Sunset song (Sunset song, 2015) de Terence Davies

Sunset song

El verano pasado el director danés Thomas Vinterberg adaptó para el cine una novela de finales del XIX del inglés Thomas Hardy, Lejos del mundanal ruido (que ya tenía una adaptación cinematográfica de los años sesenta de John Schlesinger). Este verano el director inglés Terence Davies adapta una novela escocesa de Lewis Grassic Gibbon de principios del siglo XX, Sunset song. Sin tener conocimientos de los universos de las dos novelas, sí hay un diálogo estrecho entre ambas películas. En la película de Vinterberg se veía que lo que había llamado la atención del director para plasmar esa novela (y tener coherencia con su trayectoria anterior) en la pantalla eran: “las emociones fuertes. La tragedia que persigue a algunos seres humanos y les marca. La dificultad de las relaciones humanas… La familia como sello. La violencia emocional”. Y todo eso está presente en Sunset song de Terence Davies, y también tiene que ver con su trayectoria cinematográfica. Los dos directores, innovadores en el aspecto formal, se dejan llevar en estas adaptaciones por un hermoso clasicismo cinematográfico, que acerca estas películas a otro tema que ambos tocan: el ciclo de la naturaleza, los paisajes rurales, el apego a la tierra y los rituales. Y el diálogo sigue en varios asuntos: las protagonistas son dos mujeres que trabajan y se aferran a su tierra. Hay escenas fundamentales y rodadas con una belleza especial en ambas: los estragos de la tormenta y la celebración de una boda. Y en las dos los cánticos populares son protagonistas. Es como si hubiera una vuelta a una narración pausada y clásica que refleja un mundo que se ha ido, pero ha dejado profundas huellas.

Sigue leyendo

Ciudad de conquista (City for Conquest, 1940) de Anatole Litvak

Ciudad de conquista

Un sin hogar (Frank Craven) se convierte en el narrador omnisciente de Ciudad de conquista. Es él quien nos presenta el caos de una gran ciudad como Nueva York para terminar centrándose en pequeñas historias que se desarrollan en sus calles. El sin hogar nos lleva de la mano para que conozcamos la infancia de los protagonistas, y cómo la ciudad marca sus vidas. Este personaje desemboca en un barrio humilde y bullicioso… y nos presenta a los personajes, como niños: Googi, un niño superviviente que tiene hambre y se busca la vida en las calles; Peggy, una niña que tiene claras sus aspiraciones: llegar a ser una gran bailarina; Danny, un niño noble, que ama su barrio, sus amigos y que quiere y protege a Peggy incondicionalmente, sin excesivas aspiraciones, pero que sabe defenderse cuando es necesario; y su hermano Eddie, que desde pequeño trata de formarse para ser un buen músico… Y de pronto una larga elipsis y ya todos los niños son adultos jóvenes. Ahí empiezan sus historias en la ciudad y, de vez en cuando, retomaremos el rostro del sin hogar, ese narrador que siempre está presente, como testigo anónimo… hasta el final, en que todos vuelven a ser engullidos por las calles… pero ya hemos conocido y vivido su historia.

Sigue leyendo

Nuestra hermana pequeña (Umimachi Diary, 2015) de Hirokazu Koreeda

Nuestra hermana pequeña

Nuestra hermana pequeña es un reflejo de la vida como un largo río tranquilo… Ya lo decía Jorge Manrique en Coplas por la muerte de su padre: “Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar, /que es el morir,/ allí van los señoríos/ derechos a se acabar/ y consumir;/ allí los ríos caudales,/ allí los otros medianos/ y más chicos,/ y llegados, son iguales/ los que viven por sus manos/ y los ricos”. Pero si en las zonas mediterráneas esos ríos tienen cascadas, rápidos y otros temperamentos…, en zonas orientales, como Japón, la filosofía de su caudal es tranquila… Y, sin embargo, los obstáculos y problemáticas de la vida son los mismos, pero la manera y el tempo de enfrentarse a ellos es totalmente diferente. Así Nuestra hermana pequeña plantea otra historia familiar que con un director mediterráneo (italiano o español) sería un melodrama desatado, un torrente o una tormenta, y con Hirokazu Koreeda es un lago de aguas en calma que nunca estallan pero viven, sufren y aman.

