Amigos apasionados (The passionate friends, 1949) de David Lean

… en un momento clave de la película Steven (Trevor Howard) le dice a Mary (Ann Todd) que se dirigen hacia las nubes. Y ésas son las palabras que definen su relación y el tono de esta magnífica película de David Lean desconocida por mí hasta ahora. Cuando Steven y Mary se encuentran, directamente entran en un estado de ensoñación que les hace estar en las nubes. Porque ése es el sentimiento que tiene Mary de su historia con Steven, nunca terminada. Amigos apasionados es un relato subjetivo desde el alma de una mujer. No es más que un precioso monólogo interior. No tenemos por qué entender a Mary pero sentimos con ella su historia con Steven (su amor de juventud) y Howard (su marido, un siempre venerado Claude Rains).

A David Lean se le suele relacionar con grandes epopeyas como El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago, pero sin embargo también cultivó un cine intimista cuya obra más difundida es la maravillosa Breve encuentro. Amigos apasionados entraría en este segundo grupo. Cuenta de manera excepcional, empleando la narración cinematográfica (un uso de la imagen y la puesta en escena brillante y excelente) con delicadeza, una historia a tres bandas. La historia que une los destinos de Mary, Steven y Howard. La narración es preciosa y exquisita y en un principio piensas que los amigos apasionados a los que se refiere el título son Mary y Steven… pero en la impresionante secuencia final para mí queda claro que los amigos apasionados son sin duda Mary y Howard. David Lean toma como inspiración un relato, que desconozco, de H. G. Wells (sí, sí el autor de La guerra de los mundos).

Si nos quedamos en la superficie podemos decir que Amigos apasionados narra la historia de un adulterio. Pero es quedarse muy en la superficie porque lo hermoso de David Lean es cómo narra esta historia a tres bandas. Amigos apasionados empieza con un monólogo interior y encadena una serie de flash back para narrarnos la historia siempre inconclusa y los encuentros entre Mary y Steven. Ellos fueron jóvenes enamorados pero Mary decide no entregarse al amor fou, no pertenecer a nadie sino a sí misma, como ella explica a un confuso Steven… Mary opta por una vida práctica y sin riesgo alguno con un hombre más mayor que ella y bastante rico que solucionará su vida para siempre. Mary se casa con Howard, que tiene la misma perspectiva práctica del matrimonio. Con lo que no cuenta Mary es que cada vez que se encuentre a lo largo de los años con Steven se va a montar en una nube y le va a costar bajar de ella… Y lo que no se espera Mary es que en el encuentro crucial con Steven que desencadena la película, ese encuentro en un paisaje idílico de Suiza entre montañas y naturaleza… va a cambiar su vida de manera radical. De tal manera que la segura y fría Mary pierde las riendas de su existencia y su brújula perfectamente construida deja de funcionar. Y lo que menos se espera es quién la va a rescatar…

No hay mejor manera que mirar Amigos apasionados más que dejándose llevar en ese terreno de ensoñación en el que navega la película. David Lean nos la cuenta desde el corazón de la protagonista que no para de latir y reflexionar. También en este triángulo de infidelidades juega muy bien a la intriga y el suspense dejándonos escenas memorables como la de los prismáticos y la primera reunión de los tres en casa de Mary y Howard. Además los tres personajes están magníficamente perfilados y muy bien interpretados (¡bendito Claude Rains!).

El uso de la narración cinematográfica por parte de David Lean es uno de los puntos que más he disfrutado y más me ha emocionado en Amigos apasionados. Podría elegir muchísimas escenas pero comparto una: y es el momento en el que Mary vuelve corriendo de su ‘breve encuentro’ en las montañas suizas con Steven a la habitación de su hotel para poder despedirse de él desde el balcón ya que Steven tiene que irse en lancha a continuar su viaje de trabajo. Toda esta escena la está viendo un Howard roto sentado en una silla. Ve cómo su esposa entra corriendo a la habitación, con un traje blanco bellísima, cómo se precipita al balcón, cómo se despide emocionada del amado, cómo se queda rota ante la despedida y cómo se da la vuelta con lágrimas en los ojos y entra a la habitación… y se encuentra con él mirándola desde la silla… Todo sin una sola palabra.

La cámara trata con sumo cuidado cada uno de los gestos de Ann Todd como Mary. Sus ojos en penumbra cuando va a realizar un viaje al pasado o va a protagonizar una ensoñación. Su sonrisa ante la alegría de una llamada o la esperanza de un encuentro. Los sentimientos pasean por el rostro de la actriz. Y es que Amigos apasionados es uno de esos ejemplos de un director de cine enamorado de su actriz… y que logra que eso trascienda más allá de la cámara. Terminó casándose con Ann Todd y realizó con ella dos películas más: Madeleine y La barrera del sonido. Llevaba un tiempo detrás de las películas de ambos. Y ésta ha sido mi primera y satisfactoria incursión. A Ann Todd sólo la tenía localizada como la esposa de Gregory Peck en El proceso Paradine, película de Hitchcock no muy bien valorada y que sin embargo, como ya escribí en un lejano post, a mí me gusta y fascina bastante.

Y ha sido también un descubrimiento de otro buen trabajo de dos actores que me gusta ir localizando su filmografía. Uno es Claude Rains, uno de esos actores que difícilmente decepcionan y que además son camaleónicos. Y el otro es Trevor Howard protagonista también de Breve encuentro.

… y mientras el calor sigue en estas tardes de verano, puede llegar a olvidarse subiéndonos en una nube para encontrarnos con la historia de unos amigos apasionados.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.