Anochece en la India (2014) de Chema Rodríguez

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El documentalista Chema Rodríguez (que entre otros trabajos realizó el vital documental Estrellas de la Línea sobre unas prostitutas guatemaltecas que para denunciar su situación y hacerse visibles forman un equipo de fútbol) realiza su primer largometraje de ficción. Y se decanta por una road movie, por un viaje físico y mental…

El propio director explica cómo este género le llama poderosamente la atención y nombra París, Texas, Una historia verdadera o Pequeña Miss Sunshine… como películas en las que el viaje por carretera se convierte también en una metáfora de vida. Pero además para el personaje protagonista, Ricardo (Juan Diego), busca inspiración real —recoge pinceladas— en Lorenzo del Amo cuya peripecia vital el propio director relató en el libro Anochece en Katmandú.

Así Ricardo se convierte en un parapléjico malhumorado y desencantado al que solo le queda esperar la muerte y que vive aferrado a sus recuerdos y a un pasado que identifica con la felicidad. En su juventud, trasportaba en su furgoneta a hippies cuyo destino era la India, además allí vivió junto al amor de su vida. Ricardo proyecta en la pared de su hogar viejas cintas donde revive sus momentos más felices. Poca amabilidad le queda y convive con una silenciosa y también hosca cuidadora rumana, Dana (Clara Voda). Ambos viven encerrados entre cuatro paredes entre silencios y choques continuos… pero también aferrándose el uno al otro. Así el protagonista, ante su inminente final, decide tomar una decisión: emprender un último viaje en furgoneta. Regresar al Edén. A esa India idealizada. Y en ese plan no entra Dana… Sin embargo el destino irá urdiendo sus planes para que ambos se embarquen en un viaje ¿sin retorno? y sus lazos de unión vayan reforzándose.

A priori Anochece en la India cuenta con los ingredientes necesarios para una película atractiva además de contar con dos intérpretes que se vuelcan en la construcción de sus personajes (solo por verlos a ambos tanto a Juan Diego como a la actriz rumana Clara Voda merece ser vista). Sin embargo, no llega a ser redonda. Una película con numerosos aciertos (valiente y arriesgada) pero lastrada, sobre todo, por tres aspectos: no conseguir el tono adecuado, el equilibrio entre géneros. No encontrar el ‘ritmo’ y el ‘tempo’ adecuado en la evolución y relación de los personajes protagonistas (el famoso amor-odio, odio-amor) así como la aparición de una galería de personajes secundarios desaprovechados. Y precisamente no contar con todas las ‘ventajas’ narrativas de una road movie en furgoneta destartalada (con una buena fotografía y un reflejo de los distintos escenarios en los que se percibe la sensibilidad documental del Chema Rodríguez)…, es decir, aprovechar el propio viaje hasta el destino final.

No obstante, por sus intérpretes, su manera de mirar, sus momentos de autenticidad, sus aciertos y su para mí arriesgado y valiente final, Anochece en la India es de esas películas que encierran un encanto especial y que se convierten en rarezas que bien merecen un ‘viaje’ por ellas.

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Juego de espías (Juego de espías. Canfranc-Zaragoza-San Sebastián, 2013) de Ramón J. Campo y Germán Roda

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… Si algunos edificios o paredes pudiesen hablar… Y esta frase que tanto hemos escuchado cobra todo su sentido cuando en el documental Juego de espías la cámara viaja por un enorme edificio vacío pero escenario en tiempos pasados (y cercanos) de muchas historias. Y ese edificio es la Estación Internacional de Canfranc (Huesca), una estación de ferrocarril fantasma casi en la frontera de Francia.

Juego de espías se centra en una de esas historias donde fueron muchos los protagonistas. De las imágenes de la estación en la actualidad e infografías pasamos a fotografías de distintas épocas hasta llegar a 1940, y poco a poco, con la tensión de un thriller surge la narración de un acontecimiento: el nacimiento de una red de espías en la que operaban hombres y mujeres aragoneses, vascos y franceses para facilitar al Servicio de Inteligencia británica información crucial —sobre los movimientos de las tropas nazis y sobre las mercancías que entraban y salían— para el curso de la Segunda Guerra Mundial. Mujeres y hombres que trabajaron en el anonimato más absoluto poniendo en riesgo sus vidas y la de sus familias por la causa de los aliados y para luchar contra el nazismo. Mujeres y hombres de diferentes ideologías políticas, creencias y profesiones que hacían llegar tras una compleja red de comunicación la información. Y todo esto en un país neutral que vivía además una dura posguerra y una dictadura férrea.

El documental reconstruye un periodo de la historia desconocido y sepultado (que ahora a través de la literatura, de libros de historia, de series de televisión o de documentales como éste se está dando a conocer más)… y es puro periodismo de investigación. En busca de testigos y familiares, de testimonios, de documentación… terminamos oyendo hablar a las paredes. Así el periodista aragonés Ramón J. Campo, especialista en Canfranc, parte de sus investigaciones (que ha recogido en varios libros como El oro de Canfranc o La estación espía) para desenterrar una historia apasionante.

