Momento inolvidable de Único testigo (1985) de Peter Weir

John Book (Harrison Ford, hermoso), un policía oculto en una comunidad amish por un caso de asesinato, trata de arreglar un coche en un granero con la tenue luz de una lámpara de gas mientras Rachel (Kelly McGillis) una bella amish —su pequeño hijo ha sido el testigo del asesinato— le acompaña.

De pronto, pone en marcha la radio del coche y empieza a sonar What a wonderful world this would be… Y entonces ocurre la magia.

La atracción.

La sensualidad.

El erotismo.

La camisa azul abierta de Book.

La sonrisa de Rachel.

Y Book empieza a cantar, a susurrar la canción…

La saca a bailar. A una Rachel que ríe la broma. Que se divierte.

Una Rachel que sabe mirar a un Book hermoso, pletórico.

Y las miradas de él…

Broma y seducción.

No hay beso.

No hay desnudo.

Pero esas miradas…

Pero esas risas…

Pero esos pasos de baile…

Rachel y Book se atraen.

Todo queda envuelto en una emoción palpitante, erótica.

Y de fondo la voz de Sam Cooke.

Eso es un momento mágico e inolvidable…

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