Llega un jinete libre y salvaje (Comes a horseman, 1978) de Alan J. Pakula

Sí, ha sido toda una sorpresa descubrir Llega un jinete libre y salvaje. La disfruté desde el primer fotograma hasta al final. Un western crepuscular donde se refleja el final de un modo de vida y la sustitución de unas rencillas por otras. Lo que parece que es un enfrentamiento entre ganaderos (un terrateniente y dos ganaderos que unen sus fuerzas), se convierte en la llegada de otro tipo de poder, el oro negro, el poder del petróleo. Grandes magnates que ya no les interesan los enormes parajes y fronteras entre tierras para el deambular del ganado sino que les dejen analizar las tierras para comprobar si pueden elevar sus torres petrolíferas, hace entrada una nueva economía más agresiva y destructiva. Pero los viejos ganaderos-terratenientes tan lobos viejos ellos tratarán de ganar la última batalla con los métodos de siempre (y parece que dan resultado)… y la victoria pírrica de los dos pequeños ganaderos no es más que el anuncio del final de un modo de vida al que son leales. La película queda situada en el tiempo… está a punto de terminar la Segunda Guerra Mundial…, llegan otros tiempos y modos de vida.

Así Alan J. Pakula dirige un sorprendente western intimista y melancólico (de silencios, miradas y diálogos precisos) pero en el que florecen diversos temas. Una película poblada no sólo de parajes impresionantes, estámpidas, tormentas e inclemencias, sentimientos desatados, recuerdos sino de un buen reparto y un guion (Dennis Lynton Clark) que refleja las complejas relaciones humanas pero a la vez apasionantes. La ranchera dura (Jane Fonda) que se enfrenta a todo y a todos y nunca puede estar relajada. El ex soldado (James Caan) que trata de volverse ranchero y encuentra obstáculos en otro campo de batalla. El terrateniente poderoso (Jason Robards) que se niega a abandonar sus privilegios y fuerza, admira a sus adversarios rancheros (porque les puede hacer continuamente la vida imposible pero sabe por qué luchan) y desprecia a los nuevos empresarios. El viejo ranchero (Richard Farnsworth) de toda la vida, un hombre que ama su trabajo duro, y que siempre busca la dignidad como compañera. Y el nuevo tipo de empresario petrolífero frío, impacable y sibilino (George Grizzard).

Con todos estos personajes y sus relaciones perfectamente trazadas, Alan J. Pakula construye un drama intimista pero con todo el espacio del Oeste a su disposición. Así vemos nacer una relación entre iguales, donde se demuestra que la unión hace la fuerza, que desemboca en romance entre la dura ganadera y el ex-soldado que trata de echar raíces. Y sus escenas juntos son de una delicadeza extrema que van contando el nacimiento de una relación basada en el respeto, la libertad y la igualdad en el reparto de las tareas y las decisiones (toma ya). Entre Jane Fonda y James Caan surge una química perfecta. Y aquí además el que es dulce y comprensivo es el caballero que logra poco a poco romper la coraza de la ranchera de vida dura.

También es especial la sensibilidad con la que cuenta la relación de ambos con el viejo vaquero de toda la vida con el rostro de Farnsworth (que muchos recordarán como el abuel Alvin en Una historia verdadera de David Lynch). Un maestro de la vida que encara el final de su profesión y de la vida con dignidad extrema.

Y como no un Jason Robards que se desborda en cada fotograma con un papel de malo malísimo con mil y un matices. Que protagoniza también escenas magistrales de cómo enfrentarse, como un perro viejo al acecho, ante las dificultades de la vida…, nunca se rinde. Y se lleva por delante lo que haga falta: magnates del petróleo, banqueros traidores… y sus enemigos eternos (otros ganaderos con los que tiene además complejos lazos y relaciones de amor-odio, como la vida misma).

Alan J. Pakula nos lleva de la mano, con banda sonora de Michael Small (rociado de viejas canciones que necesitan la voz de hombres que rasgan sus guitarras), y cuidada fotografía de Gordon Willis, a una historia profunda y bien construida. Pakula se sirve de los espacios naturales, los detalles en las casas de los protagonistas (puertas, ventanas con cortinas, fotografías, escaleras…), las tormentas, el fuego, el ganado desbocado, explosiones para analizar esa tierra que puede esconder oro negro… para narrarnos una historia que llega al espectador en cada uno de sus fotogramas. Para describirnos los sentimientos de esos protagonistas que se dejan llevar por pasiones, recuerdos y sentimientos.

Llega un jinete salvaje y libre logra desbocar las emociones de quien la contempla por primera vez. Y promete más matices en futuros visionados. Totalmente feliz de seguir disfrutando de nuevos descubrimientos.

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