Loving (Loving, 2016) de Jeff Nichols

Loving

Un matrimonio frente al televisor una noche cualquiera ante un programa divertido… Ella sentada en el amplio sofá y él que se tumba encima de sus rodillas. Ambos ríen. Y un objetivo capta esa complicidad íntima. La cámara de Grey Villet atrapó para Life la intimidad de un matrimonio interracial, Richard y Mildred Loving, en los años sesenta. Y la mirada de Villet es la que decide atrapar el director Jeff Nichols para contar la odisea de los Loving.

No hace tanto tiempo las leyes de varios estados de EEUU, entre ellos Virginia, condenaban los matrimonios interraciales. Y fueron los Loving, después de años de litigio, los que consiguieron que el Tribunal Supremo derogase esas leyes racistas el 12 de junio de 1967. Pero Nichols no cuenta su historia desde los tribunales, las manifestaciones, la algarabía de la prensa o las grandes frases, sino que indaga en la intimidad de esa pareja a la cual se la condena al exilio, sin derecho a construirse un hogar donde ellos desean.

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10 razones para amar Matar a un ruiseñor (To Kill a mockingbird, 1962) de Robert Mulligan

matar a un ruiseñor

Razón número 1: una caja de secretos

Porque desde los títulos de crédito de Matar a un ruiseñor te sumerge en una atmósfera especial; no solo es la melodía delicada de Elmer Bernstein, sino las imágenes y el sonido de fondo. Las manos de Scout Finch (estoy segura que son las de ella) abren una vieja caja, mientras tararea una canción. Esa caja que todos tuvimos en nuestra infancia con tesoros maravillosos. La cámara se acerca a los objetos ocultos, que las manos infantiles van tocando: primero coge una cera y va pintando en un folio el fondo, del cual va surgiendo el título de la película. Después la cámara sigue recorriendo los tesoros, un viejo reloj sin agujas, un imperdible, unas monedas, un portaminas, una canica… Después de nuevo vemos las manos de la niña que realiza un dibujo infantil, una especie de pájaro…, vuelta a la caja para coger más pinturas, y una de las canicas se desplaza, hasta chocar con otra. De nuevo volvemos a una panorámica de toda la caja, donde además claramente se ven unos muñequitos tallados de una niña y un niño. Y la niña sigue dibujando unas ondas, quizá una representación del cielo o una nube, y de vuelta a la caja, donde hay recambios de plumas estilográficas, la canica, el reloj, más canicas, puede que una especie de pequeña armónica, un silbato… Y la niña terminando su dibujo. Tira la cera a la caja y oímos su risa ante su creación terminada… y de pronto rasga el papel. ¿Hay manera más hermosa de introducirte en el universo infantil y en el punto de vista que se va a tomar?

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Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock, 1955) de John Sturges

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Un tren en un paisaje casi desértico que se para en un pequeño pueblo, como abandonado a su suerte. Un hombre mayor y de negro con un solo brazo que desciende (Spencer Tracy)… Así empieza Conspiración de silencio de John Sturges. Con ingredientes de western (en una película que pronto descubrimos que no es puramente de este género). Los primero que sabemos es que hace unos cuatro años que el tren no para en esa estación, que el hombre manco solo va a estar 24 horas, que busca a un granjero japonés que se llama Komaco y que no es nada bien recibido… Nos enteramos también que acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial… Así los ingredientes de western tardío se van tintando de suspense e intriga. Y todo con buen ritmo y pulso, no dejando descanso a la atención del espectador.

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Amor al cine. Lejos del cielo (Far from heaven, 2002) de Todd Haynes / Yo, él y Raquel (Me & Earl & the dying girl, 2015) de Alfonso Gómez-Rejón

A qué me refiero con amor al cine. Hay obras cinematográficas que cuentan historias pero a la vez son un homenaje explícito a las películas, una canción de amor al cine. A continuación en esta sesión doble (con propina-sorpresa) se proponen tres maneras de amar distintas pero que emocionan.

