Diccionario cinematográfico (205)

magnoliasdeacero

Peluquerías y otros locales similares: hace poco hablé de peinados y mi querido Alfredo (blog 39 escalones) me dijo que no me olvidase de los peluqueros y peluqueras y pensé en ese momento en la cantidad de películas que además salen peluquerías muy especiales… Resulta que ayer me meto a ver Un cerdo en Gaza y uno de los personajes es un peluquero que además tiene un local donde transcurren varias escenas hilarantes de esta estimable película. Y me digo… tengo que escribir otra entrada para mi diccionario particular.

Otro peluquero que me fascina (y que está bastante olvidado) es el protagonista de una película de Hal Ashby, Shampoo. El peluquero en cuestión era un Warren Beatty que trataba de tener un salón propio. Shampoo es una comedia amarga que emplea los recursos de la screwball comedy para reflejar unos setenta con unas gotas de tristeza, crítica política y social y para reflejar un futuro bastante oscuro, sin esperanzas. El peluquero rodeado de un montón de mujeres (y peinándolas) iba viendo cómo su sueño, en un solo día, se iba desvaneciendo (y muchas cosas más como la posibilidad de estar con el amor de su vida). Y entre peinados, fiestas y una peluquería de moda se iba narrando una historia de sueños rotos.

A otra peluquería que tengo gran cariño es en la que se reúnen las magnolias de acero. Es una peluquería de una localidad pequeña donde un grupo de mujeres se cuentan sus alegrías y sus penas, viven el día a día. Uno de sus alicientes son las reuniones en el local donde van de una confesión a otra. La peluquera tiene el rostro de Dolly Parton y toma como ayudante a una tímida y apocada Daryl Hannah, que va transformándose en su ser más extraño de lo que era… pero querible. Una de las clientes nos hizo llorar de lo lindo, una jovencísima Julia Roberts.

Tampoco olvido irme a otros países y otras peluquerías (y salones de belleza). Así otro grupo de mujeres nos cuentan sus problemas emocionales, sentimentales y de todo tipo mientras trabajan en una peluquería. Y vamos entre las risas y las penas. Nos reunimos con ellas en su local de Beirut… en Caramel.

No faltan tampoco las barberías. De nuevo Tim Burton (ya en el post de Peinados recordamos las labores en la peluquería de Eduardo Manostijeras) traslada al espectador a la barbería más siniestra y sangrienta en un musical también muy amargo, Sweeney Todd: el barbero diabólico de la calle Fleet. Pero no olvidemos buenas escenas de barberías y asesinatos en películas de gánsteres… Claro, como no, El Padrino tiene su escena en una barbería.

Los salones de belleza y las peluquerías sirven para que muchos personajes en un momento de la película cambien totalmente su look. Se conviertan en otra persona distinta con la autoestima más arriba o con muchas ganas de gustar. Recordemos al personaje de Cher, con su pelo en un moño y unas cuantas canas… que se dispone a estar deslumbrante en una noche de Ópera y se pasa por una peluquería amiga que se mueren del gusto porque se deje hacer… y sale con un peinado muy de los ochenta, suelto y sin una sola cana… recibiendo los silbidos y piropos de todo hombre que pasa por la calle. Fundamental escena de Hechizo de luna.

El amor también entra en estos locales. El sueño de Antonine es casarse con una peluquera. Y ese sueño se hace realidad. Entre la placidez, la sensualidad y la tristeza, un romanticismo trágico. Así es El marido de la peluquera.

Y no nos olvidemos del cine clásico, me quedo con un pequeño barbero judío con bigotillo que trabaja al ritmo de la danza húngara número cinco de Brahms en El gran dictador. No podía ser otro que Charles Chaplin en su doble papel.

Por cierto… ¿en qué peluquería entraré ahora?

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Maratón de películas anómalas…

Si buscamos en el diccionario la definición de anómalo nos encontramos con dos palabras clave que no quieren decir lo mismo pero que sin embargo encajan a la hora de definir la siguiente galería de películas: irregulares y extrañas. Y ésa es su baza estrella, la que las convierte en especiales y en propuestas que no tienen que dejar de verse.

Killer Joe de William Friedkin

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… parece que los jóvenes furiosos y rebeldes de los años sesenta del cine americano (aquellos que formaban parte de la generación de la televisión), siguen siendo abuelos furiosos y rebeldes que dejan propuestas cinematográficas más radicales que la de jóvenes realizadores.

Si la obra póstuma de Sidney Lumet, Antes que el diablo sepa que has muerto, descubrió a muchos cinéfilos al director y a otros nos confirmó a un Lumet brillante… ahora llega William Friedkin y presenta esta película extraña e hipnotizante en su peculiar e irregular carrera pero con títulos míticos como The French Connection o El exorcista.

