Luces y sombras de Nunca Jamás

Qué interesante cuando al espectador le dan oportunidad de disfrutar de ciclos de cine originales y bien programados. Ciclos para abrir horizontes cinéfilos y también humanos. Para reflexionar. Y qué bueno que existan sitios donde se puedan llevar a cabo estas programaciones. Así ocurre durante tres meses en La Casa Encendida (abril, mayo y junio), con el ciclo Luces y sombras de Nunca Jamas, que además recupera de nuevo el concepto de programación doble (los que sobrepasamos los treinta y más recordamos la sesión continúa, los cine de estreno, de reestreno, los cine de repertorio…). En una sesión dos películas y dos películas que tienen una conexión-reflexión. Jordi Costa, comisario del ciclo, realiza todo un discurso lógico a través de las programaciones dobles del concepto de inmadurez.

Ayer fue la conferencia inaugural, Jordi Costa propone un juego, un puzzle de reflexiones, que conforman un discurso perfectamente armado. Una conferencia llena de referencias cinéfilas, visuales, literarias, de cómic, arte, ensayo, psicología, arquitectura, musicales…, una conferencia que pide la participación activa del cerebro de sus oyentes para terminar disfrutando de una exposición lógica donde hemos disfrutado a través de miles de relaciones de conceptos. Un viaje al útero materno, a la inmadurez como trinchera, y un viaje a través del cine como espacio reflexivo, como creador de discursos.

Así que ahí estaba Hildy con su cuadernito (ya sabéis que yo y las nuevas tecnologías… a pesar de mis intentos de modernizarme), su bolígrafo y sus oídos atentos a la caza de la reflexión propuesta en la conferencia Polimorfos perversos en las arquitecturas del placer: de Disnelandia a Neverland, ya el título ofrece un montón de lecturas-reflexiones o por lo menos una pregunta: ¿Qué me van a contar? ¿Qué voy a escuchar?

Asistimos a un viaje por espacios arquitectónicos donde se atrinchera el inmaduro (o inmadura pues también se habló de género). Donde resiste y se protege de los valores del mundo adulto. Una arquitectura del placer donde el inmaduro patológico se refugia en la habitación uterina. Así vamos desde la buhardilla donde se oculta el Harry Langdon de Mis primeros pantalones hasta la habitación de recreo en Vivir para gozar, en las screwball comedy, hasta la creación del parque temático uterino, Disneylandia, el paisaje de una infancia no vivida, amable e inocente, pasando y rozando las arquitecturas de Playboy donde sexo e inmadurez van de la mano o la habitación que muestra al niño exagerado y patológico de Pee Wee, hasta llegar a la culminación de Neverland, el espacio uterino y personal de Michael Jackson.

También podemos apuntar interesantes reflexiones como la que se forma alrededor de una lectura de la screwball comedy. Género maravilloso donde existe la complicidad entre el hombre y la mujer en la inmadurez, en el continuo juego. Donde la mujer es el agente activo que permite el camino hacia una inmadurez transgresora que lleva a caminos de libertad y reconocimiento de una identidad. Un camino donde el hombre y la mujer van de la mano. Irene Bullock y Godfrey, David Huxley y Susan Vance, Linda y Johnny, Oscar y Mildred, Charles y Jean… son maravillosamente inmaduros en Al servicio de las damas, La fiera de mi niña, Vivir para gozar, La comedia de la vida, Las tres noches de Eva… Y por tanto dejan puertas abiertas a situaciones y comportamientos ilógicos… alejados de lo serio y lo responsable y lo maduro… Así Jordi Costa afirma que siguen los coletazos de la screwball comedy crepuscular en dos ejemplos de cine contemporáneo donde lo crepuscular se confirma porque uno de los personajes deja de jugar o ya no puede jugar (o seguir su proceso de inmadurez). Así nos habla de cómo el conflicto de Kill Bill de Tarantino es que La Novia deja de jugar con Bill. O cómo al Fantástico señor Fox le impiden el juego y la inmadurez.

O ese inmaduro transgresor presente en El invisible Harvey donde James Stewart se convierte en el mago de los sueños, aquel ser humano capaz de completar un sueño de la comunidad, al servicio de lograr una comunidad más feliz e inocente. El protagonista con su gran conejo invisible Harvey como amigo transita en una película donde todos, en un principio, ven su comportamiento como locura. Hasta que van surgiendo cómplices como el propio psicólogo que lo trata. Y con él realiza una reflexión clave en la vida entre ser listo y ser agradable, amable. El protagonista elige ser agradable. Otro de los caminos posibles de la inmadurez (o de la creación de espacios uterinos, el espacio amable).

Otro viaje interesante al escuchar la conferencia inaugural fue el de las referencias culturales de todo tipo. Así nos enganchamos a la pasión de la generación del 27 hacia la figura de Harry Langdon o de la maravillosa aventura de la traducción de la novela Ferdydurke del escritor polaco Witold Gombrowicz. Nos adentramos en la teoría del psicoanálisis de Freud y su concepto del polimorfo perverso que nos lleva a una pintura de Dalí. Nos envolvemos en las pinturas de niños de ojos grandes de Margaret Keane o con los cuadros de Mark Ryden. Y desembocamos en el rey del Pop e imágenes de Moonwalker.

Este sólo es un pequeño esbozo de la riqueza de conceptos y simbolismos que conformaron la conferencia. Después disfruté de mi primera sesión doble donde el protagonista es un niño terrible y déspota que tiene aterrorizados a su familia y vecinos. Así primero se proyectó un capítulo de la mítica serie En los límites de la realidad dirigido por James Sheldon y después el fragmento de Joe Dante de la película colectiva En los límites de la realidad. Ambas proyecciones adaptan un relato de Jerome Bixby donde el protagonista es un niño tiránico y terrible…Y después los cortometrajes de animación de Sally Cruikshank (de la cual nunca había visto nada) donde recrea geniales arquitecturas de placer…

La programación de este ciclo puede encontrarse en La Casa Encendida

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