El hombre leopardo (The leopard man, 1943) de Jacques Tourneur

El hombre leopardo

De las tres películas en las que colaboraron juntos el director Jacques Tourneur y el productor Val Lewton en la RKO, El hombre leopardo es la que permanece más en la sombra. Mientras que La mujer pantera y Yo anduve con un zombi son dos clásicos del cine de terror y películas de culto, El hombre leopardo ha caído más en olvido. Quizá en las dos primeras, el terror con el elemento fantástico es una combinación que atrapa a los espectadores (en su día y aún hoy) y, sin embargo, El hombre leopardo elimina el elemento fantástico para ofrecer una película de intriga y misterio sobre un asesino en serie.

Y esto no fue del todo valorado, no se tuvo en cuenta que era una pionera en el tratamiento del subgénero de los asesinos en serie, que tan solo algunos directores, y no en EEUU, se habían atrevido a plasmar, recordemos M, de Fritz Lang (luego sería un director que más de una vez presentaría en sus películas el asesino en serie). Sin embargo, ya había directores que estaban ahondando en este tipo de asesinos, con intensos retratos psicológicos, ese mismo año, 1943, Alfred Hitchcock estrena La sombra de una duda con el inquietante tío Charlie. Pero Tourneur, no obstante, sigue fascinando por su manera de rodar en El hombre leopardo y visualmente ofrece la firma que había caracterizado al dúo, que fue capaz en su trilogía de con un mínimo presupuesto crear tensión, intriga y miedo, solo a través de lo que se intuía en las imágenes…

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Tres comedias y una tragicomedia: Llévame a la luna (Un plan parfait, 2012) de Pascal Chaumeil / Una mujer difamada (Libeled lady, 1936) de Jack Conway / La comedia de los horrores (The comedy of terrors, 1963) de Jacques Tourneur /Una canción para Marion (Song for Marion, 2012) de Paul Andrew Williams

El cine puede proporcionarnos unas vacaciones inolvidables. Y esta vez me voy a la risa. Tres comedias y una tragicomedia (como la vida misma). Grandes estrellas, glamour, viajes a lugares lejanos… incluso a la luna (o algo parecido con escala en África), amor mucho amor (con alguna lagrimilla), alguna que otra canción y ocio (especialmente pesca)… y unas dosis de humor negro (con homenaje a Richard Matheson).

Llévame a la luna (Un plan parfait, 2012) de Pascal Chaumeil

llevamealaluna

A veces me pasa que sólo pido evasión y risas cuando entro en la sala de cine. Sí, soy así de simple. Así que cuando me sirven una buena comedia romántica con toques clásicos de screwball comedy y guerra de sexos me siento contenta. Y así me ocurrió la tarde de Llévame a la luna, comedia francesa, con una pareja insólita pero que funciona muy bien: Diane Kruger y Danny Boon (nuevo rey de la comedia francesa). Pero ¿quién da la sorpresa?: la hermosa y gélida Diane Kruger que posee una magnífica vis cómica (que ya dejaba intuir en Malditos bastardos).

Llévame a la luna es previsible (pero no importa) y quizá olvidable (tampoco importa) pero tiene varias escenas que provocan la carcajada y deja buen sabor de boca. A Diane y Danny siempre les quedarán sus aventuras africanas. Y Pascal Chaumeil emplea correctamente los mecanismos de la comedia romántica con dosis suaves de locura y mala leche.

Una mujer difamada (Libeled lady, 1936) de Jack Conway

Ahora nos vamos a una screwball comedy de los años 30. Ya sólo por su increíble reparto merece la pena inmiscuirse en Una mujer difamada de Jack Conway. Tenemos un cuarteto de oro y el secundario imprescindible: Myrna Loy y William Powell (actuaron juntos en un montón de películas y siempre proporcionaban una sensación de elegancia, glamour, risas —y a veces, las menos, drama— y burbujas…), Spencer Tracy y Jean Harlow. Del cuarteto la sorpresa es disfrutar de una Harlow en su papel de rubia tonta, descarada y sensual pero sensible y mujer enamorada. Además el secundario de oro es Walter Connolly, en un papel de millonario excéntrico.

