Sangre en el rancho (Man in the shadow, 1957) de Jack Arnold

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Sangre en el rancho ha sido una grata sorpresa para descubrir a un director que Hildy Johnson tenía más asociado a géneros como la ciencia ficción, el fantástico o el terror y a una película que marcó su infancia. Así ocurrió con El increíble hombre menguante, sentí la angustia de su protagonista Scott Carey… condenado a desaparecer, a no poder evitar ir haciéndose cada vez más pequeño, y donde los objetos más cotidianos son amenazadores o los animales más inofensivos, monstruos. Años después, pero muchos años después, contemplé Vinieron del espacio o La mujer y el monstruo. Así que no conocía al Jack Arnold que toca otros géneros… y me sorprendo con esta película con aires de intriga, western y con gotas de denuncia social.

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Orgullo (Pride, 2014) de Matthew Warchus

PRIDE

Uno de los géneros que domina bastante bien el cine británico es la tragicomedia social. Así hay una galería de películas con unos personajes que calan en el imaginario del público. Películas que apelan a la solidaridad en las comunidades de trabajadores. Que hablan de la vida dura pero también de que la unidad hace la fuerza. Y de que los seres humanos pueden unirse en determinados proyectos y conseguir metas inalcanzables. Pride es una de ellas…, son películas que muestran que la vida puede estar compuesta de días de pan pero también de rosas (así se nos recuerda en una escena clave donde en un local obrero se canta una bella canción).

Pride sigue la estela de Tocando el viento, Full Monty, Billy Elliot, La camioneta o más recientemente Jimmy’s Hall. Se inspira en un hecho real: en 1984, bajo el gobierno de la dama de hierro, Margaret Thatcher, el Sindicato Nacional de Mineros convoca una huelga. A un joven activista gay, en plena manifestación del Orgullo Gay en Londres, se le ocurre implicar a un grupo de amigos en la recogida de fondos para ayudar a las familias de los mineros. Unir sus causas como grupos presionados y perjudicados por un Gobierno férreo. Como el sindicato no admite su dinero, deciden dar personalmente su aportación económica a un pueblo minero de Gales, elegido al azar. Así empieza una unión que da frutos.

La fuerza de este tipo de películas suele ser tanto la historia como los personajes… y ahí está la clave de Pride, en los personajes. Es una película coral donde todos (hasta el más secundario) tienen su momento. Hay mucha naturalidad tanto en las interpretaciones de pesos pesados como Bill Nighy, Imelda Staunton, Dominic West o Paddy Considine, como en otras caras menos conocidas como George Mackay, Joseph Gilgun o Jessica Gunning. Ellos logran que esta película se enriquezca con matices y detalles, con relaciones humanas entrañables y momentos sencillos pero emocionantes. No es la película perfecta pero está repleta de instantes mágicos por naturales y auténticos… y con unos personajes a los que no te importaría conocer algún día. El director (en su segundo largometraje) ha trabajado sobre todo en los escenarios y se mueve muy bien en las escenas colectivas y el guionista, Stephen Beresford, crea su primer guion para cine y se aplica en el dibujo de los personajes. Además Pride tiene algo importante: es capaz de dejar una sonrisa perenne al espectador sin eludir en ningún momento que la vida tiene sus días rojos pero también esos días en los que parece que todo va a salir bien…

PD: El sábado después de casi un mes de un paréntesis obligado pero con final feliz (aunque con una agenda con citas médicas para una temporadita)… me acerqué a una sala de cine y lo que me atrajo de Orgullo es que me apetecía salir con una sonrisa y creyendo que hay buenas causas y buenas personas. ¡La película cumplió su objetivo!¡Tenía tanta hambre de cine! Durante este mes no solo no he ido a una sala de cine sino que tampoco pude ver mi amado dvd. Así que este texto (mejor o peor) va por todos.

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