Danzad, locos, danzad (Dance, fools, dance, 1931) de Harry Beaumont

Danzad, locos, danzad es película curiosa de ritmo endiablado. Y es curiosa por varios motivos. Es una de esas películas que muestran hacia dónde se dirigía el cine antes del código Hays. Es una película contemporánea al tiempo que refleja. Es decir se sitúa en un momento histórico muy reconocible para los espectadores norteamericanos del momento: el crack de los años 30. También al ser una película del momento histórico reflejado tiene valores sociológicos de cómo era un sector de la sociedad norteamericana, nos muestra la despreocupada alta sociedad (aquellos locos años 20), el interior de una redacción de prensa o el interior de la siempre caótica e ininteligible bolsa.

Pero sigue la curiosidad de un director olvidado y desconocido Harry Beaumont que imprime un ritmo frenético. Y en dos actores que iban convirtiéndose en piezas fundamentales del star system. Una Joan Crawford ya protagonista, que era chica imprescindible de vida alegre en las producciones antes del código Hays. Y un Clark Gable que se iba haciendo un sitio, sin su bigote, en sus papeles de gánster con una masculinidad brusca que hacia estragos. Como dato curioso explicar que en el reparto hay un William Holden (el que hace de hermano del personaje de Joan) que nada tiene que ver con el posterior y mítico actor con el mismo nombre.

Por lo tanto ya por sólo todo este listado de curiosidades bien vale un visionado de Danzad, locos, danzad que además en su ritmo frenético engancha al espectador que pasea en una película donde no se es políticamente correcto (como ocurría en otras producciones cinematográficas antes del código Hays). Así empieza con una fiesta en un barco donde dos hermanos de la alta sociedad son muy populares, sobre todo ella. Joan Crawford se muestra como una joven extrovertida, desocupada y envidiada que además seduce al más millonario de la reunión. Todos terminan tirándose al mar en ropa interior… y apagando las luces del gran barco, porque como advierte Joan no hay bañadores suficientes así que todos se quedan en paños menores. El padre de ambos se muestra permisivo y quiere que sus jóvenes hijos se diviertan, sean desocupados y alocados… mientras él arrastra el pánico de los mercados. En un día de ‘terror’ en la bolsa sucumbe de un ataque al corazón. Así los jóvenes hermanos, que no muestran una pena tremenda hacia la muerte de su progenitor sino que se sienten más preocupados por su herencia, descubren que su padre ha muerto absolutamente arruinado.

Así a ritmo acelerado somos protagonistas de la transformación de los hermanos y su proceso de madurez. Ambos han perdido todo pero se toman esta nueva situación de distinta manera y también maduran de distinta forma. Ella descubre la superficialidad de su mundo de alta sociedad y se desencanta con el joven millonario al que amaba cuando se da cuenta de que se ofrece en matrimonio para sacarla del apuro y por compromiso pero no por amor. Así que decide salir de la situación buscando un trabajo ‘de hombres’ y tratando de seguir siendo mujer libre pero ahora trabajadora. Y termina con sus huesos en una redacción de periódico.

El hermano se horroriza ante la idea de tener que trabajar. Y termina contactando con una banda de matones que se dedican al comercio del alcohol (son los años de la prohibición) porque él les puede facilitar buenos clientes debido a sus contactos con la alta sociedad. Con lo que no cuenta es que no sólo llevan un negocio sucio… sino que también a la mínima matán…

Así, rápido, rápido, danzad, locos, danzad… todo se complica para ambos hermanos que en sus nuevas maneras de afrontar la vida sus existencias se cruzan de manera dramática… y su proceso de maduración se acelera. Ambos aprenden que la vida es mucho más dura que un baile loco con litros de alcohol en la cubierta de un barco.

Por ahí hay un buen periodista con olfato que ayuda desde el principio a la novata. Y por el otro lado hay un gánster con cara y modos de matón con cara de Clark Gable. En medio una tremenda matanza. Una investigación periodística… y la tragedia. En las vicisitudes los hermanos unirán sus lazos pero aprenderán que la vida es más dura y menos despreocupada de lo que ellos creían. Ahora sí sabrán lo que perdieron ‘alegremente’. A un ritmo rápido. Veloz.

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