… Sobre Habemus Papam de Nanni Moretti y la actualidad

El otro día leí una noticia que centró mi atención: había muerto el cardenal Carlo María Martini de 85 años y antes había dejado una última entrevista. En esa última entrevista Carlo María decía que la Iglesia actual es anticuada y cansada (dándole el significado de sin viveza alguna, trasnochada, acomodada) y que tenía que pensar seriamente en el cambio y para ello lo primero debía reconocer los propios errores. También advertía de que “nuestros rituales y nuestros vestidos son pomposos” y que más les valdría fijarse en hombres realmente libres y más cercanos al prójimo como Óscar Romero o los jesuitas de El Salvador y muchos más… Trataba todo tipo de temas, por ejemplo, comentaba que la Iglesia debía modernizarse y pensar: “las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los asuntos que competen al cuerpo son un ejemplo. Debemos preguntarnos si la gente escucha todavía los consejos de la Iglesia en materia sexual”… El cardenal Carlo María Martini se veía que dialogaba, pensaba y cuestionaba… Vamos este cardenal, creo, era y es toda una rareza en el Vaticano. No sé qué pensaría además de las noticias y la forma de actuar de las altas esferas religiosas aquí por estas tierras…

Y entonces me vino a la cabeza Habemus Papam de Nanni Moretti. Recuerdo que algunas cosas que se comentaron en su día sobre esta interesante película es que Moretti no había sido suficiente crítico y sin embargo para mí es demoledor de principio a fin presentando una Iglesia trasnochada, totalmente ajena a la realidad, y muy cercana a una representación teatral, donde ya no tiene sentido que se ofrezca un Papa como “guía espiritual”. Tiene varias escenas clave:

La reunión para la elección del siguiente Papa donde se oye la voz en off de los ancianos candidatos suplicando que no sean ellos los elegidos… Lo caricaturesco de sus rituales (y el tratamiento recibido en los medios de comunicación) que son presentados como una rareza y la propia extravagancia de cada uno de los personajes.

La visita a escondidas del nuevo candidato a Papa, que ha sufrido un ataque de pánico ‘escénico’, a una psicóloga. Ésta le pregunta que cuál es su profesión y él  sonriendo ilusionado contesta que actor de teatro. Y describe su ‘trabajo’.

La intrusión del psicoanalista ateo a un mundo totalmente aislado del exterior que provoca extrañeza al profesional y que encerrado de manera kafkiana se introduce de pleno en los rituales de los ancianos de la iglesia. E incluso les organiza ‘juegos’, organiza una especie de recreo para sobrellevar la espera… ante la imposibilidad que tiene de que cada uno emplee el razonamiento para entender por qué se encuentran en esa situación. La insistencia en ese aislamiento en el que viven, su desconocimiento del mundo exterior (que parece no importarles en absoluto)… Tal vez lo más llamativo del Vaticano de Nanni Moretti es que lo presenta de una manera naif e ‘inocente’, es decir, no refleja que además de lo obsoleto y del aislamiento, sí que es un reducto de poder donde existen las luchas internas y que este reducto sigue empeñado en mantenerse y perdurar…

En una escena, que a mí particularmente me gustó bastante, se escucha una canción de fondo de Mercedes Sosa que dice: “Cambia lo superficial/ Cambia también lo profundo/Cambia el modo de pensar/Cambia todo en este mundo/Cambia el clima con los años/Cambia el pastor su rebaño/Y así como todo cambia/Que yo cambie no es extraño”. Y que en definitiva es la clave de toda la película.

Y, por último, el demoledor discurso final de ese Papa que no quiere ser Papa: “En este momento la Iglesia necesita un guía que tenga la fuerza necesaria para hacer grandes cambios y que busque el encuentro con todos, que tenga amor y capacidad de comprensión…”. ¿No son muy parecidas estas palabras a las del cardenal Carlo María Martini?

El cine sí que ha reflejado esa ‘otra iglesia’ siempre silenciada, esa otra iglesia que razonó el cardenal Carlo María Martini debería existir. Una iglesia avanzada, más coherente con lo que dice, que avanza con los tiempos y que está al lado de ese prójimo que tanto nombran, una iglesia que muestra comprensión ante el mundo en el que habita… Hace relativamente poco volví a ver Lloviendo piedras de Ken Loach y el personaje clave es un cura de barrio que sí que se ‘moja’ y sí que conoce la realidad de aquellos que acuden a su parroquia. Y es el que protagoniza el momento clave de la película, el que escucha a un hombre roto y asustado y le aconseja cómo actuar y el espectador, creyente o no, le da toda la razón. Un cura que dice a este hombre roto y asustado: “Las personas como tú tienen hambre de justicia. En el nombre de Cristo, que da el pan de la vida… y tú lo mereces”. La justicia a la que se refiere es una justicia social.

Así que esto es todo lo que me hizo pensar una noticia del periódico…

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