Los actores detrás de la cámara (VI)

Laurence Olivier

 

Nos centramos en la historia de uno de los grandes actores clásicos. Un actor de teatro que triunfó en el cine. Un actor que amaba a Shakespeare y decidió ponerse tras las cámaras para dar su particular visión. 

Laurence cautivó en los años 40 con sus papeles cinematográficos donde se convertía en hombres románticos y atormentados como en Cumbres borrascosas, Rebeca o Lady Hamilton. Y partir de los años 60 se convirtió en un malvado sofisticado en películas como Espartaco, La Huella o Maratón Man. Aunque era un hombre de tablas y escenarios, en la pantalla grande también consiguió su hueco. 

Los tres clásicos shakespearianos que dirigió este gran actor británico fueron: Enrique V (1946), Hamlet (1948) y Ricardo III (1956). Por supuesto, en las tres propuestas, él también interpretó al personaje protagonista. Una buena trilogía, tres buenas adaptaciones de teatro al cine. 

Primero, fue Enrique V y en su debú como director nos sumerge no sólo en la obra de William Shakespeare sino en el mundo del teatro. Asistimos a una representación de la obra en el mítico teatro The Globus. La ambientación nos mete en un escenario de época, con un público lejano que se deja atrapar por la historia de este complejo rey (Enrique V no sólo inspira a Orson Welles –que se mete de lleno con uno de los personajes más interesantes Falsaff– sino también de una película fascinante de Gus Van Sant, Mi Idaho Privado). El público del teatro y nosotros, espectadores de la película, nos metemos tanto en la historia que de pronto desaparece el escenario para adentrarnos en grandes batallas o en solitarios monólogos…, a todo color. 

El prestigio lo alcanzó con su adaptación en blanco y negro de Hamlet. Olivier es totalmente fiel al original –bueno todo lo que se puede ser cuando una obra de cuatro horas hay que convertirla en una película de dos y su interpretación es buena y seria. Enternece el papel de una Ofelia con el joven rostro de Jean Simons. Triunfó en la ceremonia de los Oscar con los galardones de mejor película, actor, decoración y vestuario. Clasicismo puro y duro. Laurence fue un creíble príncipe de Dinamarca. Como soy un poco cotilla os cuento que esta película entristeció a una enamorada e insegura actriz shakesperiana Vivian Leigh –como olvidarla en Lo que el viento se llevó o en Un tranvía llamado deseo– que esperaba que su esposo luchara para que le dieran el papel de Ofelia. No fue así. Olivier también pensó que era mejor que Ofelia la interpretara una actriz más joven. Más dolor para una relación apasionada pero muy compleja de los dos rostros más bellos británicos de la década de los 30 y 40. 

Su última incursión en Shakespeare a través del cine fue con su interpretación del oscuro personaje de Ricardo III. La película relata la guerra civil inglesa, la guerra de las rosas, entre las casas de Lancaster y York. De nuevo, la interpretación de Laurence Olivier se lleva la palma con un Ricardo III que es la encarnación del mal y el poder. Y de nuevo la adaptación es siguiendo fielmente al original. Un personaje que le fascinaba y que décadas más tarde se ha convertido en la obsesión de Al Pacino (un actor que nos encontraremos de vez en cuando por este blog porque yo, Hildy, confieso que me fascina) 

Después, Laurence se metió a director de comedia y adapta una ligera obra teatral de Terence Rattingan con la rubia más explosiva de EEUU, Marilyn Monroe. Perdió los papeles con la actriz y no entendía su forma desordenada de trabajo. No se dio cuenta de que era la cámara quien estaba enamorada de Marilyn. No fue una buena relación y él no supo trabajar con la sex symbol (y muchos saben que era complicado). Sin embargo, la película que surgió es linda, El príncipe y la corista (1957). Distintas casas reales se reúnen en Londres para coronar al rey Jorge V. El regente de Carpatia se queda prendado de una corista llamada Elsie durante una representación teatral. Y la hace llamar para que vaya a sus aposentos. Algunas escenas hacen que esboces una sonrisa –por lo menos la mía– y no deja de ser una oportunidad de ver juntos a dos talentos tan diferentes. Quizá con un guión mejor o con una historia de más pretensiones, hubieran salido chispas de una pareja tan dispar. Como siempre Laurence cuidó la ambientación, la puesta en escena y la interpretación. 