Y es que Killer Joe muestra a una familia disfuncional delirante a la que se une un policía corrupto y oscuro (la cena final no tiene desperdicio). Todos integran una película tan salvaje y con unos personajes tan amorales que termina siendo una comedia de humor negro…, sólo así es posible contar argumento tan siniestro.

Además de dejar escenas memorables, por extremas, como los distintos usos que se pueden dar a un muslo de pollo de una famosa cadena de comida rápida americana, o la presentación y posterior desarrollo de un personaje para la posteridad oscura (el propio Joe con el rostro de Matthew McConaughey que va sorprendiéndome cada día más) o cómo emplea Friedkin el sentido del ritmo así como el ambiente entre inquietante y absurdo de la película… Killer Joe deja una galeria de buenos actores que aportan sus rostros y composiciones para unos personajes harto desagradables (¡y lo hacen tan bien!): Emile Hirsch, Thomas Haden Church, Gina Gershon y Juno Temple.

Across the Universe de Julie Taymor

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En el mundo del cine musical tengo cariño a las propuestas delirantes. Y la Taymor no tiene miedo al delirio así que Across the Universe es un musical que se tira al vacío y para la que esto escribe el intento es de lo más interesante. Durante los años setenta hubo musicales reivindicativos y quizá el más significativo fue Hair que tiene muchos puntos en común no sólo en la época que refleja sino en temática con Across the Universe.

Taymor decide atrapar una época desde un punto de vista determinado. Esa etapa es la de los años setenta y el punto de vista determinado la de jóvenes que abrazaron el movimiento hippy. Pero también cómo este movimiento se fue dispersando en distintas propuestas: un modo de vida o una militancia política que fue del pacifismo a la respuesta armada.

Los protagonistas de la historia son un joven de la clase obrera de Liverpool que llega a EEUU en busca de un padre perdido y una pareja de hermanos ricos (chico, chica… mejor amigo y amor de la vida del joven de Liverpool) que evolucionan en su rebeldía desde el movimiento hippy a militancias más radicales. Todo sacudido por el efecto que tuvo la Guerra de Vietnam en toda una generación de jóvenes norteamericanos.

Y para contar ese delirio se sirve de las canciones de los Beatles… y a través de sus letras construye una historia llena de referentes al grupo británico y a una época determinada.

Así Taymor logra sorprender en algunas versiones y equilibra un musical excesivo y barroco que no pasa la barrera (y no hubiese sido complejo) del ridículo y atrapa un determinado espíritu de una época…, me atravería a decir que una manera de mirar y pensar.

Los amantes de Pont Neuf de Leos Carax

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Una gran paradoja: una de las obras más caras de la cinematografía francesa y del propio Leos Carax (que arrastró y arrastra su imagen de cineasta maldito) tiene como protagonistas a dos personas sin hogar que viven en un Pont Neuf en obras. Y Los amantes de Pont Neuf narra una historia de amor desgarrado entre dos personajes heridos que viven en un París hostil. Pero a la vez Carax consigue no solamente una fuerza visual alucinante sino que puebla la película con escenas de una belleza fascinante.

Por otra parte dos intérpretes esculpen sus personajes con sus cuerpos y rostros… y es difícil olvidar a los amantes. Ella es Juliette Binoche, la reina del primer plano (absolutamente fascinante en Camille Claudel 1915 de Bruno Dumont que se estrenará en breve y que tuve oportunidad de ver en la Cineteca-Matadero). Y él es el actor fetiche del director, Denis Lavant, entre inquietante, herido y tierno.

… Así esconde imágenes inolvidables como un Pont Neuf entre fuegos artificiales o los amantes recorriendo el Sena de una manera muy especial… Y con un final que une a Carax con Jean Vigo… y una de las obras míticas del cine francés, L’Atalante. Los amantes del Pont Neuf es una película excesiva pero extremadamente hermosa a la vez.

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Diccionario cinematográfico (204)

alfinaldelaescapada

Peinados: Hay muchas formas de arreglarse el cabello y el cine lo ha mostrado. Además de un fenómeno curioso: hay actores y actrices que se identifican con un peinado determinado o existen personajes de ficción que un peinado los define y describe. Es un mundo apasionante para explorar (como tantos que nos deja el cine).