La trama es compleja y enrevesada pero llena de encanto donde todo el lío ocurre a partir de una noticia falsa en un periódico y una demanda millonaria. Jack Conway sabe imprimir un ritmo trepidante y unos diálogos chispeantes así como varias escenas delirantes. Lo que más me ha llamado la atención es que quizá a Howard Hawks le vino la inspiración, si vio en su momento esta película, para una de sus más delirantes y divertidas comedias, Su juego favorito. Tanto William Powell como Rock Hudson regalan escenas divertidísimas como pescadores ‘expertos’.

La comedia de los horrores (The comedy of terrors, 1963) de Jacques Tourneur

Otra sorpresa inesperada ha sido toparme con La comedia de los horrores y disfrutarla en cada momento con un divertidísimo guión repleto de humor negro de Richard Matheson (que nos dejó hace poco y está siendo recordada su contribución al mundo del cine… así que ahí va mi homenaje). Así Tourneur crea un divertimento de humor negro lleno de encanto con una genial galería de actores y un gato inolvidable.

Así nos topamos con el enterrador borracho y su ayudante (Vincent Price, Peter Lorre), la esposa frustrada cantante de ópera (Joyce Jameson) o el padre anciano y sordo (Boris Karloff)… pero la sorpresa es ese muerto ‘tan especial’, el papel que me produjo más carcajadas en cada una de sus apariciones (¡Basil Rathbone a tus pies!).

Una película artesanal, realizada con cariño y mucho buen humor (aunque sea negro), donde todo provoca sonrisa y carcajada. ¡Y qué bueno volver a encontrarse con la cara especial de Joe E. Brown (… que alcanzó la inmortalidad con su ‘Nadie es perfecto’)! Así esta vez en la intimidad del hogar el espectador va de la funeraria al cementerio o a mansiones de hombres solitarios con carcajadas en el recorrido.

Una canción para Marion (Song for Marion, 2012) de Paul Andrew Williams

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Película británica sencilla, tragicomedia amable que deja ver el buen trabajo de dos intérpretes que son leyendas del cine. Buen cine británico con fondo social con momentos musicales para el recuerdo. Y sólo por los dos ancianos actores protagonistas merece la pena disfrutar de Una canción para Marion. Ellos son Vanessa Redgrave y Terence Stamp. Ambos se convierten en un matrimonio: ella, enferma de cáncer; él, abuelo cascarrabias con pánico a perderla. Ella consigue sacar fuerzas para acudir a un coro de personas mayores muy especial… y él encontrará ahí la energía para seguir adelante. Una pieza clave será la joven profesora (Gemma Arteton). Una canción para Marion es la versión en ficción del documental Corazones rebeldes. El documental mostraba un coro muy especial de abuelos que interpretaban canciones muy pero que muy rockeras.

Y a mí me ganó por los solos musicales que tienen en distintos momentos de la película Vanessa Redgrave y Terence Stamp. Momentos filmados con sencillez y elegancia y que ambos son capaces de que el espectador más exigente llegue a echar una lágrima, aunque sea disimuladamente. Paul Andrew Williams guarda bien el equilibrio entre comedia, tragedia y emoción. Así la película fluctúa entre la melancolía, la tristeza y la sonrisa tranquila de que la vida a pesar de los pesares continúa… y puede guardar momentos bonitos. En varias reseñas se ha señalado que Una canción para Marion es el reverso amable (y no tiene por qué ser peyorativa esta visión) de Amor de Michael Haneke. Y estoy muy de acuerdo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Jacques Tourneur y el cine propagandístico. Más allá de la ideología…