Por último, dirigió una obra de Antón Chejov, Tres hermanas, en el año 1970 pero no tengo apenas referencia de esta película. Nunca la he visto. 

Diccionario cinematográfico (6)

Muerte: el cine hace tiempo que terminó con ella. La vida siempre está detrás de la pantalla. Las imágenes se pueden pasar una y otra vez son inmortales. A cualquiera de nosotros que nos graben en 7 mm o ahora en vídeos digitales, se nos concede el don de la inmortalidad. Ése es el poder del cine. Puedes ver una y otra vez a Sonny Corleone con vida y como le acribillan a balazos pero sólo con rebobinar un poco le tienes de nuevo lleno de fuerza. Charlot siempre caminará y pegará su patada inmortal en la soledad del fotograma y Dorothy pasará siempre de una vida en blanco y negro a un camino de baldosas amarillas… A veces, los personajes de cine pueden rebelarse como ya ocurrió en La rosa púrpura del Cairo, un hito histórico. A veces, pienso que Terry Malone, Antoine Doinel, Rick, Ilsa o Jim Stark y Judy tienen que sentirse un poco como atrapados en el tiempo, como en el famoso día de la marmota…, pero no es cierto. Porque todos los vemos con ojos distintos, todos les damos vidas diferentes, todos les entendemos de manera distinta…, les seguimos dando vida. Nunca mueren.

María aprende a odiar

Con West side story (1961), Robert Wise y Jerome Robbins crearon uno de los musicales que más me cautivó cuando era menos anciana que ahora. Loca en aquellos tiempos y ahora del dramaturgo William Shakespeare, persigo todo lo que tenga que ver con él y por supuesto cómo ha inspirado y sigue inspirando buenas historias en el cine. Una de ellas es este musical, que es una puerta abierta de este género a la modernidad. Leonard Bernstein compone una banda sonora magistral e inolvidable y Stephen Sondheim es el creador de unas letras intensas –más suaves en la versión cinematográfica que en la representación de Broadway–. Por otra parte, funcionan las coreografías e impresionantes números musicales de Robbins y la trama inspirada en Romeo y Julieta que dirigió Wise.  Los Capuletos y los Montescos se convierten en los Sharks de Puerto Rico y los Jets de Nueva York. Todo ocurre en los barrios marginales de la ciudad en los años 50 y la película es un estudio intenso y emocionante sobre temas como la violencia, los códigos entre bandas callejeras y la inmigración. Romeo y Julieta son Tony y María, los desgraciados amantes. Las letras de Cool, América, María, Somewhere…, vienen habitualmente a mi memoria. En las interpretaciones siempre me cautivan los personajes de Riff (Russ Tamblyn) y de Bernardo (George Chakiris), los jefes de las bandas. La fuerza de Anita (Rita Moreno), la novia de Bernardo, y la encantadora y dulce María (Natalie Wood). El que siempre me dejó más fría fue el pobre Romeo (Richard Beymer) que hace muy poco creíble su papel de joven marginal reformado. Le falta algo de carácter canalla para adentrarnos en su pasado. Por último, resaltar el increíble prólogo musical, sólo banda sonora, y después el paso a la panorámica de la ciudad de Nueva York desde arriba hasta llegar al barrio donde transcurrirá la historia. Así como sus originales créditos finales donde los graffitis son los protagonistas. 

La secuencia: como siempre son muchas las secuencias que destacaría pero aquí señaló y me quedo con la última –cuidado los que nunca la hayan visto (aunque creo que casi todos conocéis el argumento de Romeo y Julieta), no quiero estropearos el final. No sigáis leyendo–.Tony ha muerto en los brazos de María. Antes de llegar la policía, María recrimina, destrozada por el dolor, a los miembros de las dos bandas y suelta una frase clave, que todavía hace pensar: “Ahora yo también puedo matar porque he aprendido a odiar”. Fuerte.La policía llega al lugar del suceso y trata de acercarse al cuerpo de Tony pero María se abalanza no quiere que lo toquen. No quiere que Tony sea un mero suceso. Mira, sin rencor y con muchas ganas de comprensión, a sus amigos puertorriqueños y a los amigos de Tony. Quiere una despedida digna para el muchacho al que una vez amó y que trató de huir de los márgenes del barrio. Tony quiso otra vida, lejos de la violencia, pero no pudo alcanzar otro lugar. Todos se miran avergonzados y les cuesta reaccionar. Hasta que van a acercándose para elevar el cuerpo de Tony…, entre todos, entre los Sharks y los Jets, el juego ha terminado. Poco a poco, todos se van alejando del lugar del suceso, despacio, con calma. Nadie ha podido evitar una tragedia ya anunciada. 