Para explicarme mejor, algunos ejemplos. En Voces distantes o El largo día acaba de Terence Davies vemos cómo el director recrea y ficciona sus recuerdos infantiles a través del cine. Así en ambas películas son de suma importancia la sala, como vía de escape; las bandas sonoras que también forman parte de la memoria sentimental o aquellos documentos sonoros de diálogos de películas que podían marcan para siempre o aquellos carteles en las marquesinas que ya contaban una historia… Woody Allen es otro director que refleja varias veces su amor al cine. Siempre en sus películas hay una proyección, una sala de cine, una cola delante de un cine, una emisión de una película clásica en televisión…, e incluso a veces los personajes cinematográficos cobran vida y salen de sus pantallas… Así el cine en Allen impide suicidios, da sentido a la vida y se convierte en refugio… Son distintas maneras de hacer una película, contar una historia y además realizar también una declaración de amor al cine.

La propina-sorpresa viene de la mano de Stanley Donen y su Movie, movie (1978) que canta su amor a aquellas sesiones dobles de los años treinta que hacían más fácil la Depresión en EEUU.

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La ley de talión (The last wagon, 1956) de Delmer Daves

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Comanche Tod es un héroe complejo de un western que ha caído en olvido de Delmer Daves. Comanche Tod (con el increíble rostro de Richard Widmark) es presentado en las primeras escenas como un fugitivo y asesino a sangre fría de sus perseguidores. Finalmente es capturado y su superviviente capturador con estrella de sheriff es un hombre desagradable que en todo momento le tortura y le trata como si fuera un animal, peor. Inmediatamente el espectador se pone de lado de Comanche Tod (sin haber entendido todavía su frialdad matando a sus perseguidores) como les ocurre a muchos de los colonos que se cruzan en el camino de tan singular pareja, sobre todo a un niño y su joven hermana. Todos se encuentran además en el peligroso territorio apache. Empieza así un camino de redención del héroe, de Comanche Tod.

Delmer Daves es de esos cineastas que se sabe que existe pero se les deja en un discreto segundo plano. Sin embargo si se indaga en su carrera cinematográfica se descubre a un director interesante que además hizo evolucionar un género como el western, sobre todo a nivel de contenido. Daves fue de los primeros que trató desde otro prisma y punto de vista a los indios. Ya no eran los malos sino también las víctimas. El problema entre vaqueros e indios se ‘reviste’ de muchos más matices y complicaciones. Ni unos son tan malos ni los otros tan buenos. Daves muestra cómo el pueblo indio en realidad está siendo masacrado y lo que intenta es defenderse y defender lo que hasta ahora han sido sus tierras. Así Daves empieza a crear héroes-puente entre los dos mundos o concepciones de vida en el salvaje Oeste. Y así nació en 1950 Tom Jeffords (James Stewart), héroe que en Flecha rota trata de llevar a cabo un tratado de paz con el apache Cochise y su pueblo… y de paso se queda prendado de una hermosa india. Comanche Tod es otro héroe-puente, él es un hombre blanco adoptado de niño por los indios. Un fuera de ley muy especial.

Así La ley de talión se convierte en un viaje lleno de obstáculos donde un grupo de jóvenes colonos con niño se verán solos en un paisaje hostil cuando los apaches terminan con sus familiares. El único superviviente con más edad es un asesino que iba camino a la horca (así se lo han presentado), Comanche Tod. Deberán confiar ciegamente en él para sobrevivir. Y él no les abandonará en esta empresa…, es más está dispuesto incluso a morir por ellos. Siempre se dice que es de buen nacido ser agradecido… y especialmente lo será con tres de los jóvenes que mostraron simpatía y compasión desde que le vieron aparecer.

Así todos jóvenes están perfectamente construidos: algunos muestran su total rechazo ante el nuevo líder y otros no sólo le seguirán sino que se irá transformando su admiración hacia el héroe… Es más una de las jóvenes se enamorará y su hermano se sentirá atraído desde el principio por Comanche Tod (como el niño de Raíces profundas por el pistolero desconocido)que terminará sintiéndole como una figura paterna. Entre los jóvenes hay además dos hermanas con una compleja historia, ambas son hermanas de padre: una es blanca y la otra es mestiza. La blanca es una joven que odia profundamente al otro, al diferente: se avergüenza de su hermana y rechaza la autoridad y experiencia de Comanche Tod.

