contextos muy complejos. Una fue American History X donde su hermano mayor era un neonazi que termina en prisión y cuando regresa no quiere que su hermano pequeño siga sus mismos pasos. La otra se trata de Cuestión de sangre donde su hermano mayor es un asesino profesional.

Los hermanos de ficción dan para muchas buenas historias… y las que quedan por contar…

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Reflexiones en torno a Antes del anochecer (Before midnight, 2013) de Richard Linklater

Aviso: si quieres entrar en la sala de cine sin saber absolutamente nada del destino de Jesse y Céline… no leas todavía este texto. Desvelo y analizo absolutamente toda la trama.

… Después de París

antesdelanochecer

antesdelanochecerRecuerdo a otra pareja que se ama, George y Jackie (Warren Beatty y Julie Christie), en una screwball comedy del desencanto, Shampoo (1975) de Hal Ashby. Se encuentran en una habitación solos y entonces George confiesa que ha tenido un sueño y no le ha gustado: ha soñado que se despertaba mayor, que habían pasado ya cincuenta años, y que a su lado estaba Jill, su novia en ese momento. Y que el sueño no le había gustado, le había asustado, porque no se imaginaba después de cincuenta años despertar al lado de Jill. Porque con quien quisiera despertarse es con Jackie… Algo así ocurre con Jesse y Céline que crean ambos con sus palabras, una máquina del tiempo en Grecia y la pregunta que se repiten una y otra vez es: ¿dentro de cincuenta años querremos seguir juntos?… Y la pregunta nos la trasladan a nosotros, los espectadores que les hemos seguido todos estos años.

Y Antes del anochecer nos muestra un nuevo encuentro entre Jesse y Céline que nos visitan de nueve en nueve años… y sólo disfrutamos de ellos un día, unas horas. Pero si antes del amanecer preludiaba un encuentro y una promesa; y antes del atardecer una nueva oportunidad después de nueve años de ausencia y alimentar una imagen del otro…, antes del anochecer presupone el día a día de una pareja que se siente atrapada en su cotidianeidad con todo lo bueno y todo lo malo que arrastra una convivencia y un compromiso mutuo. Ya no hay una imagen del otro sino una presencia continua del otro. Y lo difícil es seguir amando.

Así ha llegado a la historia de Jesse y Céline la sombra del desencanto (o no… la sombra del realismo cotidiano): el encuentro absoluto con el otro, con todas sus virtudes y defectos, y la construcción de una vida común. ¿Qué es lo que hace que sigan juntos? Y así nos van revelando, en un paseo y una velada, como si fueran los nuevos Joanna y Mark (ya sabéis, dos en la carretera) por qué tendrían que seguir juntos.

Diálogos

Los que hemos sido fieles a Jesse y Céline nos gusta escucharles conversar. Y es que hemos vivido su relación a partir de sus diálogos. De sus conversaciones. Y en Grecia la construcción de sus diálogos-conversaciones es perfecta porque nos va revelando su yo más interno.

Primero, después de que Jesse deje a su hijo (fruto de su primer matrimonio) en el aeropuerto griego para que regrese a EEUU junto a su madre. El niño ha pasado las vacaciones con él y la despedida le remueve cosas. Cuando sale del aeropuerto le espera Céline al lado de un coche. Tienen una conversación en el interior del coche, con sus dos gemelas detrás dormidas, antes de llegar a su residencia veraniega. Ahí se nos sitúa a los espectadores qué ha pasado nueve años después de su encuentro en París y se siembra el germen que estallará en la conversación nocturna (el conflicto: una posibilidad de cambio de rumbo en su relación).

Por primera vez en la trilogía nos presentan a Jesse y a Céline separados. Jesse hablando sobre creación literaria con sus amigos griegos. A Céline con sus amigas griegas y las gemelas… para después unirles a todos en un almuerzo y protagonizar una conversación para la que esto escribe emocionante y rico donde claramente cada uno habla de distintas maneras de vivir en pareja (son de generaciones diferentes), surge el tema de la memoria, la ausencia y el recuerdo y de forma sutil se pone sobre la mesa el eterno tema de la screwball comedy, la guerra de sexos (ni contigo ni sin ti, mejor juntos pero enfrentados). También habla de trabajo creativo con la mente o con las manos (lo artesanal).

