Los espigadores y la espigadora (Les glaneurs et la glaneuse, 2000) de Agnès Varda

loespigadores

Los espigadores y la espigadora es un interesante ensayo cinematográfico en primera persona. La directora Agnès Varda toma su cámara digital y con ella “escribe” una reflexión personal. La cineasta francesa, que rodó sus primeras películas en plena Nueva Ola, parte de la definición de espigar y espigador… y a partir de ahí comienza su viaje. Nos dice que en los diccionarios y libros que consulta sobre dicha labor suele aparecer uno de los cuadros de Millet, Las espigadoras. Durante todo el documental este cuadro estará presente, pero también otro de una espigadora altiva, bella y orgullosa de Jules Breton (junto al cual la propia directora posa como tal, creando una interesante metáfora) y cerrará su ensayo fílmico con un precioso cuadro: Las espigadoras huyendo de la tormenta de Edmond Hedouin. Así entremedias de estas creaciones artísticas, elabora un meditado ensayo que habla sobre aquellos que recogen lo que se derrocha en las sociedades que nadan en la abundancia, dando un nuevo sentido a la figura del espigador (una labor que se veía o se sentía en desuso). Ver ahora este documental también supone encontrarnos con una Varda visionaria, pues su cámara recoge ya a muchas personas que espigan antes de que estallara la crisis, y muchas imágenes que filma serían y son más habituales desde el 2007. Lo que convierte a Los espigadores y la espigadora en una premonición.

Sigue leyendo

El tiempo de los amantes (Le temps de l’aventure, 2013) de Jérôme Bonnell

eltiempodelosamantes

El tiempo de los amantes o retrato de una dama al borde del precipicio. Y es que el director francés Jérôme Bonnell pega su cámara junto a su protagonista Alix (Emmanuelle Devos) y ya no la abandona en aproximadamente unas 24 horas intensas. Alix vive uno de esos días en que una persona se siente en un momento de catarsis donde o bien se tira a la aventura y abandona todo lo vivido o trata de restablecer de nuevo el equilibrio. Y todo es contado con una delicadeza y una sensibilidad que conmueve, que toca.

Sigue leyendo

Diccionario cinematográfico (220). Homenaje a París

homenajeaparis

Homenaje a París: Siempre nos quedará París… y recordé cuando vi a un grupo de personas que salían del estadio cantando La Marsellesa después del horror, la de veces que el himno francés ha emocionado en pantalla de cine… Así recuerdo ese campo de prisioneros en La Gran Ilusión de Renoir. Durante un espectáculo que han organizado los presos, les avisan de que un pueblo francés ha sido liberado… todos empiezan a entonar La Marsellesa. Y es un momento para no olvidar, para verlo una y otra vez.

Sigue leyendo

Dheepan (Dheepan, 2015) de Jacques Audiard

dheepan

Un guerrillero de Sri Lanka deja su país, abandonando un paisaje de guerra eterna, violencia, desolación y muerte, junto a una mujer y una niña que no conoce pues así, con una familia, tiene más posibilidad de conseguir asilo político en París. Jacques Audiard empieza con una impresionante elipsis: de la cola para subir a un barco a Dheepan (el guerrillero con nuevo nombre e identidad) en la noche parisina iluminándola con una diadema de luces, como vendedor ambulante. De pronto le vemos enfrentado a la violencia de una ciudad fría que no solo le ignora sino que le persigue. En un momento dado tiene que huir con su mercancia de la policía y se esconde en una esquina. Entonces Dheepan dice: “¡No puedo más!”. Y ese grito sirve como motor de la película pero también es como si el propio director se dijera que a pesar de inicio tan potente (y de tener perfilados los personajes) no puede seguir más con el nivel que podría haber alcanzado esta película.

