Tres estrenos: Creed. La leyenda de Rocky, Spotlight, Mia madre

Creed. La leyenda de Rocky (Creed, 2015) de Ryan Coogler

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Cuando veo aparecer a un Rocky mayor en el cementerio, coger una silla de un árbol, ponerse frente a dos lápidas, una de su cuñado Paulie y otra de su amada esposa Adrian, y que empieza a charlar con ellos…, entonces no solo me atrapa la película sino que veo a Rocky alias Sylvester Stallone como leyenda. Y me viene a la cabeza otra leyenda, el Duque o John Wayne, en uno de sus personajes con John Ford en La legión invencible (1949), mientras charla también con su esposa fallecida, Mary, frente a su lápida.

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La fortaleza escondida (Kakushi Toride no San-Akunin, 1958) de Akira Kurosawa

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A unos días de que se estrene La guerra de las galaxias: el despertar de la fuerza, séptima entrega de la saga que inauguró en 1977, George Lucas; recuperamos La fortaleza escondida. Pues una de las miradas sobre esta película de Akira Kurosawa es buscar las fuentes de inspiración de Lucas (pues reconoció que era uno de sus referentes) para su primera película en las galaxias. Sin embargo, La fortaleza escondida se mantiene ella sola, sin negar cómo dialoga con la película de George Lucas, como una entretenida y divertida película japonesa dentro del género de aventuras. Akira Kurosawa no solo domina el género sino que sigue tendiendo ese puente entre Oriente y Occidente (él era un gran amante del cine americano) que hacía que sus películas llegaran al otro lado del océano con un entendimiento de sensibilidades.

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Spectre (Spectre, 2015) de Sam Mendes

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¿Por qué el agente 007, Bond, James Bond, con rostro de Daniel Craig ha hecho avanzar y dar nueva vida a la saga? ¿Por qué Spectre es un colofón redondo a las aventuras de este agente rubio en su cuarta y puede que última aparición? El Bond de Daniel Craig es presentado como una máquina de matar (al igual que esos villanos-sicarios despiadados y silenciosos de las anteriores sagas, que ponen las cosas difíciles al agente británico), sin eufemismos emplea el doble cero: licencia para matar. Bond es un asesino financiado por el Estado y contratado para mantener el equilibrio frente a los posibles caos que pueden provocar en el orden establecido los villanos. Así el James Bond de Craig es un hombre duro, solitario, y que solo está preparado para ese oficio en el que ha estado toda su vida y que no abandona su ironía y sentido del humor (siempre está ahí la frase certera, breve y concisa del hombre duro). Tiene un sentido elevado de la elegancia, jamás descuida su aspecto físico, se trabaja su aspecto, su personalidad. Sus trajes forman también parte de su identidad creada. Y este agente 007 tiene precisamente algo de lo que carecían los demás y enriquece su esencia: pasado y tormentos. Ese pasado y esos tormentos pulen su personalidad y explican muchos de sus comportamientos. Y por último, lo convierten en un hombre que nunca ha podido enamorarse porque cuando lo ha hecho… sus amores han sido objetivos de los villanos y han dejado más sombras en su alma atormentada.

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Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock, 1955) de John Sturges

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Un tren en un paisaje casi desértico que se para en un pequeño pueblo, como abandonado a su suerte. Un hombre mayor y de negro con un solo brazo que desciende (Spencer Tracy)… Así empieza Conspiración de silencio de John Sturges. Con ingredientes de western (en una película que pronto descubrimos que no es puramente de este género). Los primero que sabemos es que hace unos cuatro años que el tren no para en esa estación, que el hombre manco solo va a estar 24 horas, que busca a un granjero japonés que se llama Komaco y que no es nada bien recibido… Nos enteramos también que acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial… Así los ingredientes de western tardío se van tintando de suspense e intriga. Y todo con buen ritmo y pulso, no dejando descanso a la atención del espectador.

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Los contrabandistas de Moonfleet (Moonfleet, 1955) de Fritz Lang

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Entre Deseos humanos y Más allá de la duda, Lang dirigió Los contrabandistas de Moonfleet. Una película que si se quiere buscar la adscripción a un género cinematográfico sería al de aventuras. Sin embargo aunque se puede considerar una de las rarezas o perlas de su filmografía (maravillosas rarezas), no se aleja de su universo pesimista. No se aleja de esa visión negra del mundo y de la condición humana presente tanto en Deseos humanos como en Más allá de la duda (o en prácticamente la totalidad de su filmografía). Una visión negra del mundo pero en color y en cinemascope. Y con el rostro del actor que representaba el género de aventuras en los 50, el actor británico Stewart Granger (Las minas del rey Salomón, Scaramouche o El prisionero de Zenda). Aquí se convierte en un contrabandista elegante del siglo XVIII en un pueblo costero de Inglaterra que arrastra una ambigüedad moral…, y esa ambigüedad es la que permite una evolución del personaje cuando se topa con la mirada inocente de un niño. Resulta curioso que la parte oscura que ofrece Granger sería explotada ese mismo año en otra joya cinematográfica oculta, Pasos en la niebla de Arthur Lubin.

Los contrabandistas de Moonfleet es la adaptación cinematográfica de una novela de John Meade Falkner, un clásico de aventuras (que no he leído) con ecos de La isla del tesoro. Sobre todo por la mirada inocente de un niño a un mundo complejo y negro. Y esa mirada convierte la vida en una aventura y en aprendizaje. Así Lang rescata esa mirada de un niño llamado John Mohune. Un niño de familia noble que perdió su esplendor y fue a las colonias, a las Américas. Ahora regresa a su localidad natal con un único equipaje: una carta al nombre de Jeremy Fox. Una carta escrita por su madre fallecida donde deja a John al cuidado de Fox.