La idea me ha venido a la cabeza al recordar cómo el pelo y los peinados de las protagonistas de La vida de Adéle dice mucho de su personalidad e incluso supone un salto en el tiempo y la división de la narración cinematográfica en dos partes. Por una parte tenemos a Adéle adolescente, siempre desubicada e insegura, y esos matices también los refleja en su pelo: nunca se siente a gusto con él. Se lo suelta, se lo recoge, se lo vuelve a soltar, se lo toca, no se lo toca… Y en la segunda parte su personaje algo más calmado (pero no mucho menos desubicado) tiene algo más cuidado y arreglado su pelo pero sigue cambiando una y otra vez en un mismo momento (coleta, sin coleta, moño). Y por otro tenemos a su amor, Emma. Cuando se cruza por primera vez con ella, llama tremendamente la atención su pelo corto azul. Y destaca. Después cuando pasan unos años Emma se tiñe el pelo de rubio. Si el azul era pasión y deseo, el rubio se convierte en melancolía, tristeza, desencanto…

Hay actores que sufren una metamorfosis de pelo con cada aparición en pantalla. El caso más estudiado y analizado (y no es coña) es Nicolas Cage y sus diferentes peinados o pelucas.

Y hay peinados que eclipsan el personaje. Hubo un momento en que se habló más del corte de pelo y peinado con flequillo imposible que lucía Bardem en No es país para viejos que de su malvado personaje.

Otras veces el peinado simboliza un estado de ánimo o un sentimiento del personaje o… un poder determinado. Muchas veces el reivindicar un peinado significa libertad, rebeldía o también cómo se siente en esos momentos la persona que está frente al espejo… Me vienen a la cabeza cinco momentos. En la reciente película de David Trueba, Vivir es fácil con los ojos cerrados, el joven adolescente protagonista quiere llevar el pelo largo y sufre el rechazo no sólo de su padre sino también de unos hombres en un bar de Almería que le supondrá vivir un momento traumático. En Espledor en la hierba la inestabilidad emocional y mental del personaje de Natalie Wood es evidente cuando en un momento dado frente al espejo decide cortarse su tradicional melena de buena chica con unas tijeras y cambiarse el peinado como una flapper. Los moteros de Easy Rider no son muy bien recibidos en las distintas localidades donde pasan, son unos melenudos… Y en La hija de Ryan el castigo brutal que recibe la protagonista de los habitantes del pueblo irlandés donde vive por su infidelidad con un soldado del ejército británico es la de cortarle salvajemente sus largos cabellos. Imposible olvidar al pobre Sansón con rostro de Victor Mature y cómo pierde su fuerza cuando le cortan su melena…

También el peinado es una cuestión estética y hay hombres y mujeres muy habilidosos en estas lides. Aquí vamos a hacer homenaje a Eduardo Manostijeras… que en la localidad donde vive no sólo poda de manera maravillosa los jardines sino que realiza creaciones espectaculares en los cabellos de las damas del lugar.

Y como no según vaya peinado el personaje podemos saber en qué época transcurre la película o en que momento de su vida se encuentra. Así en las películas que reflejaban los años setenta o que recrean estos años abundan pelos largos bien lisos o bien rizados y en las de los años ochenta los cardados en las mujeres y los peinados imposibles pasados por la peluquería en los hombres. O en una buena película de época que se precie sus personajes estarán exquisitamente peinados… Aquí la lista de películas sería interminable. Pero nombremos tres de cada época nombrada. Para los años setenta me decanto por la ópera rock Jesucrito Superstar. Los ochenta y sus peinados imposibles reflejados en una película de adolescentes difíciles, El club de los cinco. Y para película de época tomemos Maria Antonieta de Sofia Coppola.

Hay personajes totalmente identificados con un peinado (aunque a lo largo de la película aparezcan con otros), por ejemplo, Holly Golightly no sólo se la identifica con el traje negro sino también con un maravilloso moño. O cuando hay una película de indios y vaqueros, las damas indias habitualmente van a tener el pelo negro y dos trenzas. Pasa lo mismo con las mexicanas. Así recordamos a Sarita Montiel, Debra Paget o Jean Peters… con sus pelos negros y sus apretadas trenzas. Y los indios también pelo oscuro o suelto o también modalidad trenzas: así tenemos a Burt Lancaster en Apache. O Dorothy en el camino de baldosas amarillas no sería la misma si no tuviera dos coletas.

Recordamos a actrices que repitieron su peinado en distintas películas y representando diferentes personajes. Jean Seberg y su pelo corto y rubio en Al final de la escapada (que ya lo tenía en Buenos días, tristeza o Juana de Arco). El pelo a lo garçon de Louise Brooks, que por cierto también está presente en un momento de La vida de Adelé durante una fiesta de Adelé y Emma donde se proyecta una de sus películas de fondo. O el pelo de Veronica Lake rubio y largo tapándole un ojo que se llamó con el complicado nombre de peek a boo bang. O los moños característicos que casi todos los personajes de Katherine Hepburn lucían cuando alcanzó la madurez o era ya una venerable señora mayor.

Por cierto acabo de darme cuenta de que no me vendría nada mal pasarme por la peluquería a cortarme un poco las puntas y tapar mis incipientes y eternas canas (es lo que tiene tener el pelo oscuro).

