Regreso a Ítaca (Retour à Ithaque, 2014) de Laurent Cantet

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Entre un atardecer luminoso, con “Eva María se fue buscando el sol en la playa…” de fondo, y un amanecer hacia un futuro incierto pero con verdades reveladas, hay un amplio paréntesis de horas donde campan la añoranza, la nostalgia, el desencanto, la melancolía y una tristeza que sobrecoge. Regreso a Ítaca recoge el universo de una generación en una azotea de La Habana. Durante un tiempo concreto, en un espacio determinado, cinco amigos van desnudándose y contando a la vez la historia de los últimos años de Cuba, un país que ahora avanza a la incertidumbre con una legión de desencantados y otra, los jóvenes, que no cree que nada se pueda conseguir en su país y que piensa qué es mejor volar fuera. Los desencantados una vez creyeron en una vida mejor, y apostaron por conseguirlo, y se consumieron en el intento y en los miedos (algunos se siguen aferrando a creer, otros tratan de sobrevivir). Sintieron el cambio y la utopía en la punta de los dedos…, soñaron. Y de distintas maneras, con distintos obstáculos, vieron cómo sus vidas, sus ideales, fueron robadas…, arrebatadas. Les correspondió vivir una vida que nunca habían soñado, ni imaginado. Se apagaron las velas…

Y esa incertidumbre que devuelve el amanecer vomita ecos desoladores… porque el libre mercado y el neoliberalismo también destruye países, sume en crisis y además aumenta las diferencias sociales y de otro tipo. Ahora hay posibilidades de incertidumbre y cambio… pero los caminos no son de rosas ni de baldosas amarillas.

Amadeo regresa después de dieciséis años en España a su tierra, a su Ítaca. Y ese es el motivo de reunirse con sus viejos amigos: Tania, Aldo, Rafa y Eddy. La alegría del encuentro se mezcla con la amargura, los reproches, los dolores del pasado y también otros momentos que fueron bellos. Todos ríen, pero también todos se desgarran. Son amigos, se gritan, pero también se confiesan. Entre viejas fotografías, cigarrillos, viejas canciones de Serrat o bajo las notas de California Dreamin, buen whisky, apagones, frijoles y arroz, los cinco amigos reflexionan, a través de sus secretos más íntimos, sobre su historia pasada y su presente. El clímax va llevando a los secretos no revelados. Y de fondo los sonidos y las voces de una ciudad viva, La Habana, como otro personaje más que les rodea. Que se cae a trozos pero se las ingenia para que la vida siga, prosiga. Que se cae a trozos pero a la vez se mantiene bella.

Si hay algo que consigue el cine de Laurent Cantet es que cada fotograma respire verdad y emoción, un cóctel que estalla en la cara del espectador. Y en Regreso a Ítaca es imposible no hundirse en la tristeza y en el desencanto pero también en la apuesta por seguir. Los protagonistas no pueden hundirse en culpabilidades y sueños rotos pero sí apostar, como dice la madre de Aldo, en esa amistad que no se ha roto después de tantos años. Una amistad que les permita reconocerse, ser ellos mismos, verbalizar sus terrores y errores…, desvelar secretos y confesiones, entenderse y quizá volver a construirse, avanzar…, rescatar creencias e ilusiones…, vivir.

Basta fijarse en los ojos tristes de Aldo, en la mirada crispada de Rafa, en los ojos desencantados de Tania, en la mirada derrotada que se deja corromper de Eddy y en los ojos nostálgicos de Amadeo para quedarse atrapado entre sus palabras y gestos. Laurent Cantet se rodea de buenos actores (Pedro Julio Díaz Ferrán, Fernando Hechavarría, Isabel Santos, Jorge Perugorría y Néstor Jiménez) y de un guionista-escritor (Leonardo Padura) cubanos para entender de manera íntima las complejidades de un país que una vez trató de alcanzar un sueño. Que dio pasos para atrapar una utopía. Pero ese sueño se fue transformando para muchos en pesadilla cotidiana…, y la utopía se fue alejando de nuevo.

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4 comentarios en “Regreso a Ítaca (Retour à Ithaque, 2014) de Laurent Cantet

  1. Oh, qué interesante… No sabía nada de esta película, pero queda apuntada desde ya. Espero que sea más afortunada que las aproximaciones españolas a la cuestión (Cosas que dejé en La Habana o Cuarteto de La Habana). Leyéndote, me apetece mucho verla excepto por una reserva…: doy por hecho que la película está rodada en castellano. Lo único que me impediría verla es que no fuera así…
    Besos

  2. ¡Mi querido Alfredo, a mí me ha parecido una película magnífica que te deja sentir un desencanto, una nostalgia, una tristeza y una melancolía…,ufff! Y por supuesto la película está rodada en castellano. Los cinco actores, los cinco amigos, están estupendos… sus ojos hablan por cada uno de ellos, además de su voz.

    Besos
    Hildy

  3. ¡Qué ganas me dan de volver a encontrarme con Cantet después de leerte. Su «La clase» me dejó con la boca abierta cuando la vi y creo que aún no se ha cerrado. Ayer escuché una entrevista en la radio a una artista cubana, le preguntaban sobre los temores a la apertura que se había iniciado ahora, los contactos con Estados Unidos, la más que posible entrada del libre mercado. Contestaba ella que en Cuba en economía se vivía prácticamente en el tercer mundo, necesidades de todo tipo, pero lo que no querían perder bajo ningún concepto era su primer mundo cultural, pertenecer al tercer mundo educacional que veían en muchos países latinoamericanos de su entorno. Esa es la utopía lograda en esa insólita isla del Caribe y la que, me temo. se perderá irremediablemente.
    Saludos.

  4. Querido Licantropunk, ¡yo creo que va a gustarte! A mí me hizo sentir un montón de cosas. La apertura tiene muchas incógnitas. Otras aperturas han dejado un mapa triste. En el camino hacia esa utopía se consiguieron cosas como ese mundo cultural que dice la artista cubana en la entrevista que escuchaste en la radio, esa importancia del estudio, logros en la medicina, sentirse cubano y no blanco, negro, pobre o rico… etcétera pero también hubo muchas renuncias, dificultades, obstáculos insalvables, errores y desencanto. Y creo que Cantet logra reflejar esa Ítaca con melancolía y desencanto… Ya me contarás.

    Un beso
    Hildy

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