Sigue leyendo

Regreso a Ítaca (Retour à Ithaque, 2014) de Laurent Cantet

regresoaitaca

Entre un atardecer luminoso, con “Eva María se fue buscando el sol en la playa…” de fondo, y un amanecer hacia un futuro incierto pero con verdades reveladas, hay un amplio paréntesis de horas donde campan la añoranza, la nostalgia, el desencanto, la melancolía y una tristeza que sobrecoge. Regreso a Ítaca recoge el universo de una generación en una azotea de La Habana. Durante un tiempo concreto, en un espacio determinado, cinco amigos van desnudándose y contando a la vez la historia de los últimos años de Cuba, un país que ahora avanza a la incertidumbre con una legión de desencantados y otra, los jóvenes, que no cree que nada se pueda conseguir en su país y que piensa qué es mejor volar fuera. Los desencantados una vez creyeron en una vida mejor, y apostaron por conseguirlo, y se consumieron en el intento y en los miedos (algunos se siguen aferrando a creer, otros tratan de sobrevivir). Sintieron el cambio y la utopía en la punta de los dedos…, soñaron. Y de distintas maneras, con distintos obstáculos, vieron cómo sus vidas, sus ideales, fueron robadas…, arrebatadas. Les correspondió vivir una vida que nunca habían soñado, ni imaginado. Se apagaron las velas…

Y esa incertidumbre que devuelve el amanecer vomita ecos desoladores… porque el libre mercado y el neoliberalismo también destruye países, sume en crisis y además aumenta las diferencias sociales y de otro tipo. Ahora hay posibilidades de incertidumbre y cambio… pero los caminos no son de rosas ni de baldosas amarillas.

Amadeo regresa después de dieciséis años en España a su tierra, a su Ítaca. Y ese es el motivo de reunirse con sus viejos amigos: Tania, Aldo, Rafa y Eddy. La alegría del encuentro se mezcla con la amargura, los reproches, los dolores del pasado y también otros momentos que fueron bellos. Todos ríen, pero también todos se desgarran. Son amigos, se gritan, pero también se confiesan. Entre viejas fotografías, cigarrillos, viejas canciones de Serrat o bajo las notas de California Dreamin, buen whisky, apagones, frijoles y arroz, los cinco amigos reflexionan, a través de sus secretos más íntimos, sobre su historia pasada y su presente. El clímax va llevando a los secretos no revelados. Y de fondo los sonidos y las voces de una ciudad viva, La Habana, como otro personaje más que les rodea. Que se cae a trozos pero se las ingenia para que la vida siga, prosiga. Que se cae a trozos pero a la vez se mantiene bella.

Si hay algo que consigue el cine de Laurent Cantet es que cada fotograma respire verdad y emoción, un cóctel que estalla en la cara del espectador. Y en Regreso a Ítaca es imposible no hundirse en la tristeza y en el desencanto pero también en la apuesta por seguir. Los protagonistas no pueden hundirse en culpabilidades y sueños rotos pero sí apostar, como dice la madre de Aldo, en esa amistad que no se ha roto después de tantos años. Una amistad que les permita reconocerse, ser ellos mismos, verbalizar sus terrores y errores…, desvelar secretos y confesiones, entenderse y quizá volver a construirse, avanzar…, rescatar creencias e ilusiones…, vivir.

Basta fijarse en los ojos tristes de Aldo, en la mirada crispada de Rafa, en los ojos desencantados de Tania, en la mirada derrotada que se deja corromper de Eddy y en los ojos nostálgicos de Amadeo para quedarse atrapado entre sus palabras y gestos. Laurent Cantet se rodea de buenos actores (Pedro Julio Díaz Ferrán, Fernando Hechavarría, Isabel Santos, Jorge Perugorría y Néstor Jiménez) y de un guionista-escritor (Leonardo Padura) cubanos para entender de manera íntima las complejidades de un país que una vez trató de alcanzar un sueño. Que dio pasos para atrapar una utopía. Pero ese sueño se fue transformando para muchos en pesadilla cotidiana…, y la utopía se fue alejando de nuevo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Samba (Samba, 2014) de Olivier Nakache, Eric Toledano

samba

Una alemana con depresión y obsesionada con el suicidio y la muerte y un sin papeles africano y gay son vecinos de un edificio y construyen una bonita amistad en Nadie me quiere de Doris Dörrie. Y un inmigrante con papeles, español, y otro sin papeles, montenegrino, conviven en un Nueva York hostil en La otra América de Goran Paskaljevic. En ambas películas trataba el tema de la inmigración y la amistad en clave de tragicomedia y en ambas las salidas de los personajes son tan imposibles que los directores deciden optar por unos finales imposibles, de evasión. En la primera opta por una especie de ciencia ficción, hacer realidad una fantasía de Orfeo, el africano. Y en la segunda por una especie de realismo mágico en que ambos personajes salen volando en un sillón… Sin embargo, Olivier Nakache y Eric Toledano no saben encontrar un final para Samba ni un equilibrio en la tragicomedia que tienen entre manos. Pese a ello ambos directores realizan una película más madura y arriesgada que Intocable aunque plantean una historia menos cerrada, redonda y calculada.

