El suicidio en el cine y otros asuntos: Le père de mes enfants y Profesor Lazhar

Una película que vino de Francia y apenas se estrenó en unos cuantos cines (pero ¡se estrenó!) y ahora hay oportunidad de poder verla en DVD. Otra que actualmente está en las salas de cine y que estuvo nominada a los Oscar a la mejor película de habla no inglesa y viene desde Canadá. La primera, buen cine sobre cine. La segunda, un cine que expone su mirada sobre un espacio determinado: el de la enseñanza, el de la educación (un padre mira al profesor Lazhar condescendiente y le dice: enseñe a mi hija, no la eduque). Y ambas además de otros asuntos se unen por un tema: el suicidio, cómo asumirlo y la huella del ausente. Y ambas películas contadas con una sensibilidad extrema que deja al desnudo un tema crudo y duro en Occidente: hablar, reflexionar y pensar sobre la muerte.

Le père de mes enfants (2009) de Mia Hansen-Løve

Grégoire Canvel es un hombre apasionado que trabaja en lo que ama: es productor de cine con su propia empresa, Moon films y además saca adelante proyectos de cine independiente en los que cree. Es un hombre con energía y encanto que saca adelante los proyectos en los que cree y cuida a todos. Además también es un hombre con una vida familiar feliz. Ama y es amado por su esposa italiana y tiene tres hijas que le adoran. Además cuenta con amigos. Pero su sueño, su productora está en quiebra. Los problemas económicos se le van acumulando, la dificultad para acabar sus películas es cada vez mayor… Hasta que sin que nadie sea consciente, porque no lo exterioriza, Grégoire Canvel se agota. Se siente atrapado en un laberinto sin retorno. Siente que su imagen de hombre responsable y que todo lo controla se cae en pedazos… y no puede con ello. Se agota. No pide ayuda a aquellos que le quieren. Y en la soledad más absoluta y de la manera más radical decide quitarse la vida. Así Mia nos enseña toda una primera parte delicada de un hombre con encanto que se quiebra…

Y una segunda parte estremecedora de cómo sus hijas, su esposa, los trabajadores de Moon films, sus amigos siguen viviendo después de su desaparición y cómo trata cada uno de asimilar el vacío que ha dejado Canvel. Afloran todo tipo de sentimientos pero en un estado de calma… como la quiebra del productor que amaba el cine. Todos van asumiendo como pueden la ausencia y tratan de, a pesar de las deudas y de las soledades, seguir adelante con lo que él amaba. Y seguimos conociendo a Canvel tras su ausencia y suicidio.

Durante toda la película estuve con una emoción contenida al borde de la lágrima. Porque sentía el abismo en el que se hallaba Canvel y te hace pensar en cómo reaccionamos ante la cadena de problemas que te depara la vida en un estado de bienestar (que además ahora nos hacen ver que se va derrumbando a marchas forzadas). Y te hace pensar que si en un estado de bienestar puedes llegar a la fractura total y absoluta de quitarte la vida (al cansancio y hundimiento radical), cómo será para el gran número de personas que cada día es una supervivencia continúa. Le père de mes enfants te habla también de que a pesar de que estés rodeado de familia, amigos… cada uno de nosotros terminamos estando totalmente solos (y en momento de crisis es cuando vivimos nuestro aislamiento)… y es triste cuando la hija adolescente, después de la muerte del padre, descubre ese sentimiento de soledad. Y asusta como la vida parece en calma pero en realidad siempre es un puro polvorín donde las buenas formas pueden terminar desapareciendo para surgir el instinto de sálvese quien pueda. Y hasta un encantador y seductor de serpientes puede terminar agotado frente a las responsabilidades que se van contrayendo… y ni su pasión le puede salvar.