El realizador Germán Roda emplea varios recursos visuales además de las entrevistas a testigos, antiguos espías (donde nos encontramos, entre otros, a una entrañable abuela llamada Lola, que cuenta los hechos con una naturalidad que desarma o la dulzura de Simone que era una niña que junto a sus padres formaban parte de la red), familiares (como Emilio Astier, el nieto de uno de los espías que trata de reconstruir la vida de su abuelo y nos dice que entre la memoria y el olvido, él elige la memoria),  y especialistas que crean un relato ágil (y abren el apetito al espectador interesado dejándole con ganas de más…). A las fotografías de época e infografías se intercala además animación que recrea las acciones y actuaciones de los espías. La animación recuerda a esos dibujos que se realizaban en los juicios para reflejar las sesiones. Y es que precisamente parte de la información de este ‘juego de espías’ y que confirma la existencia de esta red es el sumario de un juicio en plena dictadura… viejos papeles que hablan… sobre una red de espías que fue desmantelada y cómo fueron detenidos y encarcelados varios de sus integrantes…

Volvemos a la estación internacional de Canfranc e imaginamos lo que pudieron vivir los protagonistas de esta historia desenterrada. Rescatamos las voces de las paredes. Pensamos en esos viajes en tren a San Sebastián, Zaragoza o Madrid o esos encuentros en viejas cafeterías o en calles bulliciosas para intercambiar mensajes… Hombres y mujeres que aun viviendo la más dura de las posguerras y una dictadura se convirtieron en espías para luchar contra el nazismo.

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Mujeres silenciadas: La piedra de la paciencia (Syngué Sabour, 2012) de Atiq Rahimi/La maleta de Marta (Marta’s Suitcase, 2013) de Günter Schwaiger

El rostro de la mujer afgana (Golshifteh Farahani) y el de Marta. Un personaje de ficción y una mujer que ofrece su rostro y su voz a un documental. La primera vomita sus sufrimientos, sentimientos, frustraciones, dolor, angustias y miedos a una ‘piedra de la paciencia’ que cuenta la leyenda (según le narra su tía) que una vez que rebosa de secretos y dolor se rompe… y libera de todas la penas. Esa ‘piedra de la paciencia’ es su marido en coma con el que lleva casada diez años. La segunda es Marta que muestra la maleta que arrastra llena de vivencias, sufrimientos, dolor y miedos y es testimonio vivo de cómo la violencia de género es un fenómeno mundial que crea una legión de mujeres heridas…

Y las voces de estas mujeres ponen en evidencia lo que es ser mujer silenciada. Yo, como Hildy Johnson, no me he sentido discriminada por ser mujer, es más me gusta ser mujer. No me he sentido invisibilizada ni silenciada, no he sentido el yugo del poder bajo mi persona por ser mujer. Los hombres que me han rodeado creen en la igualdad de derechos y deberes, no se sienten superiores en su condición de hombres, no han empleado el poder ni la violencia sobre mi persona sino que más bien la convivencia ha sido posible y plácida. Y los roces y problemas han surgido como seres humanos que se relacionan y por eso pueden chocar o no. Si alguna vez he visto o vivido una situación ‘machista’ sobre mi persona no ha quebrado mi seguridad sino que lo he vivido como pura anécdota, como una excepción en mi vida, y además he contado con las herramientas suficientes cómo para que no me afecte en absoluto. Pero esto no me vuelve ciega y sé que la situación que vivo no es la habitual, no está normalizada (cuando debería serlo) y que sigue siendo necesario visualizar la situación de un gran número de mujeres y luchar por los derechos de las mujeres. No es una lucha obsoleta e innecesaria, más bien al contrario. No deja de dar cierto miedo vislumbrar un retroceso (un retroceso que se está dando en muchas áreas como la laboral) a las ‘conquistas’ ya realizadas en ciertos lugares respecto a la situación de las mujeres (y su libertad) y  el estancamiento, silenciamiento e invisibilización del problema en gran parte del mundo. El tema es preocupante.

Y así lo muestra la película de ficción La piedra de la paciencia y el documental La maleta de Marta. Ambas son testimoniales y ahí radica su fuerza. En el reflejo de dos rostros femeninos y en sus palabras. Dos mujeres silenciadas que hablan y se exponen… Sencillez cinematográfica y contundencia testimonial.

La piedra

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La interpretación de Golshifteh Farahani es La piedra de la paciencia y a través de su monólogo (y de los distintos estados que va viviendo) nos deja al descubierto su historia íntima, su retrato. Se visibiliza como mujer y se muestra su verdadero rostro: su manera de pensar, sus sentimientos, sus secretos, su sexualidad, sus dolores…

Según va confesando a su marido en coma su vida en común, ella se va liberando de su carga, de su prisión. Por primera vez siente que puede hablar sin miedo y que el depositario solitario de sus confesiones, su piedra de la paciencia, escucha. Así esta mujer afgana universaliza lo que es ser mujer pero silenciada. Expresa lo que es sentirse encarcelada en la intimidad, la imposición del matrimonio sin posibilidad alguna de elección, el miedo a ser estéril y sufrir el repudio, la imposibilidad de sentir placer compartido en la cama, el miedo al rechazo social, el yugo del poder y la violencia siempre presente, el sentirse un trozo de carne…

Pero además toda esta confesión se da también en un ‘estado anormal’ (que se convierte en cotidiano, como su situación de mujer silenciada e invisible. Por ejemplo Golshifteh Farahani muestra lo cotidiano y la naturalidad de una acción: el uso del burka) que es el de la guerra y el horror… donde no sólo se sufre una convivencia diaria con la muerte, la violencia irracional y el miedo sino que además por el hecho de ser mujer continuamente se enfrenta con la amenaza de un arma de guerra atroz: la violación… que es llevar al extremo ese poder del hombre sobre la mujer invisible y silenciada.