Después como siempre en la trilogía vuelven a estar solos conversando: primero de camino a un hotel (donde incluso entran a una ermita bizantina), después mirando el anochecer desde una terraza que da al mar, a continuación en la habitación del hotel donde estallará la tensión que se vislumbraba desde el principio y finalmente de nuevo en la terraza…

Y entre diálogo y diálogo seguimos conociendo a Jesse y Céline, sus maneras de comportarse y enfrentarse a la vida, sus miedos y temores… su historia en común, el amor y el desamor, el encanto y el desencanto, los sueños y las frustraciones… y un sentido del humor a prueba de bomba que es lo que les sirve de arma infalible para continuar el día a día.

Grecia

Desde Grecia nos viene una ‘sensación’ de vida mediterránea que pulula en muchas obras cinematográficas europeas. Los paisajes hermosos, el mar en calma, las casas rurales, las buenas conversaciones alrededor de una mesa, el cuidado en la preparación de una comida, la importancia de los detalles, los gestos, las miradas; la importancia de los placeres de la vida, el carpe diem, la presencia de antigüedad y pasado, de memoria… en cada una de las calles, en sus edificios, la calma para mirar un anochecer o para estar sentados en una terraza o en una pequeña cala solo contemplando el océano. Pero también nos hace ver esa ‘Europa idealizada’ de los americanos, esa Europa donde se sabe vivir bien, sobre todo sentir. Esa Europa como ‘paraíso’.

Una Grecia llena de ruinas. Llena de historias. Llena de sabiduría y conocimientos. Grecia, cuna no sólo de filósofos sino también de la tragedia y la comedia. Las máscaras de la sonrisa y la lágrima. La relación entre Jesse y Céline puede ser una historia en ruinas que trata de reconstruirse continuamente. Ambos sin embargo cuidan la sabiduría y los conocimientos. Les gusta conversar y expresar. Y su día a día, como la vida de todos, une tragedia y comedia.

Cine, siempre cine

Pero los personajes de Linklater (y de sus actores) se mueven en un ‘universo cinematográfico’ y las referencias cinéfilas no dejan de aparecer en sus imágenes, acciones e incluso forman parte de su vida. Antes del anochecer nos recuerda en muchos momentos a Copia certificada… conversación en el coche, paseos por unas calles mediterráneas, una pareja… y las dos de manera diferente un tratamiento especial del tiempo.

En uno de sus paseos, como también eran evidentes los ecos en Copia certificada, Céline recuerda a Jesse una película que le impactó de una pareja en crisis (que también curiosamente tiene una conversación en el coche) que pasea por las ruinas de Pompeya y a ella le impresiona la visión de una pareja calcinada y abrazada. De nuevo regresa a nosotros Te querré siempre de Roberto Rossellini.

Si en antes del amanecer y antes de atardecer había ecos de Tú y yo de Leo McCarey (y sus dos versiones), en antes del anochecer se nos da la posibilidad de una narración que cuenta que les pasa a los protagonistas después de y comieron perdices y fueron felices. Lo cotidiano entra en sus vidas. Como a Mark y Joanna les pasaba en las sucesivas etapas de su matrimonio, siempre dos en la carretera.

Cuando Jesse está contándoles a sus amigos el argumento de su próxima novela, que curiosamente ya no versará sobre su experiencia amorosa con Céline que ha dado como resultado dos novelas, sino sobre varios personajes que tienen ‘percepciones’ alteradas de la realidad, explica que el nexo de unión entre todos los personajes será su visión de La ley del silencio de Elia Kazan (una de las películas favoritas de la que esto escribe), obra cinematográfica que presenta un determinado tipo de cine americano.

