El árbol del ahorcado y Monte Walsh inauguran un nuevo ciclo de películas del Oeste: Universo western. Según voy leyendo el ensayo El universo del western, de Georges Albert Astre y Albert Patrick Hoarau, me ha apetecido ir viendo mientras tanto largometrajes de este género que no han pasado todavía por este blog. Los westerns me gustan mucho, tanto disfrutarlos como analizarlos.
Y es que es cierto, hay un universo western especial y unas historias que hablan de un mundo determinado, entre la idealización y la realidad. Los westerns son complejos, contradictorios, hermosos y terribles a la vez, duros, tristes, alegres, con momentos delicados y otros violentos… y llenos de seres humanos con todos sus defectos y virtudes. En estas películas fluye la vida, con toda su dureza, pero también su belleza. Para esta primera entrada me decanto por dos western intimistas. Uno, de Delmer Daves, uno de los nombres clásicos del género; y otro de un buen director de fotografía, William A. Fraker, que decidió pasarse a la realización, y debutó con un hermoso western crepuscular.
El árbol del ahorcado (The Hanging Tree, 1959) de Delmer Daves
Una muchacha al borde de un precipicio con miedo a mirar, un hombre que la acompaña le dice que tiene que superar ese miedo, que no aconseja ir por la vida con los ojos cerrados. Ella es una inmigrante suiza que busca una oportunidad en la tierra prometida. Él es un curtido doctor que arrastra un pasado y va por distintos poblados ejerciendo su profesión.
Delmer Daves realizó el último western de su carrera e hizo que sus personajes deambularan en una historia intimista y emocionante. La acción arranca con la llegada a una nueva aldea, durante la fiebre del oro, a finales del siglo XIX, de Joseph Frail (Gary Cooper) para ejercer como doctor. Como él, llegan otros nuevos habitantes, y uno de ellos, desde el carro, observa un árbol con una cuerda colgando y dice que es bueno que exista un árbol del ahorcado para que haya un cierto respeto. Así ya se nos habla de una sociedad dura, de un relato de frontera, de sociedades que se construyen y que imparten justicia de una manera arbitraria y brutal. La llegada del héroe, con su pasado a cuestas, es envuelta por una hermosa canción, que ya nos cuenta en su letra la esencia de la historia.