El nuevo, nuevo testamento (Le tout nouveau testament, 2015) de Jaco Van Dormael

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En El nuevo, nuevo testamento, el director belga Jaco Van Dormael sigue construyendo su universo especial, con un acusado sentido de la estética y un amor exacerbado al cine (los referentes cinematográficos y fotográficos siempre están), para explicar los misterios y miedos más profundos del ser humano: el tiempo, la vida, la muerte, el destino, los sueños, las decisiones tomadas, la vida, el amor, las creencias…, todo rociado con un poco de fantasía y unas gotas de poesía visual. Si en Las vidas posibles de Mr. Nobody tiraba por la ciencia ficción, en su nueva película roza el cuento fantástico con dosis de humor negro y bastante ternura.

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Amenaza en la sombra (Don’t look now, 1973) de Nicolas Roeg

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La Venecia de Amenaza en la sombra de Nicolas Roeg poco tiene que ver con ese halo romántico de ciudad para el amor y el despertar de Locuras de verano y sí, tiene más que ver con la Venecia decadente, melancólica y triste de Muerte en Venecia… e incluso es mucho más tenebrosa e inquietante. Nicolas Roeg, que irrumpió en el panorama del cine a finales de los sesenta como un cineasta rompedor, polémico y extraño, se deja llevar por una historia de misterio, terror y psicología. Como argumento toma las líneas de Daphne Du Maurier, una escritora varias veces adaptada por Alfred Hitchcock (La posada de Jamaica, Rebeca y Los pájaros).

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Diccionario cinematográfico (218). Reloj

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Reloj: relojes de pulsera, relojes de torres, relojes de bolsillo, relojes de cuco, relojes despertador, relojes electrónico, relojes de arena, relojes de sol, relojes de péndulo… artilugios para medir el tiempo, para marcar horas, minutos, segundos… e imprescindible atrezzo que aparece en películas y a veces tiene papel protagonista, otros un momento importante o simple decoración ambiental… Repasemos algunos relojes cinematográficos imprescindibles.

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Tres proyecciones transformadoras en la sala de cine. Sueño de invierno (Kis uykusu, 2014) de Nuri Bilge Ceylan/ Jauja (Jauja, 2014) de Lisandro Alonso/ Mr Turner (Mr Turner, 2014) de Mike Leigh

Sueño de invierno (Kis uykusu, 2014) de Nuri Bilge Ceylan

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… cuentan que Capadocia es territorio de caballos salvajes. En la película Sueño de invierno del director turco Nuri Bilge Ceylan, Aydin –actor y escritor frustrado, dueño de un hotel y terrateniente a su pesar– sale una noche de invierno de su refugio, el hotel, y va a una cuadra donde se encuentra encerrado un caballo salvaje que recientemente ha adquirido y comprado –lo cazaron para él–, lo saca del habitáculo donde está encerrado y deja que se marche, que huya, que vuelva a ser salvaje. Es un gesto simbólico pues él ha descubierto, en poco tiempo, las cárceles interiores que les hacen vivir en un limbo continuamente insatisfecho a él, a su joven esposa y a su hermana… pero son esas cárceles los que les mantienen unidos, dependientes y los que les hacen sobrevivir o buscar motivos para continuar.

Nuri Bilge Ceylan estructura su relato en largos diálogos entre distintos personajes en interiores con ventanas o puertas que dejan descubrir un paraje cubierto de nieve. Aydin con su ayudante o con distintos turistas, Aydin con su esposa o con su hermana, los tres juntos, su esposa y su hermana… Todo parece controlado y tranquilo en el hotel Othello, rústico y hermoso. Aydin es un intelectual con propiedades que tras abandonar su carrera como actor, mientras dirige el hotel y deja en manos de otros sus alquileres y arrendamientos, pretende escribir un libro sobre la historia del teatro turco. Un hecho trastoca la vida tranquila en el hotel Othello (un niño silencioso que lanza una piedra al cristal del todoterreno de Aydin y está a punto de provocar un accidente)… y las máscaras caen y las heridas surgen, el equilibrio se rompe. Nada es tan plácido como parece. Los personajes viven más bien una pesadilla de invierno que estalla en una catarsis etílica que devuelve la calma al caos. Pero ahora todos son más conscientes de sus cárceles interiores…, ahora solo queda seguir viviendo aferrándose cada uno a la máscara que le conviene.