Y Mia Hansen-Løve presenta todos estos temas duros con delicadeza y sutileza y con una puesta en escena elegante donde somos testigos de ciertos rituales con la figura del padre y nos los vuelve a repetir sin su presencia (la visita a la ermita). Y donde los estallidos de dolor son silenciosos. Con calma, mucha calma, como el disparo inesperado que hace que Canvel acabe con todas sus responsabilidades…

La directora se inspiró en la figura del productor francés Humbert Balsan que acabó con su vida en el año 2005. Ahora mismo en cartelera se encuentra otro largometraje de la joven directora Hansen-Løve, Primer amor.

Profesor Lazhar (2011) de Philippe Falardeau

Profesor Lazhar comienza de manera brutal e impactante para terminar siendo una mirada a la vida, a la cercanía y al encuentro. Pero también una llamada de atención a cuidar la escuela como un espacio para la vida, el conocimiento y todo lo mejor para los más pequeños. Un espacio para aprender también los asuntos fundamentales de la vida (a la que inevitablemente va unida la muerte), para poder expresar nuestros sentimientos de una manera natural y saber canalizarlos. Un espacio para el aprendizaje intelectual y de espíritu.

En un espacio educativo aparentemente idílico con niños de clase media alta, un niño de unos once años va corriendo a su aula para realizar el reparto de leche en los pupitres de sus compañeros. De pronto se encuentra con su joven maestra colgada de una viga.

Desde ese momento en el día a día en esa ‘escuela bonita’ se abre un abismo entre los niños, los padres y los maestros. ¿Qué llevó a la joven maestra hacia el suicidio? Cómo asumirlo. ¿Hay que indagar en el porqué? ¿Por qué eligió la clase de sus niños? ¿Es mejor no hablarlo claramente para que los niños no se traumaticen? ¿Es mejor que no expresen cómo se sintieron? ¿Es necesario tan sólo la intervención de una psicóloga? ¿Los maestros deben callar y ocultar? ¿Qué ha significado para ellos? ¿Cómo se está enseñando en la escuela? ¿Los maestros no pueden ‘tocar’ o regañar bajo ningún concepto al alumno? ¿El maestro no puede consolar, cuidar o advertir? ¿Dictar a Balzac o ir a una obra de teatro es un nivel de enseñanza demasiado alto?

En esta vorágine emocional llega el profesor Lazhar, un hombre bueno (no un héroe). Lazhar es argelino y sólo a nosotros los espectadores se nos dejará conocer su situación, lo que arrastra sobre sus hombros. Y, sin embargo, es un hombre afable que no pierde la sonrisa ni la calidez y que da un valor trascendental, respetuoso y sagrado al espacio escolar (aunque su metodología no sea la más moderna…), algo que parece aparentemente olvidado. Y Lazhar piensa que es adecuado transmitir el respeto hacia todo ser humano, hacia esos niños y tratar de entenderles. Lazhar trata de comprender a la maestra aunque no comparte la manera en que ha expresado su dolor ni el sitio donde ha decidido acabar con todo. Y piensa que se debe hablar de la muerte, de lo sucedido, y que los niños tienen que expresarse y sentir y hablar. Y que todo debe fluir. Y que hay que escuchar. Y que la escuela es para enseñar y educar… un espacio de vida que merece toda la dedicación y el respeto. Y Lazhar pone en evidencia que los maestros también deben plantearse asuntos, dejar cartas sobre la mesa, hablar sobre educación. Y deja también al descubierto la actitud de unos padres que piensan que sus hijos tienen todos los derechos y todas las razones del mundo y no se plantean que también tienen que aprender unos deberes y a vivir y comportarse en una sociedad de la que pronto formarán parte activa.

Philippe Falardeau, con una puesta en escena sencilla, en una película que priman los personajes sobre todo el profesor Lahzar y sus niños, reflexiona sobre la vida, la muerte, la enseñanza, la educación, la psicología, los padres, los maestros, los niños… Y nos deja la incógnita de la terrible decisión que toma una profesora dulce, sensible y joven (cómo podemos ver a través de una fotografía que tiene uno de los niños) que se quita la vida en un aula. Un grito trágico y silencioso… Con su acto revuelve y remueve muchas cosas que hay que mirar…

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