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Diccionario cinematográfico (203)

elmagodeoz

Robot: El cowboy robot con rostro de Yul Brynner en Almas de metal, me ha hecho recordar otros ilustres robots cinematográficos.

Me voy a uno de los más amables, mi favorito… y es el hombre de hojalata. Un robot rudimentario y plateado que acompaña por el sendero de baldosas amarillas a un espantapájaros, un león, una niña y un perro. Y todos van buscando a El mago de Oz. El hombre de hojalata busca un corazón…

Tampoco me importaría conocer Wall-e y a su enamorada Eva. Wall-e me cae muy bien por lo cinéfilo que es. Adora el musical… aunque siempre sea la misma película.

Si me voy a la infancia me viene a la cabeza el gordo y el flaco robóticos… ahí, más allá de las Galaxias. Uno es dorado y charlatán y el otro bajillo y con macha paciencia. Son R2D2 y C3PO. Distintos e inseparables.

Cuando se habla de robots es imposible que no se nos venga a la cabeza Terminator con el rostro de Arnold Schwarzenegger. Y acojonar, acojona. Pero que queréis que os diga yo tengo más simpatía a los replicantes de Blade Runner.

Luego están ese niño y ese gigoló hermoso que son robots pero también víctimas… seguimos sus aventuras en un mundo de Inteligencia Artificial. El niño lleva siempre a un oso de peluche (también robot). Es otra mirada al cuento de Pinocho…

… en la ciudad de Stepford todas las esposas, las mujeres son perfectas… solo para sus maridos. ¿Por qué? Una mujer imperfecta con otras imperfectas descubrirá la terrible verdad de sus vecinas. Todas tienen off y on. Todas están construidas para ser mujeres perfectas y sumisas, al servicio de sus maridos… por supuesto imperfectos.

Y me despido de este mundo robótico con el último que me ha conquistado. Fue lo único que me gustó de Prometheus. Tiene el rostro de Michael Fassbender, se llama David y quiere parecerse al Lawrence de Arabia de Peter O’Toole.

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Diccionario cinematográfico (202)

lajovendelaperla

Joyas: son muchas las joyas que vienen a mi cabeza que adornaron y adornan los fotogramas de una galeria de películas… Sólo una muestra de pendientes, collares y anillos para elegir…

Pendientes: Madame M… gira alrededor de unos pendientes que pasan de mano en mano y cambian drásticamente el destino de su dueña…

Mamá Joad se despide de su hogar mirándose al espejo mientras se coloca unos pendientes. Es como si fuera el último momento para sí misma. El último momento de coquetería… algo que nunca se ha podido ni podrá permitirse. Todo en la tremenda Las uvas de la ira.

La joven de la perla, un cuadro tiene un matiz distinto si la modelo finalmente se perfora la oreja y se pone una perla…

Collares: Pretty Woman se convierte definitivamente en Cenicienta vestida de medianoche cuando a su traje rojo y a su elegante peinado para acudir a la Ópera (destino que ella no sabe hasta el final de la secuencia), el millonario empresario aporta un detalle más, un increíble collar de brillantes.

Sin embargo Satine nunca se siente tan cortesana cuando tiene que aceptar el laborioso collar que le ofrece el hombre al que no ama, el duque malvado y ridículo. Y ese collar-regalo no puede aceptarlo. Le quema el cuello. Moulin Rouge ha dejado tiempos alegres y locos para convertirse en un melodrama romántico.

Me entero de que uno de los relatos más impresionantes para servidora de Guy de Maupassant fue llevado a la pantalla de cine en una película sueca que era un trabajo colectivo de varios directores… y el episodio de El collar fue rodado por Gustav Molander y protagonizado por Ingrid Bergman (¡tengo que verlo!).

Anillos: Una de las escenas más divertidas de Cuatro bodas y un funeral tiene que ver con los anillos. Por otra parte los anillos de boda siempre están presentes. Aquí a los protagonistas, encargados de los anillos de los novios, se olvidan de ellos. Y en la Iglesia y en plena ceremonia tienen que conseguirlos… y los consiguen… pero ¡menuda cara que ponen los novios al ver sus ‘alianzas’! Bisuteria pura junto a un anillo heavy metal.