La piedra de la paciencia es una adaptación cinematográfica a la novela del propio director Atiq Rahimi (que no es la primera vez que se pone tras la cámara). También él coescribe el guion junto a Jean-Claude Carrière (que fue uno de los guionistas de Luis Buñuel). La película no es ni plana ni maniquea sino inteligente con unas frases para enmarcar. Y donde la protagonista no es la víctima doliente sino una mujer que empieza a hablar sin miedo e inicia un camino duro hacia su liberación de una cárcel íntima… Es cierto que tiene una llave, su tía, un personaje que ya ha vivido su propia liberación. A la vez esta dura historia trata también de entender (no de justificar, cuidado) el comportamiento masculino de ese héroe de guerra en coma (por una reyerta con los suyos… por un insulto a su madre) y muestra que tampoco es fácil ser hombre en un lugar donde prima la guerra y la violencia como elementos cotidianos así como una estricta e inamovible educación religiosa que se emplea como arma de dominación y poder. De esta manera surge un tercer personaje y es ese joven soldado tartamudo que como dice la protagonista puede que se transforme en un futuro en un ser monstruoso pero de momento no lo es, sólo es un chico joven que sufre, al que dañan cada día con violencia y que tiene miedo… y solo busca alguien que le escuche o le dé una muestra de cariño. Otro tema interesante que plantea la película es como ambas mujeres (tía y sobrina) encuentran un camino hacia la liberación por varios caminos: en el cuidado del otro, en la consumación del deseo, en la solidaridad femenina y sobre todo en poder hablar y contar.

La maleta

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El documentalista austriaco Günter Schwaiger aporta un testimonio contundente de la violencia de género en las palabras que vomita su protagonista, Marta. Marta al desnudo. Un desnudo descarnado donde cuenta una historia escalofriante, su historia. Una historia muy cercana. Marta, una mujer andaluza, va haciendo una maleta de sentimientos y dolores. Plantea interrogantes. El testimonio brutal y desnudo de Marta deja al descubierto una realidad preocupante que hay que denunciar y sobre todo trabajar en su erradicación. Y muestra que el camino todavía es muy largo y complejo. Deja claro que es necesaria la implicación del Estado en esta situación facilitando unas leyes eficaces, unos dispositivos sociales reales (y con recursos) y que trabaje tanto con la mujer afectada (que no sienta abandono ni desamparo, ni soledad ni miedo, ni que tenga que renunciar a su vida y vivir oculta) como con el hombre que ejerce esa violencia (una vez detenido que se trabaje con él para que se dé cuenta de lo que ha hecho, por qué lo ha hecho y que realmente se rehabilite, que realmente entienda que ese comportamiento es anómalo).

Así deja al descubierto otra realidad (a mi parecer igual de importante e interesante pero menos logrado, documentalmente, que el testimonio de Marta): poco se puede hacer si no se empieza a trabajar con el hombre que maltrata, si no se empieza a indagar en sus motivos y no se le facilitan las herramientas sociales que le hagan comprender que su comportamiento es anómalo y hacerle ver que debe luchar contra él. Para ello el director, de origen austriaco, se traslada a su país de origen, en concreto a Salzburgo, donde contacta con un centro de prevención que entre otras cosas desarrolla un programa con los hombres que practican la violencia de género para tratar de paliar estos comportamientos haciendo que sean ellos mismos los que se enfrenten al problema y lleguen a la raíz de por qué se comportan así.

Lo que está claro es que en situaciones de violencia de género se han creado relaciones dañinas, insanas y de dominación en un entorno que las permite. Y que llegar al origen y a la raíz de este problema es una tarea necesaria pero muy compleja pero que hay caminos que tomar y en los que avanzar (no se puede retroceder).

Así el documental es contundente porque trata de pintar un mapa de la violencia de género más completo donde da paso a reflexiones importantes:

-La violencia de género es un problema universal. No tiene que ver con una zona o un país determinado. La violencia de género existe tanto en España como en Austria. Tanto en México como en Noruega. No está unido ni a la pobreza, ni a la educación ni al entorno social. La violencia de género puede ocurrir tanto en una chabola como en un palacio.

-La violencia de género es un problema preocupante (y muy extendido) y es necesario la implicación de todos los elementos sociales, políticos y jurídicos para poder luchar y que sea posible la erradicación.

-La violencia de género tiene que ver con el desarrollo de entornos donde evolucionan relaciones dañinas e insanas donde la dominación, el poder y la violencia va minando a las personas. Hay un verdugo y una víctima y un entorno que permite que se desarrollen estos comportamientos anormales. Romper estos entornos, hacer ver estos comportamientos insanos, cambiar y crear otras relaciones donde el poder y la dominación no tengan sitio son las claves para empezar a avanzar.

Escuchar a Marta rompe por dentro. Su historia, su maleta, es un mazazo continuo… que sin embargo es necesario que sea abierta, descubierta, revelada… y de ahí quizá encender una mecha que haga posible una reacción.

Tras las cámaras, dos hombres

Los rostros son de dos mujeres… pero quienes filman son dos hombres. Y me parece importante. Porque como he dicho esto no es sólo cuestión de mujeres. Para que se produzca el cambio y para que la lucha sea efectiva es necesaria la implicación de las mujeres y de los hombres. Es necesario escuchar la voz de las mujeres y su mirada pero también que haya hombres que entiendan la necesidad de esta lucha y que sean también portavoces (y actores) del cambio de mirada y la transformación de las relaciones donde exista la igualdad, la libertad, el respeto y la tolerancia.

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The act of killing (The act of killing, 2012) de Joshua Oppenheimer

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The act of killing contiene imágenes, entrevistas y pensamientos que no te puedes creer lo que estás viendo y lo que te están contando. The act of killing crea un montón de reflexiones que te ponen los pelos de punta. The act of killing no deja indiferente a ningún espectador. Sus créditos finales son escalofriantes: un montón de personas anónimas que no ponen sus nombres. Mientras observas no puedes dar crédito a que estás viendo algo salvajemente real.