Los personajes griegos, que conviven en este día nuevo con Jesse y Céline nueve años después de su estancia en París, tienen un rostro que pinta el cine griego que ahora protagoniza un panorama cinematográfico con fuerza a pesar de que la crisis golpea fuertemente este país. El cine de ayer y de hoy en sus rostros. Patrick, el viejo novelista que invita a Jesse y familia a Grecia, tiene el rostro de Walter Lassally, un conocido director de fotografía británico que trabajó en una de las películas griegas más famosas, Zorba el Griego. La joven Anna tiene el rostro de Ariane Labed, intérprete de películas representativas del nuevo cine griego como Alps o Attenberg. Athina Rachel Tsangari es Ariadni; ella es guionista, directora y productora de ese cine griego que están dando que hablar.

Clases de amor

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Un buen momento clave es la conversación en la mesa, durante el almuerzo. Siempre he pensado que esas escenas son de lo más complejas porque es difícil dar naturalidad a un grupo de amigos o familiares en una comida íntima. En Antes del anochecer se consigue. Y la conversación pasa de un tema a otro pero quedan de pronto reflejados los distintos tipos de amor y cómo las viven los hombres y las mujeres. Así se ve el amor de unos jóvenes del siglo xxi donde las nuevas tecnologías son fundamentales (si hubiese existido el skype y las redes sociales tal y como están instauradas ahora, la historia de Jesse y Céline hubiese sido totalmente distinta). La relevancia del sexo y la prioridad de cada uno en la relación en pareja. La permanencia y las relaciones largas en el tiempo. La importancia del trabajo, los amigos y la familia… La ausencia del otro cómo se vive y se siente. La fidelidad o no. Los roles dentro de la pareja cómo se van construyendo…, las tensiones latentes y las no latentes. Las bromas…

El desencanto y lo que persiste

… Y tranquilamente pero sin pausa Jesse y Céline nos van llevando al desencanto. Después de años vividos juntos y de convivencia diaria. Con los sueños y las frustraciones. Pero siguen juntos y discuten. Y se hieren con las palabras. Se hieren mucho. Pero porque se quieren tratan de avanzar. Y de pronto los dos recuerdan lo que persiste de los chicos del tren de Viena o de los que vivieron una segunda oportunidad en París. De pronto cobran importancia los pelos pelirrojos de una barba o la sonrisa o la atracción mutua o lo que les gusta conversar juntos… o darse cuenta que se hacen de reír todavía. Cuando parece que todo se desmorona, puede venir una carta del futuro y poner una nota de continuidad, de futuro. Y entonces vemos a Jesse y Céline en una mesa al lado del mar y como se va alejando la cámara. Y les dejamos charlando… La noche ha llegado.

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Diccionario cinematográfico (198)

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Química especial: sólo puede entenderse esta clase de química con varios ejemplos científicamente probados en la sala de cine o cuarto de estar:

1.- Charlie Allnut y Rose Sayer pasan mil y una aventuras mientras se enamoran a bordo de La Reina de África, una vieja barcaza…

2.- Devlin y Alicia Huberman se aman y se odian… para siempre encadenados.

3.- Joanna y Mark Wallace son siempre dos en la carretera… con unas gotas de desencanto y un pasaporte que siempre aparece.

4.- Hal Carter y Marjorie Madge Owens siempre bailarán en un picnic en un pueblo Kansas, quizá puedan escapar…

5.- Sally Hyde y Luke Martin se encontraron en un duro regreso.

6.- Robert Kincaid y Francesca Johnson fueron a los puentes de Madison y allí quedaron para siempre sus recuerdos.

7.- Angie Rossini y Rocky Papasano empezaron su amor como dos extraños…

8.- Jackie y George viven entre shampoo y cortes de pelo un amor imposible y desencantado. Son malos tiempos para la lírica.

9.- Sally Bowles y Brian Jones se aman sin futuro en un cabaret…

10.- Mary Hatch y George Bailey viven una pesadilla para quizá darse cuenta de que la vida, aunque dura, merece la pena vivirla juntos.