Los directores que eran artesanos y artistas habitaban el sistema de estudios. En ese maremágnum que era la industria de los sueños algunos dejaban su firma indiscutible. Mostraban que además de ser buenos en su oficio (artesanos) podían ofrecer algo más, un toque que los hacía especiales y reconocibles. Muchas películas de estos directores eran encargos de los grandes estudios… y en esos encargos es donde puede verse cuándo un director domina todas sus herramientas para contar una historia con un estilo propio y trasciende lo que sólo era un ‘pedido’ al servicio de la productora que le tiene bajo contrato. Estos directores tocaban todos los géneros posibles y conectaban más con unas historias que con otras (algunas les eran totalmente ajenas, de otras se apropiaban irremediablemente y se convertían en proyectos cinematográficos personales). Algunas de sus películas son recordadas, reivindicadas y analizadas; otras cayeron en olvido pero a veces cuando se puede recuperar alguna de las olvidadas se descubre algo más de la manera de hacer cine de dicho director.

Uno de esos directores es Jacques Tourneur recordado sobre todo por sus películas especiales de terror (La mujer pantera, Yo anduve con un zombi, El hombre leopardo, La noche del demonio…) o por su paso por el cine negro que analizamos hace relativamente poco. Yo también guardo en mi memoria su paseo por el cine de aventuras con El halcón y la flecha o La mujer pirata. Sin embargo durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial recibió ‘encargos’ de la RKO para realizar un cine propagandístico que dio como resultado dos películas muy interesantes para analizar.

Días de gloria (Days of glory, 1944)

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Hubo un tiempo en que los rusos fueron los aliados de EEUU en la Segunda Guerra Mundial… por lo que la maquinaria de cine propagandístico dejó películas americanas donde sus protagonistas eran nobles rusos que se enfrentaban con coraje al enemigo nazi. Muy lejanos quedaban de la imagen del ruso malvado, calculador y frío que poblaría el cine americano durante el periodo de la Guerra Fría. Sólo por eso ya es interesante recuperar esas películas (otro ejemplo, que ya visitó El viejo baúl de películas fue La estrella del norte de Lewis Milestone). Esta película de Tourneur  tiene además la peculiaridad de que presentó al gran público a un actor joven y bellísimo (futura estrella del firmamento): Gregory Peck. Ya sólo por eso merece la pena verse.

Pero dejemos a Gregory y veamos al Tourneur director que imbuye la película de un espíritu romántico y de ensoñación… convirtiendo el bosque donde viven los guerrilleros en un sitio casi idílico. Ahí va a parar una joven bailarina (Tamara Toumova) que es como una aparición para todos los protagonistas que se encuentran a la espera de llevar a cabo una misión que les supondrá una muerte segura.

La película se desarrolla sobre todo en el escondite donde habitan los guerrilleros (de todas las edades, mujeres y hombres) unidos por un objetivo común: expulsar a los nazis y también en los alrededores, un bosque frondoso. Así se centra en la convivencia del grupo, en su cotidianeidad, en su día a día mientras espera la resolución trágica de su misión. Y la bailarina llega como un elemento extraño que ‘remueve’ las relaciones ya establecidas entre los guerrilleros.

Su delicadeza y sensibilidad, su manera de moverse y de vestir… devuelve algo de poesía al variopinto grupo que olvida, a veces, la sensibilidad a cambio de la supervivencia y las ganas de vencer al enemigo y liberar a su patria. La influencia es mutua. Ella devuelve las ganas de vivir y disfrutar de la belleza del grupo, el grupo hace que ella desee pertenecer a su causa…

