La sombra del diablo (The Devil’s Own, 1997) de Alan J. Pakula

Alan J. Pakula no sabía que La sombra del diablo iba a ser su última película. Tenía 70 años y seguía activo en el mundo del cine pero un fatal accidente de tráfico convirtió  esta obra en su testamento cinematográfico. Recuerdo que en el momento de su estreno fue un fracaso de público y crítica y, por otra parte, se valoró u ocupó más páginas el ‘enfrentamiento creativo y de egos’ entre sus dos protagonistas que parece ser no se llevaron nada bien durante el rodaje: Harrison Ford y Brad Pitt. Sin embargo yo fui a verla a la sala de cine en el momento de su estreno y no sólo me gustó mucho sino que me pareció muy acorde con la trayectoria de Pakula como director. De hecho las veces que la he pillado por la televisión la he visto, cuando salió en vhs la coloqué en mi colección de películas y en estos momentos también tengo mi correspondiente dvd. Así que ahora que la acabo de ver de nuevo recientemente voy a tratar de explicarme y sugerir aquellos puntos clave por los que me parece una buena película que permite un interesante análisis.

La sombra del diablo me parece un buen thriller con un sentido del ritmo que dosifica la tensión, la intensidad y el suspense. Además es un thriller con momentos intimistas que van enriqueciendo tanto la trama como las decisiones y acciones que tienen que ir tomando sus protagonistas. Como era habitual en Pakula toma un tema complejo y conflictivo para desarrollar el argumento. Esta vez indaga en el conflicto irlandés y el terrorismo. Su protagonista es Francis Austin McGuire (Brad Pitt), miembro del IRA, que después de salir indemne de un operativo montado para eliminarle, el jefe de su comando decide enviarlo a Nueva York para que adquiera más armamento. Allí sus contactos irlandeses (un respetado miembro de la Justicia) le proporcionan un hogar: el sótano en casa de una familia de origen irlandés cuyo padre de familia, Tom O’Meara (Harrison Ford), es un policía veterano en Nueva York. Entre ambos surgirá una intensa relación y dos formas de entender la vida y la violencia (dos maneras de entender el conflicto). Frankie (que se hace llamar Rory) lo mira desde la perspectiva de un irlandés que está conviviendo continuamente con la violencia en su piel, desde que era un niño. Tom O’Meara tiene la visión de un hombre que ha vivido durante años fuera del corazón del conflicto (y sin embargo cada día se enfrenta también a todo tipo de violencia debido a su profesión) y que cree que la violencia no es el camino para la resolución del conflicto. Sus miradas diferentes las resume a la perfección el joven Rory cuando en dos momentos clave de la película le recuerda al veterano policía que lo que esta ocurriendo no es una historia americana, sino una historia irlandesa…

Los ojos de Pakula creo que son los de Tom O’Meara… aquel que se acerca con respeto a un conflicto que no llega a entender del todo (o que lo ‘observa’ como testigo) pero que cree firmemente que hay otro camino distinto para conseguir la resolución del problema, y que ese camino no es la violencia aunque ésta diariamente se empeñe en resurgir una y otra vez de mil maneras diferentes… Al final La sombra del diablo es un estudio sobre la violencia instalada en el seno de las sociedades y la mella que hace en los ciudadanos (la violencia sólo genera más violencia). Por eso la película crea situaciones que hacen reflexionar al personaje encarnado por Harrison Ford cuando dos de las personas que más le importan en el momento que transcurre la película (su compañero de fatigas —Ruben Blades— y el nuevo inquilino con el que establece pronto fuertes lazos como los de un padre y un hijo) le ponen en una encrucijada moral precisamente por temas relativos a la violencia. Por eso es importante ese momento festivo en el que Tom se quiere fotografiar con los dos amigos donde se muestra su cariño y lealtad hacia ambos personajes antes de que surjan los conflictos… y cómo intenta seguir siendo un hombre bueno, coherente y justo. Y cómo porque quiere a ambos le resulta difícil encontrar la decisión o forma de actuar adecuada.