El espíritu de Chejov se expande por el relato cinematográfico de Nuri Bilge Ceylan (él mismo cuenta que la base de su historia, cuyo guion ha trabajado junto a su esposa y colaboradora, se encuentra en tres relatos del autor ruso). Y a mi cabeza regresaron ambientes y catarsis de la dramaturgia de Chejov. Esos ambientes como aquí no pasa nada solo el tiempo y sin embargo dialogando te quito máscaras, te desarrollo conflictos y te muestro la melancolía que arrastra la vida a lo tío Vania o tres hermanas. El director turco desnuda a sus personajes a través del diálogo en un paraje peculiar y hermoso cubierto de nieve y nos lleva con ellos a un desprendimiento de máscaras y a un sentimiento trágico de la vida… Ese niño silencioso y su familia provocan un tsunami en la aparente tranquila vida del hotel Othello… y obliga a despertar a tres personajes de su plácido sueño…

Jauja (Jauja, 2014) de Lisandro Alonso

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Un viaje enigmático es lo que propone Jauja del director argentino Lisandro Alonso. Jauja empieza con un diálogo entre un padre y una hija donde esta expresa su deseo de tener un perro que la siga a todas partes. Después un cartel nos informa de que Jauja es una tierra mitológica y que todos aquellos que intentaron encontrarla se perdieron en el camino. Más tarde conocemos a ese padre que es un militar danés, Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen), que parece trabaja para el gobierno argentino que lleva adelante, con crueldad y sin miramientos, la conquista del desierto de la Patagonia contra los indígenas autóctonos, “cabezas de cocos”, a finales del siglo XIX. Gunnar Dinesen ha viajado con su joven hija de 15 años, Ingeborg. Y esta a su vez se enamora de un joven soldado argentino y los dos huyen una noche por un paraje inhóspito.

Gunnar Dinesen emprende entonces un viaje para buscar a la hija perdida y poco a poco ese viaje va teniendo giros sorprendentes donde el elemento fantástico aparece en todo su esplendor cuando termina en la cueva de una anciana danesa con un perro. De pronto se interrumpe brutalmente el viaje iniciático y extraño de Dinesen para trasladarnos a un viejo palacio danés, en pleno siglo XXI, para ser testigos del despertar de una joven con el rostro de Ingeborg pero distinto nombre que tiene un perro (semejante al de la anciana) que ha sufrido su ausencia –parece que ella ha regresado de un largo viaje– y en su paseo por un jardín con inspiración romántica encuentra un soldadito de madera exactamente igual al que en su día encontró Ingeborg junto al soldado argentino, y que también fue el único rastro que pudo hallar Dinesen en su infructuosa (¿o no?) búsqueda y que entregó a la anciana de la cueva, que recibe el presente con inmensa ilusión.

Así Jauja encierra enigma y preguntas sin respuesta. Encierra al espectador en un viaje sin retorno y lo atrapa en la belleza de un espacio y un tiempo misterioso donde nada es lo que parece y donde las explicaciones racionales no tienen sitio. Lisandro Alonso realiza un planteamiento formal que ayuda a crear realmente un espacio mítico. Con un formato cuadrado (académico) con esquinas redondeadas y el color especial que imprime el director de fotografía Timo Salminen (que ha trabajado durante años con Aki Kaurismäki) así como una especie de evocación a viejos westerns con personajes que viajan sobre su caballo a tierras prometidas, Lisandro Alonso crea una enigmática y sugerente obra cinematográfica.

Mr Turner (Mr Turner, 2014) de Mike Leigh

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Mike Leigh decide llevar a la pantalla la vida de J.M.W Turner, pintor británico del siglo XIX, del que muchos espectadores (incluida la que esto escribe) tienen conocimiento de alguno de sus cuadros y una ignorancia absoluta sobre su existencia, su personalidad, el ambiente en el que se movía, las personas que conocía y las motivaciones de sus trazos. El director británico huye del biopic al uso y sus claves y entrega un retrato de Turner (Timothy Spall) apasionante…, así como también el retrato de uno de los personajes femeninos más tristes que se ha podido ver últimamente en una pantalla de cine.