Tourneur se mueve perfectamente en el escondrijo creando escenas de gran tensión como la detención del soldado alemán o el intento de huída de éste. Así como logra reflejar una ensoñación romántica y casi etérea cuando la bailarina y el joven jefe (no podía ser otro que el bello Gregory) se descubren enamorados en pleno bosque. El director siempre desarrolló una vena especial para reflejar amores trágicos y complejos. También logra plasmar de manera inolvidable dos muertes: la de la guerrillera enamorada y no correspondida en la soledad del bosque (una manera además de mostrar la maldad de los nazis que disparan sin importarles cuál es el ‘objetivo’ y como diversión). Y la del joven guerrillero Mytia que muere ahorcado por los alemanes pero Tourneur logra reflejar un momento de heroicidad de gran belleza donde el sacrificio del joven es visto por todos sus compañeros y los habitantes de la aldea donde sucede (desde distintos puntos). El momento de la muerte queda fuera de campo… pero sabes a través de la mirada de sus amigos que el final ha llegado. Al joven le muestra como un héroe mártir que no teme a la muerte y que sonríe convencido de su causa a la bailarina que observa en silencio desde el gentío y no puede ser reconocida…

Así Días de gloria merece la pena ser rescatada y mirar más allá de lo propagandístico. Pero también pararse en el fenómeno de este tipo de cine realizado durante la guerra porque precisamente las películas americanas que presentaron a los rusos como aliados fueron luego denostadas y cayeron en olvido por los acontecimientos históricos posteriores (y han sido muy difíciles de ver). Algunas de estas películas además fueron la base de la acusación para que algunos de los profesionales del cine tuvieran que pasar por el comité de actividades antiamericanas y formar parte de las tristes listas negras de la Caza de Brujas…

Berlín exprés (Berlin Express, 1948)

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Berlín exprés es otra interesante película propagandística realizada inmediatamente después de la contienda y que refleja un periodo poco visto en el cine. Y es en una Alemania destruida y ocupada por las distintas potencias aliadas… el camino hacia una posible reconstrucción y colaboración entre todos los aliados para que ese proyecto común sea posible. Así empiezan a verse las dificultades para llevar a cabo este camino, empiezan a vislumbrarse las diferencias entre las distintas potencias (por ejemplo entre americanos y rusos sentando así las bases futuras de lo que sería la Guerra Fría) y lo complejo de construir tiempos de paz.

Tourneur convierte esta película en recomendable no sólo porque es una película de intriga entretenida (con ramalazos de cine negro) sino porque se convierte también en un documento histórico de una época (y porque cuenta con imágenes documentales que muestran de primera mano cómo quedó tras la guerra Berlín y Frankfurt). El realizador refleja un determinado estado de ánimo, un ambiente, muestra destrucción y desolación, desasosiego. Y en ese estado de ánimo construye una intriga. Los protagonistas son los pasajeros de un tren… cada uno de una nacionalidad distinta y con un papel determinado.

Tourneur ya muestra su maestría en la presentación de los personajes en el tren y en el desarrollo del ‘asesinato’ que se produce en el interior y que será el germen del conflicto. Todos los personajes son testigos y por circunstancias forman un equipo de investigación. El realizador sigue mostrando su forma de expresar en imágenes… ese payaso corriendo por un barrio en ruinas. O el descubrimiento de un hombre que se ha suicidado… O esa pelea a muerte dentro de un tonel enorme de cerveza. Así como todas las escenas que se desarrollan en los trenes o en las propias estaciones. O en los locales clandestinos… No hay respiro.

Así Berlín exprés presenta varios elementos a tener en cuenta (y varios de ellos gracias al realizador): la ambientación, la plasmación de un estado de ánimo en una posguerra reciente, la riqueza de las imágenes documentales, el buen uso de las herramientas que conforman una intriga (y que arrastra además un halo de cine negro… en el guion está la firma del hermano de Robert Siodmak, Curt) y, por último, un reparto atractivo donde se pueden ver caras como las de Merle Oberon, un joven Robert Ryan o el veterano Paul Lukas.