Una de las trilogías de los últimos tiempos, que adaptaba el universo de Tolkien, no hubiera podido existir sin un anillo…

… Todavía no he visto Las brujas de Zugarramurdi pero creo que todo arranca por un botín de miles de anillos…

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La gran familia española (2013) de Daniel Sánchez Arévalo

lagranfamiliaespanola

Sentí una enorme conexión con La gran familia española sin necesidad de que esa familia que se refleja en la pantalla se identifique con la mía…, sentí una conexión emocional. Cuando era pequeña, muchos domingos por las mañanas, mis padres nos despertaban (a mis hermanos y a mí, somos cuatro) con un disco de vinilo a todo volumen: Siete novias para siete hermanos (Seven brides for seven brothers, 1954) de Stanley Donen. Además de levantarnos con un buen rollo increíble, olía a desayuno rico, tortilla francesa con bonito… Mis padres, mis hermanos y yo vimos en un montón de ocasiones este musical. Y a mí me gustaba muchísimo. Secretamente me gustaban uno o dos hermanos a los que veía guapísimos… Me daba una alegría increíble… Cuando ya fui algo más mayor me siguió fascinando pero me sorprendió que me creyera los escenarios de cartón piedra, que no me diera cuenta de lo artificial. Recuerdo que en varias ocasiones, cuando no me quería ir de un sitio o que unas vacaciones terminasen (o cuando quería huir y que no me encontrasen) siempre pensaba: ojalá caiga una avalancha o que nieva mucho y nos quedemos incomunicados… recordando esos hermanos que secuestraban a las novias y se quedaban allí en la montaña, incomunicados del mundo… buscando su propia felicidad.

Así que ya desde el principio La gran familia española me tenía ganada… porque Siete novias para siete hermanos juega un gran protagonismo. Es de esas películas que generan buen rollo… es como si Daniel Sánchez Arévalo dijera que a pesar de que estemos hechos una mierda y vivamos en un mundo que se derrumba, no perdamos la oportunidad de vivir momentos felices y alegres…, de reírnos y de querer a la gente cercana que nos hace sufrir (porque los amamos con locura) pero también nos ofrecen buenos momentos. La familia de la película siempre está a punto de derrumbarse pero a la vez se reinventa sus lazos. Así La gran familia española es una tragicomedia con unas gotas de screwball comedy con su locura correspondiente.

Y ésa es su única función… que sigamos las alegrías y desgracias de cinco hermanos (que se llaman como los personajes de la película favorita del padre, el musical de Donen… por orden alfabético y nombres bíblicos) y salgamos con una sonrisa entre tierna y melancólica pero con unas ganas increíbles de seguir en el día a día con nuestras alegrías y penas.

Es de esas películas vitalistas que sirven de medicina para pensar que merece la pena seguir intentándolo. Como cuando el personaje de Woody Allen entra en la sala de cine desesperado y termina disfrutando de una película de los hermanos Marx en Hannah y sus hermanos desapareciendo su angustia vital. O como ese O’Sullivan que después de su viaje más duro es consciente de lo importante que es hacer películas que tan sólo hagan reír… O esa pequeña mujer desgraciada en la depresión de los 30 que solo encuentra consuelo y un poco de felicidad refugiándose en la sala de cine (de nuevo Allen).

Daniel Sánchez Arévalo contagia buen rollo con las vicisitudes de esa familia disfuncional que a la vez está unida por lazos fuertes… y que se enfrentan al amor, la depresión, la huida, la vida, la muerte, las discusiones, las envidias, las alegrias, desgracias y la desesperación con un punto de locura, una boda que nunca se termina y una reunión muy especial con una película de las de siempre…

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Ella y sus maridos (What a way to go!) de J. Lee Thompson

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Una viuda, toda de negro, baja las escaleras de una mansión pintada toda ella de rosa. Detrás seis hombres de negro desciende un ataúd rosa… uno de ellos tropieza y el ataúd primero y los hombres después o viceversa resbalan por las escaleras… así empieza Ella y sus maridos, una agradable comedia con suaves tintes negros, una cuidada estética y una original estructura. Una comedia caída en olvido por su complejidad y extraña mezcla de estilos visuales que logra sin embargo un equilibrio final… Es de esas historias que o bien entras en el juego o te quedas fuera. Y si entras el disfrute está asegurado.

La viuda es Louisa May Foster (Shirley MacLaine)… su siguiente paso es querer donar al Estado toda su fortuna. Obviamente la toman por loca y la llevan a un psiquiatra (Robert Cummings) que escuchará su historia. Louisa cree que es bruja pues siempre se ha querido casar por amor… pero, sin embargo, siempre propició que sus esposos, cuatro, se hicieran asquerosamente ricos (excepto uno que ya lo era pero sí logra dar un giro en su vida…) y ella se quedará como una esposa solitaria florero y posteriormente viuda.

El poder de esta viuda negra comienza cuando es una joven a la que su contradictoria madre (una divertida Margaret Dumont sin los Marx) la insta a que se case con el millonario del pueblo, Leonard Crawley (Dean Martin)… pero ella tiene los ojos puestos en el sensible, fracasado, pobre y lector de Henry David Thoreau, Edgar Hopper (Dick Van Dyke… no sólo fue deshollinador y fiel compañero de Mary Poppins)… todo lo contrario al prentendiente ideal.

