Emily Dickinson y una carta en La decisión de Sophie de Alan J. Pakula

Ayer me llevé inmensa alegría cuando al precio de un periódico de tirada nacional pude por fin conseguir el dvd y en versión original subtitulada (también doblada, claro) de La decisión de Sophie que como os recordé hace poco, cuando comenté la película en la sección El viejo baúl de películas, no era tarea fácil encontrarlo.

¡Cómo me gusta, vuelvo a deciros, película y novela! Y yo sólo veo como posibles protagonistas a la inmensa Meryl Streep, un debú brillante de Kevin Kline, atractivo y hermoso tremendamente complejo, y al delicioso joven sureño con sonrisa inocente de un Peter MacNicol. Ellos son Sophie, Nathan y Stingo. Sus interpretaciones dan sentido y nos transmiten la electricidad de cordialidad, amistad y amor entre los tres personajes que también corre por las páginas de la novela de William Styron. Sophie desarma con la tristeza de sus ojos y sonrisa, y esa voz triste, esa culpa por ser una superviviente, por ser polaca, por haber sido católica, por su padre, por haber tomado una decisión que la mató definitivamente aunque trate todavía aferrarse a la vida a través del deseo…; Nathan destroza como ese chico judío e intelectual que le puede y le rompe su maltrecha salud mental obsesionado por las matanzas y el horror o Stingo ese joven inocente, aprendiz de escritor, que viaja solo a Brooklyn para encontrarse a sus dos mejores amigos pero también para empezar a vivir con intensidad, a amar y sufrir, a sentir la pérdida, a tomar responsabilidades… y que se convertirá finalmente en un escritor de éxito que sabe alcanzar cotas altas de emoción, nostalgia y sensibilidad.

Os regalo dos momentos de la película. Si todavía no la habéis visto, esperad, vedla y luego leed estos regalos. Uno es la lectura de un poema de Emily Dickinson  que conecta totalmente con la situación emocional de Sophie y Nathan. Este poema sale dos veces en la película. Primero, cuando se están conociendo una Sophie enferma y un Nathan encantador que la ayuda y la cuida con cariño y sensibilidad. Están los dos juntos en la cama. Él toma un libro de Dickinson, y lee:

Haz amplia esta cama,
haz esta cama con prudencia;
espera en ella el postrer juicio,
sereno y excelente.

Que sea recto su colchón
y redonda sea su almohada,
que ningún rayo dorado de sol
llegue jamás, a perturbarla.

Otra vez será leído al final de la película por Stingo en una situación muy distinta, y con lágrimas, Nathan y Sophie están de nuevo juntos en la cama… en silencio.

En alguna otra ocasión os he dicho que me encantan las cartas y las escenas de cartas en las películas y sus contenidos. Traten de recordar, verán cómo hay escenas emocionantes. La decisión de Sophie tiene su particular carta. También hacia el final, cuando Stingo ha logrado estar con la mujer de sus sueños, con la triste Sophie, de la que está profundamente enamorado. A la mañana siguiente, ella ya no está. Pero sí deja una carta. En la película se suaviza el texto pero es bastante literal al original. Yo os dejo la carta de la novela. Como ya has acompañado a los personajes, te conmueve, te duele, la entiendes…

«Querídisimo Stingo:

Tan hermoso amante lamento abandonar y perdóname por no decirte adiós, pero he de volver con Nathan. Créeme encontrarás alguna maravillosa Demoiselle que te hará feliz en la Granja. Te aprecio tanto… No creas que con esto soy cruel. Pero cuando desperté me sentí tan mal y tan desesperada por Nathan… Quiero decir tan llena de Culpa y pensamientos de Muerte que era como Hielo en mi sangre. Así que tengo que estar con Nathan de nuevo signifique esto lo que sea. Puede que no vuelva a verte pero créeme lo mucho que conocerte ha significado para mí. Eres un gran Amante, Stingo. Estoy tan angustiada… Pero tengo que irme ahora mismo. Perdona mi pobre inglés. Amo a Nathan pero odio la Vida y a Dios. Me importan un pepino Dios y su Universo. Y también la vida. E incluso el Amor que pueda quedar en el Mundo.

Sophie» 

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Diccionario cinematográfico (112)

Calle: vamos a centrarnos en un único significado. Imaginemos una gran ciudad o pequeña localidad y busquemos “una vía entre edificios o solares”. La vía entre edificios y solares es su fría definición… pero todos sabemos que no sólo eso define una calle. La vida que puebla en ella es calle, el cine innumerables veces nos ha mostrado esas calles que son movimiento, que son vida, que son historias, que son edificios, que son terrazas…, cientos de seres humanos que se cruzan, que se encuentran, que se chocan, que se pierden, que se despiden, que lloran y arrastran historias. Calles míseras, calles de espectáculo, calles de estudio, calles reales, calles que describen una ciudad…

En la calle 42 podemos disfrutar de un espectáculo musical de Broadway o adentrarnos en uno de sus edificios antiguos para disfrutar de un ensayo de Tío Vania.

New York y sus calles se convierten en escenarios de películas de Woody Allen donde sus personajes se enamoran y desenamoran, hacen colas para entrar al cine y ver exposiciones, o entran en sus restaurantes y bares para mientras comen desentrañar misterios o decirse palabras de amor o engaño. Pero sus calles también son escenarios de historias tristes, de luchas entre bandas, de Romeos y Julietas cuyas bandas no se ponen de acuerdo en el West Side. O son las calles que conducen al desaliento a un vaquero de medianoche que se quiere convertir en gigoló pero los reveses le llevan a ser chapero. El vaquero sobrevive porque siempre va acompañado de su inseparable Risto, que conoce la vida de las calles, que cojea y se arrastra, como cojea y se arrasta su vida.

