Crítica Hijos de los hombres

Theo (Clive Owen) perdió la capacidad de la emoción en el momento que perdió a su hijo Dylan. Es un muerto en vida. Sus sentimientos están colapsados. De luchador y activista por un mundo mejor se ha convertido en un gris funcionario. El mundo que le rodea es caos. Las mujeres han dejado de ser fértiles desde hace veinte años, las políticas de inmigración en Londres son más duras e inflexibles, los atentados terroristas están al orden del día… sólo encuentra cierta chispa de vida, del ayer, en sus visitas al anciano Jasper (Michael Caine) y a su esposa enferma. Theo no cree en nada hasta que vuelve a acercarse a su vida Julian (Julianne Moore), la mujer que amó. 

Y, de pronto, Theo inicia un viaje que le vuelve, a su pesar, héroe. Un héroe con chanclas de playa –desde cuando un héroe es depresivo, desde cuando viaja en un coche para el desguace, desde cuando no quiere que le toquen ni quiere sentir, desde cuando un héroe está fragmentado, perdido y roto…–. Theo sólo termina siendo un héroe con dignidad. Porque, de pronto, Julian, le pide ayuda. Porque esa mujer, sigue viendo en él un corazón noble. Porque Julian le abre una puerta a la esperanza en un mundo nihilista. Su misión: llevar a un inmigrante ilegal negra… y embarazada hasta los hombres míticos que forman parte de Proyecto Humano. Hombres que están creando una sociedad mejor. En este mundo apocalíptico donde la vida no vale nada, Theo tiene la oportunidad de salvar a una joven con vida dentro de su vientre. Algo natural, que en esos tiempos oscuros se ha convertido en un milagro. Y, de pronto, Theo confirma que el hombre es un lobo para el hombre. Todos les persiguen: el gobierno, los rebeldes, los corruptos… y sólo encuentra solidaridad en los desconocidos, en los más marginales, en los que nadie confiaría…Entre Theo y la adolescente embarazada (Claire-Hope Ashitey) surge una relación de confianza ciega. Se tienen el uno al otro y sólo juntos pueden alcanzar la meta del mañana. 

Alfonso Cuarón muestra un mundo de ciencia ficción muy cercano al presente. Con una imagen documental, unos planos secuencia llenos de brutalidad, poesía y belleza conduce al héroe por un mundo de pesadilla hacia una esperanza lejana. Los medios de comunicación omnipresentes no muestran soluciones sólo caos. El Gobierno londinense sólo ofrece una salida a sus ciudadanos, un kit de suicidio…, y Kee, la esperanza embarazada, es una niña de barrio, dura y marginal, pero con una humanidad escalofriante. Kee es una puerta abierta. Algo a lo que aferrarse. 

El director mexicano explica que “con la excusa de que transcurre en un futuro ‘próximo’, me dio la posibilidad de hablar del presente. No quería rodar una película acerca del futuro, sino del presente, de las circunstancias actuales que moldean nuestro futuro”. Alfonso Cuarón explora temas que están forjando el siglo XXI: migración, medio ambiente, terrorismo, exclusión, seguridad frente libertad, sociedades del miedo, desencanto, otro mundo es posible…y lo hace con un película de género oscura y de culto.

Diccionario cinematográfico (2)

Guión: palabra mágica que augura una futura historia en fotogramas. Una estructura sólida que permite saber y conocer a todo el equipo, que emprende la aventura de efectuar una película, lo que se pretende narrar en lenguaje cinematográfico. 

Actor: hombre de carne y hueso, con alma y sentimiento que se transmuta en personajes. A veces, el personaje se come al actor –Superman o Norman Bates– o los actores se comen al personaje –Cary Grant, John Wayne o Humphrey Bogart– y luego están los grandes actores que se transmutan en grandes personajes –Al Pacino, Marlon Brando o Robert de Niro–. 

Actriz: mujer de carne y hueso, con alma y sentimiento que se transmuta en personajes. A veces, el personaje se come a la actriz –Sally Bowles– o las actrices se comen al personaje –Marilyn Monroe o Audrey Hepburn– y luego están las grandes actrices que se transmutan en grandes personajes –Meryl Streep, Bette Davis, Nicole Kidman o Deborah Kerr–. 

Actores secundarios: hombres y mujeres de carne y hueso, con alma y sentimiento que crean personajes fundamentales para la creación de una gran historia. A veces, con cinco minutos de actuación se meriendan toda la película. Otras sus rostros son recordados, no así sus nombres, pero son fundamentales en las películas de Ford, Capra, Almodovar o Allen. Otras desearías que dejaran el rol secundario y se convirtieran en el centro de la historia. Suelen dejar la miel en los labios. Estoy encantada de su existencia.