Para entrar en antecedentes unos cuantos rótulos para recordar historia. 1965. Indonesia. Golpe de Estado del Ejército con la cabeza visible del general Suharto que lideró con ayuda de paramilitares y gánsteres una masacre de comunistas, simpatizantes, sospechosos…

La propuesta del documental: el director, la coguionista (Christine Cynn) y un anónimo contactan con uno de esos escuadrones de la muerte en la actualidad, que viven tranquilamente e impunes (más terrorífico aún: son vistos como héroes en los medios de comunicación, pasean por las calles, extorsionan, están cerca de los poderosos…) y les realizan una propuesta: que ellos mismos realicen una película escenificando aquellos días en que asesinaron a un número enorme de seres humanos, de maneras horribles… y el documental refleja este proceso porque este grupo de asesinos se entrega a la tarea.

Curiosamente todos son muy cinéfilos (antes del golpe eran conocidos como los gánsteres del cine pues operaban en una sala… y una de las cosas que más les enfadó es que en aquellos tiempos los comunistas querían vetar el cine americano) y les parece una idea magnífica reflejar lo que hicieron en una película. Así vamos viendo el rodaje de varias escenas (de una película que mezcla un montón de géneros: western, musical, bélico, gánsteres…) que rozan el absurdo, lo violento y el espectáculo más hortera. Además de ir escuchándoles sus pensamientos, reflexiones sobre aquel tiempo, su vida cotidiana… y cada momento es un escalofrío. Se muestran preocupados sobre lo que deben mostrar en la película y cómo deben mostrarlo.

Ellos siempre dicen orgullosos que el significado etimológico de gánster es ‘hombre libre’… hombre libre para hacer todo el mal que les parezca. Uno de los momentos estelares (y escalofriantes) de su película es un número musical absolutamente absurdo e irracional cantando Born free.

No te puedes creer cuando oyes a uno de ellos contar cómo salían de felices de una película de Elvis Presley y cómo así se dirigían más contentos a matar…

El documental se centra en uno de los asesinos, ya anciano, y sus ‘amigos’. A cada uno le afectará la película de manera distinta (y a alguno de manera sorprendente e inesperada)… pero a veces no puedes creer lo que les estás escuchando decir o cómo quieren reflejar lo que hicieron. No te puedes creer que sea real. O no puedes creer cómo se comportan y cómo piensan (porque al espectador también le afecta lo que está viendo y las reflexiones que se van generando). Pero afecta también el ver la Indonesia de hoy, cómo acepta la ‘historia’ de estos verdugos y cómo la corrupción recorre todas las capas sociales. Y afectan también las reflexiones que surgen sobre la ficción y la realidad, la realidad y la ficción… Así como imaginar el ‘estómago’ de los documentalistas escuchando y grabando lo que se estaba gestando en la mente de este grupo de hombres impunes…

The act of killing es un documental de terror y es difícil olvidar lo que se ve y lo que se escucha… y cómo lo muestra. Remueve…

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Nostalgia de la luz (Nostalgie de la lumière, 2010) de Patricio Guzmán

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A veces te encuentras en la sala oscura con el corazón en un puño. Por lo que acabas de ver. Y piensas que te gustaría compartir lo que has sentido y lo que has visto. Ocurrió este sábado en la sala Iberia de la Casa de América durante la proyección del documental Nostalgia de la luz de Patricio Guzmán. Lo cierto es que llevaba mucho tiempo detrás de este documental y llegó por fin la oportunidad de poder verlo en pantalla grande. Y es de esos documentales que piensas que se tendría que proyectar en colegios, centros culturales y universidades… porque en sí son valiosos, muy valiosos. Porque ellos solos son una clase de historia y memoria. De humanidad y recuerdo. De filosofía y astronomía. De arqueología e ideología…

El documentalista chileno Patricio Guzmán (actualmente reside en Francia) construye un impresionante e inteligente discurso visual al cual sigo dándole vueltas. Un discurso que logra que trascienda y se convierta el todo en un poema visual que expulsa emociones. Así logra un artefacto inteligente y cerebral que, como las galaxias que refleja, emana sentimientos, emociones, sensaciones, recuerdos, historias inolvidables…

El escenario de este ‘monumento de memoria’ es el desierto de Atacama en Chile. Allí se ven los cielos con tal transparencia y limpieza que es paraíso para astrónomos de todas las partes del mundo que buscan las huellas de las estrellas, el origen del mundo, el pasado remoto… Y es un paisaje tan especial que tiene también huellas de la historia de la humanidad, por eso, también es apreciado por los arqueólogos que indagan y reconstruyen la vida del hombre en la tierra. Pero Atacama también es un ‘esqueleto de memoria’ que se niega a ser sepultado de historia reciente chilena. Y que sus huellas duelen. No sólo se encuentran cementerios de hombres que perecieron en sus minas desde el siglo XIX… sino que un grupo de madres, con sus palas y su espíritu incansable, pueblan el desierto buscando a los suyos, los desaparecidos de la dictadura de Pinochet…

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Así Patricio Guzmán va construyendo un tejido riquísimo de reflexiones que va de las galaxias hasta la recuperación de una memoria que se niega a caer en olvido. Y con los testimonios y pensamientos de astrónomos, arqueólogos, madres y supervivientes de la dictadura va tejiendo un discurso maravilloso y a la vez duro sobre el pasado. Un discurso con paradojas que se convierten en elementos de reflexión para construir una huella a estudiar y analizar.

Cuando una de las madres de los desaparecidos dice que ojalá los grandes telescopios de Atacama que atrapan el universo y su estudio, que miran al cielo para atrapar el origen de todo… pudieran servir para mirar bajo tierra y encontrar los restos de los desaparecidos, el círculo queda cerrado de manera magistral y todas las piezas del puzle quedan unidas.