En las calles ocurren sucesos entrañables en pequeñas o grandes localidades. Ahí nos encontramos con la vida de George Bayle, en la calle con sus vecinos, y podemos ver la transformación de su localidad, cuando tiene la oportunidad de ver que hubiera sido la vida, ahí, en sus calles, sin su presencia. Y así descubre que, quizá, aunque no lo parezca, aunque se rinda, a veces, la vida es bella.

La calle y cada una de sus esquinas es el hogar de Charlot. De la gente que pasa ignorando al sin hogar o de aquellos que le miran a los ojos…, y le reconocen. Allí va acompañado de un niño, de un perro callejero o de otros en situación similar. En la calle, es un superviviente.

En la calle también se encuentra una pequeña tienda, que es el bazar de las sorpresas. Una tienda con sus clientes habituales, con sus dependientes, con sus enredos y vivencias…

Por estos lares, Neville contaba historias de las calles. La historia de unos vecinos que ven las transformaciones físicas e históricas en un sólo trozo de pavimento, Mi calle. O cuenta esas películas de fantasías y asesinatos, ya saben en la calle Bordadores. Y en estos lares también reconocemos un Madrid de Barrio por el que paseamos de la mano de Almodóvar y también de Fernando León. Aquí también estaba esa calle mayor de provincias donde ocurren dramas, donde gastan bromas a señoritas solitarias o esa calle donde Fernando Fernán Gómez, el inquilino, es incapaz de mantener su casa para los suyos…, y sólo encuentra una salida, construir a la vista de todos, una casa sin techos ni paredes, sólo con muebles.

Y, cuando las películas viajan y reconocemos las calles de Roma en las vacaciones de una princesa o la belleza de un París que esconde rostros a lo Belmondo o Serbeg al final de la escapada… O es en un París de extrarradio donde tres jóvenes conocen, en su día a día, lo que es el odio.

O esas calles por donde el tiempo pasa pero los vecinos permanecen. Calles que se transforman ante nuestros ojos porque pasan los años, los meses o las horas de un mismo día. Y entonces vemos el espíritu y vida en las calles en películas como En construcción, Suite Habana o Caro Diario.

Y es en las calles de París donde se narran historias de amor o desamor. Donde se pasea Irma la Dulce o el niño de los 400 golpes o la Liz Taylor llorosa en busca de su escritor americano. O es en Londres donde transcurre una guerra, donde dos amantes se buscan y se separan por un milagro… O es en calles italianas donde Sofia se encuentra con Marcelo y se aman o se gritan. O, de nuevo, una calle de Manhattan es recorrida al amanecer por una chica de traje negro y gafas oscuras que se para frente al escaparate de Tiffany para ver si supera un día rojo. O es un poco más allá donde la vecinita de al lado, la rubia tentación, pasa por la calle con vestido blanco que alza el vuelo cuando bajo sus piernas pasa un metro veloz y sube el aire… O si volvemos a la Roma ciudad abierta donde Pina corre tras su amado y es tiroteada, allí, en la calle, delante de todos los vecinos horrorizados.

Es en la calle donde se ve que… y el mundo marcha o donde los muchachos del Bronx viven sus dramas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Desengaño (Dodsworth, 1936) de William Wyler

Cómo he disfrutado de nuevo con Wyler. Sabía que, de alguna manera no me pregunten por qué, Desengaño no iba a desengañarme sino a entusiasmarme.

Galería de actores secundarios maravillosos, que cuando fueron protagonistas robaron películas y otros no salieron nunca del rol pero no los olvidamos.

Walter Huston, de personaje entrañable. Deja atrás personajes oscuros, complejos y serios y retrata uno humano con capacidad de enfado, sonrisa y enamoramiento.

Una vieja gloria tan sólo a la edad de cuarenta y… que borda un papel complejo de un personaje que no sale bien parado. Pero si se analiza, en las profundidades del alma del complejo personaje, lo entiendes bien. La olvidada artista que lo representó, y que no entendia nada del personaje ni de lo que estaba pasando con el paso de los años en su vida real, era Ruth Chatterton. ¡¡¡Y qué bien reflejó la confusión y la pérdida de brujula!!! La desesperación de sentirme más joven que nadie y la tristeza de continuamente recordarle que su sitio es otro que ella no quiere.

Ella cree volver a una segunda juventud de gigoló en gigoló o de amante de pacotilla a amante de pacotilla con caritas del David Niven más playboy o de la mano del aristócrata decadente y joven dominado por madre arrugada, Paul Lukas.

Él se da cuenta de que quizá ha vivido décadas de hastío y farsa cuando conoce a una amable viuda con cara de Mary Astor, la actriz que en su vida real iba de brazos a otros brazos y más brazos, y entre escándalo y escándalo, trataba de pasarlo bien y nunca dejó mala interpretación pero tampoco llegó a estrella. Y los dos juntos, sus dos personajes, descubren que pueden ilusionarse y para ello no hay edad ni barrera suficiente.

A Wyler que ya empieza a ser director con nombre y apellido le encasquetan un guión, que es una adaptación de una novela de Sinclair Lewis, que compró un guionista ávido de una buena historia y la convirtió en un éxito teatral y después fue el autor del guión de la película. Estoy hablando de Sydney Howard. Y al director también le encasquetan un reparto. Y él lo convierte en cine.

Wyler no ganó en taquilla, pero sí en prestigio. Demostró que sabía contar una historia con imágenes. Que sabía narrar cinematográficamente. Que rodaba cine 100 por 100. De hecho no es de sus películas más recordadas pero sí está repleta de aciertos. Y sentarse una tarde de otoño y verla puede abrirnos los ojos a película bien hecha.

Tan sólo quizá un pero después de la intensidad de la historia y de la maravillosa descripción de la desintegración en pedazos de un matrimonio desde una óptica moderna, el final se precipita no quedando bien resuelto, a mi parecer. 