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Retorno al pasado (Out of the past, 1947) de Jacques Tourneur

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Hay películas que las ves una y otra vez y como si tuvieran algún resorte mágico siempre tienen algo nuevo que mostrarte. Así nunca te cansas de visitarlas. Así pasa con muchas de cine negro y entre ellas Retorno al pasado. Se podría escribir sobre ella una y otra vez y siempre crear un texto diferente porque es rica en matices y miradas. Así ahora de este teclear surgirán unas palabras que quizá otro día sean totalmente diferentes.

Ayer por la noche no tenía sueño y mirando todas las películas posibles, Retorno al pasado fue la elegida y lo primero que me ocurrió fue que me vino a la cabeza una de mis películas favoritas del género, Forajidos de Robert Siodmak (rodada un año antes). Por su estructura, su ambigüedad moral, el destino, el héroe trágico y la femme fatale… pero sobre todo porque tanto al El Sueco (adorado Burt Lancaster) como a Jeff Bailey (impresionante Robert Mitchum) les viene a visitar el pasado cuando tratan de reconstruir su vida alejados de lo urbano como hombres misteriosos y silenciosos encargados de una gasolinera en una pequeña localidad perdida.

Uno es un muerto en vida (El Sueco), el otro se está aferrando a poder alcanzar la felicidad con una chica del pueblo, Ann (Virginia Huston). A uno el pasado le atrapa para eliminarle de golpe, sin ofrecer resistencia y Forajidos está construida a base de flashbacks de distintos personajes para tratar de entender por qué El Sueco se dejó matar. Al otro el pasado se le presenta y no le deja construir una nueva vida y es un héroe activo que trata de poner remedio y labrarse un futuro pero el destino no se lo permite. Un único flashback ocupa toda la segunda parte de la película y es la narración del propio protagonista (un antiguo detective) a su novia actual de por qué es un hombre misterioso que huye…

Retorno al pasado irremediablemente atrapa al espectador en un ambiente de ensueño y pesadilla. Todos sus personajes muestran la ambigüedad moral habitual en el cine negro pero además encierra un romanticismo trágico. Realizada para la RKO y dirigida por el artesano-artista Jacques Tourneur los años han ido forjando un halo mítico alrededor de esta obra oscura que en un principio no fue muy entendida.

Jacques Tourneur no sólo muestra su habilidad en contar con imágenes sino que se rodea de un acertado reparto y de un guion perfectamente construido por el novelista y guionista Daniel Mainwaring (aunque como era habitual en el sistema de estudios hubo más manos en dicho guion). Como novelista firmaba con el pseudónimo Geoffrey Homes y precisamente fue el autor de Build My Gallows High que es el texto de fondo de Retorno al pasado que él mismo adaptó para el cine. Como guionista sería también el artífice de La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel. De su hueco en la literatura poco puedo añadir pues nada he leído pero de su labor como guionista se denota que sabía construir sólidas estructuras.

En Retorno al pasado está cuidado hasta el último detalle y todo personaje tiene su función bien designada: El matón Joe Stefanos, el chico sordomudo, el detective desencantado y misterioso, el guía mexicano, los padres de Ann, Ann la buena novia, el otro enamorado de Ann, el mafioso Whit (Kirk Douglas abriéndose camino en Hollywood), el abogado Eels, la secretaria oscura (la pelirroja Rhonda Fleming en uno de sus papeles turbios)… pero si hay un personaje que siempre es recordado al rememorar esta película es el de la femme fatale, Kathie Moffat. Desde su aparición hasta su desaparición la película, ese retorno al pasado, gira alrededor de ella. Porque ella es la que altera la vida de todos los personajes protagonistas. Y Kathie tiene el rostro de Jane Greer. Y por este papel alcanzaría el recuerdo imperecedero en las mentes cinéfilas.