11.- Holly Golightly y Paul Varyak desayunan con diamantes y lágrimas, también se besan en tarde lluviosa.

12.- Edie Doley y Terry Malloy se aman más allá del silencio.

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Tres películas raras, extrañas o difíciles de ver… y un clásico de culto: Berberian sound studio (Berberian sound studio, 2012) de Peter Strickland/Damiselas en apuros (Damsels in distress, 2011) de Whit Stillman/Tango libre (Tango libre, 2012) de Frédéric Fonteyne/El emperador del norte (Emperor of the north pole, 1973) de Robert Aldrich

Según van desapareciendo salas de cine y las distribuidoras cada vez es más difícil que lleguen ciertas películas a los espectadores. La oferta disminuye. Por eso nunca es una buena noticia ni el cierre de una sala ni el cierre de una distribuidora. Sin embargo nuevas plataformas digitales (festivales online), la función de ciertos ciclos y festivales en distintos centros culturales o el nacimiento de pequeñas salas de exhibición (detrás de ellas sólo hay pura locura y amor al cine) son los nuevos cauces para que lleguen ciertas películas que en las salas de exhibición normal no tienen sitio o si lo tienen apenas duran una semana en cartel. A veces directamente salen en dvd o blu ray algunas películas que no han tenido la oportunidad de estrenarse en sala o se pueden conseguir viejos clásicos poco vistos o de culto. ¿Nos estamos perdiendo algo…? Pues si no logramos acceder a ellas pocas respuestas podemos ofrecer a esta pregunta. Por eso me parece importante que si se logra acceder a alguna película que, por distintos motivos, no se considera el estrenarla en los cauces habituales pero sí en otros, compartir y valorar qué es lo que quizá nos estemos perdiendo.

Berberian sound studio (Berberian sound studio, 2012) de Peter Strickland

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De momento no ha encontrado distribuidora que la exhiba en el circuito de salas. Tan sólo ha habido oportunidad de acceder a ella en festivales como el de Sitges o en el festival online, Atlántida film Fest.

Y lo primero que se te pasa por la cabeza al verla es ¡menuda rayada! Pero la rayada tiene algo. Entra dentro de un género que a mí me fascina y es el cine dentro del cine. Así el espectador se encuentra acompañando a un tímido y complejo técnico de sonido británico al que le surge un trabajo en un estudio italiano de postproducción de sonido de los años setenta especializado en el Giallo. Así su nuevo trabajo consiste en dar sonido a un giallo de un director llamado Santini. Una película con brujas, conjuros y sangre. En ningún momento vemos una sola imagen de dicha película pero escuchamos todos los sonidos y surge la película en nuestra cabeza. El estudio se convierte en un lugar misterioso y claustrofóbico habitado por extraños personajes que va atrapando la frágil mente del tímido técnico.

Llega un momento en que la narración cinematográfica se rompe de tal modo que ya no sabemos si nos encontramos en un espacio real o en el espacio creado por una persona con graves trastornos mentales. A veces me vino a la cabeza Arrebato de Iván Zulueta, sobre todo al final, por el poder vampírico de la imagen en movimiento.

Mucho encanto de este extraño y angustioso film se debe a la labor del actor Toby Jones como el atribulado y tímido técnico que llega a un mundo kafkiano muy distinto al suyo que le va alterando poco a poco.