Cuando me refiero a óptica moderna es que no tiene tufillo del pasado, para entendernos, sino que viéndola hoy en día sigue funcionando. Se notan los años 30, tan cercanos, tan abiertos y reales, tan capaces de diseccionar el matrimonio como institución que no perdura por los siglos de los siglos, tan capaces de plantearse esa línea cruel en la uno no es demasiado joven pero tampoco demasiado anciano, tan capaces de mostrar el contraste entre el modo de vida americano y el europeo y quedarse con lo bueno de ambos y también capaz de diseccionar y criticar a ambos lugares lejanos en el espacio con un mar por medio, tan capaz de presentar al paleto americano orgulloso de serlo y de criticarse a sí mismo pero a la vez capaz de emprender e ilusionarse, tan capaz de mostrar un mundo de apariencias y placeres que llenan un momento pero no justifican toda una vida… Dios cómo se me va la cabeza y los pensamientos, cerremos pues este largo párrafo con un punto final.

Cuando hablo de final mal resuelto quiero decir, a modo de ráfaga de metralleta: rápido el enamoramiento —aunque absolutamente entendible entre Huston y Astor que sueñan a cualquier edad en una casa maravillosa al lado del Mediterráneo…, ninguno de los personajes protagonistas tiene problemas económicos—, rápido la decisión de dejar plantada a la esposa en el barco, que como un vaivén regresa y se va, regresa y se va, y él sabe que así va a ser siempre. Rápido su apuesta por otra mujer de su vida, que le ofrece otro rumbo.

Pero ¡¡¡protesto!!! A pesar de presentarnos a la esposa como personaje frívolo, ingenuo, paleto y a veces egoísta pero con unas ganas enormes de experimentar y vivir y revivir, negándose a convertirse en la abuela respetable que la sociedad espera que sea… yo en el fondo de mi corazón la entiendo y comparto su forma de comportarse así que no comparto (y van tres veces que empleo el mismo verbo) el final que la deparan. Porque ese matrimonio ha sido una trampa para ambos, y a la vejez tienen miedo ambos (o mejor dicho a convertirse en muertos en vida), y por qué es él, hombre encantador todo hay que decirlo, el que consigue rehacerse y reconstruirse…, y a ella la dejan con la vida hecha un lío y una farsa… ¡¡¡No es justo!!! Ella también podría despertarse y dejar de perderse y darse cuenta de que en sus frívolos amigos no está la felicidad ansiada o la juventud rescatada sino en su ilusión y pasión por conocer cosas, que su valor está en querer salir de las cuatro paredes a las que la quieren destinar o encadenar, que es valiente por su rebelión a voz en grito o en cuello, que es lo mismo…

Y es que Desengaño muestra personajes tan humanos. Sentimientos tan entendibles. Situaciones tan cercanas…, y lo mejor de todo es que viajamos, y viajamos por América y Europa, y luego leyendo en viejos libros de historia del cine te enteras de que es básicamente una buena película de estudio y te crees que sus personajes se pasan la película viajando de un lado a otro tratando de encontrar un nuevo rumbo o brújula…

En vez de Desengaño esto es un Delirio. Pero es que Wyler consigue estos vómitos verborreicos que escupo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Europa, Europa (Europa, Europa, 1990) de Agnieszka Holland

Hoy toca hablar de esta película de la directora polaca Agnieszka Holland que lleva al cine la historia real de Solomon Perel. Y aquí no es tópica la frase: la realidad supera a la ficción. Holland narra las vicisitudes, contradicciones y experiencias de un adolescente judío que trata de ser un superviviente en el horror de una guerra. Solomon Perel, adolescente judio, no sufrió el horror del holocausto, el exterminio sistématico de todo aquel odiado irracionalmente por la idelogía nazi y su sistema  o todo aquel que no colmulgara con el ideario nazi. ¿Por qué? Una serie de casualidades en las que instintivamente ocultó sus orígenes permitió que sobreviviera al horror.

Primero, estas casualidades o el destino, le llevó a un Orfanato ruso en la parte ocupada por éstos en Polonia. Y, posteriormente, tras convertirse en mascota y héroe de guerra junto a un grupo de soldados nazis, ingresó en las juventudes hitlerianas y en una de sus escuelas. Al final de la guerra, Solomon Perel fue capturado por una unidad militar estadounidense y pudo reencontrarse con su hermano mayor que sí sobrevivió a un campo de concentración. Los demás miembros de su familia habían muerto. Su hermano al escuchar su historia, como sale reflejado en la película, le aconseja que no cuente sus experiencias porque nadie podrá creerle. Sin embargo, Perel escribió una autobiografía narrando su historia y la directora Agnieszka la plasma, de manera inteligente y sentida, en pantalla de cine.

Uno de los aciertos de esta película es mostrarnos otra perspectiva de la persecución nazi. Nos habla de un superviviente judio adolescente y con fina ironía la directora va dejando ver las incoherencias y el odio irracional que genera el sistema nazi entre sus soldados y jóvenes hacia los judios. Especialmente, ilustrativa es la escena que muestra como Perel, bajo identidad falsa, ingresa en un colegio de elite de las juventudes hitlerianas y en una clase, un maestro les explica “científicamente” las diferencias entre la raza judía y la aria, la más pura. Ante todos pone como ejemplo a Perel, le mide, le mira los ojos y demás partes del cuerpo y concluye que es un “ejemplar ario” del que estar orgulloso. O también su historia de amor adolescente con Leni, una joven absolutamente entregada a las juventudes y absorbida por la ideología del Führer, que al no consumar su amor con Perel (éste no quiere tener relaciones sexuales por miedo a que Leni descubra que está circuncidado y le denuncie), se acuesta con otro compañero para dar un hijo al nazismo.