Y tras el éxito descomunal (que personalmente no termino de entender como me pasó con 8 apellidos vascos) de Intocable, Samba no repite pero pese sus imperfecciones y tramas no cerradas cuenta con el acercamiento, de nuevo, de dos personas que unen sus vidas en un momento determinado y, pese sus distintas realidades y situaciones, conectan. Ella es una ejecutiva que acaba de sufrir el síndrome burnout y está en tratamiento, superándolo. Él es un sin papeles en París al que le acecha una orden de expulsión. Ambos coinciden a través de una ONG que trata de asesorar a los inmigrantes en casos extremos. Ella es voluntaria, él acude porque tiene un problema. Y a partir de ese momento surge una relación que se va construyendo y es absolutamente creíble… en parte gracias a la química y naturalidad que surge entre Omar Sy y Charlotte Gainsbourg.

Otra sorpresa agradable de Samba es conocer a uno de los amigos del protagonista, un falso brasileño vital y alegre, y descubrir que tras su rostro está un actor que hasta ahora había sorprendido tan solo con roles tremendamente trágicos y donde el actor mostraba sobre todo su rostro silencioso y callado, Tahar Rahim. El actor de origen argelino construye un personaje en las antípodas de lo que hasta ahora había realizado y sale airoso. Aunque su personaje que aparece como un rayo de luz en la película, desaparece sin previo aviso y deja sin terminar una historia que estaba siendo bastante interesante… (una de las imperfecciones de Samba).

Hay una escena donde los directores encuentran el tono tragicómico adecuado y es una fiesta que realizan en la ONG entre voluntarios, profesionales e inmigrantes. Es un momento clave y de acercamiento de varios de los personajes principales y donde los directores desnudan su forma de hacer cine: buscan hablar de cosas sociales, trascendentes e importantes pero en un ambiente de buen rollo, buenos sentimientos y festivo. No mienten.

Pese sus imperfecciones, Samba logra que te creas una historia entre dos personas que en un momento determinado de sus vidas… conectan y ambos se alimentan de esa relación. Y a ambos les sirve para avanzar, para tener una mínima esperanza, para volver a creer… Olivier Nakache y Eric Toledano muestran más cuidado y riesgo en la dirección aunque no son capaces de encontrar tono y el final adecuado…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Diccionario cinematográfico (215)

mitío

Tíos y tías: de nuevo menciono Magia a la luz de la luna y un personaje, la tía de Stanley, Vanessa (Eileen Atkins). Mujer extravagante y encantadora que recuerda el importante papel en la pantalla blanca de los tíos y las tías que no son otros, como dice la RAE, que “respecto de una persona, hermano o hermana de su padre o madre”. Y esa persona claro está es el sobrino o sobrina.

Así siguiendo su estela… nos topamos con otras tías extravagantes y se nos cuela un tío también, extraño pero entrañable. Por ejemplo podemos encontrarnos con Auntie Mame que no puede tener otro rostro más que el de Rosalind Russell. O cruzarnos con una tía con cara de Maggie Smith… que viaja una barbaridad. Pero quizá nos apetezca más montar en bicicleta al lado de un tipo peculiar… Jacques Tati le dedicó una película especial, Mi tío. ¿Y quién no quiere perderse por su rocambolesca casa?

Otra tía de cine contemporáneo ha dejado huella recientemente. Se trata de la tía Wanda, una mujer aparentemente dura y fuerte que se va resquebrajando cuando inicia un viaje doloroso al pasado junto a su sobrina, una monja. Para conocerlas hay que visitar una Polonia en blanco y negro en Ida de Pawel Pawlikowski.

Pero hay tíos siniestros y oscuros. No nos olvidemos nunca del tío Charlie con cara de Joseph Cotten. Se lo hace pasar fatal a su sobrina en La sombra de una duda. Y su sombra es alargada en otro tío actual, también llamado Charlie, que crea una extraña relación y vinculación con su sobrina. Hablo de Stoker de Park Chan-wook.

Y en el cine patrio nos vamos a quedar con una trágica entre las trágicas, La tía Tula, una mujer amarga con rostro de Aurora Bautista y con un perdedor (Antonio Vico), pero el mejor de los hombres para su sobrino, Mi tío Jacinto.

