Aunque tú no lo sepas (1999) de Juan Vicente Córdoba

“Aquella noche me partiste el corazón”.

A veces las películas más sencillas son las que más te llegan. Las que sientes más cercanas a experiencias vividas. ¿A quién no le han roto el corazón en alguna ocasión antes de los 20? ¿Quién no ha vivido amores no correspondidos? ¿Quién no ha imaginado o no ha vivido un reencuentro? ¿Quién no ha tenido miedo a arriesgarse? ¿Quién no se ha arriesgado?

Juan Vicente Córdoba parte de un mundo íntimo, de un mundo de los recuerdos, de la memoria… Juan Vicente Córdoba  revive un relato, un poema, unas canciones, unos barrios…

Juan Vicente Córdoba se recrea en la nostalgia. En una mirada atrás. Y en la posibilidad de las segundas oportunidades. De arriesgarse de nuevo. Juega con material sensible.

Juan Vicente Córdoba recrea también con sensibilidad. La historia de dos adolescentes que se hacen daño, sin quererlo. Y su posterior encuentro, cuando ya están en una fase de la vida en que pueden mirar atrás… Y no saben tampoco lo que les espera mañana.

Juan Vicente Córdoba se vale de dos balcones. Y surge una buena historia de amor. Buena porque te llega. Del chico de barrio, Vallecas. Y de la chica bien del centro de la ciudad. Y como no un Madrid vivo… que sabe bien lo que es la vida de barrio. Del barrio de los alrededores… del barrio en el centro de la ciudad. De los paseos. Los baretos de toda la vida, los descampados, las ferias, los pequeños comercios, las cafeterías, las vías del tren, las calles estrechas (y maravillosas… preciosas, qué rincones), mis amadas librerías (como con los cines cuando cierra una librería de barrio… me inunda la tristeza)…

Y suenan dos canciones que me siguen encantando. A cántaros de Pablo Guerrero y Lucía de Joan Manuel Serrat. ¿Hay algo más bonito que recibir un libro de alguien anónimo con una dedicatoria hermosa? “Si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte”. Como no palabras de un poeta, Luis García Montero, que escribió otro poema que inspiró a Almudena Grandes para realizar un cuento El vocabulario de los balcones… que ambas creaciones ‘tocaron’ a Juan Vicente Córdoba que se inspiró en ellos para ‘pintar’ su mundo particular de recuerdos auténticos. Y es eso lo que se respira en esta película… Un aire de autenticidad, de recuerdo y memoria. Del reflejo de una época.

Así desde la primera escena de esta película, con puesta en escena sencilla y sin complejidades, te inmiscuyes en esa historia de reencuentro entre Lucía y Juan, dos adultos que arrastran desilusiones (y también logros y sueños). Y a través de los flash back que a veces son la memoria de Juan y otras la de Lucía. Y a base de miradas… recuperamos con ellos su historia de amor… y nuevas oportunidades para enmendar corazones heridos.

Dos balcones, unas cuantas miradas, muchos recuerdos, dos corazones rotos… Juan Vicente Córdoba también ‘bebe’ del cine. Y nos trae un poco de aquel cine del extrarradio, del cine quinqui, del cine que reflejaba los barrios y sus bandas sonoras que lo mezcla e inspira con un cine elegante e intimista. Los peinados imposibles de los setenta con los pantalones campana, los chalecos o cazadoras vaqueras, o esas botarras de taconazo… con la luz bonita de un atardecer o anochecer en un barrio del centro de Madrid, en una calle estrecha que incita al paseo. Con esos balcones que sólo tienes que levantar un poco la vista para deleitarte con ellos. Con un Madrid soleado o un Madrid con lluvia. Un cine intimista, un cine que le inspira, Juan Vicente Córdoba nombra en los créditos de su primer largometraje a Kieslowski… y viene a la memoria una de las partes de su decálogo, No amarás. Por una historia de amor entre balcones o ventanas (pero no han sido los únicos balcones o las únicas ventanas que nos han contado historias de amor a través del cine…).

Y como toda película sencilla nos llega más si nos llegan sus actores. Así nos dejamos llevar por las miradas adultas y adolescentes de Juan y Lucía… a través de los ojos de Gary Piquer y Andrés Getrúdix y de Silvia Munt y Cristina Brondo.

Juan Vicente Córdoba nos permite viajar entre la nostalgia, la tristeza, la memoria y el recuerdo… pero también a la posibilidad de un mañana…

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