Sigue leyendo

Mustang (Mustang, 2015) de Deniz Gamze Ergüven

mustang

Hay varias piezas que chirrían del mecanismo de Mustang que no permiten mirarla como una reflexión compleja y rica sobre la situación de la mujer, en este caso en Turquía (recordemos que ha sido un país de tradición laicista, pero que la situación está cambiando actualmente). Puede verse como una especie de fábula simbólica sobre la represión y falta de libertad que asola a las mujeres pero no funciona su denuncia al nivel de otras películas que muestran ese mismo conflicto (en distintos países de Oriente), como puede ser La bicicleta verde de Arabia Saudi, Offside de Irán (que comparte el tema de la pasión futbolera), La piedra de la paciencia de Afganistán o Nader y Simin, una separación, también de Irán. Por otra parte tiene elementos interesantes que hacen que la película deje su reguero y una galería de opiniones encontradas.

Sigue leyendo

Musarañas (Musarañas, 2014) de Juanfer Andrés, Esteban Roel

musarañas

Musarañas es una batidora de referencias que dejan una obra cinematográfica imperfecta pero tremendamente entretenida. Juanfer Andrés y Esteban Roel además de ponerse tras la cámara, son también profesores de cine y se nota. Realizan así una ópera prima que toca las estrellas y se estrella a la vez… pero con un encanto especial de costumbrismo muy de la tierra, un toque de humor negro y un punto de cine de terror psicológico y gore de serie B con un aroma de grand guignol.

Sigue leyendo

Clásicos desconocidos. Corrientes ocultas (Undercurrent, 1946) de Vincente Minnelli / Cautivos del terror (Cry Terror!, 1958) de Andrew L. Stone

Una sesión doble de clásicos olvidados y desconocidos. Ninguna de las dos películas es redonda pero tienen varias bazas para no dejarlas escapar. Primero descubrir a un Minnelli que está experimentando más allá del musical por el camino del melodrama y el delirio. Segundo adentrarse en la obra de un director desconocido para mí en un relato cinematográfico donde se maneja la tensión y el suspense. Y tercero descubrir y disfrutar en las dos de unos repartos maravillosos.

Corrientes ocultas (Undercurrent, 1946) de Vincente Minnelli

corrientesocultasII

Corrientes ocultas permite esos privilegios (por lo menos para la que esto escribe) de ir conociendo toda la filmografía de un autor cinematográfico e ir viendo su evolución y sus riesgos. Sus aciertos y sus desaciertos hasta alcanzar obras absolutamente redondas. Vincente Minnelli se prodigó sobre todo en tres géneros: el musical, el melodrama y la comedia elegante y sofisticada. Adoro al Minnelli desatado que dejó cumbres tan perfectas como Con él llegó el escándalo, Como un torrente, Dos semanas en otra ciudad… En ellas alcanzaba altas cotas de melodrama desatado donde las emociones de los personajes superaban cualquier tipo de racionalidad… y Minnelli pintaba un lienzo perfecto y colorido de los sentimientos extremos, sin pudor ni vergüenza.

Corrientes ocultas preludia el delirio emocional pero Minnelli todavía se contiene racionalmente con su paleta en blanco y negro. Así sentimos esas corrientes ocultas, que hacen a esta película muy interesante, pero el lienzo no es perfecto. Por el ritmo fallido, el espacio entre cada estallido y las pinceladas confusas de los personajes (sobre todo de nuestra protagonista)… Precisamente son las corrientes ocultas y la ambientación de algunos momentos lo que termina enganchando al espectador así como la fuerza de una historia de amor latente con un ‘desaparecido’… lo más irracional de todo es lo más atractivo.

La película de Vincente Minnelli, que ya empieza a experimentar con el melodrama y que pronto haría piezas fundamentales en blanco y negro como Madame Bovary (que defiendo a capa y espada…) o esa radiografía de un Hollywood con su cara y su cruz… Cautivos del mal, indaga en un subgénero especial que ha dejado obras inolvidables: esposas enamoradas (o no) en el borde del peligro y el abismo. Y donde el marido es ese ser lejano y misterioso que no llega a hacerlas felices y que alrededor de su figura hay demasiadas incógnitas. Estas atribuladas esposas pueden vivir en una América sureña, habitar mansiones góticas o estar atrapadas en una gran ciudad. Así se nos vienen a la cabeza: Rebeca, Sospecha, Luz de gas, Luz en el alma, Secreto tras la puerta, Un grito en la niebla… Para Corrientes ocultas, Minnelli adapta una novela de una popular escritora, Thelma Strabel, y cuenta para la atribulada esposa con Katherine Hepburn.

