Mujeres floreros

El otro día vi una película que en muchas referencias apuntan como ejercicio cinematográfico aburrido, Los puentes de Toko-ri, película bélica de 1955 de corte propagandístico sobre una de las guerras menos llevadas al cine, una de las del periodo de la guerra fría, la de Corea. Presenta sin embargo puntos interesantes. Los personajes protagonistas mueren sin plasmarse de manera heróica sino de manera cruda. Como una gran putada. Así el espectador se queda helado ante el horror de la muerte en guerras que ‘se montan’ por motivos políticos y asuntos internacionales y llevan a morir en directo a hombres que se ven lanzados al abismo sin haberlo pedido. Así vemos cómo tres hombres con los rostros de Mickey Rooney, Earl Holliman y William Holden pierden la vida sin tiempo a heroísmo alguno. Sólo pueden llegar a mostrarnos su compañerismo.

La película cuenta con una parte intermedia para ‘narrar’ que uno de los oficiales, Holden, aviador, era en su vida civil abogado y feliz hombre casado con dos hijas. En uno de sus permisos en Japón antes de la misión suicida (el bombardeo de los famosos puentes) logra reunirse con sus ‘chicas’ que han llegado hasta allí para estar con él. Y su ‘chica’ mayor es una preciosa Grace Kelly que ejerce como nadie de personaje anodino y mujer florero, la buena esposa. De hecho es un paréntesis en la película que rompe su ritmo. Kelly no volverá a aparecer, ni siquiera como contrapunto (así que además de mujer florero su personaje es absolutamente desaprovechado, es también personaje florero). Al personaje de Grace Kelly se le atribuyen todas las claves de la perfecta mujer florero… se muestra siempre bella y deliciosa, preocupada y abnegada. Hasta Japón lleva el personaje de mujer florero su recato, su apariencia perfecta, su papel de esposa preocupada, amante del esposo, que lo admira, que lleva las riendas de la casa en silencio… ‘Magistral’ esa conversación con el superior de su esposo (un Fredric March maduro) advirtiendo a la mujer florero que debe responsabilizarse y ser consciente de que su marido está en una guerra y puede desaparecer. Así le cuenta la historia de su nuera, otra mujer florero, que no quiso darse cuenta de la realidad, y cuando su marido murió en guerra, ella se perdió en brazos de otros hombres… y ya no se sabe su paradero. Así que se pide a la mujer florero un poquito de ‘consciencia’ de la realidad. Y claro Grace Kelly lo arregla todo en la cama con el esposo preguntándole llorosa que cuál es esa misión de los puentes. Ya es ‘consciente’ de los peligros que pasa el esposo… y sabrá aceptar su perdida. Hasta en eso mujer florero perfecta.

Y me viene aquí como reflexión el reflejo, rico en matices, de la mujer florero en el cine. Últimamente ha habido dos ejemplos muy pero que muy interesantes de reinterpretación de la mujer florero. Catherine Deneuve en la interesante Potiche, mujeres al poder de  Ozon. Donde la francesa ofrece un perfil de la mujer florero con careta…, es menos florero de lo que parece (es cómodo, a veces, el papel de florero… y se puede ejercer ‘poder’ en la sombra. Es cómodo ser o aparentar ser ‘inconsciente’), y donde se hace hincapié en cómo las mujeres florero es un rol generacional, que pasa de madres a hijas (es triste ver el retrato de la hija del personaje de Deneuve). La Deneuve como Potiche decide dejar su rol en el plano privado… y desmelenarse en el plano público. Tomar las riendas. Y la americana Criadas y señoras de Taylor donde se nos ofrece toda una galería de mujeres florero sureñas y cómo pasan el tiempo así como sus comportamientos, presentando distintos estereotipos como la infeliz malvada pero florero (el personaje de Bryce Dallas Howard) o la feliz pero tonta aunque de corazón de oro (Jessica Chastain). Y haciendo también hincapié en el paso de perfil de madres a hijas. Y mostrando que el estereotipo sigue en pie. Sigue siendo reconocible y practicado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.