… El primero que fallece por exceso de trabajo es Edgar Hopper (tras una humillante visita de su contrincante Crawley… al que decide desbancar de su puesto de hombre más rico de la localidad)… y luego todos los demás irán encadenados. Un pintor americano bohemio de París (divertida crítica a los artistas vanguardistas con un Paul Newman delirante), un súper millonario solitario que echa de menos sus raíces granjeras (elegante Robert Mitchum) y un mediocre artista de vodevil que termina convertido en una súper estrella de Hollywood (Gene Kelly).

Entre los divertimentos de esta película, además del sugerente reparto, está que cada historia —cada matrimonio de Louise— forma parte de un género o una forma de emplear el lenguaje cinematográfico. Siempre que narra sus cuatro matrimonios al ‘alucinado’ psiquiatra lo compara con un tipo de película (y así queda reflejado): una película de cine mudo, una película intelectual francesa en el periodo de Nouvelle Vague, una película glamurosa hollywoodiense emulando los lujosos melodramas o un musical…

La película también es una rareza dentro de la filmografía irregular del británico J. Lee Thompson donde la comedia no sería su género. Es recordado por producciones como Los cañones de Navarone o la interesante El cabo del miedo… y terminó sus días dirigiendo a un Charles Bronson justiciero. El guion estuvo en manos de dos especialistas en musicales, Betty Comden y Adolph Green (por ahí anda Gene Kelly… y una parte bastante musical con reminiscencias a Cantando bajo la lluvia). Este proyecto estaba pensado para Marilyn Monroe (que la verdad no hubiera estado nada mal en el papel) pero debido a su trágica muerte no pudo ser y el relevo fue para una McLaine pizpireta y divertida. También la película es puro lucimiento para el trabajo en vestuario de la famosa Edith Head… la viuda negra sale con un montón de vestidos, bañadores y complementos (y también peinados) según los maridos que tiene y sus ensoñaciones de película.

Inolvidable una Louisa May Foster feliz, por fin, con un hombre (no digo quién), besándole y abrazándole y diciéndole: mi querido fracasado…

Así no está mal en este verano que finaliza disfrutar de una extraña comedia con estética, glamour y una gran galeria de actores.

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Bajo los techos de París (Sous les toits de Paris, 1930) de René Clair

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… los tejados de un barrio de París… y una escena en un callejón. Un cantante callejero, acompañado por un acordeonista ciego, entona una canción popular, del momento, y vende a la vez la letra de la canción con la partitura. Los vecinos se reúnen alrededor de él e improvisa un coro en medio de la calle. De pronto René Clair consigue atrapar algo de manera sencilla y preciosa: un momento, un instante efímero pero lleno de vida. Los vecinos entonan la canción, hay distintas acciones y miradas… y presentaciones de los personajes. Puro cine.

Ahí nos encontramos a casi todos los protagonistas de esta sencilla, nostálgica y poética narración cinematográfica sobre los bajos fondos parisinos. Un universo poblado por callejuelas estrechas, bailes populares, bares o cafés, peleas nocturnas junto a las farolas y a las vías del tren, pequeñas habitaciones, reuniones de vecinos, escaleras donde habitan bohemios, carteristas, artistas, artesanos, ladrones de poca monta, inmigrantes…

En esta primera escena aparece la joven inmigrante Pola, el cantante callejero Albert, su amigo el carterista y Fred, el jefe de una banda de ladrones. Más tarde en la barra de un bar aparece también el mejor amigo de Albert, Louis. Una amistad en la que siempre se están divirtiendo, compitiendo, jugando y peleándose… Así la película mezcla situaciones de comedia sentimental, con gotas de melodrama y cine de gánsteres. Pero el cóctel es tan sencillo y poético que funciona.

Lo poético se encuentra en los detalles y matices: un espejo roto que se convierte en un símbolo del amor imposible que siente Albert por Pola o los tejados de París o el reflejo de la vida de los vecinos a través de sus ventanas…

Y con esa plasmación de los instantes y la vida, René Clair nos habla de las complejidades del amor. Así la dulce Pola se convertirá en la mujer deseada por tres hombres y el destino construirá una historia donde también intervendrá el azar y la amistad. Así Pola se encontrará en los brazos del mafioso Fred, del romántico Albert y del más pragmático Louis.

Después de una historia de vidas cruzadas donde alguno saldrá con el corazón partido y otro conseguirá el corazón de la chica… y alguno que otro terminará en prisión así como otros afianzarán sus lazos de amistad, no queda otro modo de terminar la historia que de nuevo mostrando un coro callejero… porque la vida continúa y los techos de París.