Delmer Daves presenta una aventura de ritmo trepidante en que no deja ni un solo segundo de respiro y a la vez va construyendo las relaciones y los lazos de esta ‘extraña familia’. Comanche Tod va dejando ver a un hombre desencantado que ha sufrido de pasado duro y oscuro que va recuperando una ilusión por el futuro incierto al recibir la admiración y el afecto sobre todo de una joven y su hermano. También deja una escena de romanticismo exacerbado, en un momento de máxima tensión, cuando Comanche Tod le cuenta a la joven (con rostro de Felicia Farr, habitual en varios de sus western y que se convertiría en señora de Jack Lemonn) que él prefiere tener a las estrellas por techo. Que para él hogar es estar con las personas que ama. Y le va contando un hipotético e imposible futuro… donde llevarán su tienda india a lugares hermosos y donde serán libres para amarse.

La ley de talión es un western para rescatar del olvido.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Atracón de películas durante las fiestas

Estos días he tenido ocasión para ver aquellas que no vi y otras que están en cartelera. Propuestas variadas y diferentes. De distintas nacionalidades y temáticas. Y todas con algo que destacar. Incluso empecé el año, en compañía, con atracón de películas…

Gente en sitios de Juan Cavestany

… Un tapiz de personajes y situaciones que mezcla el humor absurdo, la tragicomedia, lo fantástico o lo más real… que pinta un país desorientado. Juan Cavestany presenta una buena propuesta: una especie de libro audiovisual con relatos cinematográficos. Algunos de cosecha propia, otros… adaptaciones de determinados relatos literarios; otros, reflexiones y un reparto coral con una lista interminable de buenos actores y actrices españoles. Como en todo libro de relatos, en estos relatos filmicos hay unos que funcionan mejor y otros peor… pero el conjunto merece la pena pues es un reflejo de nuestro país. Un reflejo contemporáneo y crítico.

El mundo es nuestro de Alfonso Sánchez

Otra propuesta de cine patrio. Un cine que busca otras maneras de salir adelante tanto en la producción como en la distribuición. El mundo es nuestro transcurre en Sevilla y con un humor muy nuestro. Mezclando la reflexión social y política y un humor con ecos lejanos de un Berlanga o un Azcona presenta otra radiografía de un país en crisis y unos ciudadanos cansados e indignados ante la corrupción. Así El mundo es nuestro es una película sencilla (pero efectiva) de personajes (los personajes protagonistas ya eran conocidos por muchos en una serie en Internet) y situaciones que te hacen reír pero también reflexionar. Dos macarrillas disfrazados de nazarenos atracan una sucursal de banco (en ese momento están varios clientes y los empleados) en una calle sevillana… en ese mismo instante entra también un empresario arruinado y con una situación desesperada cargado de explosivos y dice que volará todo por los aires si no va la televisión para que pueda contar su situación. Esperpento, vodévil, muchas risas y humor… cargado de crítica política y social…

12 años de esclavitud de Steve McQueen

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Durante el 2013 se ha tratado en el cine el tema de la esclavitud desde tres miradas muy diferentes: la de Tarantino y Django desencadenado, la de Lee Daniels y El mayordomo y la que nos ocupa. Cada una ha dejado sus reflexiones y su huella. McQueen toma un libro como fuente, unas memorias sobre un hombre negro libre (Solomon Northup) que fue secuestrado y vendido como esclavo. Su pesadilla duró 12 años. La diferencia con muchas víctimas —que no sabían ni leer ni escribir— es que él pudo contarlo, escribirlo y denunciarlo.

No sólo es el punto de vista: un hombre libre que sufre, de pronto, la esclavitud y tiene que sobrevivir y a la vez tratar de volver a su estado anterior… sino también la fuerza visual que imprime McQueen a la película y el alucinante uso que hace del sonido y de la música (sobre todo de las canciones). McQueen acierta tanto con la estructura de la historia, como con el empleo de imágenes que se quedan en la retina (ese hombre colgado con una soga en un árbol, tocando de puntillas el suelo, y en el fondo los demás compañeros de faena iniciando su vida cotidiana… como si fuera invisible o más bien con un espíritu de derrota, de no es posible hacer nada). Pero también es impresionante la composición de personajes. Así es increíble tanto la interpretación del protagonista, Chiwetel Ejiofor (recuerdo lo que me impresionó hace años en Negocios ocultos de Stephen Frears) o el papel de propietario y esclavista desequilibrado con el rostro del actor fetiche de McQueen, Michael Fassbender (lo reconozco, me gusta cada vez más).