En un momento, Turner habla con Mary Somerville, una mujer dedicada a la ciencia, sobre el color. Y este le dice que el color es contradicción. Y así realiza Leigh el retrato de Turner sobre las contradicciones que perfilaron su personalidad y su vida. Así refleja, entre otras contradicciones, su comportamiento radicalmente distinto con dos mujeres importantes en su vida: con su fiel ama de llaves, Hannah Danby (sorprendente Dorothy Atkinson) y con una encantadora viuda que vive en una casita frente al mar en Chelsea, la señora Booth (Marion Bailey). Hannah Danby es la mujer invisible y olvidada que vive para Turner sin que este tenga un dulce detalle con una mujer que respira únicamente por él. Mujer insignificante en muchos aspectos y tremendamente afectada (vemos el deterioro de su piel) por las pinturas y los productos que emplea Turner para la elaboración de sus cuadros… queda en el olvido y el dolor, ella se ha quedado con las sombras de Turner y le ha amado. La señora Booth se convierte en la Afrodita del amor, en el descanso del guerrero, en el refugio de un hombre que nunca se había sentido amado… y conoce la parte luminosa del pintor.

Mike Leigh captura a Turner en un momento doloroso de su vida, un momento que le trastocó y le sumió en una crisis personal, la enfermedad y la muerte de su padre. Además de llevarnos de la mano por la intimidad del artista (su compleja vida familiar), realiza una radiografía crítica por los espacios sociales y culturales por los que se movía (por ejemplo, muestra el ambiente y el funcionamiento de la Real Academia de las Artes británica), también despierta el interés hacia personalidades con las que se codeaba como otros pintores, críticos de arte, personalidades del panorama social y real…

Leigh hace hincapié en las sombras… para explicar al pintor de la luz. Con una ambientación detallista, descubrimos el mundo de la pintura y los colores (y la agresividad de los materiales que podía afectar a los pulmones y a las pieles), su universo visual, sus fuentes de inspiración… y un Turner que pincelada tras pincelada agazapaba sus múltiples sombras. También narra con belleza un momento de cambio…, Turner se acerca con curiosidad y suspicacia a un nuevo invento que abre otras posibilidades artísticas, el daguerrotipo… De nuevo el cine y la pintura ofrecen un diálogo rico que no acaba.

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Al filo del mañana (Edge tomorrow, 2014) de Doug Liman

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Acción, invasión alienígena, romanticismo, elementos de géneros como el bélico o el de ciencia ficción, una pizca de humor e ironía, y por último el juego con el tiempo…, se mueve la coctelera y surge Al filo del mañana de Doug Liman. Película que no esconde su condición de cine de palomitas y entretenimiento… pero muy bien contado y realizado. El juego del tiempo permite un ritmo trepidante y la introducción del humor ante la repetición de situaciones… No es de extrañar las continuas comparaciones con Atrapado en el tiempo de Harold Ramis porque la premisa prácticamente es la misma: un hombre condenado a vivir una y otra vez el mismo día. Si la primera servía para convertir al protagonista en mejor persona y además conseguir a la chica. En la segunda es para que el protagonista se convierta en superhéroe (y de paso salve a la humanidad) y además conseguir a la chica.

Y es que la ciencia ficción y el tiempo son buenos amigos y últimamente ha creado obras tan interesantes como: 12 monos, Déjà vu,Código fuente, Looper… Y ahora Al filo del mañana (que no es tan original pero sí ingeniosa, ocurre además que se sabe desde el principio cómo va a terminar… ¡Tom Cruise es el héroe y no puede fallar!). A través de esa repetición de un día, crucial en la lucha de los humanos contra los alienígenas, se construye y evoluciona el ‘héroe’. Un Tom Cruise que al principio es un alto mando, que nunca ha entrado en combate y se dedica más a la propaganda bélica, y se ve (por circunstancias que no desvelaremos) en el campo de batalla, asustado, sin experiencia y acobardado. Sin embargo se sumergirá en un bucle temporal, siempre vivir un mismo día, y ahí pronto irá evolucionando del acobardado alto mando a un héroe preparadísimo y que además de él depende la salvación de la humanidad. En este viaje temporal encuentra un aliado: una guerrera experta (que ha vivido exactamente lo mismo que él, le cree, le apoya y combaten juntos contra el mal) con el rostro de Emily Blunt. La aventura está servida.