Pero la directora deja también ver las incoherencias ideológicas y cómo también “comen” el cerebro a los más jóvenes y a los demás ciudadanos el totalitarismo ruso representado por Stanli. Así Perel también en su estancia en el Orfanato ruso en zona polaca absorbe las enseñanzas stalinistas. La sutil ironía se deja ver para ambos totalitarismos. El adolescente Perel sufre ambas contradicciones además de continuamente sentirse como un traidor a su propio pueblo por ocultar siempre su identidad para sobrevivir. Él mismo vive la ceguera del pueblo alemán, justifica su comportamiento porque se aferra a las palabras que le dice un alto mando nazi, que lo que piensan hacer con los judíos es expulsarlos del territorio y llevarlos lejos como, por ejemplo, a Siberia. Y a pesar de ser testigo de escenas de muerte y fusilamientos (por eso él actúa instintivamente para salvar su vida) no quiere ver o saber de la existencia de los campos de exterminio nazi.

La directora cuenta en el reparto con un actor protagonista, joven y hermoso, que hace absolutamente creíble las peripecias de Perel. El actor Marco Hofschneider monopoliza y se adueña de la película. Con su bello rostro, una sonrisa que atrapa y una cara desnuda que muestra en todo momento sus miedos, contradicciones, el Perel adolescente logra siempre a lo largo de sus vivencias personas que le protegen y hacen que no se vuelva loco (un soldado culto y con tendencias homosexuales y la madre de Leni sabrán su secreto y ninguno de los dos le denuncia. En el orfanato ruso, una instructora stalinista le toma bajo protección. En el ejército alemán, los soldados le toman como mascota y además les es útil por sus conocimientos perfectos de alemán y ruso. En el colegio nazi es acogido como héroe de guerra y pronto se convierte en líder de sus jóvenes compañeros…). En el papel de Leni está una joven y fresca Julie Delpy porque la película era una coproducción alemana-austriaca y polaca.

Europa, Europa tuvo un frío recibimiento en Alemana pero no ocurrió así en su periplo en el resto del mundo. Holland emplea una narración cinematográfica clásica y correcta con un buen guión así como un intérprete muy bien elegido. De esta manera, el espectador queda atrapado desde el principio por la historia de Solomon Perel y se deja arrastrar por la fina ironía de la directora que cuenta una dura historia. Buen cine para guardar en los ojos y en la mente. Buen cine para conocer la Historia y para reflexionar…, para poder quedar atrapados en una interesante tertulia tras su visionado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Ágora

Ni me parece una joya ni me parece producto aberrante. Ni su director me parece un dios del cine o un maduro niño prodigio que convierte todo lo que toca en oro ni creo que sea un mediocre con una inteligencia privilegiada en marketing y relaciones públicas. Yo me sitúo en medio de dos tendencias, que tampoco es fácil. Y, ayer, en la sala de cine, me entretuve, me divertí y me enganchó su Ágora, cine espectáculo. Por otra parte, me apetecía ver cómo se enfocaba el personaje de Hipatia, que me llama la atención como personaje histórico y del cual apenas sabía ni sé nada. Lo poco que conocía me convertía a esta filósofa en personaje interesante.

Ayer fui a ver Ágora y la disfruté como cine espectáculo (por eso sabía que no iba a encontrar una absoluta veracidad histórica), no me pareció la séptima maravilla pero tampoco el descalabro. Me parece una obra con aciertos y también con errores que no la convierten en grande. Y hoy me quedo sobre todo con los aciertos. Y hubo momentos en los que logré exaltarme o emocionarme.

Algo queda claro a Amenábar le gusta el cine y le gusta también la técnica cinematográfica. A Amenábar le gusta y disfruta del cine clásico americano. Allí están muchas de sus fuentes y de su aprendizaje como director. Amenábar conoce y emplea ciertos mecanismos para que la gente se quede en las butacas mirando su obra. Estos mecanismos, según qué película de su filmografía, los sabe emplear mejor o peor. Personalmente de toda la filmografía que he visto hasta ahora del director la obra que más me ha llegado es curiosamente la más clásica, cinematográficamente hablando: Los otros.

Y ese clasicismo (cuando empleo este término no me refiero a él en tono peyorativo sino al contrario para mí el cine clásico americano de los años 30, 40, 50…, es toda una fuente de conocimiento y en él derramo toda mi pasión como espectadora) también lo emplea en Ágora (pero no llega a la perfección de Los otros). Las demás películas de su filmografía desde Tesis, pasando por Abre los ojos y Mar adentro me llegaron mucho pero mucho menos.

Ágora muestra que Amenábar disfruta junto su equipo técnico y emplea precisamente la técnica cinematográfica para tratar de contar y hacer avanzar la historia. Por eso es evidente que Ágora cuenta con una factura técnica y visual de calidad. A mí no me sacaron de la historia ni me parecen momentos desafortunados las imágenes de la tierra, de los humanos como hormigas, del universo porque creo que tienen que ver con lo que se nos quiere contar y también con el pensamiento científico y filosófico de la protagonista. La factura visual y de ambientación (reconstrucciones, vestuarios, ambientes…) también me satisfizo.

Quizá el mayor reparo que se pueda hacer a la película —estructurada claramente en dos partes— es un guión complejo —por la diversidad de temas que toca y quizá todos los temas que quiere plasmar le hace a veces perderse y no encontrarse, transmitiendo esta sensación a los espectadores— que no salió redondo plagado de buenas ideas y soluciones pero también de ciertas debilidades que no hacen de la obra cinematográfica una pieza genial. Una de esas debilidades (ya vuelve la pesada de Hildy con el tema de la construcción de los personajes secundarios y los actores que dan vida a esos personajes) sea la de alguno de sus personajes secundarios que mejor construidos hubieran dado más fuerza y emoción a la película. De estos personajes secundarios me quedo sin duda con el del esclavo Davos (interpretado por Max Minguela) y me hubiera encantado un mayor desarrollo, porque tenía fuerza pero se va desinflando a lo largo del metraje, del personaje de Ammonius (interpretado por Ashraf Barhom). Me dio pena porque podrían haber sido buenos personajes secundarios —y había semillas suficientes para hacerlos interesantes— el desarrollo de Orestes (futuro prefecto romano y que cuenta con escenas que bordan el ridículo y con otras que no están mal del todo) y el del otro alumno de Hipatia, cristiano, que se convierte posteriormente en figura clave del cristianismo en auge.

