Atrapado por su pasado (Carlito’s way, 1993) de Brian de Palma

Al ver el otro día, por primera vez, Serpico, me entraron ganas de volver a ver otra de las interpretaciones que más me emocionan de Al Pacino. Y ahí volví a verle con su pelo negro, su barba, sus gafas oscuras y esa gabardina de cuero negro como Carlito Brigante. Personaje maravilloso que empatiza sin remedio con el espectador expectante al otro lado de la pantalla. El último morriqueño.

Brian de Palma nos regala una película clásica de un perdedor, apasionadamente romántica, apasionadamente triste, apasionadamente trepidante… Plagada de buenos diálogos, de personajes secundarios de diez, de narración cinematográfica cien por cien, de montaje trepidante, de banda sonora brillante de finales de los años setenta, con buenas dosis de suspense y tensión, con ternura y violencia… Una buena historia.

Historia de sueños rotos. Historia de un hombre de las calles que ha luchado día a día por la supervivencia, que se ha metido en todo tipo de negocios sucios, que ha matado para sobrevivir o para mantenerse en el barrio con la ley del más fuerte…, Brigante entra en la cárcel, condenado a treinta años, y su abogado le logra sacar a los cinco. Pero en ese periodo Carlito cambia el chip. No puede, no quiere seguir corriendo. Quiere ir tras un sueño. Ir a una isla paradisiaca y dedicarse a un negocio honesto, alquilando coches a los turistas. Quiere salir de toda la mierda pero antes debe reunir una cantidad elevada de dinero y no meterse en ningún lío. Ya no quiere estar en la calle, ya no quiere estar siempre atento y corriendo y más rápido que el otro para no acabar con un tiro en la cabeza.

Mientras las calles han cambiado, los jóvenes delincuentes y sus códigos también así como el tipo de negocio sucio. Mientras muchos de los suyos están muertos o encerrados de por vida, él es una leyenda… pero el tiempo ha pasado. Y a Carlito Brigante no le dejan que termine la carrera, no le dejan descanso, él sigue veloz, corriendo, corriendo…, pero sabe que su motor se está agotando. No obstante, él sigue con su código del pasado, con su inteligencia aguda, con su honestidad en los negocios sucios, considerando un valor la amistad y tratando de recuperar el amor con una bailarina a la que ama y a la que no quiere volver a romper el corazón. Y está a un vuelo de conseguir su sueño pero demasiadas circunstancias no le dejan atraparlo.

El abogado amigo, el joven judío que empezó a defender a mafiosos, Carlito uno de los primeros, que con el paso del tiempo se ha vuelto un pez gordo y ha traspasado el límite, hasta convertirse en un mafioso más y cocainómano-paranoico, que no duda en traicionar amistades, códigos, leyes… El amigo del barrio, el siempre fiel, el que se aferra al pasado y a los viejos tiempos pero que también tiene que sobrevivir hoy y se da cuenta que un Brigante reformado no le va a dar más vida ni más supervivencia. Compañeros del pasado en sillas de rueda obligados a convertirse en chivatos para no estar encerrados. Las nuevas generaciones de delincuentes, jóvenes sin escrúpulos con muchas ganas de convertirse en leyenda y ser respetados saltándose todo lo que haya que saltarse. La policía deseando volver a encerrar al mafioso del pasado que jamás podrá estar limpio o reformarse… Carlito Brigante encuentra demasiados frentes y poco tiempo para cumplir el sueño deseado al lado de Gail, la mujer que ama, la mujer que pronto le dará un niño…

Pero Carlito sigue pensando, sigue actuando, sigue sobreviviendo, aparentemente sin perder la calma, y con un objetivo claro: llegar al paraíso. Y corre y corre y corre porque no le dejan andar. Y dispara porque no le dejan no disparar. Y mata porque sino le matán a él y a los suyos.

Corre, corre a una estación de tren donde su mujer le espera. Un tren que les llevará a ambos, ya desencantados, a la consecución de un sueño. Y Carlito corre, corre, piensa y piensa… todo por un sueño. Pero demasiados cabos sueltos, él solo no puede amarrarlos todos. Y cuando sonríe, porque ve que es posible tomar un tren y parar…, y descansar, unos disparos inesperados le esperan… para que pare de una vez. Pero él, Brigante, sigue reflexionando. Y ve a su Gail. Y se siente cansado pero se queda con una imagen en la retina: el paraíso, la isla de sus sueños, y a la mujer que ama bailando.

Brian de Palma brilla no sólo junto a un Al Pacino inolvidable sino con una cantera de actores que están a la altura de historia trágica y romántica de un perdedor solitario: Sean Penn, Penelope Ann Miller, Luis Guzmán, Viggo Mortensen, John Leguizamo…

Atrapado por su pasado siempre me atrapa. Y siempre espero, suspirando, que Carlito Brigante alcance su sueño. Que no cierre el bar, que no se sienta cansado.

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