La dificultad de encontrar una solución y un acercamiento entre las partes en el largo conflicto irlandés queda totalmente reflejada en la conversación que mantiene el joven terrorista con uno de sus contactos irlandeses en Nueva York, una joven, hermana de otro miembro del IRA ya fallecido. Él habla de que  “claro que hay culpabilidad” y añade que “todo el mundo tiene sus fantasmas” para terminar diciendo que en ese conflicto y con el paso de los años “nadie es inocente”. La película refleja cómo pasan los años y como la virulencia y la incapacidad de diálogo (sólo la violencia como salida por ambas partes del conflicto) merman la capacidad de una posible tregua de paz. De hecho la película empieza en 1972 en una ruptura de paz (donde vemos como Frankie convive desde niño, con la brutal muerte de su padre, con una violencia endémica), de tregua, y continúa en 1992 cuando la imposibilidad de unas bases sólidas para trabajar hacia la paz continua con la ola de violencia… Tom O’Meara no está de acuerdo con que Rory esté comprando armamento para llevarlo de vuelta a Irlanda (ni con su historial terrorista) pero también se posiciona respecto a la forma de actuar del Gobierno británico (sus agentes encuentran colaboración en el FBI). Tom no aprueba que directamente ‘eliminen’ a Frankie/Rory, sin ni siquiera detenerle y juzgarle por los cauces democráticos y judiciales.

Pero la visión de La sombra del diablo sigue siendo interesante cuando nos centramos también en el personaje encarnado por Brad Pitt (Frankie/Rory), un chico duro a base de vivir desde siempre con la violencia en sus carnes cuando también es consciente de que en su vida no hay paréntesis posible. Cuando descubre que siempre vive en una espiral de violencia. Cuando descubre que aunque se aleje de su Irlanda natal, la violencia sigue incrustada en todas las partes del mundo y en Nueva York se cruza con una violencia salvaje que rodea también la ciudad. Allí se la encuentra con un hombre de negocios (Treat Williams) que se maneja en el mercado negro y que no tiene ningún miramiento para ser absolutamente exacerbado y violento en sus métodos para conseguir sus fines (el dinero de su negocio). Ahí Rory es consciente de que le es imposible huir de la violencia y fracasa en proteger a esa familia que le ha hecho sentir nostalgia sobre lo que es pertenecer a un núcleo familiar…, fracasa en sentir que es posible ‘sentir normalidad’, querer a las personas cercanas, tener la oportunidad de establecer una relación con una joven o poder disfrutar de veladas tranquilas y sin sobresaltos con sus amigos… Así que determina (después de una cadena de actos violentos en los que trata de deshacer los nudos imposibles de una madeja) regresar a la violencia que conoce pero que sabe que es también un callejón sin salida posible, sin esperanza alguna…

Así que La sombra del diablo teje una interesante trama que permite recovecos y reflexiones. La película me emociona sorprendentemente en los lazos que se establecen entre el policía y el joven terrorista donde ambos protagonizan varios diálogos que denotan la dificultad del conflicto y de su relación y sin embargo reflejan que el acercamiento es posible y que ambos terminan entendiéndose (respetándose y queriéndose) aunque no tienen oportunidad alguna de desarrollar esa relación que podría quizá haber abierto una puerta o haber permitido un mínimo rayo de luz.

Para terminar La sombra del diablo deja dos apuntes interesantes para su desarrollo: la relación e influencia irlandesa en el cine americano y las distintas maneras de reflejar al terrorista y el terrorismo en una pantalla de cine (éste es un estudio complejo y profundamente interesante…). Por ejemplo, el conflicto irlandés puede ‘contarse’ a través de la sala de cine desde distintas miradas y puntos de vista: desde los tiempos de El delator, El hombre tranquilo pasando por Carol Reed y la maravillosa Larga es la noche, aterrizando en En el nombre del padre, En el nombre del hijo, The boxer o El viento que agita la cebada.

Por todos estos aspectos creo que la última película de Pakula (perfectamente articulada y construida), La sombra del diablo, merece la pena ser vista y analizada de nuevo…

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