La película cuenta con momentos de intimidad y acción que a mi gusto no la hacen perder el ritmo ni la convierten en película sin emoción o distante. Me parece que no sale mal parado de esa mezcla. Los momentos de intimidad, obviamente, son los protagonizados sobre todo por Hipatia (Rachel Weisz vuelve a demostrar que tiene ángel, que el objetivo la quiere) y la acción anda de la mano de los fanatismos religiosos que también hacen avanzar la historia.

Respecto el contenido hay tres puntos que valoro y que me agradaron. Por una parte, ese mapa que construye de las religiones y las luchas por el poder y supremacía de las creencias en un periodo convulso que iba a suponer el fin del Imperio Romano como tal y el auge del cristianismo como religión dominante en Occidente. Así en esta película se presenta otra cara de representar el cristianismo en este tipo de cine espectáculo que casi siempre se quedaba en el reflejo del cristianismo como creencia prohibida y a sus seguidores como víctimas. El Ágora de Amenábar se sitúa en un periodo posterior donde la escisión del Imperio Romano (y por tanto de su poder como imperio) anuncia su caída definitiva y donde narra cómo el cristianismo va adquiriendo un protagonismo que lo convertirá en una de las religiones más influyentes que además cambia filosofías de vida y de conocimiento para su imposición. De esta manera, los cristianos de Ágora, que ya no son una secta prohibida, se van imponiendo a la fuerza, con intransigencia, y no se plantean la convivencia con otras creencias (como el paganismo o el judaísmo). Sólo a través de la violencia, la imposición y el dictado de máximas así como una manipulación en la interpretación de las escrituras les va permitiendo conquistar áreas de poder y aplastar otras creencias o conocimientos que impiden su subida. En la película además trata de reflejar (aunque apenas hay tiempo para ello) las contradicciones y los aspectos positivos-negativos de estas tres creencias religiosas que no se permiten llegar a una convivencia por una lucha de poderes y conquistas políticas y religiosas.

El otro punto lo concedo a la recreación y plasmación de Hipatia, como personaje de ficción, que conduce esta historia de intransigencias. Obviamente, Amenábar, en esta película espectáculo, no es fiel en aspectos históricos a la filósofa Hipatia pero sí, creo, a su esencia. Se permite numerosas licencias cinematográficas que benefician lo que quiere plasmar y contar el cineasta (parece ser que Hipatia murió de una manera hiperviolenta pero además a la edad de 60 años, o sea ya mayor. No existen, como apuntan en créditos finales, obra de Hipatia sobre sus estudios filosóficos y científicos-astronómicos, sí referencias. El esclavo Davos es pura ficción). Hipatia se convierte en heroína de cine espectáculo, en mito de tolerancia y representación de choque brutal entre inteligencia, conocimiento y ciencia contra la imposición de una creencia, la ignorancia y la destrucción del conocimiento. Por eso, su reflejo trágico y su retrato de mujer es casi como el de una mujer ideal y por ello distante e inalcanzable (sabia, inteligente, independiente, pura, distante, admirada, intocable, crítica, justa, fiel a sus creencias y amigos…). Una mujer símbolo. Posteriormente, su influencia fue tal que su nombre no se ha perdido en los siglos de historia…, incluso, el cristianismo se benefició de su historia, imagen, muerte y cualidades. Hay estudios que destacan que Santa Catalina de Alejandría (representada en cuadros con mucha historia como el de Caravaggio) recoge o esconde en su historia y comportamiento a la pagana Hipatia de Alejandría. Y que en realidad Santa Catalina es más mito que personaje histórico real.

También, se apunta en la película cómo la mujer perdió su sitio con la imposición del cristianismo y la interpretación de las lecturas que hicieron los que iban subiendo escalafones hacia el poder. Con la imposición del cristianismo vino el segundo plano de la mujer, que perdía privilegios, con los que contaba en el mundo griego o romano. La mujer entra definitivamente en la esfera privada y en su papel de sumisión y sufrimiento frente al hombre. A la mujer le queda sólo la opción de madre y esposa que perpetúa a la especie y sin hueco en el espacio público y en los círculos de poder y conocimiento. Toda mujer que se salga de este espacio diseñado, es diferente, y por ello castigada.

El tercer punto que destaco, sólo veladamente reflejado, es como el cristianismo, cuestionó algo implantado en la sociedad romana y en su forma de funcionamiento: la existencia de la esclavitud. De los esclavos. Aunque después impuso otro tipo de esclavitudes…, pero se refleja en la película un sistema con valores como la democracia para unos pocos, y sin embargo, cómo todo el sistema se sustentaba porque una cantidad de personas eran esclavos sometidos sin posibilidad alguna de levantar cabeza. Así Hipatia no se cuestiona la esclavitud y ve natural contar con esclavos en su vida diaria. Dentro de este contexto se entiende la transformación y desarrollo del esclavo Davos que admira a su ama, por sus conocimientos, y a la que también ama como mujer, pero sabe que es objetivo inalcanzable así como también ve imposible poder desarrollar en plenitud e igualdad sus ganas de conocimiento. En un principio ve en el cristianismo una salida a su esclavitud, a sentirse sin cadenas, aunque pronto ve que se encuentra atado de pies y manos por otro tipo de cadenas más sutiles que tampoco permiten su desarrollo como persona.