Damiselas en apuros (Damsels in distress, 2011) de Whit Stillman

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Tan sólo estuvo una semana en cartel y ahora puede recuperarse en dvd. Reconozco que es la primera película que veo de Whit Stillman (tan sólo ha rodado y todas en los noventa: Metropolitan, Barcelona y The last days of disco) y que me ha sorprendido por lo lejano, extraño y marciano (este adjetivo lo lei en un comentario de una página de cine y me hizo sonreír) de la propuesta cinematográfica. Es tan distante que ése es su principal atractivo. Puede parecer una comedia más de juventud en la universidad pero lo que nos muestra es un grupo de jóvenes con comportamientos aparentemente arcaicos que pululan por un campus universitario tratando de salvar a otros jóvenes del suicidio, normalmente por penas amorosas. Sus diálogos son excéntricos y extraños pero por esa rareza atraen. Te quedas escuchándolos y sonríes. Nada que ver con la realidad. Es como si este grupo de jóvenes damas viviesen en un campus ficticio donde los chicos suelen ser bastante tontos y cortos, las chicas auténticas filósofas del día a día, donde te cruzas con el extraño ritual del amor cátaro, el chico que no distingue los colores pero trata de entender y para la solución de los problemas un primer paso es tomarse un donut y un café. Violet, su protagonista, está segura de cambiar el mundo con los aromas de un jabón o empezando una auténtica revolución con un baile nuevo, el samboal. También tiene una teoría especial sobre el tipo de chico que puede hacer feliz a una chica. Otro remedio maravilloso contra la depresión es el claqué o ver la vida como una película de Fred Astaire… y claro si logras meterte en esta locura auténtica… a lo mejor hasta disfrutas de la película. A mí me pasó. Es más crítica de lo que parece. Quizá el campus universitario no esté tan lejos de este mundo extraño de Stillman…

Tango libre (Tango libre, 2012) de Frédéric Fonteyne

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Tan sólo se ha estrenado en una sala de cine en mi ciudad y cada día en un horario diferente. Tango libre es de esas películas que terminas su visionado con una sonrisa. No es redonda ni perfecta ni verosímil pero te atrapa. Es una película medicina con aires de cuento. Y quieres que sus personajes terminen siendo felices y también coman perdices. Me atraía por dos asuntos: me encantó una película de su director que se llamaba Una relación privada. Me gusta Sergi López y lo único que salvé de La delicadeza fue el haber descubierto al actor François Damiens, protagonista entrañable en esta nueva película.

Así ésas son sus bazas más fuertes: un director que sorprende a la hora de rodar con elegancia y delicadeza una historia íntima de amores extraños (y por otra parte, logrando momentos interesantes como la primera demostración de tango entre los presos o el baile entre madre e hijo adolescente). Y un grupo de actores que se apodera de sus personajes.

La historia: un guardia solitario de un centro penitenciario aprende en su tiempo libre a bailar el tango. Allí conoce a una joven que después descubre que visita a dos reclusos. Uno es su marido; el otro su amante. Y los dos comparten la misma celda y son mejores amigos. Pero es un triángulo consentido por todas las partes. El guardia se siente atraido por su pareja de baile y por su historia con los dos reclusos (a lo que hay que añadir un adolescente confuso que forma parte de esta extraña familia). El marido al enterarse de que su esposa acude a clases de tango decide buscar a un recluso argentino para que le dé clases de baile. Y esas clases, que recuperan la esencia del tango que empezó en los bajos fondos argentinos y se bailaba entre hombres, abren un espacio de libertad para los reclusos… y también otra posibilidad de vida y convivencia para el solitario guardia.

La película mantiene un frágil equilibrio entre comedia amable, melodrama y pasos de baile…

El emperador del norte (Emperor of the north pole, 1973) de Robert Aldrich

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Llevaba muchos años detrás de esta película sobre la Depresión con un siempre sorprendente Robert Aldrich. Una película extraña y de culto que puede ser rescatada a través del dvd. Ésta es la historia de un enfrentamiento entre el sin hogar Número 1 (Lee Marvin) y el temible y violento vigilante del tren número 19 (Ernest Borgnine, impagable como una bestia parda que con su uniforme se toma a vida a muerte su misión de no dejar que ningún sin hogar suba a su tren) que representa a todas aquellos ‘poderes’ que creen que no todo el mundo debe subirse al tren, sólo unos pocos. En tiempos de penuria este enfrentamiento proporciona distracción y algo parecido a la esperanza (ansias de libertad y dignidad) a muchos hombres que se buscan la vida en una Depresión que parece que no termina y un país que como dice Número 1 se hunde en una basura mala. Son hombres duros pero con dignidad y corazón. El tercero en discordia es un jovencísimo sin hogar (Keith Carradine) que quiere quitar el puesto de Emperador del Norte (un título meramente simbólico) a Número 1 pero que no entiende y no aprende que lo que se juegan es mucho más profundo de lo que piensa. Como le dice Marvin le falta corazón para entender la situación. Una película brutal y con unas interpretaciones fascinantes… y un tren que no para… Como siempre Robert Aldrich muestra su buen uso de la narración cinematográfica y su fuerza visual.