La gran belleza de Paolo Sorrentino

El escritor Jep Gambardella (espectacular e hipnótico Toni Servillo) nos recuerda a un Marcello Rubini (Marcello Mastroianni, sin adjetivos) que se ha hecho mayor y sigue, sin embargo, pululando por la noche romana consciente de su propia decadencia y desgaste como de la de todos los que le rodean. La gran belleza es una dolce vita del siglo XXI. Aun así, él sigue buscando aquello que le haga de nuevo escribir una segunda novela, la gran belleza. Mientras, es un periodista cínico capaz de burlarse de sí mismo o de artistas que realizan perfomances a lo Marina Abramovic o de abrir los ojos (sin piedad y con crueldad) de una amiga que se tilda rebelde, o de charlar con una monja tremendamente anciana… Es cruel y tierno. Despreciable y triste. Interesante y frívolo. Divertido y patético. Sabio y estúpido. Playboy y romántico… Jep se siente cada vez más mayor y desencantado pero no puede a la vez dejar la noche… Roma le atrapa. Una Roma nocturna llena de personajes singulares… Y Sorrentino atrapa a los espectadores con una fuerza visual hipnótica y una música que envuelve. Y logra captar la gran belleza, esa que convive también con lo sórdido, con lo decadente, con la nada…

La noche más oscura de Kathryn Bigelow

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Mucho había leido sobre ella y mucho me apetecía. La trayectoria de Bigelow la he ido siguiendo y es cierto que domina los recursos para saber contar una historia cinematográficamente y contarla muy bien. Además no cuenta ni historias ni situaciones fáciles. Su cine plantea un mundo complejo, contradictorio, violento, complicado… sus películas no son planas sino que pone sobre la mesa temas difíciles. Y un punto de vista incómodo. Su mirada exige que el espectador vea, reflexione, interprete, se posicione… por eso genera debate, controversia, discusiones apasionadas…

Kathryn Bigelow, como si fuese una periodista de investigación, ofrece el reportaje sobre cómo durante diez años la CIA (y pone la mirada en la fría agente Maya) trató de dar ‘caza’ (y éste es el sustantivo que hay que emplear) a Bin Laden y cómo finalmente a las 00.30 del 2 de mayo de 2011, un grupo de marines entró a la residencia de Bin Laden en Pakistán matándole… sin derecho alguno a réplica. Proporciona el relato visual de lo que observaban Obama y compañía en esa foto que dio la vuelta al mundo… Lo que cuenta y cómo lo cuenta no es un relato cómodo y contiene lecturas escalofriantes… al igual que toda la investigación durante años de la CIA y sus relaciones con las distintas administraciones en el poder. Nada es blanco, ni negro… ni siquiera gris. La mirada de Bigelow no es amable.  

La cabaña en el bosque de Drew Goddard

Hay películas que proponen un juego fílmico… y La cabaña en el bosque es una de esas películas. Se disfruta mucho más si se tienen varias nociones, claves y reglas del género cine de terror. Porque lo que propone Goddard es una vuelta de tuerca a las películas de grupo de jóvenes adolescentes que van a una cabaña aislada… e implica al espectador y trata de dar una explicación muy especial a la necesidad del ser humano de experimentar miedo, de ver en pantalla monstruos horribles y muertes violentas… Para disfrutar de La cabaña en el bosque lo mejor es entrar en ella con el factor sorpresa y entrar en su juego. Entretenida además es un rato. Los guiños son continuos pero también es metacine, cine dentro del cine. Una reflexión sobre la necesidad de ser ‘consumidores’ de historias de terror…

Frozen. El reino del hielo de Chris Buck y Jennifer Lee

El mundo Disney rescata otro cuento de Andersen pero lo pasa por su pátina… y lo convierte en un relato sobre el amor verdadero entre dos hermanas (ampliando la colección de princesas de fuerte personalidad). Frozen es un musical animado con muchas dosis de aventuras, ritmo y buenos personajes así como la creación de un mundo animado que hipnotiza, con magia… un reino de las nieves apasionante. Frozen rescata la esencia de los cuentos de siempre con la presencia del bien, el mal, lo oscuro, lo bello, la muerte, la vida, la tragedia, lo bello, lo triste, los obstáculos, la superación de lo imposible… y lo mágico. Y los dos personajes que conquistaron el corazón de la presente no fueron las princesas o los príncipes y demás caballeros… sino un reno y un muñeco de nieve…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

El mayordomo (The butler, 2013) de Lee Daniels

Escribir sobre El mayordomo es todo un reto. Porque es una película que genera debate tanto para mal como para bien. Enfrentarse a ella posibilita dos miradas posibles y a la vez contrarias.