John llega de noche, con un mar embravecido y una fuerte tormenta. Le acecha ya el miedo y el peligro. Y termina desmayado para despertar ante un montón de ojos que pertenecen a una banda de siniestros aldeanos. Pero de pronto irrumpe en la sala Jeremy Fox… y para John se convertirá en un héroe que le protege, en un amigo y él su más fiel compañero. John no ve al hombre desencantado enterrado en un pasado que le duele (y que le dejó cicatrices). Un pasado donde su madre fue protagonista. No ve al contrabandista que vive entre los aldeanos que se lucran del negocio del contrabando (con él como jefe de operaciones) y una aristocracia decadente representada por Lord Ashwood (George Sanders) y su señora que también negocian con los piratas. No ve la parte oscura de Fox. John no tiene duda de que Fox nunca le abandonará y de que es su amigo (a su lado vivirá aventuras pero nunca le pasará nada malo). Y lo hermoso de esta película es que Fox termina transformándose a través de la mirada de John. Y es Fox quien le ofrece una verdad sobre la vida (basándose en su experiencia personal), la vida a veces no es como uno quiere…

John Meade pasea su mirada por el mar embravecido, por la decadente mansión de su familia (actual hogar de Fox) con un jardín asilvestrado poblado de estatuas estáticas, por las estancias oscuras y con una decadente sensualidad donde su amigo Fox se mueve entre la gente del pueblo y la aristocracia… O se deja llevar por la mirada de un ángel de piedra que custodia un tenebroso cementerio que se diría poblado de fantasmas. Así como una iglesia que esconde leyendas y con esculturas de misteriosos antepasados como Barbarroja de dudosa reputación… John Meade vivirá mil y una aventuras, descubrirá reuniones secretas, se topará con el centro de operaciones de los contrabandistas en los fondos del cementerio, se encontrará con un mensaje cifrado que esconderá un tesoro (un gran diamante), huirá de una emboscada en la playa junto a Fox, conseguirán juntos un tesoro…

Así Lang (que precisamente no vivió el mejor de los rodajes, ni se sintió del todo satisfecho del resultado final de su obra por las injerencias del estudio MGM) concibe una película de aventuras envuelta en una atmósfera tenebrosa pero tamizada por la mirada de un niño capaz de transformar a un contrabandista que ya no creía en la humanidad, un muerto en vida. Y también filma una hermosa y triste despedida de un héroe transformado que finalmente protege a su fiel compañero, ese niño que siempre le miró como si fuera el mejor hombre del planeta. No sólo le protege, sino que como pedía la madre –su verdadero y trágico amor– en esa carta, proporciona un futuro al niño. Y todo envuelto con una hermosa partitura de Miklós Rózsa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Al filo del mañana (Edge tomorrow, 2014) de Doug Liman

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Acción, invasión alienígena, romanticismo, elementos de géneros como el bélico o el de ciencia ficción, una pizca de humor e ironía, y por último el juego con el tiempo…, se mueve la coctelera y surge Al filo del mañana de Doug Liman. Película que no esconde su condición de cine de palomitas y entretenimiento… pero muy bien contado y realizado. El juego del tiempo permite un ritmo trepidante y la introducción del humor ante la repetición de situaciones… No es de extrañar las continuas comparaciones con Atrapado en el tiempo de Harold Ramis porque la premisa prácticamente es la misma: un hombre condenado a vivir una y otra vez el mismo día. Si la primera servía para convertir al protagonista en mejor persona y además conseguir a la chica. En la segunda es para que el protagonista se convierta en superhéroe (y de paso salve a la humanidad) y además conseguir a la chica.

Y es que la ciencia ficción y el tiempo son buenos amigos y últimamente ha creado obras tan interesantes como: 12 monos, Déjà vu,Código fuente, Looper… Y ahora Al filo del mañana (que no es tan original pero sí ingeniosa, ocurre además que se sabe desde el principio cómo va a terminar… ¡Tom Cruise es el héroe y no puede fallar!). A través de esa repetición de un día, crucial en la lucha de los humanos contra los alienígenas, se construye y evoluciona el ‘héroe’. Un Tom Cruise que al principio es un alto mando, que nunca ha entrado en combate y se dedica más a la propaganda bélica, y se ve (por circunstancias que no desvelaremos) en el campo de batalla, asustado, sin experiencia y acobardado. Sin embargo se sumergirá en un bucle temporal, siempre vivir un mismo día, y ahí pronto irá evolucionando del acobardado alto mando a un héroe preparadísimo y que además de él depende la salvación de la humanidad. En este viaje temporal encuentra un aliado: una guerrera experta (que ha vivido exactamente lo mismo que él, le cree, le apoya y combaten juntos contra el mal) con el rostro de Emily Blunt. La aventura está servida.

Y Doug Liman sabe y entiende de ritmos, acción, héroes (con problemas de memoria o tiempos); si ya en El caso Bourne dotaba la película de un buen sentido del ritmo, lo vuelve a recuperar en Al filo del mañana (ésta es la adaptación de un manga de Hiroshi Sakurazaka). Además funciona la química entre Tom Cruise y Emily Blunt (como aguerrida heroína de acción). Los efectos especiales, los alienígenas, los exoesqueletos para el combate… no entierran una historia con gancho y bien contada…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.