Patricio Guzmán nos hace pasear por las palabras y las imágenes rescatando historias y pensamientos. Así escuchamos a un joven astrónomo chileno que nos cuenta que el presente no existe, que todo es pasado y la importancia de su rescate… Y cómo asemeja la búsqueda de las estrellas (pero reconociendo que cada día se pueden ir tranquilos a dormir), con la búsqueda de las madres y los cuerpos de sus seres queridos (pero connotando la angustia de esa búsqueda…, la intranquilidad que fomenta esta tarea cuando no tiene frutos). El arqueólogo veterano que nos habla de la gran paradoja, cómo ellos se dedican a reconstruir el pasado y cómo sin embargo en ese mismo espacio se reconocen las huellas que otros tratan de sepultar y olvidar de un pasado más reciente. Nos cruzamos con la historias del arquitecto superviviente de los campos de prisioneros políticos de la dictadura que memorizó esa ‘arquitectura’ para poder plasmarla en planos y no olvidar esta historia de horror, para transmitirla y denunciarla. O ese otro superviviente que narra cómo formaron un grupo que se reunía para mirar las estrellas… y de alguna manera se sintieron libres.  Y más allá está el joven exiliado que ahora va a estudiar las estrellas en Atacama y cuenta cómo su madre ha atendido toda la vida a los torturados y sus secuelas. O una joven astrónoma, hija de desaparecidos, que habla de cómo el universo, todo es cíclico, y el material de las estrellas es también el material de los desaparecidos. Y cómo tras la muerte hay vida…

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Y el espectador tiene para él solo un gran telescopio que le revela los secretos de la memoria y los retiene aunque a veces le es imposible no dejar escapar una lágrima… Y piensa para sí que todos los países, entre ellos el nuestro, cuenta con ‘rescatadores de la memoria’ y con muchas personas que luchan por ser escuchados y porque la memoria de los suyos no caiga en olvido… Patricio Guzmán nos deja una metáfora de Chile (o de otros muchos países) a través de un matrimonio anciano y testigo de la historia: él es la memoria; ella, aquejada de alzheimer, es el olvido.

Aunque parezca mentira… este documental no lo ha tenido fácil para su distribución en salas y la historia de cómo va estrenándose forma parte de otro relato increíble. Sólo un dato: el otro día no había un solo hueco libre en la sala Iberia.

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La casa Emak Bakia (Emak Bakia Baita, 2012) de Oskar Alegria

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A veces topas con obras cinematográficas que te sorprenden y emocionan por partes iguales. Así ocurre con La casa Emak Bakia que te lleva hacia un viaje fascinante donde el azar y las casualidades construyen un camino creativo libre lleno de historias increíbles que rozan la magia y recorren una memoria especial donde se recuperan palabras, recuerdos y lugares.

La ópera prima de Oskar Alegria es gozosa porque el espectador se embarca en un itinerario extraño pero rico en sensaciones, emociones y sorpresas. Todo parte de una investigación concreta: en 1926 el artista dadaísta y surrealista Man Ray realizó un cine-poema (que es una gozada verlo, cine experimental puro) con el título Emak Bakia.

Emak Bakia es una expresión en euskera que quiere decir: “Déjame en paz”. El realizador empieza a indagar el origen de dicho título. La pista inicial es que el cine-poema se rodó cerca de la costa de Biarritz. Man Ray veraneaba allí. Así que Alegria parte de dos teorías: la expresión la encontró el artista en un epitafio de un cementerio cercano o daba nombre a una de las casas de la zona.

A partir de estas premisas empieza una ruta donde la lógica no tiene sitio (donde los límites no existen y el horizonte puede invertirse… y el mar ser cielo y la tierra mar) y sí el detalle fugaz, el azar o la casualidad. Así el realizador nos hace testigos de un viaje artístico que crea un mapa singular donde a través de descubrimientos e itinerarios donde lo que prima es la libertad nos conduce a la resolución de un misterio (pasando antes por varios misterios más).

Y ante nuestros ojos Oskar Alegria crea un docu-poema lleno de posibilidades de la mano del legado artístico de Man Ray (sobre todo de su cine-poema Emak Bakia). Así en un cementerio la primera pista la dará una lápida de un payaso. Después los nombres en euskera de un conjunto de casas, al azar, formarán un poema. Así el asombro del espectador cada vez es mayor pues escuchará la canción de las palabras perdidas (o la memoria) o una filosofía de vida que encierra Emak Bakia a través de dos creadores vascos. Viajará hasta Italia donde Emak Bakia da nombre a una tienda de ropa vitange y refleja la filosofía de vida de su dueño. Se asombrará ante un casting de párpados que cuando se abren aletean como mariposas. Asistirá al cortejo de un guante y una servilleta. Buscará el significado de una frase escrita en el reverso de una postal. Será testigo de la pesadilla de los cerdos. Bailará de contento ante los descubrimientos inesperados y brindará con el mismo Man Ray. Acudirá a su tumba donde su rostro llorará. Atrapará los sonidos para componer una banda sonora. Se mostrará fascinado por la vuelta al pasado de una princesa rumana que colecciona sellos de elefantes y escribe tesis sobre el olfato de las hormigas… y quizá se dé cuenta de que la muerte puede ser vencida si uno se asoma a una ventana para contar pájaros o si recupera aquellas palabras que se perdieron…

Emak Bakia… estoy creando. Soy libre.

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Momentos únicos. Lejos de los árboles, Pere Portabella y Caimán en la Cineteca

 

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A veces tienes la sensación de asistir a un momento único. Y así me ocurrió ayer. No exagero. Me acerqué a la Cineteca para poder ver por primera vez el documental Lejos de los árboles de Jacinto Esteva… un proyecto que empezó en 1963, dejó de rodarse en 1970 y se estrenó en 1972. Mucho era el material rodado, muchos los que se implicaron. El proceso creativo fue largo y en el camino fueron separándose personas (el propio Portabella) y energías. Lo proyectado quizá no fue lo soñado por sus creadores (y además pasó por la tijera de la censura), sino un primer acercamiento a la idea original. Así Lejos de los árboles se ha mantenido como una obra viva. Con muchas posibilidades de miradas e interpretaciones. Con la existencia de otros montajes. Un proceso creativo vivo y dinámico.

