Dos tristes y melancólicas historias de amor…

One day (One day, 2011) de Lone Scherfig

¿Qué ocurriría sin contáramos nuestra vida teniendo como referencia un único día al año? ¿Qué descubriríamos? ¿Se sabría algo de nosotros? Según la directora danesa Lone Scherfig (en su aventura cinematográfica americana) y el escritor y también guionista David Nicholls (One day es una adaptación de su novela con el mismo título), sí.

Así vemos lo que ocurre todos los 15 de julio en la vida de Emma (Anne Hathaway) y Dexter (Jim Sturgess) desde el año 1988 hasta la actualidad. Y lo que se construye es la historia de dos seres humanos con sus virtudes, sus carencias, sus sueños y fracasos, sus frustraciones… que están ‘condenados’ a entenderse desde la primera noche que pasaron juntos. Así surgen encuentros y desencuentros, acercamientos y alejamientos… pero sin nunca romperse la conexión que les une.

Así Scherfig y Nicholls crean una elegante historia de amor, con ecos a Tú y yo (sólo al final entendemos la elección del día, como sólo al final de Tú y yo entendemos porque la protagonista no acude a su cita en el Empire State Building) o Cuando Harry encontró a Sally (¿amigos o enamorados o ambas cosas?) o Antes de amanecer/Después del atardecer (las conversaciones entre los protagonistas construyen sus caracteres y la historia), con la mezcla de la tragicomedia (que es el género de la vida, risas y lágrimas), para finalmente deleitarnos con una melancólica y triste historia de amor.

Y éste es el terreno en el que la directora danesa se mueve desde su Italiano para principiantes. Historias humanas, entre la risa y la tragedia, que cuentan las dificultades de las relaciones personales y el amor. Y es la huella de cada una de sus creaciones: Wilbur se quiere suicidar, An education… y One day.

Nunca me abandones (Never let me go, 2010) de Mark Romanek

… un relato cinematográfico de ciencia ficción que no abandona nunca una sensación de alejamiento y extrañamiento que conduce a la tristeza y la melancolía ante la vida ‘determinada’ (¿acaso no lo estamos todos?) de los jóvenes protagonistas. Nunca me abandones adapta la novela del mismo título de Kazuo Ishiguro… y te deja en un estado de reflexión y tristeza profundo. El para mí desconocido Mark Romanek (su trabajo más conocido era Retratos de una obsesión) presenta una película de colores fríos y ambiente elegante con una banda sonora que se instala en la memoria.

La narradora es una de las protagonistas y todo es desde su visión melancólica y creativa. Es la historia de un triángulo que empieza en un colegio de elite entre tres niños que luego serán adultos con un destino ‘diseñado’. No hay lugar para la rebelión o la huida ante la revelación temprana de su función en la tierra (una profesora decide hablarles francamente). No cuentan con las herramientas para hacerlo. No las han aprendido. Y en ese ‘mundo artificial y aislado’ que les han creado, y conociendo su destino, sólo les queda ser humanos. Con defectos y virtudes. Y sobre todo amarse… sobre todas las cosas. Aunque su destino fatal sea grito y desgarro.

Así Carey Mulligan, Andrew Garfield y Keira Knightley te rompen con su desvalimiento y sufrimiento pero también con su capacidad de amar. De atrapar la vida que desconocen. La que no les dejan experimentar. Y su capacidad para la esperanza…

Como resultado queda una película para la reflexión (y el debate científico que no puedo desvelar para aquellos que no hayan visto la película y no hayan leído el libro como era mi caso) con una melancólica historia de amor a tres bandas. Un historia de destinos tristes y solitarios donde ni el amor puede conducir a la salvación…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

El escritor (The ghost writer, 2010) de Roman Polanski

Lo reconozco más que la historia me atrajo la atmósfera, la inquietud que me despertaba, los ambientes, las sensaciones… todo envuelto en la música hipnotizante de Alexandre Desplant. Polanski me hipnotiza con su manera de contar y su potencial visual. Polanski da vida a los espacios y a los objetos. Espacios y objetos poblados y tocados por seres humanos que aparecen y desaparecen, seres humanos distantes, casi fantasmas. Seres extraños. Eso es lo que convierte a El escritor en una película estimulante.

El escritor es más que un thriller, es una especie de estado de extrañeza. Un estado de extrañeza que acompaña durante toda la película al protagonista, ese escritor contratado para terminar de dar forma a la biografía de un ex ministro británico, que además no está en su momento de popularidad más álgido sino que le rodea la polémica y el escándalo político. Ese escritor contratado porque su antecesor murió en circunstancias extrañas y no pudo terminar su obra…

Así el escritor llega a un espacio, a un ambiente que no es el suyo, plagado de apariciones extrañas, de personajes extraños, plagado de incertidumbres y misterios que trata de descifrar. Y cada vez se va metiendo en un laberinto más complejo que parece no tener salida.

