El rey del juego (The Cincinnati Kid, 1965) de Norman Jewison

El rey del juego

… unos ojos azules

¿Pueden unos ojos azules conquistar toda una interpretación…, incluso una película? Sin duda, uno de los secretos de Steve McQueen fue la manera de mirar, de mover sus ojos azules. Además de pasear varios personajes perdedores por la pantalla de cine con toda la dignidad del mundo. Siempre con un punto de picardía y dejadez. A esos ojos, a veces les acompañaba una sonrisa… que se hacía mucho de rogar. Así su personaje en El rey del juego se convierte en un perdedor a su pesar, pero con sus propias reglas y con su independencia y libertad como bandera. Y no está solo: una galería de personajes y actores maravillosos le acompañan.

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Tres anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017) de Martin McDonagh

Tres anuncios en las afueras

… el sheriff Willoughby y Mildred…

Si en algo se nota que el irlandés Martin McDonagh es un dramaturgo, es por la manera precisa de estructurar y contar bien una historia y por su forma de construir y dar importancia a sus personajes y a sus diálogos. Además Tres anuncios en las afueras podría también hacer un dueto con Comanchería del escocés David Mackenzie. Ambos cineastas muestran una América profunda y unos personajes de la era Trump. Es decir, tratan de reflejar y entender a esos votantes amargados, castigados y golpeados por la crisis que se creyeron la ira de Trump. Si Comanchería mima y quiere a sus personajes rotos y quiere presentar un contexto real, Tres anuncios en las afueras los dota además de un humor negro y les hace protagonizar una especie de fábula moral, donde vale el exceso y el esperpento, para dejar un mensaje: la ira solo provoca más ira… y un poco de amor no viene mal para solucionar las cosas o acabar con cierta dignidad la existencia.

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Hambre de cine clásico. De la Ida Lupino más oscura al Frank Borzage más romántico

Les girls

Kay Kendall, todo un divertido descubrimiento en Les girls

Sí, confieso. Me he pegado últimamente un atracón de cine clásico. Y no puedo más que regocijarme de gozo. Así que he decidido emprender un viaje y compartir los secretos, las pinceladas y la algarabía por los momentos descubiertos. Diez van a ser las paradas.

Primera parada. El autoestopista (The Hitch-Hiker, 1953) de Ida Lupino

Puro cine negro de serie B, Ida Lupino se convierte en una realizadora que imprime carácter y ritmo a la película. Una road movie que atrapa y que no deja respiro al espectador. Así la actriz-directora deja un retrato inquietante de un asesino, pero también descubre su vulnerabilidad y puntos débiles. Aunque este personaje no dejará ni un momento de paz para los dos amigos a los que secuestra. El fin de semana de diversión y fuga se convierte en una pesadilla. Y los tres van arrastrando una relación cada vez más insana y violenta. No falta el actor fetiche de Lupino, Edmond O’Brien.

Segunda parada. Las Girls (Les Girls, 1957) de George Cukor

Las Girls es un musical de Cukor gozoso por varios motivos. Primero su forma de contar una historia. Una misma historia desde tres puntos de vista diferentes. Algo así como un Rashomon musical y frívolo. Y segundo por reconocer el brillo de una bella comediante que se fue demasiado pronto: Kay Kendall. Sus momentos etílicos son de lo mejor de la función. Por otra parte, un París bohemio de decorado en el que dan ganas vivir un rato.

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Maravillas y espectáculo. El gran showman (The Greatest Showman, 2017) de Michael Gracey / Wonderstruck. El museo de las maravillas (Wonderstruck, 2017) de Todd Haynes