René Clair se enfrenta así a su primer largometraje con éxito internacional (aunque el mayor éxito fue en su país de origen Francia) y además emplea por primera vez el sonido en el periodo en que las películas habladas empiezan a dejar atrás el cine silente. Pero el uso del sonido es para ayudarle a contar la historia, se sirve del sonido pero todavía realizando un uso preciso del lenguaje puramente visual del cine mudo. Así no hay largos diálogos o conversaciones, la mayoría de las veces no escuchamos esos diálogos tapados por la vitrina de un cristal o por el sonido de un tocadiscos…o por el jaleo de una trifulca. Muchas de las situaciones Clair las sigue solucionando de una manera visual y el sonido sólo es un pretexto para contar algo más o para que en los barrios de París se oiga cantar a sus vecinos o se les vea bailar al son de la música. A pesar de la ausencia de diálogos la historia puede seguirse perfectamente pues sigue siendo puro cine silente con acompañamiento de sonido.

Bajo los techos de París es una recreación nostálgica y poética de un París de los bajos fondos donde los artistas conviven con los carteristas y con los que menos tienen junto los inmigrantes y bohemios en una armonía ideal. Y como siempre es el amor el motor de las vidas de muchos de sus personajes. El amor por una chica o la camaradería entre amigos o la solidaridad entre vecinos…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Hermanos en el cine: dos o más… (y tercera parte)

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Muchas son las películas donde los protagonistas son hermanos. Y protagonizan todas las modalidades y todos los géneros posibles. Hay hermanos que dan risa, otros nos hacen llorar. Algunos se aman, otros se hacen daño y otros se aman y se odian a la vez. Algunos se admiran entre sí o se decepcionan los unos con los otros. El de más allá recuerda y el de más acá siente nostalgia. Protagonizan cine negro, cine cómico, cine musical, melodrama… Y muchos se han convertido en inolvidables.

Así de manera desordenada vienen un montón de hermanos de ficción a mi cabeza. Los más recientes que habitan en mi cabeza son dos hermanos de vidas complejas y torturadas. No pueden evitar hacerse muchísimo daño porque habitan en un ‘sitio oscuro’ pero también se quieren y por ello sufren más el uno por el otro. Ninguno de los dos puede ser feliz y sobrevive cada uno como puede. Los dos son autodestructivos e incapaces de llevar las riendas emocionales de sus vidas. Se llaman Brandon y Sissy y vivimos con ellos unos días en Nueva York en Shame de Steve McQueen.

O también reciente es el retrato de dos hermanas que esperan de maneras muy diferentes el fin del mundo. El planeta Melancolía se estrella contra el mundo. Y es muy diferente, la fragilidad y vulnerabilidad de Justine, que desde su continua depresión y desorden emocional ya lo da todo por perdido luego se hace fuerte ante el final y el caos, y la seguridad y vida controlada de Claire que de pronto ve como toda su vida ordenada se desmorona y se le escapa todo de las manos.

Siguiendo con Kirsten Dunst que era el rostro de una de las hermanas ficticias que Lar von Triers llevó a las pantallas, vemos como también su rostro acompañaba a una de las hermanas de la familia Lisbon. Cinco hermanas perfectas y bellas de las que se enamoraban todos los chicos de barrio… pero que se convertían, sin explicación alguna, en las vírgenes suicidas.

Pero siguiendo también la estela del cine danés recuerdo la penúltima película de Thomas Vinterberg, Submarino, donde el director diseccionaba la dura historia de dos hermanos que viven un hecho traumático en su infancia que marca sus vidas para siempre. Impresionante. Por otra parte la realizadora Susanne Bier nos también la historia de dos narra en Hermanos. Uno de ellos, con su vida organizada y feliz tiene que irse a la guerra de Afganistán y el otro que llevaba una vida sin rumbo, el hermano pequeño, ante tal situación se responsabiliza de la familia de su hermano. Cuando el hermano, roto por una experiencia traumática en la guerra, regresa al hogar… estalla el conflicto.

Pero quiero ahora marcharme a la comedia. Y entonces la última comedia romántica que me ha gustado y mucho es El amigo de mi hermana. Donde se nos cuenta un fin de semana de enredos en una casa en la montaña. Los protagonistas son dos hermanas y el amigo de una de ellas.

Y siguiendo la estela de la alegría recuerdo uno de los musicales que más vi cuando era pequeña y que más me gustaba: Siete novias para siete hermanos. Me parecía el colmo de lo divertido esa casa en la montaña con siete rudos hermanos pero encantadores y cómo secuestran a las chicas de sus sueños y además las enamoran… Y mientras números musicales y canciones que me encantaban. Tanto es así que mis padres casi todos los domingos me despertaban con un disco de vinilo con la banda sonora de la película.

El cine clásico, el de blanco y negro, también nos regaló retratos inolvidables de hermanos. Recuerdo una de mis películas favoritas La ley del silencio y una de las tramas que más me gustan: la relación entre Terry, el boxeador fracasado, con su hermano mayor, Charlie, que trabaja para el gánster más poderoso del puerto. O me viene a la cabeza una cinta de cine negro La fuerza del destino donde Joe Morse, abogado que trabaja para un mafioso, tiene que perjudicar a su hermano mayor que lleva una pequeña casa de apuestas.