La vida es teatro (tres adaptaciones de obras dramáticas americanas)

El cine y el teatro son un matrimonio bien avenido. Sus relaciones son interminables. El cine se ha alimentado del teatro y el viejo arte también ha recibido su influencia del séptimo arte. 

En la búsqueda de argumentos, muchos directores y guionistas se han inspirado en grandes y pequeños textos teatrales. Y a veces esta inspiración-fusión ha merecido la pena. 

El teatro americano contemporáneo ha dejado grandes escritores y piezas teatrales. Hoy quiero centrarme en tres dramaturgos, tres obras de teatro y tres adaptaciones cinematográficas muy interesantes. Actualmente, estas tres películas se pueden encontrar en dvd. Se trata de Larga jornada hacia la noche de Eugene O’Neill, Dulce pájaro de juventud de Tennessee Williams y ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Edward Albee. 

Sus adaptaciones cinematográficas fueron realizadas por Sydney Lumet, Richard Brooks y Mike Nichols. Las tres fueron rodadas en la década de los sesenta, las dos primeras en 1962 y la tercera 1966. Sus fuertes temáticas y su traslado a la pantalla estaban avisando de que se asomaban nuevas temáticas y nuevos aires al cine americano y que la censura tenía los días contados. Aunque a las tres les afectó, todavía, la censura. 

Los protagonistas contaban con el rostro de grandes actores de épocas pasadas en papeles distintos a los habituales –grandiosos– y a una nueva generación de actores que se abrían paso en el firmamento hollywoodiense. Katherine Hepburn, Jason Robards, Paul Newman, Geraldine Page, Elizabeth Taylor, Richard Burton, George Segal y Sandy Dennis son sólo alguno de los intérpretes que elevan la calidad de estas películas. 

Larga jornada hacia la noche (1962) de Sydney Lumet: este director, de la generación de la televisión, ha plasmado argumentos impresionantes como Doce hombres sin piedad o Tarde de perros…, adaptó Larga jornada hacia la noche, la obra teatral más autobiográfica de O’Neill y no falló.De fondo, la hipnótica música de André Previn y en un blanco y negro fascinante vivimos una intensa jornada junto a la familia Tyrone. Poco a poco, según va llegando la noche vamos descubriendo la brutalidad, el amor, las frustraciones, los odios ocultos, las confesiones, las frustraciones, los ideales y los sueños rotos de cada uno de los miembros de la familia Tyrone. Una película con una humanidad que desarma y unas interpretaciones que ponen los pelos de punta. Cada personaje tiene su momento de gloria pero es difícil olvidar el rostro de Katherine Hepburn, una mujer que se marchita y que depende en exceso de la morfina, y que relata en varias escenas claves la historia de su vida. 

Dulce pájaro de juventud (1962) de Richard Brooks: a Brooks, las obras de Williams no le eran ajenas. Ya había conseguido una magnífica adaptación de La gata en el tejado de Zinc en 1958. Su protagonista fue también Paul Newman. En esta versión vuelve a retomar al héroe atormentado bajo el bello rostro de este actor norteamericano. Vuelve de nuevo a plasmar el mundo de pasiones y los ambientes turbios de T. Williams bajo un tamiz más suave debido a la censura.Las obras originales terminan siempre dramáticamente. Los personajes de Williams no consiguen un asomo de esperanza y son despedazados por un ambiente que les aplasta y oprime. Brooks logra plasmar el drama pero siempre deja un final abierto a la esperanza.Dulce pájaro de juventud está lleno de personajes atormentados e historias familiares tremendas, amores malditos, escándalos en la América profunda, poderes corruptos y seres humanos que tratan de huir de su destino y encontrar la liberta y la individualidad.Paul Newman cumple con su papel de gigoló en busca del éxito para conseguir el amor y el favor de su amor de juventud. Geraldine Page ofrece un retrato de estrella decadente que teme el fracaso de su retorno al mundo del cine y los estragos de la vejez… todo envuelto en un ambiente sórdido y caluroso. Un drama de los de siempre. 

¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) de Mike Nichols: este director volvió hace poco a la actualidad con su adaptación cinematográfica de la obra teatral, Closer –actualmente en la cartelera teatral de Madrid-. La película mostraba las relaciones entre dos parejas…, y logró envolver con las historias de encuentros, desencuentros e infidelidades.Si nos vamos a su debú, la adaptación de la brutal y magnífica obra teatral de Albee, también cuenta la noche que pasan dos parejas muy distintas. Una obra de diálogos geniales. Diálogos muy fuertes e impactantes entre cuatro personas que aman, sienten, odian, se desesperan, sueñan…, y litros y litros de alcohol en cada escena.

Albee revolucionó el mundo teatral con una obra donde mostraba la fuerza y brutalidad del diálogo y Nichols lo traslada a la pantalla –luchó contra la censura para que se respetara en lo posible los diálogos aunque tuvo que suavizar algunos términos-. Richard Burton y Elizabeth Taylor son dos actores magistrales que se desnudan con toda su crudeza como un matrimonio que lucha contra el desencanto a través de unos juegos verbales…, somos testigos de cómo a través del lenguaje se puede elevar, destrozar, humillar o aplastar a las personas. El poder de la palabra da miedo.

Ellos son George y Martha que se aman y destrozan. El monólogo de Liz Taylor reconociendo a un joven profesor (George Segal) quién es el amor de su vida es brutal –tanto en la película como en la obra original-.

Diccionario cinematográfico (5)

Luna: Holly canta al Río de Luna entre alegre y melancólica en el balcón de su ventana, mientras Cher y Nicolas Cage se desnudan y enamoran frente a la luna llena. ¡Qué bello es vivir! cuando hay un George Bailey que atrapará a la luna con un lazo para Mary. La luna es sinónimo de amor. Que se lo pregunten a Hildy que quiere cambiar de vida y encontrar lunas nuevas. Meliés, el mago del cine mudo, quería que todos disfrutáramos de un viaje a la luna con cara amable y lindos ojos. La luna significa amor pero también presagia miedos ocultos. Drácula surge en la noche, el hombre lobo se transforma mirando a la luna llena…, los seres extraños se sienten seguros cruzando una luna enorme, que se lo pregunten a ET y a sus amigos. En noche de luna son más fáciles los encuentros en tercera fase o que starman llegue a su planeta. Las noches de luna llena son las mejores para que vengan a buscarte y te lleven a planetas extraños. Que se lo pregunten a Fanny, que sabe que sí la quieren por fin, y ayuda a su amigo Orfeo a que se lo lleven amigos de otros planetas.La luna blanca y enorme espera celuloide que la ruede para seguir creando e inventando sueños.

Los actores detrás de la cámara (V)

Robert Redford 

Robert Redford conoce como funcionan las buenas historias y ha sido protagonista de varias de ellas desde que apareció en el mundo del cine en los años sesenta. Tuvo claro que no quería ser un rubio bonito más y supo con inteligencia, ambición y buen hacer dirigir su carrera hacia papeles que le han dado fama y prestigio. Su éxito llegó –había protagonizado ya varias películas importantes pero como secundario (recordemos su papel en La jauría humana)– con la comedia Descalzos en el parque (1966), adaptación de una famosa obra teatral.  

Sin duda el personaje que más fama le ha dado ha sido el de hombre aventurero y romántico. Y lo ha repetido innumerables veces y casi siempre muy bien. Aquí van unos ejemplos: Tal como éramos (1973), El gran Gatsby (1974), El mejor (1984), Memorias de África (1985), Íntimo y personal (1996)…Durante los años setenta no había película de prestigio que no lo tuviera como protagonista: Todos los hombres del presidente (1976), El carnaval de las águilas (1975) o Los tres días del cóndor (1975). 

Desde hace años es la cara que dirige el prestigioso festival de Sundance donde cada año se conoce lo mejor del cine independiente americano. Esta aventura la empezó en 1980 cuando creo el Instituto Sundance para apoyar la carrera de nuevos directores. 