El gran showman (The Greatest Showman, 2017) de Michael Gracey

El gran showman

… un mundo para crear

Michael Gracey toma uno de los versos de la canción A million dreams: “… Un millón de sueños para el mundo que vamos a crear” para construir el biopic musical de P. T. Barnum, un hombre que creó el concepto del mayor espectáculo del mundo con sus museos estrafalarios, con sus freak shows y que terminó encontrando la fórmula del gigantesco circo ambulante para seguir en el mundo del éxito y la farándula… También intentó alcanzar el prestigio artístico y tuvo tiempo para que la cantante de ópera sueca Jenny Lind hiciera una gira triunfal por EEUU. P. T. Barnum con luces y muchas sombras se convierte en un personaje de cuento de finales de siglo del XIX, un hombre avanzado a su tiempo que no desentona en el siglo XXI. El P. T. Barnum, con el rostro de un brillante Hugh Jackman, de El gran showman protagoniza un musical de explosiva vitalidad y belleza, con todo su barroquismo y artificio.

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Mirada oscura a los años 50. Wonder Wheel (Wonder Wheel, 2017) de Woody Allen / Suburbicon (Suburbicon, 2017) de George Clooney

Wonder Wheel (Wonder Wheel, 2017) de Woody Allen

Wonder Wheel

Sueños rotos en Coney Island

En la filmografía de Woody Allen hay varios caminos y sendas. En 2013 abrió una con Blue Jasmine: el director buscó raíces e inspiración para contar historias en los grandes dramaturgos norteamericanos (aunque siempre vuela su amado Chejov e influencias literarias europeas, como August Strindberg, de la mano de su admirado Ingmar Bergman). Así en Blue Jasmine plasmaba las consecuencias de la crisis económica en una mujer y reinterpretaba Un tranvia llamado deseo de Tennessee Williams. Jasmine era Cate Blanchett, una dama del cine. En Wonder Wheel sigue esa senda, pero esta vez se va a los años cincuenta y realiza un ejercicio nostálgico sobre una América que se perdía en sus sueños, como ocurría en muchas piezas dramáticas de Eugene O’Neill, Tennessee Williams o Arthur Miller. Y también Wonder Wheel se empapa del cine de aquellos años, y su protagonista sueña con estrellas de cine y su hijo escapa de la realidad en las salas viendo películas. Ginny, una camarera en Coney Island, casada con el encargado del tiovivo…, pasea su infelicidad y se aferra a soñar, parece sacada de los melodramas de aquellos años con Lana Turner, por ejemplo. Pero también Allen deja gotas de cine de gánsteres y ese cine negro que juega con el destino de los personajes (uno de los grandes temas del cine de Woody Allen). Esta vez Allen también cuenta con el rostro de otra dama del cine: Kate Winslet.

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Serpentina de películas españolas: Perfectos desconocidos, El autor, Handia, Verónica, Contratiempo, Sicarius

Perfectos desconocidos (2017) de Alex de la Iglesia

Perfectos desconocidos

La película menos Alex de la Iglesia sin ida de olla final ni estallido de violencia. De la Iglesia realiza un formal y contenido remake de una película italiana de 2016, Perfetti sconosciuti, donde el director tira más que su vecino a la comedia que a la tragicomedia. Perfectos desconocidos es más una película de actores que de puesta en escena o lenguaje cinematográfico innovador. Un espacio cerrado, una determinada franja horaria, un fenómeno de la naturaleza: un eclipse, un giro final que tiene que ver con el tiempo, un grupo de amigos… y sus móviles. Llama la atención que el director bilbaino haya logrado éxito comercial con su película menos personal, aunque sí es entretenida y con un buen reparto. Un grupo de amigos dejan al descubierto secretos íntimos y de paso se reflexiona sobre cómo ha cambiado la vida y la manera de relacionarnos por los teléfonos móviles. No deja de ser curioso que la pareja de anfitriones, los actores Belén Rueda y Eduard Fernández, fuera también la elegida por Inés París para protagonizar La noche que mi madre mató a mi padre (2016), otra comedia, de tintes negros, en escenario único con cena incluida. Ambos actores tienen química y funcionan. Pero entre los siete amigos destaca por su sentido del humor y los matices que logra plasmar en su personaje, Ernesto Alterio. Aunque Juana Acosta, Dafne Fernández, Pepón Nieto y Eduardo Noriega tienen su momento estelar.

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