El primer tropezón es no saber muy bien cómo dar con el género adecuado: comedia amable, drama, intriga, melodrama desatado… Así esto afecta a nuestra heroína (que gracias a los esfuerzos de una Hepburn carismática, logramos no caer con ella en la indefinición). Mujer joven independiente, culta y espontánea que vive felizmente con su padre científico en una pequeña localidad… a la cual no la interesan mucho sus pretendientes, fuente de preocupación para la mujer que atiende la casa de padre e hija. De pronto aparece un hombre de negocios con el rostro de Robert Taylor (que desde el principio notamos que no es hombre para nuestra Kate…, qué antipático y soso es…). Ambos se enamoran en plan flechazo y Kate se convierte en esposa, la trasladamos a la ciudad y se convierte en una mujer provinciana, dependiente, que no sabe moverse en sociedad (¡ni vestirse!) y totalmente entregada a su esposo (¿?)… Menos mal que le entra la vena investigadora (pues no entiende por qué su marido oculta la existencia de un hermano y además es un tema que le pone de los nervios) y también empieza a alimentar un interés y una afinidad con el desaparecido de lo más interesante. Esta es la corriente oculta que más engancha de la película. El enamoramiento de una mujer por un desconocido del que solo escucha cosas o conoce su casa u objetos personales… El marido es Robert Taylor que pasa de ser un soso pijo a un hombre malhumorado que esconde secretos y que empieza a desarrollar un extraño sentido del amor: su esposa le pertenece… y ya sabemos que eso nunca funciona. Los actores secundarios son desaprovechados en la trama porque desarrollan interesantes personajes pero no se les deja aparecer en todo su esplendor como un ya carismático y maravilloso Robert Mitchum o un entrañable (pero efímero) Edmund Gwenn.

Así Vincente Minnelli demuestra y va experimentando y demostrando en lo que brilla… en las emociones en las que la razón no cabe, en la recreación de ambientes y momentos muy conseguidos de tensión. Así los ataques de furia de Robert Taylor en instantes inesperados, los descubrimientos o inquietudes de Kate como, por ejemplo, lo que significa en la casa de su esposo una melodía clásica tocada en el piano, el uso de las escaleras, las escenas de tensión en la cuadra con un caballo indomable que solo dominaba el hermano desaparecido, un encuentro clave entre dos personajes en esa misma cuadra, el tenso paseo por el bosque a caballo del matrimonio con una amiga… Minnelli deja entrever ese pincel que le permitirá seguir en las corrientes ocultas de las emociones humanas para dejar que se derramen en sus coloridos melodramas con un sentido del ritmo y sin ningún miedo en desatarse y así hacer llegar al espectador a la catarsis. En Corrientes ocultas… casi lo consiguió pero se contuvo demasiado… es como si estuviera en periodo de prueba.

Cautivos del terror (Cry Terror!, 1958) de Andrew L. Stone

cautivosdelterror

Empiezo a leer en la caratula su reparto y de pronto no me contengo…, decido que tengo que verla: James Mason, Rod Steiger, Neville Brand, Angie Dickinson, Kenneth Tobey, Jack Klugman y descubro además la triste historia de su coprotagonista (que podría haber sido actriz brillante pero falleció demasiado pronto), Inger Stevens. Al director no le conozco de nada pero leo que también fue productor y guionista (en esta película mismamente) y repaso títulos de su filmografía que no me importaría rescatar. Y me alegro de haberme animado con la que hoy comentamos.

Cautivos del terror es un tenso thriller de familia unida secuestrada por una panda de malvados terroristas que quieren intimidar a una compañía de aviación colocando bombas en sus aviones de pasajeros a cambio de dinero. Pero toda la trama ocurre en las calles de la ciudad…, utilizan a la familia secuestrada para primero, con engaño, la fabricación de las bombas y después para extorsionar a la compañía y que sea a través de ellos que entreguen el dinero y amenazando continuamente con su muerte (son padres de una linda niñita).