Y justo ese año se puso tras las cámaras y se convirtió en un director revelación con una película intimista, Gente corriente. En ella contaba la historia de una familia rota por la muerte de uno de los hijos. Cada uno de los miembros interioriza la ausencia de una manera distinta y existe una gran incomunicación entre ellos que afecta sobre todo al otro hermano que sobrevivió al accidente, un jovencísimo Timothy Hutton. En la ceremonia de los Oscar, Robert Redford recogió su premio a mejor dirección. Fue la película revelación consiguiendo también a mejor actor secundario (Hutton), mejor película y mejor guión adaptado. 

Después, realizó una película que bebía sus fuentes en el realismo mágico y que era un homenaje a su amor en aquellos tiempos, la actriz brasileña Sonia Braga. Un lugar llamado milagro (1988) se convierte en una película curiosa y con momentos poéticos. 

Robert Redford continúa su exitosa carrera como director con películas que funcionan. Sabe contar y sobre todo elegir sus repartos. El río de la vida (1992) da a Brad Pitt un papel que podría haber protagonizado él de más joven. Pitt se convierte en un héroe con un halo romántico y atormentado como los que supo dar su imagen Redford como nadie durante los setenta y los ochenta. La historia funciona. La película muestra la intimista historia de dos hermanos que tienen una filosofía distinta de la vida y un hobby común: la pesca, inculcada por su padre, un pastor protestante. 

Redford vuelve a sorprender en el año 1994, con una película sobre la corrupción, el éxito y el prestigio en el mundo de la televisión. Se trata de Quiz Show, de nuevo, vuelve a elegir un reparto de oro con Ralph Fiennes y John Turturro. La película ambientada en los años cincuenta rescata una anécdota verídica sobre un concursante de éxito en un programa televisivo y muestra la otra cara, la oscura. 

Regresó al romanticismo en el año 1998 y además se dio un papel de los de su pasado. Un hombre solitario, amante de la naturaleza y que susurra a los caballos. Además, ayuda a cambiar la vida de las dos protagonistas. De nuevo, en El hombre que susurraba a los caballos muestra su olfato para los repartos y ahí está Scarlett Johansson en uno de sus primeros papeles importantes y la actriz de moda del momento, Kristtin Scott Thomas. 

El último trabajo que ha realizado, La leyenda de Bagger Vance (2000), vuelve a otra época, a los años treinta. Coge un deporte, el golf. Un héroe romántico y desencantado con la cara de Matt Dammon, un personaje-ángel con el rostro y las maneras de Will Smith y una bella mujer, Charlize Theron…, mezclas todo y surge de nuevo otra historia intimista y clásica que tan bien sabe rodar Redford. 

Parece ser que ya ha rodado su siguiente trabajo –él también interpreta un papel importante–, donde se deja acompañar por Tom Cruise y Meryl Streep y como fondo está la Guerra de Afganistán. Todavía, que yo sepa, no tiene título en castellano. 

 

Milton’s Marilyn

Hay estrellas, sí estrellas, que fueron fotografiadas en todos los momentos de su vida. De algunas podría contarse su biografía a través de imágenes. Una de ellas fue Marilyn Monroe. El archivo fotográfico que circula de esta mujer es interminable. 

Recientemente, en Madrid, creo que hace dos años –a veces me cuesta cuantificar el paso del tiempo, es lo que pasa cuando una se convierte en inmortal–, se realizó una macro-exposición en el Centro Cultural de la Villa de Madrid sobre la artista. Allí se pudieron ver fotografías y obras plásticas que se habían inspirado en la Monroe –o en la mujer de carne y hueso, una solitaria y triste Norma Jean–. 

No sólo de ella, de muchos actores existe una extensa e interesante bibliografía de libros de fotografía que capta en imágenes la vida, historia y películas de sus protagonistas. Algunos fueron fotografiados, o siguen siendo fotografiados, por grandes creadores que cuentan con su cámara para expresar arte. Muchos de estos libros son de editoriales extranjeras. En España, todavía, es mínimo el número de libros de este tipo. Sin embargo, a veces, pueden encontrarse verdaderas joyas de este tipo de publicaciones en librerías especializadas o a veces cuentas con buenos amigos que se acuerdan de ti en los viajes por otros lares. 

