Prevención del suicidio. La vida vale más (The Slender Thread, 1965) de Sydney Pollack

Lucha contra el suicidio. Todos coordinados para salvar a Inga, una mujer que se ha tomado unos barbitúricos.

El suicidio ha sido y sigue siendo un tema tabú, pero se van dando pasos. La vida vale más es una interesante película testimonio, que además despierta también curiosidad porque es el primer largometraje que dirigió Sydney Pollack, que ya había debutado a principios de los sesenta como realizador en televisión.

El viernes 10 de septiembre se celebró el Día internacional para la prevención del suicidio y el día 11, en Madrid, se convocaba una manifestación para pedir al Gobierno la aprobación de un plan nacional para la prevención de los suicidios. El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España y, últimamente, tras el confinamiento están aumentando de manera alarmante los casos.

El cine no ha dado la espalda al tema y lleva décadas contando historias para luchar contra un tema tabú y sobre el que cuesta hablar. Provoca escalofríos visionar esta película de los años sesenta, pues en la oficina donde trabaja como voluntario el estudiante universitario Alan Newell (Sidney Poitier), hay un cartel que advierte que cada dos minutos una persona intenta suicidarse en EEUU. Las estadísticas ya eran alarmantes.

El largometraje de Sydney Pollack describe el funcionamiento de un teléfono de atención a personas suicidas en Seattle desde que se recibe una llamada hasta que se llega a la víctima que ha ingerido ya unos barbitúricos. Como si fuese un reloj cronometrado (de hecho Newell y otros personajes no dejan de mirar un reloj), el espectador acompaña al protagonista desde que recibe la llamada de una mujer, Inga (Anne Bancroft), que le dice que acaba de tomarse unas pastillas, hasta que se pone en marcha todo un dispositivo para localizarla.

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