Alrededor de Kathie pululan el mafioso, el detective, el matón y sus vidas se ven alteradas por sus tejemanejes, mentiras y por su falta de escrúpulos a la hora de con su rostro angelical empuñar una pistola. Y desde su primera aparición el protagonista, el detective, sabe que caerá en sus redes. La encuentra en Acapulco y la persigue porque ha disparado al mafioso cuatro tiros (uno le ha herido) y ha robado cuarenta mil dólares. Y la sigue para devolverla de nuevo al mafioso que no quiere acabar con ella, la quiere a su lado. Pero cuando Jeff encuentra a Kathie toda vestida de blanco con la luz del sol en su rostro entrará en un estado de hipnosis. Así vemos cómo se va enamorando de la joven que le enreda con lamentos de lo que odia al mafioso y asegurando que ella no robó ese dinero. Con su dulzura y sensualidad Jeff queda atrapado entre las redes de los pescadores de Acapulco y el ensueño de encontrarse en los brazos de una hermosa mujer que surge siempre como una aparición en la playa cuando anochece. Y ambos se convierten en fugitivos para poder vivir su amor. Y es increíble como la dulce Kathie se va transformando ante nuestros ojos y los de Jeff en una peligrosa mantis religiosa. Kathie no dejará escapar a Jeff, condenados los dos a un fatal destino. En las últimas escenas ella vestirá de oscuro.

Y es esa maravillosa transformación del personaje (más que transformación ese retiro continuo de máscaras) uno de los elementos que atrapa para siempre al espectador. Y a pesar de que Jeff sabe que es dañina (y traicionera) y que descubre continuamente su rostro oscuro, todos sabemos que está unida a ella con un nudo que le resulta imposible de desatar. Un nudo que le arrastrará a un destino fatal junto a ella y le negará todo atisbo de felicidad… Pero a mí siempre me gusta dar una vuelta de tuerca a esas femme fatales y señalar que no hacen más que ser supervivientes en un mundo de hombres que se devora. Y no hacen más que usar las mismas armas que los mafiosos o los detectives de los que se enamoran. También quieren dinero, poder y son ambiguas pero igual que sus antagonistas. Son igual de corrompibles. Y también pueden llegar a enamorarse pero si no les es útil para su carrera hacia al poder no tiemblan (como han hecho durante siglos muchos hombres…). Nos son más fatales que los hombres a los que enamoran. La mujer fatal establece relaciones de igualdad con los hombres, relaciones horizontales. No son sumisas ni quieren ser aplastadas. Y luchan hasta al final para conseguir sus metas… con todas sus armas. Como sus enamorados.

Y, por último, si por algo enamora este cine negro es por cómo maestros como en este caso Tourneaur con todo un equipo técnico detrás contaban estas historias y las plasmaban en imágenes. Retorno al pasado cuenta con tugurios, casas diversas y mortíferas, rostros en sombras, violencia y sensualidad por partes iguales, diálogos para no olvidar, persecuciones, escenas con dosis elevadas de sensualidad, una música especial que acompaña a los amantes malditos, fuera de campos excepcionales… Y es tanto lo que cuenta como lo que no cuenta y se intuye… el subtexto de la película, lo simbólico. Así como señala Antonio Santamaría en su estupendo libro sobre cine negro (El cine negro en 100 películas. Cine y comunicación. Alianza editorial, 2006) es una película que no deja cabo suelto y donde recobra una importancia en la narración cinematográfica el número tres: los triángulos entre los personajes, los tres asesinatos que comete Kathie, las tres partes diferenciadas para estructurar la película… Así como es maravilloso el empleo del vestuario de Kathie para definir su personalidad o cómo se narra de diferente manera el enamoramiento casi de ensoñación con Kathie (y esas secuencias en Acapulco… no olvidemos que se encuentran en un garito que está al lado de un cine) y el amor rodeado de misterio y tragedia y de futuro incierto entre Jeff y Ann.

Retorno al pasado está esperando a ser otra vez mirada y en otra parte suena el tecleo de una máquina que  está creando un texto totalmente distinto. Es lo que tienen estas películas, que tienen vida propia cada vez que son miradas por unos ojos diferentes…

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