Marilyn fue fotografiada por muchos y muchas profesionales de la cámara. Uno de ellos fue Milton Greene, amigo y fotógrafo, que captó como pocos los dos rostros de Monroe.Esta mujer se transformaba delante de una cámara. Se dice que es de las pocas personas que enamoraban al objetivo desde el primer instante. La Marilyn fotografiada era mágica. 

El precioso libro que tengo en mis manos contiene las colecciones de fotografías que realizó Milton Greene mientras estuvo a su lado. Hasta la ruptura tanto profesional como de amistad que les distanció en los últimos años de la actriz. 

Adentrarse en estas fotografías es un hermoso viaje al alma de una mujer bella pero de mirada triste –dicen que ahí reside parte de su secreto–.El encuentro entre ambos artistas se produjo en 1955 y fue un romance idílico entre actriz y fotógrafo. Ella se sintió de carne y hueso en las fotografías de Milton. Miraba sus imágenes, y se reconocía. 

Un libro muy bien editado con interesantes y breves textos que cuentan la relación profesional e historia de amistad entre modelo y fotógrafo. El libro es en inglés –si usted mi querido lector es de los que tienen una batalla interminable con el dominio de este idioma, no se preocupe, merece la pena sólo por las fotografías. Además, es poco texto y siempre puede haber alguien que nos eche una mano en la traducción–. 

Entre las fotografías encontramos la serie de fotografías de una Monroe sonriente y transformada en Cherie, su personaje inolvidable de Bus Stop. La rubia convertida en una patosa chica de saloon que sueña con llegar a Hollywood. A una Norma Jean que disfruta en una piscina o a una bella joven vestida de bailarina, entre sexy y melancólica, a la mujer provocativa y relajada vestida con un traje y pantalón azul sentada en un enorme sillón de mimbre. Una Norma Jean que muestra su sensualidad en una serie en la que se muestra con un sugerente traje rojo o unas fotografías en blanco y negro como si fuera una cabaretera con mucho que mostrar. Esto sólo es un apunte de lo que podemos encontrar.La vida de Marilyn se puede contar en imágenes. Su alma se desnudaba en el objetivo. Al igual que hay fotos que muestran sus buenos momentos, a veces, aflora la Norma Jean triste, angustiada y muy lejana. 

(Milton’s Marilyn, textos de James Kotsilibas-Davis y edición de Joshua Greene, editorial Schirmer Art Books, Munich, 2001)

Los actores detrás de la cámara (IV)

Paul Newman 

Su nombre empezó a sonar en los años cincuenta. Fue uno de los jóvenes airados de Hollywood de la época siguiendo el rastro de Marlon Brando. Sin embargo, pronto consiguió su espacio y protagonizar personajes inolvidables. Dos héroes de Tennessee Williams: el atormentado Brick de La gata sobre el tejado de zinc (1958) o el gigoló de Dulce pájaro de juventud (1962). El boxeador Rocky Graciano en Marcado por el odio (1956) o el joven que altera la vida de una familia del Sur en la adaptación de una novela de Faulkner, El largo y cálido verano (1958). El maravilloso buscavidas de la película que realizó Robert Rossen en 1961 o los entrañables personajes que encarnó en dos películas junto a Robert Redford (Dos hombres y un destino –1969– y El golpe –1973–). Parece ser que pronto volveremos a ver a la mítica pareja, Redford-Newman, en una película.

Paul Newman empezó a dirigir en el año 1968 donde dio el papel protagonista a su esposa Joanne Woodward en Raquel, Raquel. Se puede entender que uno de los principales motivos por los que se puso tras la cámara fue por impulsar y dar buenos papeles a Joanne. Una buena actriz que ha sido muy desaprovechada por la industria. 

Raquel, Raquel tuvo en su momento un buen recibimiento y buenas críticas. Supuso un éxito profesional para la pareja que consiguieron el premio de la crítica de Nueva York a la mejor dirección y mejor actriz por esta película. Joanne consiguió una nominación a los oscar como mejor actriz. La película cuenta la historia de una maestra soltera que vive con su madre y que decide tomar las riendas de su vida. Es una película que está alejada de los circuitos de distribución. De momento, que yo sepa,  no se ha editado en dvd ni ha sido emitida desde hace tiempo en televisión. 

