El pirata (The pirate, 1948) de Vicente Minnelli

Los musicales de MGM y del productor Arthur Freed han protagonizado páginas inolvidables en la historia del cine. Incluso los detractores del cine musical reconocen que algo mágico transcurría durante estas producciones: elegancia, perfección técnica, un uso del color excelente, intérpretes inolvidables, los mejores compositores y coreógrafos, bailarines que volaban…

El musical que hoy nos ocupa tenía todos los ingredientes para ser un éxito. Sin embargo, no lo fue. El público no llenó las salas y ha sido una de esas producciones parecidas al buen vino según han ido pasando los años se ha ido revalorizando.

El pirata contaba con un director, cuya elegancia nunca ha sido puesta en duda, y rey de musicales y melodramas: Vicente Minnelli. En 1944 había realizado Cita en San Luis donde demostró su arte en este género y logró sacar todo el partido de una Judy Garland-divina que además se convirtió en su mujer. Por otra parte, en el reparto además de estar su esposa, Garland, también estaba otro de los grandes del género, el bailarín, coreógrafo y actor Gene Kelly (las coreografías de esta película las creó junto a Robert Alton). La letras de las canciones fueron compuestas por el maestro Cole Porter —que andaba por aquellos años en olvido— que entre otras dejó para la posteridad, en esta película, Be a clown (años después surgiría otra maravillosa versión-adaptación en el musical Cantando bajo la lluvia interpretada de manera espléndida e inolvidable —sí, abuso de adjetivos, no puede ser de otra manera— por Donald O’Connor, Make em laugh. Por otra parte, se contaba con un elenco bueno de actores secundarios, magníficos decorados y un libreto con una obra de Broadway original y divertida que se estrenó con éxito en 1942.

Fue uno de los musicales más caros de la MGM por aquellos años, además, también el guión pasó por varias manos hasta que Minnelli y demás estuvieron contentos con la versión final. El rodaje tuvo varias complicaciones y su estrella principal Judy Garland no se encontraba en un momento emocional adecuado (debido a su adicción a pastillas) además de estar pasando un bache en su matrimonio con el director que quedaría sin solución separándose en el año 1951. La producción era todo un deleite de decorados y vestuarios infinitos…, sin embargo, esta fantasía delirante no conectó con el público de la época que la sintió excesiva. Tampoco fue de su gusto el cambio de registro de una Judy Garland que ofrece todo un recital de vodevil —al igual que su compañero—.

A mí esta fantasía del Caribe, este cuento del pasado, este loco y barroco vodevil me ha entusiasmado. Ese amor al mundo del espectáculo y de los sueños me ha transportado como a su protagonista Manuela. La película tiene el encanto de los cuentos del pasado, de la comedia bufa pura y dura, del vodevil…, todo rodeado de una elegancia visual sin límites y unas interpretaciones sobresalientes, sobre todo, de un Gene Kelly que lleva al extremo la caricatura del pirata o héroe romántico a lo Douglas Fairbanks o John Barrymore (actores en los que se inspiró para su caracterización). Más atractivo que nunca, mostrando su cuerpo atlético, su personaje actor-pirata seduce a las plateas con su gracia, simpatía y buen sentido del baile (Kelly disfrutó de lo lindo con la danza española, la acrobacia pura y dura y el ballet…, ni rastro del claqué…). Judy Garlad me sorprende como Manuela, se convierte en una actriz, no sólo cantante, con una bis cómica y alocada a tener en cuenta.

En esta divertida historia de equívocos, bailes y canciones acompañan a los protagonistas dos secundarios de oro (esos secundarios que no nos suenan sus nombres pero sí sus caras. Los dos con filmografías a tener en cuenta). La tía de Manuela es Gladys Cooper que nos divierte como dama de quiero y no puedo que arregla la boda de su sobrina con el alcalde del pueblo y el actor austriaco Walter Slezak es Don Pedro, el alcalde (que aparentemente es una persona pero en realidad es otra…).

Una película totalmente de verano para el que le apetezca ver un cuento de los de toda la vida, para el que quiera escuchar buenas canciones, para aquella que quiera disfrutar de la danza, para el de más allá que quiera ver barrocos decorados y un uso del color lleno de fantasía, para el de más acá que quiera disfrutar del amor al espectáculo, al mundo del teatro y del vodevil…, para todos los gustos.

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