Así Ágora consigue convertirse en película de género histórico-romano, en espectáculo (como aquellas superproducciones a lo Ben Hur o Espartaco —el homenaje la verdad salta un poco los colores, de la sutilidad de Olivier hablando de ostras y caracoles a su esclavo con cara de bello Curtis a lo llano del contenido de frase al vuelo, totalmente prescindible, del papá de Hipatia hablando sobre plátanos e higos—). Y que quieren que les diga, yo pasé dos horas de entretenimiento y disfrutando en la butaca de cine. Sus aciertos me ganaron frente a los defectos.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Boys don’t cry (Boys don’t cry, 1999) de Kimberly Peirce

Me quedé con ganas cuando se estrenó en el cine y pasaban los años y seguía con ganas de verla…, hasta que hace poco la encontré en una tienda tirada de precio y me dije que ya había terminado la espera.

No estaba muy convencida de que me fuera a gustar. Los motivos eran varios sobre todo se me hacía sospechoso que sólo se hablase de la buena interpretación de la protagonista Hilary Swank y punto pelota. Otro asunto era esa coletilla de basada en hechos reales que siempre guarda cierto tufillo de película de sobremesa.

Sin embargo, la película aunque no pasará a los anales de la historia cinematográfica, sí me interesó y me convenció la manera y el punto de vista empleado para presentar la trágica historia de Teena Brandon o Brandon Teena. Me interesó totalmente el contenido. Es de esas películas en exceso duras y brutales pero creo que es totalmente intencionado y necesario para el enfoque que quiere aportar la directora. Así lo brutal se mezcla con escenas donde sí se habla de ternura y tolerancia. No sólo destaco la interpretación, efectivamente buena de Hilary Swank sino también el de su compañera de reparto Chlöe Sevigny, ambas logran hacer creíbles sus recreaciones y su relación en pantalla cinematográfica.

La historia de Teena Brandon es brutal. Una historia de América profunda que responde hacia ciertos temas con una violencia inusitada e irracional. Al diferente se le rechaza pero además de una manera brutal…, por miedo, por ignorancia, por desconocimiento, por rechazo en un mundo que excluye, por apatía e indiferencia…

La película cuenta la exclusión y crisis de identidad sexual de una joven al margen de la sociedad en una localidad americana, Lincoln, en Nebraska. Ella se siente hombre. Aunque no se ha operado decide transformarse con su forma de vestir y comportarse como un hombre. Esto provoca distintos problemas en su entorno, se siente atrapada y no sabe cómo afrontar sus cada vez más numerosos problemas (no tiene ni apoyo familiar ni institucional ni médico…). Por circunstancias de la vida se va a una localidad cercana donde desde un principio se identifica como hombre y entra en una pandilla que le acepta como tal. Allí encuentra un sitio donde se hace popular, se comporta como un chico y además conoce a un gran amor, Lena, una chica que está hastiada y aburrida de la vida y su entorno conflictivo pero que conecta con Brandon y se enamoran. Ella encuentra en Brandon motivos para ilusionarse por la vida, encuentra una salida, una puerta a nuevos proyectos…

Dentro de la nueva pandilla de Brandon, una pandilla que también que vive al borde de la exclusión social y del hastío, se encuentran dos chicos con un fuerte pasado delictivo y además con desequilibrios emocionales importantes.

La tragedia se va precipitando cuando cada uno de los miembros de la nueva pandilla (la madre de Lena incluida) va descubriendo la verdadera identidad de Brandon, el nuevo amigo. Este descubrimiento genera gran ternura y cariño en dos de los personajes femeninos (la propia Lena que trata a Brandon como hombre y le sigue amando como tal y otra chica del grupo que aunque se sorprende del descubrimiento no deja de acoger en su hogar a Brandon) pero, en parte de los demás personajes genera un odio y rechazo visceral, sobre todo en los dos ex convictos.

Con una crudeza total y absoluta, y un reflejo duro en la pantalla, la directora muestra el ataque que recibe Brandon de estos dos chicos que a través de una brutal violencia de género, la recuerdan lo que es físicamente, una mujer. Brandon sufre una paliza y una doble violación brutal. A partir de ahí la tragedia se desencadena en historia sin sentimentalismos…

Brandon, aunque recibe ternura de ciertos personajes (aparte de las chicas del grupo de la primera mujer que la atiende en un hospital tras la brutal agresión), no es tratada por las autoridades policiales como es debido. Que no juzgan su brutal agresión sino el comportamiento y manera de actuar de Brandon, no lo entienden, y con lo cual no son rápidos en actuar contra los agresores…, que tienen tiempo para precipitar aún más el final trágico a través de una violencia brutal e irracional.

Boys don’t cry denuncia de manera brutal ese rechazo que genera el que es o siente diferente. Esa violencia injustificada. Es una historia cruda y desnuda, de ambiente sórdido desde las primeras imáganes (que no hace fácil la visión de la película). Muestra la soledad del diferente en un mundo que le rechaza continuamente de manera irracional.

La dureza de la película es contrarrestado con la ternura que rezuma la relación entre Brandon y Lena (una chica no rechaza ni juzga a nadie). Con Lena me pasó algo curioso, es un personaje que crece y se transforma a lo largo de la película…, al principio no me cayó bien con ese aire de chica desencantada y aburrida de la vida…, pero ante mis ojos se fue transformando en el personaje más tolerante, delicado y humano de toda la película.

Casi al mismo tiempo que la película, dos directoras estrenaron un documental sobre el caso de Teena Brandon, al que no he podido acceder, relatando el brutal suceso y estudiando sus causas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Pequeña advertencia

Queridos lectores, hay un asunto que me ocurre últimamente y que como soy una ignorante informática soy incapaz de encontrar la solución. Hay a veces que al subir el post, los comentarios quedan inactivos (Comments off), y no sé cómo activarlos. Mil disculpas porque no sé encontrar la manera de que se puedan escribir comentarios como en todos los demás posts.

Besos a todos.

Y va de mujeres que se transforman en hombres…

Y va de mujeres que por argumento cinematográfico se convierten en hombres.

O de mujeres que directamente hacen papel de hombre, el personaje en sí es masculino pero lo interpreta una dama.