En el año 1972 rueda, de nuevo con su esposa como protagonista, El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, drama teatral sobre una mujer madura y sus dos hijas. Se trataba de una adaptación de un Premio Pullizer en 1971, Paul Zindel. También, como la anterior, es difícil su visionado. Un año antes había rodado una película que durante los años 80 programaron alguna vez en televisión española, Casta invencible, sobre una familia de leñadores, sus problemáticas relaciones entre ellos y con un entorno social complicado. Sus compañeros de profesión están sufriendo una fuerte crisis económica. El sindicato quiere que todos dejen de trabajar pero esta familia se niega. La película era una adaptación de una novela de Ken Kesey –autor de Alguien voló sobre el nido del cuco– y también trataba el tema de la libertad del individuo. Entre los intérpretes se encontraba el propio Paul Newman, Henry Fonda o Michael Sarrazin. Recuerdo que esta historia me entretuvo y logró emocionarme pero no he vuelto a verla. 

No regresó a la dirección hasta los años ochenta en una película para televisión –que nunca he visto– La caja oscura. De nuevo, su mujer es una de las protagonistas. La historia trata de tres familias que tienen un punto en común: uno de sus miembros se encuentra en una fase terminal de una enfermedad. No puedo dar una opinión porque nunca la he visto. Paul Newman sufre un duro golpe en 1979 cuando uno de sus hijos, Scott (28 años), –de su primer matrimonio– se suicida en un Hotel de Los Ángeles tras ingerir alcohol y barbitúricos. Este hecho parece que es uno de los motivos que le hacen dirigir una película en el año 1984 sobre el enfrentamiento generacional entre padres e hijos, Harry e hijo. 

La última película que dirigió fue en 1987 y fue una adaptación del dramaturgo Tennessee Williams, El zoo de cristal. Yo la recuerdo como correcta y que me sorprendió la interpretación de Karen Allen (la morena protagonista de En busca del arca perdida) como la delicada Laura y de un joven, John Malkovich. De nuevo, su esposa realizaba el papel protagonista, Amanda, la madre. Paul Newman realizaba una dirección correcta y poco arriesgada, centrándose en el trabajo de los actores. 

Diccionario cinematográfico (4)

Censura: Hay censuras ideológicas, económicas, de estados, de políticas, de religiones, de sistemas, de autocensuras, de políticamente correctos… e incorrectos. Hay censuras que impedían e impiden besos y sexo, otras formas de vida, problemas sociales, reflejar realidades u otras realidades, pensamientos, religiones o ideologías… los buenos cineastas, guionistas, actores, productores… los cientos de protagonistas que son capaces de llevar a cabo una película… son aquellos que con mil y un ingenios traspasan cualquier tipo de censura, logran alzar el vuelo con mucha imaginación y ofrecer imágenes inolvidables. 

Sally Bowles: Personaje de novela, después de musical y finalmente cinematográfico… Yo quiero a la Sally-Minelli de ojos enormes, voz potente, uñas verdes, pelo corto, sensible hasta la médula, alocada, creativa, mentirosa compulsiva de buen corazón, amiga de sus amigos, hecha siempre un lío, impulsiva, cabaretera, amante triste, amiga alegre, hija desesperada, creadora de otras realidades, jugadora de la imaginación y de la magia, reina del Cabaret… 

Estrella: Metro Goldwyn Mayer decía  que contaba con más estrellas que en el cielo. Y las estrellas eran las actrices y los actores que de pronto se convertían en iconos culturales, sociales y coloniales… Hoy en día se siguen dando estrellas –aunque el término ha evolucionado–. No son actores, no son personas humanas… son estrellas inalcanzables que protagonizan las historias que atrapan en sus redes a los espectadores. Son los modelos de belleza que rigen moda y modelos de vida y cuya opinión para bien o para mal cuenta. Las estrellas son protagonistas de una vida que nos llama e interesa. Los medios de comunicación nos tienen debidamente informados de la maquinaria y alrededores que mueve la estrella. A veces, la estrella, se estrella o nunca muere. Las hay eternas y efímeras. Aunque siempre estrellas. Las hay divas y sencillas. Las hay inteligentes y tontas. Algunas ganan enteros según más excentricidades vivan y a otras un error no se les perdona. La estrella es imagen. A veces, surge de pronto, pegando un grito, la persona. El actor o actriz que se convirtió en estrella y a veces trata de bajar a la tierra pero no se le comprende. Otras están siempre encantadas con su papel. Hay categorías. La joven promesa… estrella en ciernes, la superestrella actual imprescindible en cualquier película o promoción, y las has been, la estrella de ayer, que a veces brilla y otras se apaga lentamente en el olvido. 