El matrimonio en peligro son un siempre efectivo James Mason y una magnífica Inger Stevens (actriz que prometía pero se quitó la vida muy pronto…) antes mencionada, en su papel de sufridora nata pero también intrépida y valiente. Y los secuestradores no tienen desperdicio: el frío y calculador, carismático y jefe de la banda, Rod Steiger. El joven sin escrúpulos pervertido sexual que hará sufrir de lo lindo a la joven esposa, Neville Brand. La que actúa por dinero, fría y hermosa, Angie Dickinson. Y el que se muestra más normal y sobrepasado por la situación, un mandado con escrúpulos, Jack Klugman.

¿Cuál es el mayor pero de esta película que, sin embargo, ofrece buenísimos momentos de tensión? Pues además de no salirse ni un centímetro de los tópicos de este tipo de películas, Andrew L. Stone, ni como guionista ni como director, no se decanta por un punto de vista para contar esta historia. Cambia continuamente, creando un baile incómodo que elimina emoción e impacto. Primero parece que los protagonistas van a ser los de la compañía de aviones y el FBI. Después la pandilla de terroristas, más tarde va contando distintas escenas desde el punto de vista de ella, la esposa, y desde el punto de vista de él, el esposo… con voces en off… Sin embargo los peros se compensan por escenas de tensión como los enfrentamientos entre la esposa y el joven secuestrador (bastante perturbado) o la persecución del líder de la banda a la esposa por la estación de metro o el intento de fuga del marido por el hueco del ascensor… Y sobre todo por ver toda una galería de actores no solo buenos sino también muy carismáticos…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Hermanos en el cine: dos o más… (y tercera parte)

americanhistoryx

Muchas son las películas donde los protagonistas son hermanos. Y protagonizan todas las modalidades y todos los géneros posibles. Hay hermanos que dan risa, otros nos hacen llorar. Algunos se aman, otros se hacen daño y otros se aman y se odian a la vez. Algunos se admiran entre sí o se decepcionan los unos con los otros. El de más allá recuerda y el de más acá siente nostalgia. Protagonizan cine negro, cine cómico, cine musical, melodrama… Y muchos se han convertido en inolvidables.

Así de manera desordenada vienen un montón de hermanos de ficción a mi cabeza. Los más recientes que habitan en mi cabeza son dos hermanos de vidas complejas y torturadas. No pueden evitar hacerse muchísimo daño porque habitan en un ‘sitio oscuro’ pero también se quieren y por ello sufren más el uno por el otro. Ninguno de los dos puede ser feliz y sobrevive cada uno como puede. Los dos son autodestructivos e incapaces de llevar las riendas emocionales de sus vidas. Se llaman Brandon y Sissy y vivimos con ellos unos días en Nueva York en Shame de Steve McQueen.

O también reciente es el retrato de dos hermanas que esperan de maneras muy diferentes el fin del mundo. El planeta Melancolía se estrella contra el mundo. Y es muy diferente, la fragilidad y vulnerabilidad de Justine, que desde su continua depresión y desorden emocional ya lo da todo por perdido luego se hace fuerte ante el final y el caos, y la seguridad y vida controlada de Claire que de pronto ve como toda su vida ordenada se desmorona y se le escapa todo de las manos.

Siguiendo con Kirsten Dunst que era el rostro de una de las hermanas ficticias que Lar von Triers llevó a las pantallas, vemos como también su rostro acompañaba a una de las hermanas de la familia Lisbon. Cinco hermanas perfectas y bellas de las que se enamoraban todos los chicos de barrio… pero que se convertían, sin explicación alguna, en las vírgenes suicidas.

Pero siguiendo también la estela del cine danés recuerdo la penúltima película de Thomas Vinterberg, Submarino, donde el director diseccionaba la dura historia de dos hermanos que viven un hecho traumático en su infancia que marca sus vidas para siempre. Impresionante. Por otra parte la realizadora Susanne Bier nos también la historia de dos narra en Hermanos. Uno de ellos, con su vida organizada y feliz tiene que irse a la guerra de Afganistán y el otro que llevaba una vida sin rumbo, el hermano pequeño, ante tal situación se responsabiliza de la familia de su hermano. Cuando el hermano, roto por una experiencia traumática en la guerra, regresa al hogar… estalla el conflicto.