También hay tíos que representan un mundo triste y cobarde, monótono y gris, en un hogar en el que no es agradable volver… Si no que se lo pregunten al más joven de los paracaidistas de Los temerarios del aire cuando vuelve a su ciudad natal y a recuerdos dolorosos en casa de sus tíos, los Brando (Deborah Kerr y William Windom). Hay tristes tías maltratadas y un poco alcohólicas que recuerdan tiempos pasados… que solo consiguen respeto de una sobrina que es buena persona. No hay más que adentrarse en el mundo de La loba y conocer a la pobre Birdie (Patricia Collinge).

En el cine italiano no faltan los tíos y las tías. Así nos quedamos con las tres inseparables tías solteras, que lo mismo se ríen que tienen una batalla campal, de La familia de Ettore Scola.

Hay tías ancianitas, amables y caritativas, que esconden tremendos secretos a su sobrino Mortimer. Solo por hacer lo que consideran buenas acciones… Podemos tomar con ellas un cafetito con pastas en Arsénico por compasión. Y también podemos escuchar una clase de literatura de un tío homosexual, triste y suicida (Steve Carell), a la vez un hombre tierno, en Pequeña Miss Sunshine.

… los tíos y las tías son personajes cinematográficos imprescindibles… La tía Vanessa con sus consejos, con algo de magia, a su sobrino Stanley nos lo ha recordado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La vida y nada más (La vie et rien d’autre, 1989) de Bertrand Tavernier

lavidaynadamas

Desde la primera escena se augura lo que La vida y nada más va a suponer para el espectador: belleza y dureza. Tras la muerte de miles de personas en la Gran Guerra, muchas olvidadas para siempre, muchas desaparecidas sin saber su posible paradero…, la vida y nada más. Así vemos una playa idílica y hermosa. Y dos personas cabalgando. Una es una monja, y el otro un soldado. La imagen es bella pero notamos algo extraño, según se van acercando el hombre va inclinándose y la monja le va gritando…, hasta que el soldado cae al suelo y nos damos cuenta de que le falta una pierna…

Han pasado cien años desde que estalló la Primera Guerra Mundial y el cine casi en paralelo a la contienda mostró imágenes en la pantalla blanca y aún hoy es argumento de películas. De tal manera que es posible realizar una clase de historia sobre esta guerra con películas que ofrecen miradas, reflexiones, tesis e interpretaciones diferentes y ricas en matices. Sin duda una de esas películas que ilustraría una buena clase sería La vida y nada más. Después de la guerra, la reconstrucción, el desencanto, la desolación y la muerte. La sensación de que en la guerra todos han perdido, ha supuesto mucho más que una victoria o una derrota. La dificultad de seguir adelante ante la certeza del horror y la muerte, ante la mezquindad de los de más arriba y la necesidad de muchos ciudadanos de volver a empezar…

En un territorio de búsqueda, de recuperación de aquel que fue a batallar y no ha regresado, el hermano, el hijo, el esposo, el novio o el amante… una caravana de personas trata de saber el paradero del soldado ausente. Y cada uno, tiene motivos diferentes. En este carrusel de personas se encuentra un comandante que contabiliza exactamente a los muertos en esta guerra y trata de localizar a los desaparecidos, una elegante mujer de París que busca a su marido y una joven maestra que no se cansa en el empeño de encontrar a su novio. Y los tres se cruzan una y otra vez hasta terminar en una vieja fábrica que los aloja tras un suceso. Porque en ese territorio en el que se mueven todavía quedan huellas de la guerra: hospitales con hombres que no saben quién son u otros mutilados, campos donde un granjero se encuentra minas o bombas sin estallar aún, falta de trabajo, un túnel que se derrumba con un tren que oculta difuntos (posibles desaparecidos y más cuerpos que contabilizar para dar cifras estremecedoras…), dificultades para recuperar normalidad en la vida, pobreza, hambre y desolación…

Y ahí está ese comandante mayor y desencantado (Philippe Noiret) que intenta hacer bien su trabajo aunque sabe que a sus superiores no les interesa, que ahora solo están volcados en encontrar un cuerpo que simbolice al soldado desconocido y así homenajear en el Arco del Triunfo de París a todos los muertos en combate. Los desaparecidos no interesan ya. Y a los muertos hay que olvidarlos cuanto antes. No interesan las cifras. Y menos sus familiares. Hay que cerrar rápido el asunto… y ocuparse de otros asuntos. Y un hombre concienzudo con su trabajo y que es crítico con ese acto no es cómodo…

Ese comandante desencantado que se da cuenta de la inutilidad de su trabajo, sigue incansable su meticulosa labor. Y los familiares, novias y amigos continúan buscando donde pueden…, aunque sea para recuperar un objeto, para saber si el ausente está muerto o si pueden recuperar el cuerpo para enterrarle o si se encuentra en algún hospital, solo y perdido.