Lo que pudimos ver los espectadores ayer en la sala Azcona (gracias a la iniciativa conjunta entre la revista de cine Caimán y la Cineteca de una proyección de cine documental los segundos miércoles de mes) fue un nuevo montaje realizado por Portabella en 2010 (con la  complicidad de la hija de Esteva que quería que fuera él quien realizara este montaje). Un montaje que ha sido el primero para mí (ya que nunca había accedido a este documental) y me hizo vivir un momento único. Después se proyectó el cortometraje documental de Pere Portabella, Mudanzas (de la que hablaré en el último párrafo). Y una vez terminada la proyección pudimos escuchar además del prólogo (Carlos F. Heredero) y la introducción del historiador Casimiro Torreiro (ambas intervenciones con puntos interesantes) al mismo Pere Portabella, todo un lujo. En algo más de una hora Portabella habló no sólo de Lejos de los árboles, sino del momento que estábamos viviendo, de las posibilidades de comunicación, de su fe en los movimientos sociales, de no tener miedo, de emplear la palabra para razonar (para pensar), sobre la creación artística, sobre el proceso creativo, de reflexiones sobre el cine y de recuerdos valiosísimos con Luis Buñuel, Saura, Christopher Lee, Miró… Todo acompañado de una sonrisa que cautivó a la que esto teclea.

Mi conocimiento sobre la Escuela de Barcelona y sus miembros es bastante limitado aunque poco a poco trato de solventarlo. Escuchar a Pere Portabella fue un placer porque él está irremediablemente unido a una cuenta pendiente que tengo con mi padre. Me puso nostálgica pues pensé que mi padre hubiera disfrutado mucho escuchándole y también viendo ambos documentales. Hace hoy dos años que falleció y pienso que ayer estuvo presente de forma mágica. De la obra cinematográfica como director de Portabella no he visto nada. Ayer me acerqué por primera vez a Mudanza que tiene mucho que ver con la pasión que siempre han tenido mis padres (y que han transmitido a sus hijos) a Federico García Lorca. Pero sobre todo recordé que unos años antes de irse mi padre de nuestro lado hubo un tiempo que no paró de hablarme de una película que le había impresionado muchísimo. Y siempre me decía: hija, tienes que verla. Me gustaría saber tu opinión. Le había marcado muchísimo. Y como sabía que a su loca hija le gustaba tanto el cine quiso tener una valoración mía. No pude cumplir con ese deseo de mi padre (y aún sigo sin cumplirlo) pero de pronto ayer me dije que tenía que hacerlo. La película en cuestión era de Pere Portabella y se titula El silencio antes de Bach (Die stille vor Bach, 2007). Así que queda pendiente conseguir el dvd (ahora que sale toda su obra) y escribir aquí un texto.

Pere Portabella estaba muy interesado por escuchar ‘la mirada’ de los espectadores ante Lejos de los árboles. Un compañero de butaca y cine me comentó al final de la proyección que me había visto pasarlo mal. Y sí, es cierto. Fue una sensación extraña. Las escenas me impactaban pero a la vez otras me atrapaban… y al final me quedó en la retina un triste y duro mosaico de una España, la de los sesenta. Esa que danzaba entre la tradición y la modernidad pero que generaba rostros de dolor. Un país de rituales, fiestas, celebraciones y representaciones religiosas unidas a la culpa, al sufrimiento, la violencia y el dolor. Un país en blanco y negro, de contrastes. Belleza y poesía. Crueldad y dolor. Burla e insulto ante el más indefenso o al diferente o al que carga una culpa. Un país unido a la muerte, sin concesiones. De negro. Contradicciones.

Así mi mirada iba de mujeres arrastrándose de rodillas, a monjas que asistían a un entierro de una de ellas o a cómo otra se quedaría de clausura entre cuatro paredes. A las muertes salvajes de varios toros o de un pobre burro despeñado a hombres golpeándose la espalda en Semana Santa hasta hacerse sangre o a un Judas de paja ardiendo en el centro de una plaza… A hombres y mujeres en una fiesta donde se meten vivos en un ataúd para agradecer no estar en él todavía… A fiestas en bares oscuros, confesiones en plena calle o gritos de dolor y posesión. Hasta una explosión de luz final con un baile flamenco vivo y sensual entre un joven Antonio Gades y una bailaora en pantalones… Quien viaja Lejos de los árboles, seguro que no lo olvida.

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En Mundanza Portabella mete al espectador en la Huerta de San Vicente, la casa museo de Federico García Lorca. Durante el años 2007-2008 hubo una iniciativa llamada Everstill-siempre todavía donde más de treinta artistas internacionales presentaban una obra en este emblemático espacio (reunidos por el comisario Hans Ulrich Obrist). La aportación de Pere Portabella fue este corto donde se asiste al vaciado completo de la casa veraniega de los Lorca por una empresa de mudanzas. Así vamos viendo como los trabajadores de la empresa con sumo cuidado van retirando cada uno de los objetos de la casa. Asistimos a cómo van embalando toda una vajilla. A cómo se va descolgando cada uno de los cuadros y metiéndose en cajas especiales. Especialmente emotivo es el de un retrato del poeta, que com dijo un asistente al coloquio, era como un entierro del poeta. O también ese piano desarmado y enorme, sin que nadie toque sus teclas que deja totalmente vacía la casa. Después la cámara pasea por las habitaciones desnudas y parece que en cualquier momento va a aparecer el espíritu del poeta. Hasta terminar en una especie de almacén con todos los objetos embalados… Sí, sientes una emoción contenida… que todavía es mayor si conoces y has pisado ese entorno.