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Tres películas sobre el miedo… y una fábula: Take Shelter (Take Shelter, 2011) de Jeff Nichols/Eternamente comprometidos (The five-year engagement, 2012) de Nicholas Stoller/El alucinante mundo de Norman (Paranormal, 2012) de Chris Butler y Sam Fell/ Tierra prometida (Promise land, 2012) de Gus Van Sant

El miedo tiene muchas caras. Y el cine lo presenta de diferentes maneras y en géneros distintos. Apocalipsis, drama psicológico, comedia romántica y melancólica, cine de animación para superar el miedo a ser diferente… Y como guinda una película necesaria en forma de fábula, en busca de una tierra prometida.

Miedo a un mundo que se derrumba

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Take Shelter plantea muchos tipos de miedo en una atmósfera extraña y misteriosa, opresiva. Y todos esos miedos atacan a Curtis (inquietante Michael Shannon). Curtis es un hombre trabajador de clase media que vive con su esposa (Jessica Chastain) y su hija pequeña que tiene un problema auditivo en una comunidad rural de Ohio. Un día Curtis empieza a tener alucinaciones, fuertes pesadillas, que van despertando todos sus miedos. Miedo a la locura, miedo a no llegar a fin de mes, miedo a la crisis, miedo a la comunidad en la que vive, miedo a las responsabilidades familiares, miedo a las creencias, miedo a ser padre, esposo, hijo y amigo… Sus pesadillas le van minando, rompiendo. Su comportamiento se vuelve extraño. Sus alucinaciones son apocalípticas… algo así como una gran tormenta que volverá locos a todos sus seres queridos. Así él nota cambios atmosféricos y actuaciones extrañas en los vuelos de los pajaros. Se obsesiona con que debe arreglar y acondicionar un refugio de tormentas para proteger a su familia… Nadie le entiende… y va perdiendo amistades, trabajo, lazos familiares… Y el cada vez se siente peor. Y él es consciente. Pero no sabe cómo enfrentarse a sus pesadillas, sus propios miedos. El problema es que quizá esa tormenta que conduce a la locura no sea una pesadilla…

Miedo al compromiso

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A veces hay comedias inclasificables que encierran mucha melancolía y desencanto. Eternamente comprometidos es una mezcla de comedia romántica con gotas de absurdo y un aliño de tristeza. Y trata sobre un miedo contemporáneo: el miedo al compromiso. El miedo a comprometerse hasta el tuétano con alguien y apostar por una vida en común. Así la película narra la historia de Tom (Jason Segel) y Violet (Emily Blunt)… y empieza donde terminan otras comedias románticas: declaración de amor en terraza maravillosa con cena de ensueño, promesa de boda, de comer perdices para siempre, anillo, beso y fuegos artificiales. Pero lo que viene a continuación son un montón de situaciones por las cuales Tom y Violet van dando largas a esa gran boda… hasta que pasan años… y los abuelos de la familia van desapareciendo uno a uno sin poder asistir al evento. Tom y Violet van viviendo su propia pesadilla de deconstrucción de su relación hasta llegar a la frustración y separación… pero es una comedia romántica. Quizá se den cuentan en la pesadilla (y con sus extraños amigos y familiares) de que el miedo al compromiso siempre va a estar ahí…, siempre, y que lo importante es avanzar juntos hacia algún lado…