Y Doug Liman sabe y entiende de ritmos, acción, héroes (con problemas de memoria o tiempos); si ya en El caso Bourne dotaba la película de un buen sentido del ritmo, lo vuelve a recuperar en Al filo del mañana (ésta es la adaptación de un manga de Hiroshi Sakurazaka). Además funciona la química entre Tom Cruise y Emily Blunt (como aguerrida heroína de acción). Los efectos especiales, los alienígenas, los exoesqueletos para el combate… no entierran una historia con gancho y bien contada…

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Y van tres de ciencia ficción…

Una británica, otra americana y la de más allá canadiense. Ninguna de las tres es absolutamente redonda pero las tres parten de buenas ideas (que luego tienen mejor o peor desarrollo) y poseen también una fuerza visual considerable. Además las tres son disfrutables y buenas tanto para el análisis como para una buena conversación después de su visionado. Dos de ellas crean dos distopías, dos sociedades futuras con brillantes ideas de partida. Y la tercera es ciencia ficción en estado puro con astronauta de protagonista allá en el espacio, en la luna. Y las tres son un claro ejemplo de los caminos actuales del género cinematográfico de ciencia ficción. Dos de ellas, Moon y Un amor entre dos mundos, suponen los segundos largometrajes de dos cineastas que empiezan a sonar y crecer. In time es otra distopía del guionista y director Andrew Niccol que ya creó en los noventa Gattaca.

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Moon (Moon, 2009) de Duncan Jones

La primera película que pude disfrutar de Duncan Jones fue Código fuente… me gustó tanto que pensé: tengo que ver Moon. Y ya lo he hecho. No pude evitar recordar al padre del director, David Bowie, y su canción Space Oddity. Es como si Moon fuera un homenaje y una continuación de esa canción. No extraña que el género elegido sea la ciencia ficción con un componente íntimo y trágico.

Viendo Moon, que no conviene desvelar aspectos de la trama, se reflexiona sobre la soledad, la fuerza de los recuerdos, la incomunicación, el deterioro mental de un ser humano ante el aislamiento… Si una escena tiene fuerza y contiene una emoción desgarradora es cuando Sam Bell, el astronauta protagonista (Sam Rockwell), se encuentra en la superficie de la luna dentro de un pequeño transporte y llora desesperado con una única frase: quiero regresar a casa… La importancia y la posibilidad de regresar a un lugar que se pueda considerar hogar…

Moon transcurre la mayoría de la trama en una nave y en suelo lunar. Sus protagonistas son un astronauta y un robot llamado Gerty (con voz de Kevin Spacey) que se convierte en un personaje vital para la trama (con giro argumental incluido). Y también las fotografías, vídeos, maquetas, sueños y visiones del astronauta componen un mundo extraño de soledad que se va complicando más y más según avanza la trama.

Sus influencias más evidentes, cinematográficas, son cuatro pero Duncan Jones sabe dar los giros adecuados para que sean sólo inspiración y dejar su firma personal. Así se pueden rastrear ecos lejanos de Solaris, 2001, odisea en el espacio, Alien y Blade Runner. Su máximo pero (y no único) a mi parecer es un desenlace demasiado precipitado y poco elaborado… para una historia que se estaba construyendo de forma adecuada y especial.

In Time (In Time, 2011) de Andrew Niccol

Desde que vi los traileres en las pantallas de cine y televisión me llamó la atención esta película de Andrew Niccol (que ya creó una distopía atrayente en Gattaca). Parte de una premisa magnífica: en un futuro lejano, muchos tienen que morir para que otros sean inmortales. Presenta así una sociedad distópica donde la moneda de cambio (la economía) se rige por el tiempo. La acumulación del tiempo hace a algunos seres humanos no sólo tremendamente ricos sino también inmortales y a otros tremendamente pobres en tiempo de vida y efímeros. El tiempo como moneda de cambio puede ser robado y también hay una cierta ‘estabilidad’ dentro de un sistema tremendamente injusto.

