Serpico (Serpico, 1973) de Sidney Lumet

Los que se acerquen por primera vez a Serpico que no esperen una película de acción y violencia. Su violencia es más sutil y tremenda. Película sobria de apariencia casi documental que narra la soledad de un policía honrado que no quiere caer en la corrupción de sus compañeros que están imbuidos en ella como algo natural y a sabiendas de las altas esferas de poder.

Serpico es más un análisis psicológico de una sociedad patológica y es hermana de varias películas norteamericanas que durante toda la década de los setenta y parte de los ochenta devolvían una crítica a distintos estamentos del sistema social y político. Una época donde estas películas contaban con público, con buenos presupuestos y con un elenco técnico y artístico envidiable.

Serpico sigue la estela de producciones como Todos los hombres del presidente (1976) o Silkwood (1983). Ahora mismo, y sin entender muy bien por qué son películas prácticamente inviables, quizá, haya un retazo —en su forma de dirección y en el análisis— en películas actuales (pero ya no hay un público amplio que vaya a verlas) como Zodiac (2007).Muchos saben mi amor por Al Pacino y aquí su retrato del policía Serpico, que quiere ser policía-detective de las calles, es impactante. Un hombre solo ante el peligro, no sólo en los barrios por la realización de su trabajo sino entre todos sus compañeros y las distintas comisarias por las que trata de hacer su labor con honradez. Esto no es visto con buenos ojos por nadie.

Sus dificultades son tales y su estrés —porque no recibe un apoyo serio a sus denuncias— es tal que afecta totalmente a su vida personal. No pudiendo mantener una relación estable con su novia porque ésta siente demasiada presión y no soporta los cambios de humor y el cansancio de su pareja que no puede evitar llevar todos los problemas con los que se enfrenta a su hogar. Su vida transcurre en tensión total desde que ingresa en la policía y se dispone a ejercer contando sólo con el apoyo de muy pocos compañeros que poco pueden hacer para acabar con una corrupción que afecta a la mayoría del sistema policial. Es tan peligroso no apoyar a sus compañeros en ese sistema corrupto que se da cuenta de que su vida está en continuo peligro no por lo que conlleva su trabajo diario sino porque dentro de las oficinas más de un compañero querría verle muerto.

Impresionante ese último plano, sencillo pero gráfico, de un Serpico solitario, que ha renunciado a ser policía honrado dejando el cuerpo, tan sólo acompañado por su enorme perro de lanas. Su renuncia es su tragedia y la de los pocos que le apoyaban.

Quizá, el resumen pesimista de toda esta dura historia es un cuento que le narra su novia: una comarca con su rey al mando contaba con un gran pozo del cual todos bebían. Una vez una bruja malvada hechizó el agua del pozo, y todo el pueblo que bebía de ese pozo, enloqueció. Todos menos el rey que no bebió. El único. Entonces todo el pueblo conspiró contra él pues su monarca “se había vuelto loco” y había que matarlo. El rey terminó bebiendo agua del pozo y entonces su pueblo lo volvió a seguir y a estar junto a él porque había vuelto a la cordura.

Serpico no bebe del pozo, ni “vuelve a la cordura”. Y se queda solo con una bala en la cara.

No esperen una película de acción, esperen mucha reflexión y cierta melancolía. Esperen, quizá, el retrato de un hombre que trata de hacer bien su trabajo y se queda en la más absoluta soledad.

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