Otro filón para películas de distinta índole, normalmente de terror o misterio pero también para la risa son los hermanos gemelos. Así Robert Siodmak nos dejó A través del espejo con una Olivia de Havilland desdoblada en dos hermanas gemelas muy diferentes. O Cronenberg nos dejaba la inquietante Inseparables con dos hermanos gemelos pero antagónicos en sus personalidades. O la película de Walt Disney Tú a Boston y yo a California donde dos hermanas gemelas, que no se conocían porque al divorciarse sus padres cada uno se comprometió con el cuidado de una de sus hijas, se reencuentran en un campamento de verano y deciden que tienen un único objetivo: que sus padres vuelvan a enamorarse. En el terreno de comedia Fernando Trueba rizó el rizo y cuenta en Two Much la historia de un hombre que decide inventarse un gemelo para así poder seducir a dos hermanas (una es su novia y de la otra está enamorado).

Tampoco se olvidan las películas que rememoran la historia bíblica de Caín y Abel y uno de sus mejores ejemplos sin duda es Al este del edén de Elia Kazan donde vemos la compleja historia entre Cal y Aaron. El momento del conflicto estalla en un momento histórico convulso, antes de la intervención de EEUU en la Primera Guerra Mundial. Y esa relación es compleja porque ni Caín es tan malo ni Abel tan bueno, son dos jóvenes con sus partes luminosas y sus partes oscuras. Y para entender esa relación hay que comprender su infancia y la relación de ambos con su estricto padre.

Y otra forma de contar una historia es el de un hermano, normalmente el pequeño, que rememora su relación con el hermano más mayor (o también puede ser al contrario pero no es lo más normal). Así hace poco rescatamos del viejo baúl de películas Su propio infierno de John Frankenheimer donde nos cuenta cómo un joven adolescente va descubriendo el rostro oscuro de su hermano mayor al que admira desde siempre. También recuerdo otra película que me fascina La ley de la calle de Francis Ford Coppola donde un adolescente siempre habla con admiración de su hermano mayor, el chico de la moto y líder de las pandillas del barrio. Robert Redford dirigió la nostálgica El río de la vida donde somos testigos de la vida de dos hermanos, hijos de un pastor protestante, que llevan vidas bien diferentes pero unidos por una afición: la pesca. Malick dirigió Días del cielo narrada desde el punto de vista de una niña, Linda, que viaja con su hermano mayor Bill y la pareja de éste durante los duros años de la Depresión. O recuerdo también Propiedad condenada donde la narradora es otra niña que rememora la trágica historia, también en tiempos de Depresión, de su hermana mayor. Edward Furlong protagonizó dos películas como hermano pequeño que admira a su hermano mayor pero en unos contextos muy complejos. Una fue American History X donde su hermano mayor era un neonazi que termina en prisión y cuando regresa no quiere que su hermano pequeño siga sus mismos pasos. La otra se trata de Cuestión de sangre donde su hermano mayor es un asesino profesional.

Los hermanos de ficción dan para muchas buenas historias… y las que quedan por contar…

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Diccionario cinematográfico (198)

MBDONTH EC041

Química especial: sólo puede entenderse esta clase de química con varios ejemplos científicamente probados en la sala de cine o cuarto de estar:

1.- Charlie Allnut y Rose Sayer pasan mil y una aventuras mientras se enamoran a bordo de La Reina de África, una vieja barcaza…

2.- Devlin y Alicia Huberman se aman y se odian… para siempre encadenados.

3.- Joanna y Mark Wallace son siempre dos en la carretera… con unas gotas de desencanto y un pasaporte que siempre aparece.

4.- Hal Carter y Marjorie Madge Owens siempre bailarán en un picnic en un pueblo Kansas, quizá puedan escapar…

5.- Sally Hyde y Luke Martin se encontraron en un duro regreso.

6.- Robert Kincaid y Francesca Johnson fueron a los puentes de Madison y allí quedaron para siempre sus recuerdos.

7.- Angie Rossini y Rocky Papasano empezaron su amor como dos extraños…

8.- Jackie y George viven entre shampoo y cortes de pelo un amor imposible y desencantado. Son malos tiempos para la lírica.

9.- Sally Bowles y Brian Jones se aman sin futuro en un cabaret…

10.- Mary Hatch y George Bailey viven una pesadilla para quizá darse cuenta de que la vida, aunque dura, merece la pena vivirla juntos.

11.- Holly Golightly y Paul Varyak desayunan con diamantes y lágrimas, también se besan en tarde lluviosa.

12.- Edie Doley y Terry Malloy se aman más allá del silencio.

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