Miedo a ser diferente

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Norman es un niño muy raro. Y en el colegio no le tratan muy bien. En su familia ni su padre ni su hermana mayor le entienden y su madre trata de comprenderle y consolarle. ¿Qué le pasa a Norman? Es diferente. Y ¿por qué? Porque ve fantasmas y puede hablar con ellos. Ahí mismo está su abuela, que le cuida, y le dice que no pasa nada por tener miedo, es normal, pero que hay que superarlo, evitar que domine su vida. Y de pronto un niño miedoso se convertirá en un héroe pues será el único que pueda salvar a su ciudad de la maldición de una bruja… los muertos volverán a la vida. Y ese mismo niño, Norman, descubrirá que cuando el miedo invade a los seres humanos puede provocar que se hagan cosas irracionales y malas. El alucinante mundo de Norman es un viaje más allá de lo que pueden alcanzar nuestros ojos y un antídoto contra el miedo. De nuevo el stop motion al servicio de una buena historia llena de personajes inolvidables…

… Y la fábula

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Tierra prometida es una película necesaria. No sorprende. Se rige por una narrativa cinematográfica clásica (pero muy bien realizada, se nota que Gus Van Sant está tras la cámara). Resulta previsible… pero es necesaria. Porque habla de algo que sabemos y que se nos repite una y otra vez. Si vemos un telediaro nos damos cuenta de que da igual que tanto se nos diga y repita. Y eso de lo que nos habla es: cuidemos el mundo que nos rodea. Pero no se refiere sólo al mensaje ecológico. Se refiere a que cuidemos la tierra, los espacios compartidos, los sitios de ocio, que cuidemos al otro, que nos cuidemos a nosotros mismos, que nos dejemos llevar por la nobleza y la dignidad, que no creamos que el ser buenas personas está pasado de moda o es una gilipollez o una cursilería… Y habla de todas estas cosas en tiempos de crisis, en momentos de vulnerabilidad. En momentos donde acechan malas maneras, donde el otro no importa. En momentos donde hasta las buenas personas pueden confundirse pero porque son buenas personas pueden abrir los ojos y darse cuenta. Como le ocurre al protagonista de la nueva fábula de Gus van Sant (con un guion muy bien armado por los actores Matt Damon y John Krasinski), Steve Butler (un Matt Damon muy creíble).

Steve llega a una población rural arrasada por la crisis económica. Es un ejecutivo de una multinacional de gas natural y tiene que conseguir que los habitantes (casi todos ganaderos) le vendan los derechos de perforación de sus tierras. Steve tiene que convencerles de los beneficios de estos contratos. Él está convencido de que ofrece una salida a sus dramáticas situaciones y que quizá sea la única salida para preservar la vida rural. Sin embargo un viejo profesor de instituto, una profesora que le roba el corazón, un ecologista, una niña que vende limonada, su pragmática compañera de trabajo y el granero de su abuelo le harán mirar el mundo y su trabajo desde una nueva perspectiva que se le había escapado… el “jodido dinero” no es el camino más rápido para transformar el mundo que nos rodea y superar la crisis en la que nos hayamos inmersos. No todo vale.

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Diccionario cinematográfico (197)

Brief Encounter

Infidelidad: se dice que fidelidad es “lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. La ausencia de fidelidad… ocurre por varios motivos. Y cada infidelidad es un mundo y es provocada por motivos diferentes. Detrás de una infidelidad hay varias historias. Y cada infidelidad se entiende de manera distinta. Tampoco se observa de la misma manera según sea el punto de vista desde el que es contado.

