Joyas del suspense decimonónico: noir, terror y psicología

Luz de gas

Pistoletazo de salida al suspense decimonónico.

Una película británica de 1940 iba a dar el pistoletazo de salida para varias películas ambientadas durante el siglo XIX, más concretamente durante el periodo victoriano, o principios del siglo XX donde se manejaban historias de suspense, con gotas de puro cine noir y también códigos del cine de terror. Esa serie de películas han recibido nombres como suspense deminónico o noir victoriano y no hay duda de que el recorrido está repleto de joyas y sorpresas. La película en cuestión sería Luz de gas (Gaslight, 1940) de Thorold Dickinson con un marido enloqueciendo poco a poco a su mujer, y ridiculizándola en cada momento, sobrepasando la crueldad enfermiza. No falta nada: miedo, locura, asesinato, venganza… Los protagonistas serían Anton Walbrook que construiría a un personaje francamente desagradable y una delicada Diana Wynyard. Pero sería su remake americano, cuatro años después, quien pondría de moda este tipo de películas, Luz que agoniza (Gaslight, 1944) de George Cukor. Con un atormentado y malvado Charles Boyer que hace la vida imposible a una enamorada y sufrida Ingrid Bergman. Ambas obras cinematográficas adaptaban la obra teatral de Patrick Hamilton.

No obstante ya había antecedentes interesantes entre estos cuatro años. Y esta vez de la mano de Charles Vidor con El misterio de Fiske Manor (Ladies in Retirement, 1941), una película fascinante, y como escribí en su momento “con la presencia de un poderoso reparto femenino y de un seductor pero oscuro Louis Hayward (esposo en aquellos años de Ida Lupino), se construye una historia enfermiza con unos personajes con unas psicologías muy especiales y unas relaciones complejas. Pero además les rodea la niebla, el paraje solitario, los rayos y truenos de las noches de tormenta, la débil luz y las sombras de los quinqués, los sótanos, las velas, las escaleras y las imágenes religiosas… con momentos poderosísimos como el efecto que puede causar la melodía de un piano o el terror que puede provocar una persona bajando por unas escaleras… o lo que significan unas perlas rodando por el suelo… Y ya se va preparando al espectador para la atmósfera siniestra de la historia desde unos títulos de crédito con niebla y lápidas…”. Y es que algo que cuidan esta serie de películas son la ambientación (la presencia de los quinqués, las tormentas, la niebla y las escaleras o sótanos se comparte en varias de ellas), pero también la compleja psicología y las relaciones entre los personajes, que los acercan al cine negro y a esa fatalidad que sobrevuela sobre ellos.

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