Pero es la vida y nada más… y continúa. Por eso ante la desolación y el desencanto, hay hueco para el humor, para las situaciones absurdas e hilarantes, para que ocurran casualidades, para que siga el recuerdo atroz de la guerra, para momentos de gran belleza, para que haya sitio para los buscavidas y paso para las ilusiones, los sueños, para el canto, el baile y el arte y para que se produzca una elegante y hermosa historia de amor imposible…

Al final una carta, y una esperanza porque la vida prosigue…, aunque sabemos hacia dónde dirige la desolación… en unos años otra guerra terrible. Por eso la tristeza, los tonos suaves no abandonan esta historia.

Ya se sabe…, la vida y nada más. Belleza y dureza, un poso de melancolía, unas gotas de humor y de remate final, una historia de amor imposible… ¿o no?

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La piel dura (L’argent de poche, 1976) de François Truffaut

lapieldura

“Quería deciros que si elegí el oficio de maestro fue porque guardo un mal recuerdo de mi juventud y porque no me gusta la forma en que se trata a los niños. La vida no es fácil, es dura, y es importante que aprendáis a endureceros para que podáis enfrentaros a ella, ojo, endureceros no ser insensibles”. El que habla es el profesor Richet en La piel dura de François Truffaut. Pero no es un profesor heroico. Es un hombre normal y corriente que va todos los días a la escuela de una pequeña población francesa, Thiers. No se le presenta como un profesor sufridor que es finalmente adorado por todos los alumnos. Él es un profesional que trabaja y ama su trabajo. Y que tiene muy clara su función como docente y sobre todo respeta a los niños… y les prepara para la vida.

Truffaut presenta un universo infantil que atrapa. Esos dos hermanos traviesos, esa niña mimada que grita por la ventana con un altavoz que sus padres la han dejado sin comer, ese niño enamorado de la madre de su amigo, ese otro que empieza a ligar con chicas en el cine, el día a día de un niño solitario que vive en una chabola y ya guarda secretos duros… Con delicadeza y sensibilidad presenta la vida cotidiana de varios pequeños. Niños de infancias felices, niños con ausencias importantes en sus vidas, niños que se enfrentan por primera vez a algo parecido al amor, a la muerte, niños que juegan, que hacen travesuras, que aprenden, que recitan, que sufren en silencio…

Los niños atrapan la película, su mundo y universo igual de complejo e importante que el mundo adulto. Los adultos son presencias que dan pinceladas a sus vidas: los maestros, los padres, los vecinos… Y que también les marcan.

Está el niño que busca enamorarse (que trata de llenar la ausencia de la madre y la situación de un padre enfermo que no puede cuidarle), la niña que va a recibir el primer beso, los hermanos que desayunan solos (y no paran de hacer travesuras), el niño de apenas dos años que cae al abismo… y es protagonista de un momento sorprendente, el que realiza los primeros hurtos… Los niños también sobreviven cada día. Algunos son muy felices y se saben queridos. Otros andan heridos… y solos, sin poder defenderse, permanecen en silencio… hasta que alguien descubre las marcas de su piel dura.

En La piel dura la vida fluye. Las anécdotas cotidianas en el colegio, en el cine, en sus hogares o en las colonias construyen una película delicada y hermosa a la vez. Es sencilla, fresca, espontánea… como sus protagonistas. Y sobre todo se nota la mirada de un hombre que los quería, los entendía y los respetaba, Truffaut. Y este habla a través del profesor Richet en un hermoso y largo monólogo donde describe la importancia de que los niños vivan una buena infancia… porque ese es el camino que se extiende para enfrentarse a una vida compleja… Saber endurecerse y enfrentarse a los conflictos… pero a la vez ser sensibles, sentir y vivir.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Cóctel variado y veraniego de películas