Ayer así viví varios momentos únicos… y las ganas de cumplir una promesa.

Realizo uno de mis pequeños avisos. Durante unos días estaré ausente de este querido blog… pero mi máquina volverá a teclear el lunes. Mientras ya saben, mucho cine y besos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Searching for Sugar Man (Searching for Sugar Man, 2012) de Malik Bendjelloul

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No hay duda: la música es un lenguaje universal. Un director sueco realiza un documental en coproducción con Gran Bretaña sobre la ‘leyenda’ de un cantautor mexicano Sixto Rodríguez que sacó dos discos en los años sesenta en Detroit y pasó sin pena ni gloria en el panorama musical norteamericano y, sin embargo, se convirtió en un ídolo de masas en Sudáfrica sobre todo para la población blanca anti-Apartheid que sentían que vivían en un sistema conservador, opresor e injusto.

Éste es el meollo de Searching Sugar Man que se convierte en la investigación apasionante de dos fans sudafricanos de Rodríguez que se dan cuenta de que nada saben sobre su ídolo, un mito rodeado de leyendas urbanas como que se suicidó encima de un escenario.

Malik Bendjelloul cuenta una historia apasionante de un hombre que parece que viene de otra Galaxia. Sixto Rodríguez, el obrero de la construcción de Detroit, que lleva una guitarra, compone canciones desgarradas y seduce con su voz de poeta.

Searching Sugar Man no sólo cuenta una buena historia sino que engacha con cómo está contada. El espectador que nada sabe de Rodríguez (como era mi caso) termina totalmente hechizado no sólo por su música folk sino por la personalidad de un hombre tranquilo y coherente con lo que cantaba… Obrero y de clase trabajadora en Detroit, ídolo de masas en Sudáfrica. Y cuando descubre este fenómeno, él sigue siendo igual de tranquilo y coherente sin abandonar su Detroit… y su trabajo manual que siempre fue importante para él. No pierde en ningún momento la cabeza, ni se le sube la fama, ni trata de rastrear quién es el responsable de que él no sepa que era un super ventas en Sudáfrica. Le da la importancia justa. Decide no cambiar de vida… Es su elección.

Sixto Rodríguez es un hombre que cree en el trabajo diario, en que todo el mundo debe tener las mismas oportunidades y acceso a la cultura y también preocupado por su comunidad, por el mundo que le rodea. Un hombre sencillo que vive en un sitio duro. Que tiene que sobrevivir en cada momento para llegar a final de mes, como la mayoría de sus vecinos.

El documental engancha desde el primer momento y si además te encandila la música y voz de Rodríguez entonces el disfrute es máximo. Porque te hace descubrir que hay personas distintas, extrañas, peculiares y distintas de vidas excepcionales. Dosifica de manera interesante la información. Primero crea la leyenda, nos pone en antecedentes, nos habla de su fracaso en EEUU y de cómo se convierte en un fenómeno en Sudáfrica. Después nos revela la investigación de dos fans apasionados que quieren saber quién está detrás de su ídolo y si realmente murió. Después la revelación del misterio y el descubrimiento de un hombre de carne y hueso y de fondo siempre sus canciones. Entre medias entrevistas a gente que le conoció y le conoce. Imágenes de archivo desde fotografías a imágenes en vídeo e incluso recreaciones de animación… Y todo rodeado de una emoción intensa que transmite fotograma a fotograma al espectador.

El misterio, el rostro entre la bruma, se convierte en algo palpable… pero también en mítico, de leyenda. El poeta que toca su guitarra de espaldas al público en un bar hasta arriba de humo… Un poeta por las calles heladas de Detroit que descubre un día que tiene fans al otro lado del océano… Y que su música sí que transformó y sirvió para algo…, sí que influyó en un montón de personas… Un ídolo que se convierte en hombre sencillo y cercano con guitarra en mano.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Atrapar la vida con la cámara…

Atrapar la vida con la cámara… un instante de realidad y convertirlo en cine. Ahora mismo pueden disfrutarse tres propuestas cinematográficas que atrapan la vida y la muestran al espectador (estas tres obras han podido verse y algunas todavía pueden verse en la programación de febrero de la Cineteca de El Matadero en Madrid. También se encuentran en el circuito de las salas de exhibición excepto una de ellas que sí se encuentra en DVD). Tres propuestas muy distintas pero las tres llenas de posibilidades, reflexiones y miradas.

Mapa de Elias León Siminiani

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Hay dos mapas en la propuesta de Elias León Siminiani. El del propio viaje que emprende a la India y el que luego marca en distintos lugares de la geografía española. Éste es un mapa físico que puede seguirse con un dedo… Pero después está el otro mapa. Y es el sentimental. El viaje del cineasta por los recovecos de su existencia que se mece en distintos paisajes y con distintos estados de ánimo para contar una crónica de amor no correspondido. Un viaje de sentimientos, en otro tempo. Así como Marilyn Monroe creaba sus dos mapas en uno en Bus Stop donde con su carmín pintaba en un mapa de carreteras la historia de su vida, Siminiani se sirve de su cámara para reflejarnos estos dos mapas en uno. Así queda para el espectador el diario fílmico e íntimo del realizador que empieza un día de 2008 y termina en 2011.

