Diccionario cinematográfico (179)

Amish y otros: los amish, los cuáqueros, los mormones, los menonitas… grupos religiosos que han sido protagonistas de muchas películas donde se reflejan sus vidas por contraste con el mundo que les rodea. Grupos aislados que nada tienen que ver… con la vida moderna. Y como espectadores miramos asombrados su mundo, sus historias, sus comportamientos… son una representación de los otros. Distintos. Y a veces hay un encuentro entre dos mundos que suele ser enriquecedor para ambas partes pero también nido de historias imposibles, otras de amor y las de más allá de redención. Y en el encuentro hay choque pero también un intento de acercamiento para que sea posible el entendimiento. A estos grupos religiosos algunos espectadores solo los conocemos a través del celuloide… con la mirada de un director concreto.

Así surge el amor imposible entre un policía duro y una viuda amish en Único testigo. En una comunidad amish se desarrolla un thriller policial e intimista. Los amish son una comunidad incomprendida e incluso rechazada u objeto de burla. Ellos viven aislados. Así lo quieren porque el mal está fuera, en lo que se conoce por civilización o mundos urbanos. El tiempo no pasa por sus casas y formas de vida. Viven en comunidad y se apoyan unos a otros (con sus ventajas y desventajas). La ventaja está, por ejemplo, en la construcción entre todos de un granero para una pareja de recién casados… La desventaja en ser vigilado continuamente y en el seguimiento férreo de unas normas religiosas y morales que si son incumplidas puede recibirse el castigo del rechazo de toda la comunidad.

Ahora nos vamos a un clásico de 1950. En blanco y negro y dirigido por John Ford. La preciosísima Caravana de Paz. Y esta caravana está formada por unos mormones que se lanzan a la conquista del Oeste. Sin embargo necesitan protección y unos guías expertos y se la piden a dos vaqueros jóvenes… que en un principio se prestan por dinero pero terminarán realizando un viaje del que aprenden unos de otros. A esta singular caravana se unirá también un grupo de artistas ambulantes. Una auténtica gozada.

El turno ahora es de los cuáqueros con dos películas que me encantan. Una fue una agradable sorpresa. Un western intimista con un John Wayne desconocido y sensible (también ejercía de productor). Un pistolero herido que termina en una familia de cuáqueros que entre otras cosas rechazan visceralmente la violencia. Wayne se va haciendo con la vida de esta familia que le va queriendo bien además de conocer a la hija del matrimonio que le ha acogido. Ambos empiezan a sentir. Y a él cada vez le apetece más dejar su vida pasada de disparos y violencia. Pero no lo tiene fácil. Se trata de una pequeña joya, El ángel y el pistolero (1947) de James Edward Grant.

También el amigo Wyler se acercó a los cuáqueros en La gran prueba donde Gary Cooper y Dorothy McGuire son un matrimonio cuáquero a los que la cámara de Wyler sigue en sus alegrías y en sus penas. En sus quehaceres cotidianos. En sus discusiones y dilemas. En sus sueños y desventuras. Así la película pasa de la comedia y el costumbrismo al drama… como la vida misma. Pero todo en una comunidad cuáquera. El conflicto es cuando se declara la guerra de la independencia americana… y los cuáqueros son reacios a intervenir pues están en contra de la violencia y por tanto de la guerra. Sin embargo entre ellos también surgirán las diferencias…

El ejemplo más reciente ha sido el del mexicano Carlos Reygadas que nos cuenta una historia melodramática de amores imposibles y milagros en la maravillosa Luz silenciosa. Toda la historia transcurre en una comunidad menonita… Bajo la larga influencia de Dreyer el espectador no vislumbrará solo un milagro sino seres humanos que sufren por amor y pasión.

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