Barbacoa de amigos (Barbecue, 2014) de Eric Lavaine

barbacoadeamigos

En un periodo corto en el tiempo he visto tres películas del actor francés Lambert Wilson que me han gustado mucho. Una me parece una gran obra cinematográfica, De dioses y hombres. Y las otras dos, comedias muy interesantes. La primera la comenté hace muy poco, Moliérè en bicicleta y la segunda acabo de verla, Barbacoa de amigos. Una película que sin inventar nada nuevo (no se sale de la fórmula de este tipo de películas), funciona: reunión de amigos y en consecuencia diversiones, confesiones, alegrías, tristezas, tensiones, discusiones… y vuelta a afianzar vínculos. El punto de partida es el del protagonista (la película está contada desde su punto de vista), precisamente Lambert Wilson, que cuenta como a punto de cumplir los 50 años un acontecimiento da un giro a su vida: un infarto. Desde ese contacto con la muerte, después de años y años en los que se ha cuidado, decide hacer lo que le da la real gana así como no callarse… Nos va presentando a su grupo de amigos, desde la Universidad, y sus muchas vicisitudes. Reuniones, vacaciones, conversaciones, hermosa casa rural y buenas comidas. Un buen grupo de actores con mucha química entre ellos. Y una mezcla entre la comedia (decantándose más por esta vía) y la tragedia que siempre funciona. Una sensación de la vida fluye y continúa… Barbacoa de amigos nos recuerda que la vida está poblada de momentos que merecen la pena… aunque haya otros que nos hagan olvidarlo.

Corazón de León (Corazón de León, 2013) de Marcos Carnevale

corazondeleon

La idea de partida es buena. Tiene momentos que funcionan, divertidos. Pero la propuesta podría haber sido mucho más arriesgada y alocada. Más realista. Empieza en forma de comedia, continua como un melodrama y termina como una comedia romántica. Parece que de vez en cuando a Carnevale se le escape el tono. La premisa es: una mujer con su vida emocional y laboral patas arriba (separada de su marido, trabaja en un bufete de abogados con él y además no pasan el mejor momento laboral), ‘pierde’ su móvil. Un desconocido lo rescata y la llama para que lo recupere. La conversación con el tipo le gusta, lo pasa bien y decide quedar con él. León es un hombre divertido, atractivo, rico…, buen profesional, es arquitecto, separado y con un hijo universitario encantador. Es el hombre perfecto, el hombre que en ese momento la protagonista necesita. Sólo hay un pequeño inconveniente (según los ojos con los que se mire el asunto): mide 1,35 centímetros. Funciona la química entre Guillermo Francella y Julieta Díaz, lo que no funciona tanto es el efecto especial para que Francella tenga la estatura adecuada a su papel. A veces él parece realmente enano pero Juelieta excesivamente gigante… Y el efecto es extraño. Cuando hablaba al principio de llevar a cabo esta apuesta arriesgada (pues plantea temas muy interesantes y habla sobre prejuicios muy arraigados), me refería precisamente a que hubiese sido mucho más creíble con actores como Peter Dinklage o Emilio Gavira, con una estatura real de 1,35 o 1,40 metros.

The east (The east, 2013) de Zal Batmanglij

theeast

Otra película de premisa muy interesante pero desarrollo fallido. No obstante cuenta con momentos que preludian cómo podía haber sido una propuesta a tener en cuenta y un reparto del que se podría haber sacado mayor provecho. The east cuenta la historia de una empleada de una multinacional de seguridad que tiene que infiltrarse en un grupo de ecologistas radicales, que atacan a las grandes empresas empleando sus métodos contaminantes. Lo que cuenta y el empleo de las claves del thriller para conseguir tensión y suspense podrían haber constituido una buena obra cinematográfica. Pero el mayor fallo es precisamente la presentación y evolución de los ecologistas radicales y las relaciones entre ellos y de ellos con la infiltrada… no se presenta de manera atractiva o interesante, de forma que nos importe lo que hacen, que nos creamos la transformación de la infiltrada y que entendamos su historia con el líder del grupo. Tampoco el director se muestra muy versado en las claves del thriller para crear la tensión suficiente, el ritmo adecuado y el suspense en cada uno de los ‘atentados’ del grupo…