Y ese manuscrito inconcluso. Esa obra no terminada cobra vida. Esas hojas mecanografiadas que acompañan todo el periplo del escritor que investiga a su pesar… Esas hojas mil veces leídas, subrayadas y tachadas… Ese manuscrito se convierte en otro personaje apasionante. Como la casa del ex ministro y su equipo. Como el ferri misterioso. Como la playa desolada…, todo cobra vida. Más vida que los personajes fantasmales y extraños que pululan por la historia.

De pronto nos damos cuenta de que a pesar del estado de hipnosis en el que vivimos, ese estado que también vive el propio escritor, vamos despertando y construyendo ese puzzle extraño que nos permite dar un sentido a lo que estamos viendo… con una última escena demoledora y poética con miles y cientos de páginas volando…

… Dentro de esa atmósfera donde pululan esos seres humanos distantes, extraños, que aparecen y desaparecen como fantasmas pero que van construyendo un thriller inquietante (aunque no nos demos cuenta y nos quedemos perplejos ante la llegada del final del camino… digo de la historia), vemos los rostros e interpretaciones de una interesante galería de actores que dejan su firma. Desde Ewan McGregor, el escritor, hasta un ex ministro con rostro de Pierce Brosnan que nunca llegamos a saber cuál es su cara o su máscara, pasando por una inquietante y misteriosa esposa con los rasgos de Olivia Williams o una eficiente y distante secretaria que cuenta con la presencia de Kim Canttrall. Y luego un retahíla de rostros que van dejando su huella como el veteranísimo Eli Wallach o Tom Wilkinson…

El escritor no me llamó la atención por su historia me atrajo su ambiente, su atmósfera… la inquietud que se instaló en mi mirada durante todo el metraje.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Veredicto final (The verdict, 1982) de Sidney Lumet

Una escena sirve para que Frank Galvin cambie su percepción sobre un caso. Para que se dé cuenta de que es el caso. Galvin es un abogado alcohólico y desencantado que dejó su idealismo en el camino…, ahora sólo tiene un caso que le ha conseguido su amigo y socio, el único que sigue creyendo en él (aunque cada vez está más cansado…). Y resulta que es el caso para alcanzar la redención. Para volver a creer en su trabajo o mejor dicho que su trabajo merece la pena. El caso que le hará sentirse de nuevo persona.

En un hospital gestionado por la Iglesia una muchacha embarazada por un fallo en la anestesia queda para siempre en estado vegetativo. Sus familiares, una hermana y su marido, quieren una indemnización por negligencia. Lo que parece un caso que se solucionará llegando a un acuerdo entre las partes y no llegar a juicio… —y donde sólo será una transacción económica para todos y donde a nadie le importa la víctima (‘porque ya no se puede hacer nada’)… los familiares ya no pueden cuidarla, tienen que ir a otra ciudad a buscarse la vida. El abogado sólo quiere sacarse algo de dinero. La Iglesia no quiere un escándalo y el hospital (y los dos doctores inculpados) tampoco además quieren continuar con su prestigio intacto—, será el caso.

Galvin en un principio se lo toma como un mero trámite. Como una manera de ganar algo de dinero. Se comporta desde hace tiempo como un muerto en vida. Un picapleitos que va a los entierros para buscar posibles clientes. Que pasa su tiempo en las barras de los bares y juega a las máquinas… Pero cuando va un día a la sala del hospital donde se encuentra la víctima… para hacer unas fotografías…, entonces por primera vez la mira. Y los espectadores también la vemos en esas instantáneas polaroid que nos van ‘revelando’ la tragedia de ese ser humano. Y esa mujer se convierte en una persona a la que le han arrebatado la vida. Una mujer que ha sufrido una injusticia. Y es absolutamente vulnerable y desvalida, y esta sola como él, su abogado. Y entonces se convierte en la apuesta personal de Galvin. En el caso.

De nuevo Lumet ofrece película para pensar. Con más claros que sombras. Porque crea buenos personajes. Porque narra bien cinematográficamente. Porque toca temas candentes y espinosos y crea reflexiones. Porque crea claros y oscuros. Porque deja escenas enteras para la evocación. Por un guion de frases potentes realizado por un dramaturgo bueno en diálogos incisivos, David Mamet. Y por unos intérpretes que desarrollan sus personajes con calidad y mucho oficio… y los convierten en reales.

Así es una película que no sólo está bien contada (quizá su único punto débil —pero por su desarrollo—, aunque tiene importancia en la trama, es la historia de amor sin redención posible… pero con escenas bien logradas, como ese teléfono que no deja de sonar) sino muy bien interpretada.