Pero quiero ahora marcharme a la comedia. Y entonces la última comedia romántica que me ha gustado y mucho es El amigo de mi hermana. Donde se nos cuenta un fin de semana de enredos en una casa en la montaña. Los protagonistas son dos hermanas y el amigo de una de ellas.

Y siguiendo la estela de la alegría recuerdo uno de los musicales que más vi cuando era pequeña y que más me gustaba: Siete novias para siete hermanos. Me parecía el colmo de lo divertido esa casa en la montaña con siete rudos hermanos pero encantadores y cómo secuestran a las chicas de sus sueños y además las enamoran… Y mientras números musicales y canciones que me encantaban. Tanto es así que mis padres casi todos los domingos me despertaban con un disco de vinilo con la banda sonora de la película.

El cine clásico, el de blanco y negro, también nos regaló retratos inolvidables de hermanos. Recuerdo una de mis películas favoritas La ley del silencio y una de las tramas que más me gustan: la relación entre Terry, el boxeador fracasado, con su hermano mayor, Charlie, que trabaja para el gánster más poderoso del puerto. O me viene a la cabeza una cinta de cine negro La fuerza del destino donde Joe Morse, abogado que trabaja para un mafioso, tiene que perjudicar a su hermano mayor que lleva una pequeña casa de apuestas.

Otro filón para películas de distinta índole, normalmente de terror o misterio pero también para la risa son los hermanos gemelos. Así Robert Siodmak nos dejó A través del espejo con una Olivia de Havilland desdoblada en dos hermanas gemelas muy diferentes. O Cronenberg nos dejaba la inquietante Inseparables con dos hermanos gemelos pero antagónicos en sus personalidades. O la película de Walt Disney Tú a Boston y yo a California donde dos hermanas gemelas, que no se conocían porque al divorciarse sus padres cada uno se comprometió con el cuidado de una de sus hijas, se reencuentran en un campamento de verano y deciden que tienen un único objetivo: que sus padres vuelvan a enamorarse. En el terreno de comedia Fernando Trueba rizó el rizo y cuenta en Two Much la historia de un hombre que decide inventarse un gemelo para así poder seducir a dos hermanas (una es su novia y de la otra está enamorado).

Tampoco se olvidan las películas que rememoran la historia bíblica de Caín y Abel y uno de sus mejores ejemplos sin duda es Al este del edén de Elia Kazan donde vemos la compleja historia entre Cal y Aaron. El momento del conflicto estalla en un momento histórico convulso, antes de la intervención de EEUU en la Primera Guerra Mundial. Y esa relación es compleja porque ni Caín es tan malo ni Abel tan bueno, son dos jóvenes con sus partes luminosas y sus partes oscuras. Y para entender esa relación hay que comprender su infancia y la relación de ambos con su estricto padre.

Y otra forma de contar una historia es el de un hermano, normalmente el pequeño, que rememora su relación con el hermano más mayor (o también puede ser al contrario pero no es lo más normal). Así hace poco rescatamos del viejo baúl de películas Su propio infierno de John Frankenheimer donde nos cuenta cómo un joven adolescente va descubriendo el rostro oscuro de su hermano mayor al que admira desde siempre. También recuerdo otra película que me fascina La ley de la calle de Francis Ford Coppola donde un adolescente siempre habla con admiración de su hermano mayor, el chico de la moto y líder de las pandillas del barrio. Robert Redford dirigió la nostálgica El río de la vida donde somos testigos de la vida de dos hermanos, hijos de un pastor protestante, que llevan vidas bien diferentes pero unidos por una afición: la pesca. Malick dirigió Días del cielo narrada desde el punto de vista de una niña, Linda, que viaja con su hermano mayor Bill y la pareja de éste durante los duros años de la Depresión. O recuerdo también Propiedad condenada donde la narradora es otra niña que rememora la trágica historia, también en tiempos de Depresión, de su hermana mayor. Edward Furlong protagonizó dos películas como hermano pequeño que admira a su hermano mayor pero en unos contextos muy complejos. Una fue American History X donde su hermano mayor era un neonazi que termina en prisión y cuando regresa no quiere que su hermano pequeño siga sus mismos pasos. La otra se trata de Cuestión de sangre donde su hermano mayor es un asesino profesional.

Los hermanos de ficción dan para muchas buenas historias… y las que quedan por contar…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.