Los actores detrás de la cámara (III)

Kevin Costner Despacito y con buena letra, Kevin Costner estaba conquistando su reputación como actor y sex symbol en los años 80. De pronto, cambia la década y sorprende cuando decide ponerse tras las cámaras. Revive el género del western y ofrece un blockbuster llamado Bailando con lobos (1990).

De sus trabajos como actor, yo me quedo con el Kevin Costner de Un mundo perfecto (1993) pero el papel de Butch Haynes no le dio el éxito. Haynes es un peligroso e inteligente asesino que toma como rehén a un niño de seis años, Philip, entre los dos se establece una relación de admiración, cariño, amor y ayuda mutua. Ahí, Kevin Costner me cautivó. La única vez. Supo mezclar como nadie el papel de asesino duro y peligroso, sin piedad, y el hombre que nunca tuvo cariño ni suerte, dulce y comprensivo con un niño de seis años con mucho miedo a la vida y al mundo adulto.

Sus papeles más populares fueron El guardaespaldas (1992), JFK (1991) y Robin Hood (1991). Se le empezó a considerar estrella durante su interpretación en Los intocables de Eliot Ness (1987). Actualmente, anda de capa caída, sigue estrenando películas que funcionan más o menos…

Sin embargo, volvamos a 1990 y a Bailando con lobos. Retomando la estela que dejó en 1970 Pequeño gran hombre de Arthur Penn, Kevin Costner dirigió una historia donde se daba otra imagen de los indios. Aquí no son los malvados y los colonizadores los buenos que tienen que enfrentarse a ellos. Cambian los papeles. Da la vuelta a la Historia. Y se acerca, de una manera más clásica, al sufrimiento del pueblo indio que sucumbió al exterminio y al ataque a su forma de vida.

La película narra la historia de un oficial de la Armada americana que se convierte en un héroe durante la guerra civil. Al final de la contienda se le envía a un puesto fronterizo en el oeste. Un espacio desértico pero pronto descubre que no está solo. Cerca vive una tribu de indios sioux, poco a poco, el protagonista al que sus nuevos vecinos bautizan como Bailando con lobos, se va acercando a su forma de vida. Los indios y el oficial se respetan. Pronto, conoce a una mujer blanca, que fue raptada cuando era una niña, y vive entre los sioux. El protagonista verá como llega, a las tierras de los sioux, su ejército y deberá tomar la decisión de si sigue al lado de los indios, sus vecinos, o de si recoge las intenciones de destrucción de sus compañeros.Costner realizó un western majestuoso y espectacular donde plasma todos los ingredientes de una película del oeste: batallas, cacerías, historia de amor, paisajes y llanuras inolvidables, una música adecuada… La película obtuvo siete oscars y su director llegó a lo más alto.

Después, Kevin Costner dirigió dos superproducciones de ciencia ficción que fracasaron estrepitosamente y le condujeron prácticamente a la ruina. Su estrella se desinflaba. Los despropósitos fueron Waterworld (1995) y Mensajero del futuro (1997) que servidora ha sido incapaz de ver por el sopor y el aburrimiento que la abrumaban en cada pase televisivo.

Sin embargo, Costner en 2003 volvió a apostar por un western crepuscular y acertó. Sin duda es su género. Open Range no le devolvió el éxito pero sí le situó de nuevo como un buen narrador clásico con una historia del oeste de las de siempre. Kevin Costner es el solitario Charley Waite. Vive con un grupo de hombres que como él tratan de dejar atrás el pasado. Se dedican a andar libres por las praderas guiando al ganado. Sin embargo, en una visita a una ciudad de la frontera donde la corrupción y la tiranía son las principales protagonistas, nuestros héroes tienen que cambiar sus vidas y pasar a la acción. No falta la chica del Oeste, la vital y alegre Sue Barlow. Los personajes son clásicos: el desencantado y solitario, el maduro experimentado, el joven impulsivo, el buen compañero pero algo torpe… mucha acción, violencia en la frontera y una buena historia de amor. ¿Alguien da más?