Paul Newman crea el antihéroe atormentado, el hombre que no levanta cabeza pero que encuentra una razón para seguir luchando, para enfrentarse a la desesperanza… aunque sigue siendo vulnerable a lo largo de toda la película. No sabemos nunca si va a conseguir la redención. Es un David débil contra un Goliat sin compasión alguna. Y ese Goliat lo representa un James Mason (gigante y magistral) con todos sus jóvenes abogados capaces de todos los métodos posibles para conseguir ganar un caso, cualquier caso. James Mason, ‘el príncipe de las tinieblas’ y su bufete de jóvenes cachorros, representa a la Iglesia, a su hospital y a los dos doctores inculpados. Paul Newman sólo cuenta con su buen amigo ya cansado, un genial Jack Warden, y una misteriosa y desencantada mujer (con sorpresa incluida) con el rostro de una triste y bella Charlotte Rampling. Lumet y Mamet cuidan también cada uno de los personajes secundarios que en sus breves apariciones van dando un arañazo o zarpazo más a la historia.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Diccionario cinematográfico (174)

Gemelos, desdoblamientos y parecidos: últimamente he visto una película en la que aparecen unas gemelas. Así que he empezado a recordar dónde había visto más dobles en el cine. A veces son hermanos… y otras el celuloide se deja llevar por esa teoría por la cual todos tenemos nuestro doble repartido por el mundo. O también la ciencia ficción y el relato fantástico nos relatan otras maneras de crear ‘un doble’. O simplemente la existencia de personas milagrosamente parecidas que un día se encuentran…

… la película mencionada en el primer párrafo: A través del espejo de Robert Siodmak. El director articula un thriller policiaco y psicológico a través de dos gemelas (con el rostro de Olivia de Havilland) que son las principales sospechosas de un asesinato. Ambas se protegen, se cubren, y establecen —desde su más tierna infancia— una enfermiza relación de dependencia. Aquí surge un tema tratado en otras ocasiones el gemelo bueno y el gemelo malo.

De la interesante temática ‘todos tenemos un doble por el mundo’ (y si ya nos vamos a los distintos tiempos y reencarnaciones… es otro cantar u otro post) me vienen a la cabeza varios ejemplos:

La maravillosa e hipnótica La doble vida de Verónica de Kieslowski donde Irene Jacob se desdobla en una mujer polaca y otra francesa ambas amantes de la música y con una enfermedad de corazón.

Una comedia que perdurará por los siglos de los siglos, El gran dictador donde paralelamente vemos la historia de un barbero judío muy parecido al dictador del momento (de un país imaginario Tomania pero todo muy parecido a Alemania y Hitler). Los dos tienen la cara de Charlie Chaplin… y uno por supervivencia y necesidad terminará suplantando al otro. Como ocurre en una comedia española de los años 80, Espérame en el cielo donde a un hombre sencillo se le ‘robará su vida’ por su extraordinario parecido al dictador Franco.

Y el maestro Hitchcock nos engaña con la teoría del doble en Vértigo donde un hombre eternamente enamorado de una muerta trata de crearla de nuevo a través de otra mujer de gran parecido… pero el maestro del suspense sabe de giros y sorpresas. Madeleine y Judy tienen el rostro de Kim Novak.

Hay otra modalidad que es cómo un mismo personaje normalmente por un problema de salud mental se desdobla en dos… y el horror que causa el descubrimiento. El ejemplo más cercano ha sido una Natalie Portman que se transmuta en Cisne blanco o Cisne negro según le dé a su frágil mente. Pero también Scorsese lo hizo en Shutter Island o nadie olvida El club de la lucha.

Nos encontramos con los dobles ‘creados’. Ya desde el cine mudo se juega a ello en la mítica Metrópolis de Lang donde la dulce heroína María tiene que lidiar con su doble ‘creada’. O en la película de culto La invasión de los ladrones de cuerpos de Siegel… y las misteriosas vainas que ‘suplantan’ a seres humanos…

Los gemelos cuentan historias de celuloide. Cronenberg también se dejó seducir por los gemelos en la inquietante Inseparables donde también jugaba a la oposición de personalidades. Los gemelos tenían el rostro de Jeremy Irons.

Después en el mundo infantil han existido gemelas como las encarnadas por el rostro de Hayley Mills en Tú a Boston y yo a California. O esas gemelas españolas, las hermanas Bayona o Pili y Mili.

También hace poco Spielberg en su personal adaptación de Tintín rescata a los hermanos gemelos y detectives Hernández y Fernández… pareja desternillante y entrañable.

El terror también se ha surtido de gemelos. ¿Alguien olvida a las inquietantes niñas gemelas que habitan el hotel de El resplandor? O Mulligan, que sabe reflejar mundos infantiles… se deja arrastrar por el terror y lo oscuro en la historia de dos hermanos gemelos en El otro.

… Dos + dos…

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