Por supuesto los pobres y los ricos viven separados. Y los que viven al día (nunca mejor dicho) porque si se quedan sin tiempo fallecen en el instante… van siempre corriendo y desesperados por conseguir el suficiente tiempo para seguir adelante… Los ricos viven, sin emoción alguna (la vida es larga), y procurando vivir con unas medidas máximas de seguridad y sin riesgo alguno para realmente no fallecer ni ser robados…

Los relojes de los seres humanos (cuando empieza la cruel separación entre ricos y pobres) se activan a los 25 años. Así el envejecimiento se para pero el tiempo corre. El tiempo acumulado es la diferencia entre la vida y la muerte. Para mantener el sistema injusto hay bancos, prestamistas, guardianes del tiempo, ladrones, trabajadores proletarios, millonarios, riqueza, pobreza…

Esta es la atractiva premisa de la que parte In time. Los protagonistas son un héroe proletario (Justin Timberlake) que decide dar un giro en su vida cuando descubre el mecanismo de ese sistema injusto en el que le ha tocado vivir y que sobre todo decide pasar a la acción cuando esto afecta de manera trágica a sus seres más queridos… y un golpe de suerte (acompañado de reflexión sobre la vida y el tiempo) le convierte en poseedor de casi un siglo. Y una millonaria (Amanda Seyfried) con todo el tiempo del mundo y con mucho miedo (siempre rodeada de guardaespaldas y de la protección de su millonario padre) a experimentar, vivir y disfrutar el momento.

Andrew Niccol pierde quizá el tono de la historia y las interesantes reflexiones que genera su mundo distópico cuando convierte a los protagonistas en una especie de nuevos Bonnie and Clyde o fugitivos enamorados pero no llegando hasta el final de las consecuencias y del halo trágico que hace tan atractivas estas parejas.

El halo trágico sí lo conserva el personaje quizá más atractivo de la trama, el guardián del tiempo (Cillian Murphy), un hombre serio e inmutable, sin escrúpulos y obsesivo, vestido siempre de negro, que dedica su vida a que el equilibrio injusto no se rompa y se convierte en el seguidor incansable de la pareja de fugitivos. Él también va siempre corriendo…

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Un amor entre dos mundos (Upside down, 2012) de Juan Diego Solanas

El argentino Juan Diego Solanas (hijo del documentalista y director de ficción Fernando Solanas…, cómo recuerdo Sur…, película que estoy deseando volver a ver) crea otro mundo distópico en Un amor entre dos mundos. Su historia de amor es un auténtico delirio y la inverosimilitud de la trama llega a extremos inimaginables, tan inimaginables que encuentras su encanto. Lo hipnótico de la película de Solanas es la plasmación visual de esos dos mundos, creando imágenes insólitas de gran belleza. Y si entras en ese mundo puedes llegar a disfrutar de una obra que se deja llevar por la inconscencia y el absurdo.

Así el mundo distópico creado son en realidad dos mundos con distintas gravedades. Dos mundos en oposición. En uno viven los trabajadores explotados y en el otro los millonarios… el punto de unión: un enorme edificio que es una multinacional donde pueden trabajar, de forma extraña, los de arriba y los de abajo.

Y surge entonces la historia de amor (el conflicto) entre un chico del mundo pobre (Jim Sturgess…, especialista en delirios románticos) y una chica del mundo rico (Kirsten Dunst) que se conocieron cuando eran niños… que viven además con gravedades diferentes… Y el delirio está servido. Mientras paseamos por el increíble lugar de trabajo donde ambos pueden coincidir (después de muchos años… en que una tragedia los separó) donde encontramos cientos y cientos de mesas arriba y abajo o el café Dos mundos con tango de fondo…, no podía ser de otra manera.