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Mirada políticamente correcta

Una película que reúne todos los ingredientes para hacer carrera en la ceremonia de los Oscar. Una historia dramática a lo largo de varias décadas con unos personajes que envejecen (los miembros de una familia) y que viven distintos acontecimientos históricos. Un reparto de estrellas interminable, los hermanos Weinstein en la producción, Oprah Winfrey no sólo como actriz en papel para nominación sino que también contribuirá a que no pase desapercibida…

Saber dónde poner la música en el momento adecuado para lágrima precisa o el montaje de escenas que pondrá los pelos de punta al espectador. Todo envuelto en una narración cinematográfica correcta, clásica, sin innovar o arriesgarse en exceso pero con alguna puesta en escena llamativa.

Personajes estereotipados pero con rostros identificables por los espectadores que van narrando de manera muy simplificada el paso de varios presidentes norteamericanos frente la Casa Blanca hasta terminar la narración en Obama. El presidente joven y bueno (Kennedy), el presidente espectáculo (Reagan y su esposa), el presidente con problemas de estreñimiento…

Mezclar perfectamente el drama histórico y el íntimo y personal. Centrarse en un tema del que ahora están surgiendo varias películas con distintas visiones (que dan para realizar un interesante ensayo. A la espera de que se estrene 12 años de esclavitud de Steve McQueen): la historia de los afroamericanos (centrándose en EEUU). Los problemas políticos, sociales y raciales…, la lucha por la consecución de derechos políticos, sociales y civiles… Todo reflejado a través de una familia negra donde el padre entra a trabajar como mayordomo en la Casa Blanca. Además de los problemas raciales a los que deben enfrentarse tienen los propios de cualquier familia enfrentamientos padres e hijos o una madre coraje con problemas de alcoholismo.

Todos estos asuntos pintan una película a la cual da pereza enfrentarse, políticamente correcta, sin riesgo alguno, incluso tramposa en el sentido de emplear todas las armas para emocionar y hacer llorar al espectador. También puede enfadar a otro tipo de espectadores por la simplificación de la historia y la representación estereotipada de los presidentes y sus políticas. A otros les puede parecer tópica, típica y por eso anodina y aburrida… pero…

Mirada no tan políticamente correcta

Lee Daniels ofrece pinceladas interesantes y no tan estereotipadas sobre esa otra historia de los EEUU protagonizada por los ciudadanos negros. El mayordomo tiene un punto fuerte: la relación entre padre e hijo y sus dos maneras de enfrentarse a la cuestión racial. Además el espectador entiende a los dos personajes y sus dos posturas. Dos posturas que terminan encontrándose en un momento clave de la película donde padre e hijo se unen, tras el distanciamiento de años y años, en una manifestación. Y Lee Daniels consigue una relación auténtica y creíble que refleja verdad, te la crees (no ocurrió así con Precious, película que me generó tal antipatía hacia el director que no pensé que volvería a atreverme a ver una película suya).

Hay varios matices interesantes:

-En un momento de la película Luther King habla sobre el servicio negro, donde entraría el mayordomo protagonista, y explica que ha representado una subversión invisible.

Así Forrest Whitaker en su representación del mayordomo (de la mano de Lee Daniels y la historia que quiere contar) da la vuelta al estereotipo de los tíos Tom y las Mammy (que representó, entre otras, la actriz Hattie McDaniels)… y se aleja también de los controvertidos personajes (pero a la vez ricos en matices e interesantes para el análisis) que tienen el rostro de Samuel L. Jackson o Danny Glover en Django desencadenado y Manderlay.

