Sesiones dobles de verano (y IV). Viva el cine italiano. Señoras y señores (Signore e signori, 1966) de Pietro Germi / Huellas de pisadas en la luna (Le orme, 1975) de Luigi Bazzoni

Señoras y señores y Huellas de pisadas en la luna, dos películas a reivindicar del cine italiano. Siempre me ha interesado y enamorado el cine hecho en Italia, pero en los últimos años estoy accediendo a películas y directores que no dejan de confirmarme la riqueza de esta filmografía. Las sorpresas que me estoy llevando son continuas. En esta última sesión doble de verano propongo dos películas radicalmente distintas, pero absolutamente imprescindibles para indagar en por qué el cine italiano merece la pena ser explorado.

La última sesión doble de verano trae a dos directores que merece la pena reivindicar: Pietro Germi y Luigi Bazzoni. Uno ofrece una de esas comedias que no dejan títere con cabeza (Señoras y señores). Los italianos son brutales criticándose a sí mismos en tragicomedias donde logran la carcajada, pero también dejarte el corazón encogido. El otro obsequia con una película tremendamente innovadora y moderna, inclasificable y extraña, pero que atrapa ante la pantalla de cine (Huellas de pisadas en la luna).

Señoras y señores (Signore e signori, 1966) de Pietro Germi

Señoras y señores o la imposibilidad de la felicidad.

Señoras y señores de Pietro Germi es una película coral que se convierte en una crítica feroz de la sociedad en una pequeña ciudad italiana de los años sesenta, justo en el momento del milagro económico italiano. Los personajes se mueven por las calles y alrededores de la ciudad de Treviso en Veneto. El director italiano apuesta por contar tres historias en la misma ciudad, pero los personajes son los mismos en las tres. Solo que según el segmento, sobresalen más unos personajes sobre otros.

La primera historia presenta a la mayoría de los personajes que se dirigen todos hacia una fiesta. Matrimonios que se mueven en un mundo de hipocresías y apariencias. De cara a la sociedad son de una manera y en su mundo privado son de otra. Las infidelidades deben quedar en el ámbito privado, porque si se desvelan públicamente todo está perdido.

Pietro Germi no tiene piedad a la hora de mostrar a sus personajes. Las distintas situaciones nos hacen reír, pero también dejan una carcajada amarga. El ritmo de la primera historia es frenético, de fiesta nocturna. Juerga hasta al amanecer. Una huida del aburrimiento porque sí. Un intento de ocultar frustraciones y miedos.

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Ingrid Bergman: retrato de familia (Jag är Ingrid, 2015) de Stig Björkman

Ingrid Bergman, con su cámara. Inseparables.

Ingrid Bergman: retrato de familia (Jag är Ingrid, 2015) de Stig Björkman es un documental absolutamente revelador sobre la figura de esta actriz nacida en Suecia, pero además es un largometraje muy bello. El director realiza una radiografía vital de la actriz, indagando en su parte más íntima. Los documentales sobre actores suelen ser a veces rutinarios: una recopilación de secuencias de sus películas más conocidas, algunas fotografías de archivo con una voz en off explicando cronológicamente los momentos más importantes de su vida y varios bustos parlantes hablando sobre el artista en cuestión. Pero luego hay otros que son auténticos ensayos cinematográficos, y que tienen valor como documento y como obra artística. El documental de Stig Björkman, además crítico de cine, pertenece al segundo grupo.

Ingrid Bergman heredó de su padre una pasión: filmar su propia vida. Así la actriz no se desprendía de su cámara y filmaba continuamente imágenes en movimiento de su vida privada. Con la implicación al cien por cien de Isabella Rossellini, hija de la actriz (que además siguió sus pasos), Stig Björkman ha podido contar con los diarios, la correspondencia privada y metros y metros de las películas caseras que rodaba la intérprete. Además, Björkman aporta, para ir construyendo el relato íntimo sobre la actriz, apariciones televisivas o en reportajes, como determinadas secuencias de películas para documentar su carrera. Por otra parte, tan solo hay entrevistas a sus cuatro hijos (Pia, Roberto, Ingrid y Isabella), así como a una familiar y amiga muy cercana a ella del entorno de Roberto Rossellini, Fiorella Mariani, pero engarzándolas con cuidado en el inteligente montaje de la propuesta.

A través de las palabras de Ingrid (de su diario y sus cartas), con la voz prestada de Alicia Vikander, se va contando toda su historia, incluso a veces dando oportunos saltos en el tiempo. Las palabras de la actriz acompañan las imágenes caseras que filmó a lo largo de su vida. La conocemos a través de sus reflexiones, de sus sueños, de sus dudas, de sus alegrías e insatisfacciones. Y también a través de las palabras de sus cuatro hijos: de cómo veían a su madre, de cómo la sentían.

