Cerrar los ojos (2023) de Víctor Erice

Cerrar los ojos encierra varias películas en su interior.

Cerrar los ojos es una reflexión serena sobre la importancia de la mirada. Sin mirada no hay cine. Sin esa fascinación por lo que se mira y ese reconocimiento a través de la mirada del otro no habría existido el cine ni se hubiesen construido esas historias que aún hoy nos fascina admirar… a ser posible en pantalla grande.

Cerrar los ojos cultiva varias formas de poder disfrutarla. Su mecanismo desvela infinitas películas en una. Es de esos largometrajes que dejan poso y va siendo más hermoso tras la reflexión, el recuerdo y las ganas de un nuevo visionado.

Cerrar los ojos encierra un canto de amor al cine analógico, cuenta que el cine tal y como lo conocíamos es una reliquia del pasado, pero con una esperanza: que la capacidad del séptimo arte para continuar fascinando sigue viva. Es difícil resistirse a la belleza de una secuencia hermosa.

Cerrar los ojos es una historia sencilla y cercana, la más asequible de Víctor Erice. Habla de una desaparición y un reencuentro. Habla del olvido y la memoria. De la nostalgia y el recuerdo.

Cerrar los ojos es un ejercicio de metacine, puro cine dentro del cine, pero también oculta entre sus fotogramas la filmografía de Víctor Erice y su manera de entender el cine. Ahí está la Ana de El espíritu de la colmena y la fascinación ante la imagen, así como el reconocimiento. Se evoca ese Sur y esa búsqueda de un sitio donde volver. La belleza del proceso creativo, el arte de mirar, de El sol del membrillo… La sombra y huellas de Juan Marsé y ese embrujo de Shanghai soñado. Toda una caligrafía de sueños…

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