Navidades en julio (Christmas in july, 1940) de Preston Sturges

… Antes de escribir unas palabras de esta maravillosa película de Preston Sturges, Hildy Johnson da un pequeño aviso: voy a estar ausente de este amado blog durante unos quince días… pero sólo por causas buenas. Un pequeño paréntesis para estar al lado de gente que quiero mucho pero que están lejos, muy lejos y me ha surgido la oportunidad de pasar horas y horas y horas junto a ellos… Volveré con fuerzas renovadas con muchas ganas de escribir, compartir, reflexionar y comentar… en este lugar que no viene en los mapas, pero es un lugar de encuentro.

Enfrentarse a una película de Preston Sturges siempre es una situación placentera. Como director y como guionista nos dejó un valioso y breve legado. Y descubrirle en cada película se convierte en un pequeño lujo. Ahora le llegó el turno a su segunda película como director (y guionista), Navidades en julio y muy recomendable para verla en estas fechas y en estos momentos. El poder disfrutarla me ha hecho plantearme una tarde de lujo con el visionado de tres películas que hablan de lo mismo: … Y el mundo marcha (The Crowd) de King Vidor, la que ahora nos ocupa y El apartamento de Billy Wilder. Aseguro una tarde plagada de emociones pero también de reflexiones profundas sobre el mundo que habitamos. Las tres nos harán vivir momentos amargos, pero también dibujarán una sonrisa en el rostro… porque son como la vida misma… con tragedia y comedia a la vez. Y quizá la que ‘parece’ más ligera de todas sea Navidades en julio pero escarbando un poco descubrimos que no es así…

Además esta película ya nos descubre a un Sturges que no sólo es un buen guionista sino que sabe contar a través de la cámara, con un buen uso del lenguaje cinematográfico. Que escribe con la imagen y nos deja fotogramas para el recuerdo, que filma y hace volar al espectador. Y, otro punto interesantísimo con el que cuentan estas comedias (y las de Lubitchs, La Cava, Leisen, Capra, Cukor, Hawks…): unos personajes secundarios que aunque sólo aparezcan en una escena tienes ya toda su historia…

Preston Sturges sin contar todavía, como director, con la absoluta confianza del estudio (Paramount) en sus dos primeras películas no obtuvo ni un presupuesto desorbitado ni estrellas (pero sí consiguió una rutilante galería de buenos secundarios)… así la pareja protagonista de Navidades en julio da una cierta autenticidad a la historia porque no eran grandes estrellas del firmamento cinematográfico sino actores con rostros de ciudadanos normales y corrientes que tratan de sobrevivir en el día a día. Jimmy y Betty tienen el rostro de Dick Powell (que en los años 30 había conseguido mucha popularidad en los primeros musicales como Calle 42) y Ellen Drew (que nunca consiguió el estatus de estrella). Jimmy y Betty son unos jóvenes novios que viven en un barrio humilde con lo justo, que sus padres son trabajadores humildes como ellos, y que sueñan con prosperar un poco en la vida, con destacar por encima de la multitud… están enamorados y tienen sueños, muchos sueños de una vida mejor. Ahora esperan ilusionados el resultado de un concurso al que se ha presentado Jimmy: encontrar un slogan para una importante marca de café… Y mientras tanto su día a día transcurre en una oficina de la compañía cafetera de la competencia, entre un montón de compañeros… en una interminable fila de mesas. Una broma de tres compañeros que mandan un telegrama falso… les hará creer durante unas horas que sus sueños se han hecho realidad… y llevarán a su humilde barrio unas Navidades en pleno julio…

Aparentemente Sturges realiza una comedia ligera pero sin embargo ofrece una reflexión seria sobre cómo las oportunidades del ‘sueño americano’ sólo les llega a unos pocos (no están al alcance de todos) y realiza una crítica mordaz al sistema capitalista que lo sustenta (advirtiendo sobre su cara oscura y que alimenta las desigualdades). Como otros directores de la época Sturges sí que apuesta por la vida en comunidad y por la solidaridad entre vecinos y compañeros para que el día a día sea menos duro…, por eso, al final de Navidades en julio queda una sonrisa. El jefe de la sala donde trabaja Jimmy también le dice una cosa al protagonista: está bien soñar y aspirar a lo más alto pero también hay que saber vivir con el fracaso y pensar que aunque la oportunidad soñada no llegue la vida tal y como viene también puede ser un éxito si se admite esa posibilidad de fracaso… (y yo me pregunto ¿es triste o alegre esta afirmación? ¿Veis cómo Sturges no es tan ligero?).

Preston Sturges empieza Navidades en julio de una manera portentosa… sus protagonistas están en el ático de un edificio con una radio esperando el resultado del concurso. Ahí en una noche estrellada y esperando ilusionados el resultado, sueñan, dicen en alto sus aspiraciones, discuten y finalmente se aman… El arranque no podría ser mejor. Soñar en las alturas. Por supuesto entre medias sentimos que se encuentran en un barrio vivo con muchos vecinos y también lo que va a hacer posible la broma de mal gusto de los compañeros de trabajo: el resultado no se emite por la radio esa noche porque el jurado no ha llegado a un veredicto…

Navidades en julio tiene un momento genial que es cuando los jóvenes novios llegan a su barrio humilde repletos de regalos para todos los vecinos y la calle se convierte en una fiesta… En ese momento llega la interrupción del sueño, los empresarios quieren arrebatar esa ilusión conseguida (por un malentendido y una broma pesada de unos arrepentidos compañeros de trabajo)… y todo el barrio se rebela (hay una pequeña victoria contra aquellos que ponen difícil el que todo el mundo tenga una oportunidad de prosperidad) porque se unen para que continúen esas Navidades en pleno mes de julio.

… Preston Sturges como siempre dando buenas sorpresas…

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