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10 razones para amar El síndrome de China (The China Syndrome, 1979) de James Bridges

El síndrome de China

Razón número 1: Periodismo y cine

El síndrome de China es un ejemplo más de un matrimonio muy bien avenido: periodismo y cine. Desde el cine mudo hasta la actualidad esta pareja continúa dando buenos frutos. Los periodistas siguen siendo personajes llamativos para protagonizar una historia. Esta vez esta película se centra en una reportera de televisión junto a su equipo: un realizador y un técnico de sonido. Los tres están en una central nuclear de California realizando un reportaje rutinario sobre el funcionamiento de la planta cuando son testigos de un accidente nuclear, que parece finalmente controlado. Mientras han sido testigos, en una sala de seguridad, de todo lo que estaba pasando, el cámara, aunque les han dicho expresamente que no podían grabar, deja la cámara funcionando. El conflicto surge, entre otros motivos mucho más graves, porque hay imágenes de un acontecimiento que es silenciado.

La periodista Kimberly Wells (Jane Fonda), presentadora y reportera, es una cara prometedora para la cadena de televisión en la que trabaja. Lo único que el tipo de reportajes que realiza tienen más que ver con noticias ligeras y de entretenimiento que con el periodismo de investigación. Pero la ambición de Wells es llegar a hacer este tipo de periodismo.

El realizador y el sonidista son independientes, vamos autónomos, y tienen menos presiones con los mandamases de la cadena (lo máximo que les puede pasar es que no les vuelvan a llamar), así que tienen claro llevar a cabo un periodismo comprometido. Richard Adams (Michael Douglas) tiene además un posicionamiento claro en contra de las centrales nucleares.

En El síndrome de China se representa el funcionamiento de un canal de televisión, en concreto de un telediario, a finales de los años setenta, antes del boom digital. Con el estrés, los tiempos justos, las consecuencias de los directos, los cortes de conexión, pero también los intereses de las cadenas, las presiones y muchas cosas más que la verdad poco han cambiado.

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El deseo femenino en el cine español (1939-1975) (Cátedra, 2022) de Nuria Bou y Xavier Pérez

Sara Montiel, reflejo del deseo femenino en el cine español durante el franquismo.

Hay libros que te seducen desde el primer momento. Con El deseo femenino en el cine español (1939-1975), fueron muchos los alicientes que me llamaron la atención para hacerme con él. No solo el título y el tema me sedujeron, sino también la confianza de que de uno de los editores, Xavier Pérez, había leído ya dos libros de cine que me entusiasman (La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine y El mundo, un escenario. Shakespeare, el guionista invisible, ambos de Anagrama). Además indagué un poco más y con Nuria Bou, con quien edita este libro colectivo, también había realizado otra publicación en Cátedra trabajando el erotismo bajo un prisma concreto: El cuerpo erótico de la actriz bajo los fascismos: España, Italia, Alemania (1939-1945). Así queda un díptico temático de lo más recomendable.

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Cortometrajes. 28º Festival Ibérico de Cine. Palmarés

Mejor cortometraje del Festival Ibérico de Cine: Farrucas

Riqueza de historias y matices. De formas de contar una historia. Todo tipo de géneros. El cortometraje es una puerta a la creatividad. Durante el mes de julio, se ha celebrado en Extremadura este festival de referencia en el mundo del cortometraje. Y el palmarés ha dejado entrever la variedad, pero también una lectura diversa del mundo actual.

Si bien es cierto que el cortometraje tiene difícil su distribución y proyección, muestra, sin embargo, un abanico de creatividad y de formas de expresión con fuerza. ¿Por qué no volver a proyectar un cortometraje antes del largometraje en las salas de cine? ¿Por qué no crear una sala de exhibición solo para cortometrajes? En un momento crítico, donde hay que incentivar la sala de cine como lugar idóneo para ver películas, ¿por qué no atraer también con el mundo cortometraje? Iniciativas como el Festival Ibérico de Cine muestra su buena salud. Un paseo por su palmarés deja al descubierto un ramillete de propuestas cinematográficas que tienen siempre algo que merece la pena analizar.

Premio Onofre al mejor cortometraje. Farrucas de Ian de la Rosa

Juego con espejos. Las protagonistas se miran. De frente. Hadoum, Fátima, Sheima y Sokayna son cuatro jóvenes hispano-marroquíes que viven en el barrio de El Puche en Almería. Se reúnen para el cumpleaños de una de ellas. La mayoría de edad, 18 años.

El Puche es un protagonista más. Al igual que la casa donde se reúnen. Lo más interesante no es solo ese espejo donde se miran sin miedo. Ni tampoco el sentimiento de sororidad que hay entre ellas. Lo que más destaca es la mirada de dos ellas. La mirada hacia su futuro, la realidad social. Es mostrar que son conscientes del mundo que las rodea. Y las dos miradas son realistas.

Una aspira a soñar, quiere trabajar en París en lo que ella desea.

La otra cree que es imposible salir del barrio, que su origen las marca.

Las demás son testigos de las miradas contrapuestas.

Lo importante: trenzar las dos miradas. Ser conscientes de los obstáculos, pero estar dispuestas a volar sobre ellos.

Ian de la Rosa ofrece un cortometraje de realismo social que destila no solo naturalidad y frescura, sino un halo poético. Las farrucas avanzan al atardecer.

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