El personaje de Forrest Whitaker se convierte en símbolo de esa subversión invisible donde un montón de profesionales del servicio trataban de sobrevivir y de relacionarse con aquellos que les rechazaban haciendo su trabajo con profesionalidad y demostrando día a día su valía y dignidad. De esta manera estaban siempre en sus vidas, en silencio, pero mostrándose al descubierto y demostrando la debilidad y pobreza de los argumentos de aquellos para los que trabajaban para mantener un sistema basado en la injusticia y la desigualdad de oportunidades. Luchando por la igualdad de oportunidades desde dentro, desde esos que les atacaban día a día, intentando lograr derechos laborales y el reconocimiento de sus trabajos.

-El hijo mayor muestra esa juventud que tenía más prisa por el cambio y la transformación y que va evolucionando en sus formas y maneras de lucha contra la injusticia. La primera inspiración es Gandhi. Luchar desde la resistencia pasiva. Un arma de una fuerza increíble pero con unas consecuencias durísimas para el que lucha por sus derechos. Y después cómo el desgaste, el cansancio, la muerte y humillación de otros compañeros de lucha y la suya propia condujo también a posturas más radicales de ruptura total del diálogo y de acercamiento con el otro. El odio genera más odio. Para finalmente llegar a una forma de lucha intermedia entre la resistencia pasiva y las posturas más radicales: la militancia y la consecución de los derechos y deberes asumiendo cargos de responsabilidad que permita la toma de decisiones, la transformación y el cambio. La muestra de todas estas formas de luchas y evoluciones dan como fruto una transformación real (un camino que todavía continúa).

-Con la historia del padre, el mayordomo, el espectador entiende totalmente la evolución del personaje. Refleja un episodio traumático de su infancia y cómo empieza a ser un ‘negro doméstico’ (término obviamente que sale de la boca de la propietaria de una plantación). El mayordomo viene de una familia esclava que trabaja el algodón en una plantación sureña. Él, un niño despierto y rebelde, ve cómo su padre recibe un tiro en la cabeza cuando se enfrenta al hijo blanco de la dueña de la plantación que acaba de violar a su madre (porque le apetecía). Así el niño intuye cómo si quiere sobrevivir tiene que presentar dos rostros (otra teoría de lucha muy bien reflejada en la película), una cara para el trabajo que desempeña (que le facilita poder vivir mejor que sus padres y poder dar una mejor vida a los suyos) entre aquellos que le oprimen y otra en su interior y en su intimidad, que mejor oculta incluso ante los que más quiere (familiares y amigos). Cuando se da cuenta de que en realidad está más cerca de lo que su hijo plantea y piensa… es cuando estos dos rostros se enfrentan (chocan) cuando es invitado por el presidente Reagan a una cena y se siente que forma parte de un espectáculo en el que no quiere participar sobre todo cuando ve las políticas en cuestiones raciales del presidente (y su postura frente el apartheid)… Así el protagonista quiere que salga su otro rostro, su identidad, su yo. Ya ha luchado demasiado en silencio. Quiere mostrar libremente la vena que hizo que su padre muriera de un tiro en la cabeza…

-En una de las cenas familiares más tensas donde chocan las maneras de enfrentarse al tema racial de manera más radical entre padre e hijo (arrastrando a la madre y al hijo pequeño, bonito personaje), todo estalla por el actor del momento y una discusión sobre la representación del hombre negro en el cine: Sidney Poitier. Mientras que para el padre, la madre y el hermano pequeño es un orgullo el tipo de personajes que está llevando a cabo el actor (cómo están siendo representados en pantalla) y les gusta las películas en las que sale (en concreto hablan de En el calor de la noche y Adivina quién viene esta noche) para el hermano mayor y la novia, Sidney Poitier y sus personajes refleja al negro que los blancos quieren que sean (es la representación del hombre negro según la mentalidad de los blancos)… No es más que un sometimiento más, que una realidad irreal que les priva de libertad y de identidad.

-Y por último Lee Daniels muestra esa herida abierta que dejó la esclavitud y la vida en las plantaciones. Y hace que el personaje de Forrest Whitaker vaya a visitar junto a su esposa a la plantación de su infancia y recuerde que se habla de los campos de concentración y cómo se vivía ahí (cómo quitaban a las personas no sólo la vida sino también la dignidad. Y cómo cada día era una humillación continua)… para él el paso por la esclavitud y las plantaciones es similar en daños al que se vivía en los campos de concentración. Y eso deja secuelas y heridas…

Es por esta segunda mirada llena de matices y que permite el debate y el análisis por la que El mayordomo me atrapó como espectadora.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.