Barbra Streisand es hija de rabino que quiere estudiar en escuela reservada para hombres. Ni corta ni perezosa se corta el pelo, se pone unas gafas, se viste de hombre y se convierte en estudiante…, ¡ay, lástima de compañeros de estudio hermosos y enamorables, lo que la hacen sufrir! Ella es Yentl. (Yentl, 1983, Barbra Streisand.

Linda Hunt es un fotógrafo que sufre y vive tiempos turbulentos en Indonesia. Linda es él, pequeño, inteligente, enigmático, sarcástico, sensible, realista… (El año que vivimos peligrosamente, 1982 , Peter Weir).

Julie Andrews es una chica artista que pasa hambre. Por casualidades de la vida se convierte en un reputado hombre que actúa como mujer y triunfa como travestí parisino…, entonces se presenta al amor de su vida como hombre porque éste se enamora cuando actúa como mujer pero descubre que es un hombre y aún así se enamora perdidamente de él…, digo ella. Y él que es mujeriego…, y no se explica lo que pasa, cae rendido a los pies de Víctor. (Víctor o Victoria, 1982, Blake Edwards).

Nadie entendió muy bien la razón pero el fray Emilio Bocanegra escondía el rostro de Blanca Portillo. Y no hizo tan mal de malvado y siniestro embajador de la Inquisición. (Alatriste, 2006, Agustín Díaz Yanez).

Katharine Hepburn se tiró la mayoría del metraje de La gran aventura Silvia como atractivo muchacho que se busca la vida junto a su padre y un pícaro con cara de Cary Grant a base de pequeños timos y estafas. (La gran aventura de Silvia, 1935, George Cukor).   

Hilary Swank desea ser un chico. Se corta el pelo. Se viste como uno y además se pone su apellido como nombre Brandon…, dispuesto a todo por ser aceptado. El drama esta servido. (Boys Don’t Cry, 1999, Kimberly Peirce).

En ciertos momentos, de ciertas películas, ellas salen vestidas de ellos.

A hombres y mujeres enamora Marlene Dietrich, con voz sensual y un frac, en un cabaré lejano. (Marruecos, 1930, Josef von Stenberg).

En un juego erótico a Kim Basinger la proponen vestirse de hombre con bigote incluido. (Nueve semanas y media, 1986, Adrian Lyne).

Catherine con cara de Jeanne Moreau se pone jersey, pantalones, gorra y bigote, es la mujer deseo en Jules et Jim. (Jules et Jim, 1962, François Truffaut).

En una historia de cine mudo, de personas sin hogar, la musa de la modernidad, Louise Brooks se pasaba media película vestida de hombre para ocultar su identidad de mujer. (Beggars of life, 1928, William A. Wellman).

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Fred MacMurray

Si escribo este nombre, muchos lectores mirarán incrédulos preguntándose quién es este tipo. Es otro de esos actores de carreras largas que han caído en olvido. Si entonces hablo de que su rostro es el del jefe que destroza el corazón de la ascensorista Frank Kubelik en El Apartamento (1960) de Billy Wilder, entonces más de uno sonreirá y le pondrá seguramente cara.

Si indagando un poco más, recuerdo que MacMurray es el protagonista absoluto de otra película grande de Wilder que crea una buenísima historia de cine negro con vendedor de seguros que cae en las garras de una de las femme fatales más carismáticas…, una historia que se estrena en 1944 y aún hoy cautiva, Perdición, entonces seguro que el lector sonríe aún más y va construyendo la carrera de MacMurray. ¿Cuándo empezó a trabajar, qué películas hay antes y después de Perdición o El Apartamento?

Así vamos descubriendo a un actor versátil que igual lucía en un papel secundario que en un principal. De rostro serio, rasgos duros, aspecto fuerte…, pero un fondo humano y sensible que le permitió ejecutar todo un abanico de personajes (desde galán romántico, a comediante, a hombre de cine negro o personaje de dramas, a protagonista de musicales o de piezas populares de cine familiar…).

Fred MacMurray pisó fuerte en los años 30 y 40 y fue la pareja cinematográfica en varias películas de tres divas de armas tomar: Carole Lombard, Claudette Colbert y Barbara Stanwyck.

Si Wilder fue el que le cedió los personajes por los cuales es más recordado e identificado en las memorias cinéfilas, el realizador Mitchell Leisen fue el que le hizo una estrella en una serie de comedias inolvidables. Y ahí empieza a surgir toda una carrera cinematográfica brillante en los años 30 y 40 con las compañeras de reparto más míticas.

Con Leisen se transforma en todo un vividor en la época de la Depresión junto a la rubia y divertida Lombard en Candidata a millonaria (1935). O, de nuevo, junto a la magnífica Stanwyck demuestran que son una pareja cinematográfica con química en la olvidada Recuerdo de una noche (1940) donde MacMurray es el fiscal que vive una Navidad diferente junto a una ladrona a la que está juzgando. Leisen vuelve a confiar en el actor para darle el papel principal en Ella y su secretario (1942) donde se pone a trabajar para una ejecutiva de publicidad con la cara de la gran y también olvidada Rosalind Russell. Nos reimos de nuevo con el choque de géneros en otra divertida película del director donde nos cuenta las vicisitudes de una profesional y elegante fotógrafa que durante un reportaje entra en contacto con un rudo obrero, que no puede ser otro que MacMurray, y entre ambos surgirá una divertida relación de amor-odio en No hay tiempo para amar (1943).  Leisen le une con Marlene Dietrich para una película en la que mezcla géneros con clase de la comedia salta a película romántica y se transforma en puro melodrama, MacMurray es un doctor al que en un principio la Dietrich lo atrapa por conveniencia porque le siente buen padre para su hijo adoptivo y después se enamoran…, se trata de Capricho de mujer (1942).