Lo interesante de la propuesta es que Siminiani presenta una obra cinematográfica perfectamente construida y ensamblada en la que muestra al espectador el material de su propia vida pero con los recursos cinematográficos de la narración fílmica. Es decir, y para entendernos mejor, emplea recursos de ficción en su forma de contar (lenguaje cinematográfico) para atrapar su propia realidad. Para atrapar lo que le está pasando y lo que quiere contar. De esta manera todo lo que vemos, según nos cuenta el director es absolutamente cierto (el material, no lo olvidemos, es su propia vida), pero el envoltorio o la manera de presentarlo se beneficia de la magia del cine. De hecho de las mejores experiencias que se puede tener es ver Mapa y después asistir a un coloquio con el propio director porque es una obra cinematográfica para diseccionar y analizar.

En un momento dado en Mapa el director viaja a India y allí nos relata otro viaje de dos personas en el pasado a este mismo país. Ahí nos encontramos con la clave de la mirada de Siminiani y su propuesta. Nos explica que fueron a la India Passolini y Moravia (con su compañera Elsa Morante). Después ambos escribieron sobre sus experiencias de viaje: Passolini desde lo emocional, se empapó de todo lo que sentía y Moravia desde el observador que se distancia y describe (analiza). Ahí se encuentra la metáfora de Mapa. Siminiani construye y elabora su propio mapa emocional de una manera reflexiva y controlada, manejando perfectamente lo que cuenta y cómo lo cuenta pero sin embargo el material con el que trabaja son sus propias vivencias y emociones. Os aseguro que el resultado es de lo más sugerente.

Correspondencia Jonas Mekas- José Luis Guerín

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La correspondencia filmica entre Jonas Mekas y José Luis Guerín forma parte de un proyecto colectivo realmente hermoso (que puede disfrutarse en DVD) donde varios cineastas se intercambian cartas visuales. El proyecto empezó en 2006 con el intercambio entre Victor Erice y Abbas Kiarostami (la única correspondencia que no está presente en el pack de DVD). El resultado fue tan satisfactorio y rico que se amplió a otras correspondencias visuales (Albert Serra/Lisandro Alonso, Isaki Lacuesta/Naomi Kawase, Jaime Rosales/Wang Bing, Fernando Eimbcke/So Yong Kim). La puesta en marcha de esta idea, que es puro amor al cine, y la difusión de estos trabajos cinematográficos ha sido gracias a la implicación de instituciones como el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona junto a La Casa Encendida así como posteriormente otros organismos culturales.

La correspondencia que nos ocupa atrapa los procesos creativos de dos realizadores diferentes en sus miradas pero que sin embargo establecen un diálogo fílmico lleno de posibilidades y riquezas. Así se elabora una correspondencia de nueve cartas visuales: cinco de José Luis Guerín (que abre y cierra el proceso) y cuatro de John Mekas. La reflexión y la construcción consciente de la imagen frente a la vitalidad y la impulsividad del presente. Guerín y Mekas. Un diálogo fílmico lleno de imágenes y reflexiones para atrapar al vuelo enunciados sobre la necesidad de filmar. Sobre la capacidad del cine para atrapar la vida. Sobre la capacidad del cine para descifrar el presente o lo que nos rodea, las relaciones del hombre con sus circunstancias, las relaciones del hombre con la naturaleza. Sobre la capacidad del cine para la nostalgia, la memoria y la posibilidad del sueño…

Estas correspondencias en su itinerario permiten además un análisis interesantísimo sobre la forma de mirar de los distintos cineastas y siempre se agradece un coloquio posterior para enriquecerse con la propuesta. Así ocurrió con esta correspondencia que pudo verse en la Cineteca con la valiosa presencia del director de Caimán. Cuadernos de cine, Carlos F. Heredero. Entre los espectadores que se quedaron después de la proyección y Carlos F. Heredero surgió otro diálogo que trataba de desentrañar lo recientemente mirado y vivido.

Marina Abramovic. La artista está presente de Matthew Akers y Jeff Dupre

Marina Abramovic

El cine documental para atrapar el arte y sus distintas manifestaciones. Matthew Akers realiza un retrato visual sobre una mujer que trabaja con su propio cuerpo. Su cuerpo es el formato de su arte. Marina Abramovic se convirtió en una pionera en los años setenta de la performance.

El documentalista se centra en la trayectoria pública y privada de la artista montenegrina para plasmar el impacto de su obra retrospectiva en el MOMA de Nueva York en el año 2010. El valor máximo de esta propuesta es que Marina (y puede que de manera inconsciente) es presentada con todas sus luces y sombras. Con todas sus contradicciones en el transcurso de su propia obra artística. A mí me pudieron las sombras, no conecté absolutamente nada con Marina. Pero en una conversación posterior con una amiga (especializada en arte contemporáneo) pude apreciar la importancia de Abramovic (o de por ejemplo otro artista singular que también tiene un documental que actualmente se está exhibiendo, Ai Weiwei): y es cómo ellos tratan de expresarse ante el mundo en el que viven de una manera diferente y cómo buscan otras maneras creativas de analizar y entender el presente en el que existen. Y esas maneras son estímulos para llegar a unos espectadores que conectan o no con su forma de comunicar.

Me resultó interesante comprobar (no conocía absolutamente nada de Marina Abramovic) que yo no lograba conectar con su universo creativo pero sin embargo el documental muestra cómo muchas personas conectan con la artista de una manera total y absoluta, llegando casi a la adoración mística. Y he de reconocer que la performance del MOMA tiene una fuerza visual increíble en el documental. Durante tres meses la artista se sentó en una silla y durante el horario del museo permanecía estática. Frente a ella se sentaban personas que asistían a la retrospectiva. Y tan sólo se miraban. Dos rostros que se miran y distintas emociones son mostradas en una cámara que no puede engañar (pero sí seleccionar… me llamó la atención que casi todos los que se ponían frente a ella se mostraran casi en estado de éxtasis y que sin embargo apenas haya muestras de gente indiferente o que se ría o que se sienta ridícula…).

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.