A la caza (Cruising, 1980) de William Friedkin

alacaza

… Hace poco dije lo que me sorprendió este director con su última película en el año 2011, Killer Joe. A la caza no la había visto y aunque no es película redonda (como tampoco lo es Killer Joe), sí tiene sin embargo ciertas cualidades que hacen que su visionado merezca la pena. William Friedkin muestra su valía para crear ambientes paranoicos, angustiosos, siniestros, de moralidad oscura, con aires de pesadilla. Al final no importa tanto la trama de suspense, que se queda en el aire, como las relaciones entre los personajes y la ambigüedad de alguno de ellos. En su momento la película fue un escándalo porque varios colectivos gays pusieron el grito en el cielo por la imagen de la homosexualidad que se daba en el film, que se centraba en un asesino de homosexuales que frecuentaba locales donde se practicaba además el sadomasoquismo… Para investigar el caso, ahí está un policía con el físico de Al Pacino (y comportándose como todo un actor del método) que se infiltra en el ‘ambiente’ y termina bastante tocado… La ambigüedad pulula por todo el film hasta su final… Y ahí están aparte de Al Pacino, un siempre eficiente Paul Sorvino y una olvidada Karen Allen (que vivió su momento de gloria en los 80).

Gritos y susurros (Viskningar och rop, 1972) de Ingmar Bergman

gritosysusurros

Dentro de la amplia filmografía de Bergman hay varios títulos que ‘dibujan’ su carrera como director. Uno de ellos es Gritos y susurros. Una película que presenta muchas de las claves de Bergman. La influencia del teatro de Strindberg, la continuación del camino abierto y experimental de Persona, las complejas relaciones familiares, el predominio de las mujeres, la presencia de la muerte, del sentimiento de culpa… En una casa familiar, asistimos a las últimas horas de una mujer acompañada por sus dos hermanas y la asistenta que la cuidado durante años. El cuarteto de mujeres (que desnudan su alma y sus rostros) deja su huella y cada una tiene su momento sobrecogedor. De nuevo Bergman demuestra su manera especial de reflejar el rostro de una mujer. Ahí están Harriet Andersson, Kari Sylwan, Ingrid Thulin y Liv Ullmann. Llama la atención el predominio del rojo en la escenografía, siempre elegante, y el sonido del reloj. También como en muchas películas de Bergman utiliza para su banda sonora música clásica, esta vez Bach y Chopin. La presencia de los hombres es secundaria, y en su ausencia precisamente, marcan totalmente la vida de las hermanas.

Dos cabalgan juntos (Two Rode Together, 1961) de John Ford

doscabalganjuntos

Primera vez que trabajaba James Stewart con Ford e inicio de una ‘buena’ colaboración. No fue una película muy apreciada por el propio Ford pero como siempre cuenta con matices, interpretaciones y miradas muy interesantes y complejas. Quizá su poco aprecio va unido a varios asuntos, además de ser una película de encargo, justamente durante su rodaje fallece uno de los miembros de la troupe de Ford, Ward Bond, y esto desestabiliza emocionalmente al director. Es otro de los western de Ford donde se siente que ronda el desencanto. Sin embargo confieso que disfruté de lo lindo de su visionado y me entusiasmó el cuarteto protagonista, sus personalidades y relaciones (James Stewart, Richard Widmark, Shirley Jones, Linda Cristal). No es una película ni ligera ni tan fácil o sencilla como parece a primera vista. En un momento predomina el tono de comedia, tiene un buen ritmo… pero llega la bofetada final. La historia es la de un sheriff (bastante cínico y algo corrupto pero con encanto… un James Stewart explotando la vena de los personajes en los western de Mann) que es requerido por el ejército federal, pues este es presionado por varios familiares, para que se inmiscuya en tierras comanches (sin romper el pacto de paz) para negociar la devolución de prisioneros blancos secuestrados durante años. El ejército quiere aprovechar que el sheriff se ha relacionado ya con los indios en varios negocios y los conoce. Se lo pide su amigo, un comandante idealista y luchador. La complicidad entre ambos enriquece muchos momentos de la película (así como las historias con sus amadas…). Como en cualquier película de Ford nada es blanco o negro, están los matices. Ni unos son los malos malísimos, ni los otros los buenos buenísimos. Y el racismo brutal, la intransigencia absoluta, el radicalismo en las creencias y la incomprensión ofrece una de las escenas más crueles y terribles de toda la película… y es protagonizada por ‘las familias’ que clamaban por la vuelta de los suyos…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.