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The grandmaster (Yut doi jung si, 2013) de Wong Kar Wai

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¿Qué fue lo que me hizo entrar a la sala de cine a ver The grandmaster? Leer en una revista de cine (Caimán. Cuadernos de cine, enero 2014) que en su banda sonora se escuchaba el Tema de Deborah de Ennio Morricone de la película Érase una vez en América de Sergio Leone. Sí, únicamente. No sabía con qué iba a encontrarme. No soy seguidora de la larga tradición que existe de cine de artes marciales… soy una auténtica ignorante en ese terreno. Y tampoco conozco bien los acontecimientos históricos que se reflejan. A Wong Kar Wai tan solo le conocía por dos de sus películas Deseando amar y My Blueberry nights pero ninguna de las dos las tengo suficientemente frescas en la memoria pues tan sólo las he visto una vez. De Deseando amar hay tanto escrito, tanta buena literatura y análisis crítico, que finalmente parece como si Wong Kar Wai no pudiera superar lo realizado en aquella película… Así que entraba con un sentimiento de sorpresa, ¿qué iba a encontrarme? Y con unas ganas enormes de volver a escuchar e identificar uno de los temas musicales que más me gustan.

… Salí de la sala de cine totalmente conquistada y emocionada con The grandmaster… Una obra bellísima no sólo visualmente sino también en la forma de contar esta historia (curiosamente su montaje-montajes ha sido lo que ha levantado sus mayores críticas negativas… y una de las cosas que a mí sin embargo me ha atraído como espectadora) y con un personaje femenino poderoso. Son muchas las sensaciones y emociones que fui viviendo durante su proyección. Mi obnubilación iba en crescendo hasta llegar a una de las declaraciones de amor más hermosas que he visto últimamente con una música que estaba a punto de hacerme llorar para a continuación empezar a sonar el Tema de Deborah… entonces ya mi clímax emocional no podía ir a más…

The grandmaster no es sólo una película de artes marciales e historia sino que está contada como si de un poema visual se tratase dejando al descubierto lo que Wong Kar Wai nos cuenta en realidad: un amor imposible.

Pero es que la película también es un festín para los amantes de artes marciales y la filosofía del kung fu (dos palabras, horizontal y vertical). Los combates son coreografías puras y de una belleza trágica, a pesar de la violencia. El combate entre los dos amantes imposibles o la lucha al lado de un tren que va pasando a gran velocidad… Siempre digo que mirar los créditos de una película supone información valiosa porque te quedas con un nombre y después puedes buscar cuál es su papel en la película. Y uno de esos nombres es Yuen Wo Ping… que es quien ha diseñado las escenas de acción, un coreógrafo. Los amantes del cine de artes marciales unen su nombre no sólo a Jackie Chan sino a sus trabajos recientes en películas como Tigre y Dragón o Kill Bill. Sin conocer el cine de artes marciales, yo me veía disfrutando de cada una de las coreografías de The grandmaster.

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Y es que el gran maestro que alude el título no es sólo Ip Man, conocido por lo visto por haber sido el maestro de Bruce Lee, sino que se refiere a una galería de maestros especialistas en una escuela o estilo de arte marcial que tienen su protagonismo e historia en la película de Wong Kar Wai. Porque de The grandmaster es una película coral. Y los que más destacan son la hermosísima Gong Er (Ziyi Zhang) para mí el mejor personaje —el más rico y complejo—, su enamorado imposible, Ip Man (Tony Leung); el antagonista de ambos, Ma San (Zhang Jin); y por último el misterioso personaje de El Navaja (Chang Chen). Pero hay muchos más maestros porque el kung fu es tradición y ahí está el viejo maestro que desencadena el conflicto, el padre de Gong Er. Así a través de estas escuelas y estilos se habla de la división entre norte y sur o de cómo afectó la guerra china-japonesa que se inició durante la década de los treinta… y el destino de muchos exiliados en Hong Kong ya en los años cincuenta…