… Están aquellas infidelidades que acaban en tragedia, muerte violenta o asesinato. O a punto están en acabar en ello. En Atracción fatal de Adrian Lyne el miedo viene por una ‘otra’ con graves problemas de salud mental.  Y el mismo director crea una tragedia más elegante con la infidelidad como protagonista en Infiel. Woody Allen también hace que  sea uno de los temas estrellas de sus películas pero lo trata crudamente con asesinato de por medio en Delitos y faltas y en Match Point. Muerte violenta y tragedia se unen en la bellísima Días del cielo en una infidelidad narrada desde los ojos de una niña. Y nos vamos al maestro del suspense y su Crimen perfecto. Uno de los motivos es no sólo el económico, es una elegante esposa… rica e infiel.

… Están aquellas infidelidades que acaban en suicidio. Recientemente hemos vivido de nuevo la infidelidad de Anna Karerina y por distintos motivos cómo conduce al suicidio de la protagonista. Pero no es la única. Recordemos esa tragedia familiar de varios hermanos enamorados de una misma mujer… claro, sólo uno se casa con la dama en cuestión… pero la infidelidad y el suicidio están servidos, así ocurre en Leyendas de pasión. También nos encontramos con un suicidio complejo en esa joya de Otto Preminger que es El hombre del brazo de oro. Aquí la ‘otra’ es el personaje que supone una salida del mundo opresivo en el que vive un hombre con un problema de drogodependencia y la mujer la que lo hunde más en una adicción que le supera…

… Están las infidelidades por miedos y crisis matrimoniales (a veces es un bache superado, otros supone la ruptura total o la tragedia inesperada). En clave de comedia es imposible olvidar a los padres de Loretta (Cher) en Hechizo de luna. Una maravillosa Olimpia Dukakis trata de entender por qué su marido le es infiel… Trata de buscar una respuesta. Y cree que la encuentra: el miedo a la muerte. Y ella tan seca y maravillosa, encara el problema y le espeta a su marido: Cariño, hagas lo que hagas, te vas a morir de todos modos. Y ese miedo a envejecer que se convierte, a veces, en un mecanismo para una posible infidelidad (junto a un intento de huir de la monotonía y cotidianeidad de un matrimonio) lo encontramos también en el episodio protagonizado por Emma Thompson y Alan Rickman en Love Actually. Pero también puede ser un drama que acabe en tragedia como les ocurre a los protagonistas de Revolutionary Road. O forman parte de la crónica de un matrimonio como deja bien claro Stanley Donen en esa maravillosa disección que es Dos en la carretera. También puede ser motivo de experimentación, de encontrar nuevos estímulos, de tratar de salvar una relación… y los resultados pueden ser variados: ahí podemos buscar en una comedia como Bob, Carol, Ted y Alice o irnos a un drama como La tormenta de hielo. O puede ser un motivo para cambiar de la manera más radical las reglas de la relación matrimonial como propone la protagonista (Romy Schneider) a su esposo infiel en uno de los episodios de Boccaccio 70 (el dirigido por Luchino Visconti).

A veces de la infidelidad puede surgir el amor más verdadero. Así ocurre en esos puentes de Madison, en la calle de atrás o en Brokeback Mountain. Y en otras historias el marido cree que la infidelidad es algo a lo que tiene derecho y la esposa tiene que aguantarse y vivir con cara de póquer (bien porque eran otros tiempos, bien por mantener un estatus social o una mezcla de ambos)… así nos encontramos a este tipo de parejas en melodramas sureños como Con él llegó el escándalo o La gata en el tejado de Zinc.

A veces una infidelidad motiva el comienzo de otra historia, de una nueva vida… Como le ocurre a Colin Firth en Love Actually o Gwyneth Paltrow en Dos vidas en un instante.

La infidelidad hace que surjan historias tremendamente hermosas y duras que muestran la complejidad del término y las circunstancias diferentes en que pueden darse y los daños que pueden provocarse. Así me vienen a la cabeza infidelidades que ponen los pelos de punta: The deep blue sea, Vivir un gran amor y su remake El final del romance, Amigos apasionados o esa maravilla que se titula Breve encuentro (estas dos últimas de un David Lean inspiradísimo).

… La ausencia de fidelidad es algo que ha provocado un montón de argumentos para reflejar en la pantalla blanca…

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