Su carrera continúa con versátiles papeles. Douglas Sirk aprovecha de nuevo la química del actor con Barbara Stanwyck y los convierte en protagonistas de uno de sus maravillosos melodramas en 1956. Así ambos vuelven a enamorarse y a darse otra oportunidad con altas dosis de sufrimiento en Siempre hay un mañana.

En los años 60 se convirtió en un habitual protagonista de películas familiares con la firma Disney: Un sabio en las nubes (y secuela) o Veinte docenas de hijos.

Y como habrán comprobado esto es sólo una parte de su extensa carrera…, ¿merece la pena redescubrirle? Seguro que la respuesta es afirmativa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

Si la cosa funciona

Que quieren que les diga, yo espero siempre con ilusión cada año el estreno de la película de Woody Allen. Unas me gustan más y otras menos pero no suele decepcionarme. Si la cosa funciona me hizo salir del cine con muy buen rollo. Con mucha ternura hacia cada uno de los personajes, todos con infinitos defectos pero todos con cualidades para ser amados. Porque al final así entiendo la filosofía de fondo de esta película: al final si algo tiene sentido en esta vida es que de alguna manera aprovechemos el momento y dejemos que nos amen. Y a pesar de los pesares también, al final, cada uno de nosotros necesitamos amar al otro.

Así Woody Allen abandona su periplo europeo y regresa a Nueva York y con la facilidad que le caracteriza (¡¡¡y sólo necesita hora y media!!!) crea personajes principales y secundarios que nos hacen reír y reflexionar sobre diversos temas. Y no sólo eso sino que en como muchas de sus películas Allen confiesa su desmesurado y gran amor al mundo del cine.

Así en Si la cosa funciona, desde el primer momento, hace partícipe al espectador. Los personajes de ficción, sobre todo el protagonista (Larry David, conocido cómico estadounidense, popular por sus trabajos televisivos. Ha trabajado como secundario en varias películas de Allen) de la película, Boris, es en todo momento consciente de que hay un público que está siendo testigo de su historia…, y nos lo cuenta mirando a cámara, refiriéndose a cada uno de nosotros y haciéndonos cómplices (ya realizó una proeza similar en esa película que expresaba todo su amor al cine, La rosa púrpura del Cairo, precioso experimento de cine dentro del cine).

Por otra parte, ese físico con aires de genio, sarcástico e hipocondríaco y con una visión absolutamente nihilista de la vida, parece que tiene una pasión que es el cine. Así ante uno de sus ataques de pánico nocturno logra calmarse cuando al poner la televisión se queda ante una vieja película de Fred Astaire. Realiza sus propios y desternillantes análisis de dos clásicos del cine norteamericano: Lo que el viento se llevó y ¡Qué bello es vivir! Por supuesto, alguno de los protagonistas sale de una sala de cine donde en esta ocasión se celebra un festival del cine japonés…

Si la cosa funciona es 100 por cien Allen. Película coral llena de personajes entrañables (curiosamente no emplea a casi ninguno de sus actores habituales —tan sólo repite con David que siempre había aparecido en roles muy secundarios y también con Patricia Clarkson que estaba presente en Vicky Cristina Barcelona—) que narra sus relaciones personales, sus pensamientos y miedos. El planteamiento puede recordar a Broadway Danny Rose, el protagonista nos empieza a contar su historia alrededor de una mesa, entre amigos. Por supuesto, Nueva York es un personaje más, también desarrolla una bonita historia de amor entre un hombre mayor y una chica muy joven tal y como pasaba en la preciosa Manhattan o en Maridos y mujeres. El personaje de Boris es absolutamente reconocible dentro de la filmografía del director con todas sus teorías nihilistas sobre el caos, sobre la decadencia de los humanos, sobre las dudas que generan las religiones, con su hipocondría, y su afán suicida ante un mundo que no le gusta…, Boris es un hombre complejo, a primera vista, a todos nos caería bastante mal porque además se añade la prepotencia y su desprecio por los otros (geniales las escenas en las que enseña ajedrez a niños a los que insulta sin piedad alguna), sin embargo, la composición de David y el guión de Allen hace que el espectador le mire con ternura y le coja mucho cariño.

Sabemos la facilidad que Allen tiene para dar buenos papeles femeninos, como crea musas, aquí Evan Rachel Wood interpreta un papel entrañable de joven sureña que huye del hogar y se entrega, sin prejuicios, al hombre que admira por su inteligencia. Ella en todo momento descubre el lado amable de Boris. Porque ella posee más inteligencia emocional que el complejo Boris y nunca se siente insultada por el cascarrabias porque sólo sabe mirar el lado tierno y humano del personaje construido por David. Y Wood está realmente divertida, humana y tierna… acostumbrados como estamos a verla en papeles dramáticos de películas independientes (Thirteen, En el valle, El luchador…)  seduce como cómica.

Algo cada vez más desarrollado en las películas de Allen (y de maneras muy diferentes) es la importancia que da el realizador al tema de la suerte en nuestras vidas. Como muchos hechos cruciales en la vida dependen de la suerte y no de las acciones de los propios personajes (¿recuerdan Match Point?).

Sin embargo, también Allen consigue en Si la cosa funciona mostrar las diferencias entre dos culturas muy diferentes en EEUU, el Norte y el Sur, así en frase cómica aparece Faulkner. Los sureños se desmelenan cuando conocen el Norte y cambian sus comportamientos, de esta manera, vivimos transformaciones divertidísimas sobre todo en los padres de la protagonista.

Y, Allen habla de lo importante que es amar. Porque diga lo que diga, Allen es un romántico. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores, hombres y hombres, dos o tres…, pero amar. Así la película está plagada de ternura y enamoramientos…, llena de momentos divertidos y entrañables. Llena de reuniones, celebraciones, exposiciones y besos.

Sí, de Si la cosa funciona sales con un buen rollo…, e incluso piensas que si alguien te quiere, la vida merece la pena.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.