La estructura de la película va hacia delante y hacia atrás, de un escenario a otro. De pronto un personaje es el protagonista y en el siguiente segmento desaparece. Wong Kar Wai va dejando versos visuales, un botón de un abrigo, una gota de agua manchada de sangre, un primer plano de un rostro del que cae una lágrima, un mechón de pelo que se quema, otro rostro que sonríe tras fumar opio (homenaje a Sergio Leone)… intertítulos no sólo informando del año y lugar donde transcurre la trama, sino palabras de amor o descripción del destino de algunos personajes. Kar Wai juega con las composiciones y con los colores que invaden cada momento. Así es capaz de en breves versos visuales contarnos el matrimonio de Ip Man… con una luz de una lámpara de gas que se enciende y se apaga, o unos pendientes verdes. Cada momento histórico se ilustra con una fotografía determinada de sus personajes…

The grandmaster cuida cada espacio sea exterior o interior así como las vestimentas y complementos de cada uno de sus personajes. El pelo negro recogido de Gong Er con una flor blanca, el sombrero de Ip Man, el barroquismo preciosista del burdel, la majestuosidad de un paisaje nevado, las callejuelas de Hong Kong con los carteles de las escuelas…

No pude retirar ni un instante los ojos de la pantalla y además descubrí (en esa triste declaración de amor de una mujer agotada) gracias a un artículo de Juanma Ruiz (de nuevo en Caimán) otra banda sonora de Morricone hermosa, La donna romantica de una película italiana de los años sesenta.

El director chino ofrece un retrato sobre el paso tiempo (como Sergio Leone hiciera en Érase una vez en América… Kar Wai se inspira en su forma de contar esta historia en el director italiano), los amores imposibles, las causas perdidas, las decisiones tomadas, el peso de la Historia con mayúscula en la vida de los individuos y visualiza el sentir de sus personajes. Describe la existencia de alguien de una forma tan hermosa como le hace pronunciar a Ip Man y su voz en off: hasta los cuarenta años mi vida fue primavera, después llegó el invierno…

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Vivir (Ikiru, 1952) de Akira Kurosawa

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Un hombre anciano y enfermo se balancea en un columpio en la soledad de una noche nevada mientras canta una canción tradicional sobre lo efímero de la vida y que invita a aprovechar el tiempo para vivir con intensidad. El rostro del hombre muestra una tímida sonrisa. Ésta es la imagen icónica y recordada de una película de emociones que reflexiona sobre el tiempo y la muerte… sobre la vida, a través de la historia de un funcionario gris, Watanabe (Takashi Shimura, uno de los actores fetiche del director).

Un cine de emociones pero perfectamente elaborado y pensado que tras su significado trascendente muestra también un realismo y una crítica social. Como es habitual en el cine de Akira Kurosawa, arriesga en su puesta en escena y en la forma de contar esta historia. Vivir se convierte en una película aparentemente sencilla, un canto a la vida poético y con una belleza que convierte la experiencia de su visionado en especial.

La historia de Watanabe comienza mostrando una radiografía de su estómago enfermo y una voz en off (omnisciente) que nos informa de que un hombre va a enterarse de que tiene un cáncer mortal de estómago. Sólo le quedan unos meses de vida.Watanabe es el jefe de la oficina de atención a los ciudadanos, una oficina tan gris como él. Una oficina que acumula expedientes, que manda a los ciudadanos a otras secciones, que no se implica en absolutamente nada y es consumida por la burocracia, la apatía, el aburrimiento y el dejar pasar la vida disimulando que se trabaja. Watanabe es un muerto en vida o como le describe una joven y vital compañera de trabajo es La momia (el mote que ella misma se ha inventado). Lleva treinta años muerto… y todo comenzó empezó cuando su esposa falleció y se quedó solo con su hijo pequeño. Watanabe no ha levantado la cabeza y ha dejado pasar el tiempo sentado en una mesa entre papeles y sellos. Digamos que el único motor que le mantenía vivo era el amor hacia su hijo pero ahora éste lleva otra vida y padre e hijo se han distanciado de tal manera que la incomunicación es lo que define su relación a pesar de que viven juntos (el padre llama al hijo… pero no se escuchan, no se entienden). Así, inesperadamente, hay un punto de inflexión en la vida de Watanabe que le permite que se remueva por dentro… y es precisamente cuando se entera de que va a morir. Así reflexiona y se da cuenta de que ha dejado pasar la vida y que quiere buscar una manera para remediarlo, quiere dejar huella, que su vida adquiera un sentido.

