Pollo con ciruelas (Poulet aux prunes, 2011) de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud

Me gusta que me cuenten historias. Me gustan los cuentos. Me gusta escuchar. Me gusta el arte del contador o contadora de historias. Me gusta mirar la pantalla blanca en la sala oscura y que una narración pase por mis ojos. Desconectar. Olvidar que me encuentro en la sala. Viajar con la imaginación. Que salten por los aires las cuatro paredes y en la magia de la oscuridad alcanzar mundos inimaginables. El otro día en la sala de cine volé a Teherán en los años cincuenta. Para vivir una historia de desamor y muerte. Un cuento persa. Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud se convirtieron en cuentacuentos y si ya me envolvieron con Persépolis, me engatusaron con Pollo con ciruelas, un cuento de corazones rotos. Y sus dos acercamientos al cine beben de los cómics de la iraní Marjane Satrapi. Antes recrea su mundo con el trazo y ahora lo traslada a la pantalla. Y en el cine de animación deja ingredientes de cine de ficción y en el cine de ficción pasea por el cine de animación…

Ésta es la historia de Nasser Ali, un virtuoso del violín, que un día decide meterse en la cama y esperar a la muerte. Pasan ocho días hasta que ésta llega. Durante estos ocho días de espera entendemos la decisión de Nasser, viajamos a su pasado, a su presente e incluso al futuro. Nasser Ali es un muerto en vida y en el lecho va repasando su vida con gotas de delirio y agotamiento. Así se construye la historia de un amor imposible y sus consecuencias así como la trayectoria de los personajes ‘amados’ que pululan por la vida de Nasser Ali. Su hermano comunista Abdel. Su esposa que le ama pero que nunca fue correspondida… y que sólo le conquista unos instantes por el estómago con su receta maravillosa de pollo con ciruelas. Su maestro de violín que en su juventud le dijo que no bastaba sólo la técnica para ser un buen músico. Su madre amantísima que en un último suspiro le pidió que dejara de rezar por ella. Sus dos hijos, una niña y un niño, que le hacen cuestionarse continuamente como padre. Y el amor de su vida, Irán, el amor imposible de juventud.

Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud emplean todas las técnicas del cuentacuentos para tenernos atados a la pantalla. Recrean un mundo mágico y especial donde aparece el ángel de la muerte o una madre se transforma en una nube de humo o los protagonistas llegan a una tienda llena de objetos imposibles… Y hay una voz en off que nos va acompañando a lo largo del metraje…, como si nos encontraramos en la cama con alguien contándonos al oído un cuento o en el calor de una hoguera o chimenea. En Pollo con ciruelas hay historias dentro de historias. Y sobre todo queda en el aire un secreto especial: cómo entender a un espíritu creativo. La complejidad de la creación artística y de los propios creadores.

Los directores han querido además de poner toda la fantasía posible en una triste historia de desamor y muerte elegir un reparto muy atractivo para dar vida a cada uno de los personajes. Así Nasser Ali, el músico que espera la muerte, tiene el rostro de Mathieu Amalric (cómo me gusta… le descubrí tarde en La escafandra y la mariposa y ya no le abandono). Y deleita con sus ojos saltones, con su pose de hombre triste y romántico y su halo de creador complejo y contradictorio. Maria de Madeiros se transforma en la triste esposa del violinista que siempre le amó y nunca fue correspondida. Isabella Rossellini (con un parecido brutal a su madre Ingrid Bergman) nos deja un bonito papel de madre con personalidad. La actriz iraní Golshifteh Farahani se convierte en el amor ideal del protagonista, Irán. Eric Caravaca es el hermano pequeño del imprevisible Nasser. Ambos protagonizan una bonita y difícil relación de hermanos. Y Chiara Mastroianni es la hija de Nasser cuando ‘viajamos’ al futuro y nos la encontramos como una mujer desengañada de la vida y tremendamente parecida a su padre.

Y en ese canto a la fantasía en Pollo con ciruelas también hacen referencias al cine como formar de expresión para contar, crear e imaginar. Así no falta imagen en la sala de cine donde dos personajes enamorados se dan la mano mientras ‘sufren’ con el fantasma de la ópera silente. O el hermano pequeño preocupado por su hermano mayor que ya no se levanta de la cama casi le convence de salir y ‘vivir’ cuando le dice que en una sala de cine ponen una película de Sofia Loren… no va finalmente a la sala de cine pero ‘sueña’ con Sofia.

Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud crean Pollo con ciruelas, un cuento para ver y escuchar en una tarde de verano…

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