Watanabe empieza dando tumbos, se siente perdido (se da cuenta o se siente incapaz de establecer la vía de comunicación con su hijo y la esposa de éste o con sus familiares más cercanos…), trata de encontrar el placer y la alegria de vivir pero siente que eso no es lo que va a llenar los últimos días de su existencia (asistimos a una noche larga de placeres junto a un escritor de novelas baratas)… hasta que por fin encuentra lo que le va a colmar (de la mano de la joven empleada que en un triste diálogo, donde ella se siente ya desconcertada por la necesidad de Watanabe de estar junto a ella, le da la clave). Realizar algo que sea un beneficio para la comunidad, para los ciudadanos. Es decir, trabajar, pasando por encima de burocracias, intereses y política… por el bien común. Trabajar para transformar los entornos sociales. Y su empeño en los últimos meses que le quedan es crear en una zona deprimida un parque infantil tal y como piden un grupo de mujeres que no se cansan en su lucha hasta que topan (de nuevo, pues ya había acudido a su oficina) con Watanabe que pone en marcha la maquinaria…

Entonces en este momento empieza la segunda parte de la película (tan hermosa e intensa pero narrada cinematográficamente de una manera distinta y arriesgada pero para mí atrayente, aunque he podido comprobar y leer que gusta bastante menos). El narrador omnisciente nos informa de que después de cinco meses (elipsis temporal) nuestro protagonista ha muerto y nos sitúa en el velatorio donde se encuentra su familia, el teniente de alcalde y otros cargos políticos y los funcionarios de otras oficinas y sus propios compañeros de trabajo. Esta larga escena (con distintos y breves flashbacks) es presidida por una fotografía, la imagen del propio Watanabe.

La larga velada (y las distintas visitas que recibe Watanabe) donde los asistentes van ‘soltando su lengua’ con el sake que van bebiendo (al final tan sólo quedan sus familiares y los demás funcionarios) se nos va narrando a base de puntos de vista diferentes los últimos días de Watanabe y su empeño en llevar la empresa del parque infantil a buen puerto. Su lucha infatigable y la libertad que siente para actuar (siempre desde la humildad) pues no tiene miedo a ningún obstáculo (pues sabe próxima su muerte). La ‘narración’ de su hazaña se va transformando a lo largo de la velada hasta que se le reconoce como un héroe cotidiano y un ejemplo a seguir por los demás funcionarios que ante la euforia del sake y la emoción que sienten por otros acontecimientos narrados por diferentes ‘testigos’ prometen continuar la lucha, no malgastar los días entre papeles y sellos, y seguir llevando a cabo proyectos que beneficien a los ciudadanos, actuar y no quedarse sentados frente a miles de expedientes. Uno de los asistentes pronuncia una frase clave que explica en parte la apatía de estos funcionarios, dice que si alguien de la compleja administración burocrática quiere llevar a cabo algo o se le ocurre sacar adelante un proyecto o idea, es tachado de inmediato de revolucionario y radical…

Sin perder esa triste melancolía que acompaña toda la película… las últimas escenas nos muestran cómo las palabras que pronunciaron los funcionarios en el funeral se han quedado en palabras. La cotidianeidad gris, la desesperanza, la apatía y la burocracia vuelve a campar a sus anchas en la oficina de Watanabe… pero no todo está perdido. Hay un funcionario que trata de rebelarse, que no está conforme con la realidad que le rodea y que todavía no se atreve a dar el paso pero que ahí sigue su mecha sin apagar… y que sin duda pondrá en marcha en un futuro y otro buen proyecto se hará realidad. Mientras, visita ese parque infantil que le hace no olvidar que es posible transformar los entornos, que es posible hacer algo desde la oficina gris…

Vivir nos deja tristeza pero también una sonrisa en el rostro y el recuerdo de un hombre en un columpio… satisfecho en los últimos momentos de su vida. Ha reaccionado a tiempo, ha podido vivir con intensidad…, dejar de ser una momia enterrada entre papeles…

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